La crisis ha quedado atrás pero su tremenda herencia sigue ahí: casi 10 millones de españoles están en situación “vulnerable”, en paro, inactivos, con empleos precarios o sueldos mínimos. Además, un 22% de españoles son “económicamente vulnerables”: no podrían aguantar un mes si se quedan sin ingresos. Y España está por debajo de Europa en 7 de los 8 indicadores de la ONU sobre “el trabajo decente”. ¿Hacen falta más datos? Sí, uno que resume todo: el 70% de los españoles no nota la recuperación. Tenemos un país muy afectado por el paro, la precariedad y los bajos salarios, donde la pobreza y la desigualdad se han agravado con la crisis. Es “la otra España”, de la que no hablaba Rajoy. Y en la que debería pensar el nuevo Gobierno, para restañar las heridas más flagrantes de la crisis, ayudando a los parados, mejorando la calidad del empleo y los sueldos, utilizando los impuestos para redistribuir. Es hora de atender a los que más han sufrido la crisis.
enrique ortega |
La recuperación sigue ahí, amenazada por tormentas exteriores (subida del petróleo, tipos, pinchazo del turismo, crisis europea, proteccionismo comercial…) pero no podemos cerrar los ojos a la tremenda herencia que nos ha dejado la crisis. Un reciente estudio de Fedea y Accenture le ha puesto cifras: hay 9.930.000 españoles en situación vulnerable, casi 1 de cada 4 habitantes: 3.767.000 porque están parados (EPA diciembre 2017), 645.000 porque son inactivos a su pesar (les gustaría trabajar, pero no se “animan” a buscar empleo a la vista de la situación) y los 5.517.000 españoles restantes porque son trabajadores con empleos muy precarios (temporales y por horas, que pueden perder fácilmente) o con sueldos muy bajos (ganan menos del 60% del salario medio), o sea, son “trabajadores pobres”. Y para más de la mitad de estos españoles vulnerables, para 4.780.000 la situación es más grave, porque viven en familias con bajos ingresos (menos del 60% de la media).
El primer bloque de
españoles vulnerables, los parados, ha
aumentado incluso este año, hasta los 3.796.100
parados estimados por la EPA del primer trimestre de 2018. Su situación es preocupante por
tres razones. Una, porque más de la
mitad de estos parados no cobran nada: en abril, 2.026.513 de los parados no cobraban ningún subsidio, el 53,39% de todos los parados
estimados por la EPA (3.796.100), según Empleo. Y de los que sí reciben algún subsidio (1.769.587 parados, el
46,61% del total), la mayoría (1.086.088) cobran una prestación asistencial, de
sólo 430 euros, normalmente por 6 meses. La segunda, que el paro se ha enquistado: la mitad de los parados llevan más de 1 año sin empleo y un millón largo
llevan ya más de 4 años parados. Y la tercera, que están abandonados a su suerte, porque las oficinas de empleo no les ayudan: no
sirven ni para recolocar a los parados (sólo al 2%) ni para formarles (sólo
hacen cursos el 4,12%) ni para reorientarles profesionalmente (el 91,3% no reciben orientación
personalizada del SEPE).
El segundo bloque de
españoles vulnerables son los
inactivos que desearían trabajar, 645.000 españoles (de los 16 millones de “inactivos”
totales) según Fedea. El 70% son mujeres, dedicadas a cuidar su casa o a un familiar, la
mitad residen en Andalucía, Valencia o Madrid y en su mayoría (61,7%) no tienen
formación (la ESO o menos) ni “ánimo” para apuntarse al paro y buscar trabajo,
aunque les gustaría hacerlo.
El tercer bloque de
españoles vulnerables son los
trabajadores precarios y pobres, estimados en 5.517.000 trabajadores, 1 de cada 3 asalariados (hay 15.792.200 asalariados,
según la EPA).
La mayoría son trabajadores con un contrato precario, temporal o a tiempo
parcial, que les hace muy vulnerables a la coyuntura (verano, rebajas) y a
futuras crisis (serían los primeros en ser despedidos). Actualmente, 4.123.300 trabajadores tienen un contrato
temporal, el 26,11% de los asalariados, lo que coloca a España como país líder en Europa por temporalidad, muy por encima de la UE-28 (16% de
contratos temporales), Francia (16,8%), Italia (15,5%), Alemania (12,9%) y
Reino Unido (5,6%). Y esta temporalidad es aún mayor entre las mujeres (27,2%
asalariadas tienen contrato temporal) y sobre todo entre los jóvenes: el 73,3% de los españoles menores de 24 años tienen un contrato
temporal, frente al 43,9% en la UE-28. Y además, hay 2.814.300 trabajadores con contrato a tiempo parcial,
por horas, aunque el 60% no quieren este tipo de contrato pero no encuentran
otra cosa.
A contratos precarios, sueldos bajos. La media de sueldos en
España ya es baja: el sueldo más
frecuente es de 16.497 euros brutos anuales, según el INE, lo que viene a
ser 978
euros netos en 14 pagas, un
sueldo escasamente mileurista. Pero hay muchos trabajadores que ganan
menos, por su tipo de contrato (los temporales ganan un 32% menos sueldo que los
fijos y los que trabajan a tiempo parcial ganan el 60% del sueldo del
trabajador a tiempo completo) y el sector en el que trabajan (hostelería,
administrativos, comercio y construcción son los peor pagados). Con ello, se
puede “trabajar y ser pobre”. De hecho, hay más de 2,36 millones de
trabajadores (2.368.830 asalariados), los 15% del total, que son pobres, porque ganan menos del 60% de la
media del país. Con ello, España es el séptimo
país del mundo en porcentaje de trabajadores pobres y el primero en Europa,
según la OCDE, cuya tasa media (35 países) de trabajadores pobres (8,2%) casi duplicamos.
Este tercer bloque de trabajadores vulnerables, por su
precariedad y su salario, se concentra en España en las mujeres (el 58% del total),
entre los de edad media (el 60%
tienen entre 25 y 45 años), entre los que tienen poca formación (el 41% de estos vulnerables tienen la ESO y menos,
pero ojo: el 35% de los españoles vulnerables tienen estudios superiores)
y en Andalucía (tiene el 20% de todos los “vulnerables”), Cataluña (14,5%) y la
Comunidad Valenciana (12,3%), según el estudio de Fedea y Accenture. Y lo más llamativo: el 90% de estos “trabajadores vulnerables” no reciben ninguna
prestación o ayuda pública.
Antes de esta crisis,
el paro era culpable del 80% de los
problemas y la vulnerabilidad de las familias. Pero ahora, con la reforma
laboral impuesta en 2012 por Rajoy y la dura competencia de la globalización, la precariedad laboral es el gran problema. Y más en España, que sale peor parada que la media de
Europa en 7 de los 8 parámetros de “trabajo decente” que establece la ONU: menos PIB per
cápita (24.500 euros frente a 27.600), más
inactivos (29,7% adultos frente a 21,4%), más jóvenes que ni estudian ni trabajan (16,4% frente a 13,4%), menos empleo (65,5% adultos frente al
72,2%), más paro larga duración (7,7%
activos frente a 3,4%), más contratos
temporales (26,11% frente al 16%) y más
muertes por accidentes laborales (2,3 por 100.000 empleados frente a 1,83
en la UE), según el reciente retrato laboral que nos ha hecho Eurostat.
El resultado de tanta precariedad y salarios tan bajos es
que muchas familias españoles son “económicamente vulnerables”, no
están preparadas para hacer frente a imprevistos. Ya no es sólo que 2 de cada 3
familias lleguen a fin de mes “con dificultades”, según el INE. Es que un 22% de las familias españolas están en situación de “vulnerabilidad
económica”, según los últimos datos del Banco de España: el 15% de estos hogares sólo se
podrían mantener un mes si les falta su fuente de ingresos y otro 7% apenas
podría resistir una semana, mientras un 52% podría mantenerse 6 meses y el resto más, porque tienen ahorros. Este
es el retrato-robot de estas “familias vulnerables”, según el Banco de España: parados o inactivos, mujeres y personas con pocos
estudios, que viven de alquiler en Andalucía, Canarias, Comunidad Valenciana y
Murcia. Un informe de Cáritas complementa este retrato: muchos de los
desfavorecidos tras la crisis están hoy peor que en 2008, porque se les ha
acabado el colchón de ahorros, familia y amigos que les han ayudado estos años.
Tras este panorama, de paro, precariedad y bajos ingresos,
se entiende que la pobreza haya
aumentado en España con la crisis, para alcanzar un récord histórico: hay 12.989.405 españoles en riesgo de pobreza o
exclusión social, según la última estadística europea de Eurostat
(2016), 1.242.000 más de los que vivían pobremente en 2008, según la Agencia Europea contra la pobreza (EARP). Con ello, España se sitúa como
el 7º país europeo con más pobreza
(tasa AROPE 2016), con un 27,9% de la población en situación
vulnerable, por encima de la UE-28
(23,5%) y sólo por detrás de
Bulgaria (40%), Rumanía (38,8%), Grecia (35,6%), Lituania (30,1%), Italia (30%)
y Letonia (28,5%), según
Eurostat. Y lo peor es que la pobreza se ha “enquistado” en España, en determinados colectivos y familias, sobre
todo en esos 3 millones de españoles
que están en la pobreza extrema, según Cáritas. Y lo más sangrante es que 1.400.000
niños españoles son pobres, según Save The Children.
Mientras crecen los
pobres, crecen también los ricos: el número de millonarios (1 millón de
dólares/850.000 euros) ha crecido en España un 60%, pasando de 127.100 a
202.200 en 2016, según el informe mundial de riqueza de Capgemini. Y con ello, la crisis ha traído consigo un gran
aumento de la desigualdad, según reconoce hasta el Banco de España. Y es lógico, porque un 70% de la población tiene menos ingresos que en 2007, según un estudio de Intermón Oxfam presentado en la última Cumbre de Davos. Y eso se debe a que
el crecimiento “ha ido por barrios”:
así, en el último año, el 1% más rico
de españoles captó el 40% de la riqueza
creada, mientras el 50% más pobre
captó el 7% del crecimiento. Un
reparto desigual de la recuperación que ha agravado la desigualdad,
convirtiendo a España en el tercer país con más desigualdad de Europa, detrás de Rumanía y Bulgaria. El
dato presentado en Davos por Intermón Oxfam es impresionante: el 10% más rico de españoles concentran más de
la mitad de la riqueza (el 53,8%) y el 90% restante se lleva el
46,2% del pastel.
Al final, lo que ha pasado se traduce así: el 70% de los españoles aseguran que “no
han notado la recuperación” de la que tanto presumía Rajoy, según una
Encuesta incluida en el Informe FOESSA “Desprotección Social y Estrategias Familiares 2017”, encargado por Caritas. Y en que hay otra España, esos casi 10
millones de españoles vulnerables, que no acaba de salir de la crisis y
que vive con muchas dificultades. Y que son familias con baja formación,
mujeres y niños solos, jóvenes sin salida, que viven en zonas marginales pero también en barrios “normales” del centro y sur de España, Levante y Canarias. Una
marginación, advierte Cáritas, que se ha “enquistado” y que ha pasado de padres
a hijos en las mismas familias.
¿Qué se puede hacer?
Bastante, aunque, en estos años, el Gobierno Rajoy no haya aprovechado la
recuperación para corregir la precariedad, la pobreza y la desigualdad, que se
han agravado. De hecho, la propia Comisión Europea ha criticado a España este año por ser uno de los países europeos que menos
ayuda a las rentas bajas, a causa de su ineficiente política fiscal y sus
menores ayudas sociales. Y la OCDE,
en su último informe “Apuesta por el crecimiento 2018” (marzo 2018) ha dado una serie de recetas a España “para que la mayoría de la
sociedad se beneficie de la recuperación”: mejorar las políticas de empleo (recuerda que España gasta en políticas activas
de empleo la mitad que la OCDE), mejorar las ayudas a los parados de larga duración, reformas fiscales (bajar
impuestos a los salarios más bajos y subir impuestos al gasóleo, IVA y
contaminación), hacer reformas laborales
(reducir la dualidad fijos/temporales y mejorar la calidad del empleo y la
productividad) y, sobre todo, mejorar la
educación y la formación de los jóvenes.
Ante esta “otra España”, esos 10 millones de españoles
vulnerables, el Gobierno Sánchez debería aplicar un
Plan de choque contra la pobreza, con ayudas inmediatas a los parados que
no cobran (2 millones) y a las
familias más pobres (3 millones de
españoles están en pobreza extrema: ingresan menos del 30% que la media),
especialmente a las que tienen niños (1,4 millones son pobres). Y en paralelo, otro Plan de choque contra la precariedad, incentivando que una parte de
los contratos temporales se hagan fijos (hoy sólo el 8%, frente al 24% en Europa) y que
no se abuse de la contratación temporal y a tiempo parcial, sobre todo en
la hostelería, el comercio y la Administración pública (sanidad y educación). Y
promoviendo, como ha hecho el presidente Sánchez, un
acuerdo salarial, para que suban más los salarios más bajos y pronto no los haya por debajo de 1.000 euros. Y
a medio plazo, para 2019, en la
medida que se consiga recaudar más (con impuestos más justos y más redistributivos), habrá que dedicar más recursos a políticas sociales (vivienda, becas, ayudas a la familia
y renta básica), para recortar la escandalosa
pobreza y desigualdad que tenemos en España. Está ahí y exige medidas.
Que nadie mire para otro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario