Por primera vez en España, la TV de pago (con menos de una década de vida) facturó en 2017 más dinero
que la TV tradicional (TVE lleva 62
años y las privadas 28). Y 1 de cada 3
hogares (6,6 millones de familias) están abonados a la TV de pago, la mayoría con paquetes donde las telecos
se la ofrecen junto al teléfono e Internet. Pero también hay 2,5 millones abonados a TV de pago extranjeras, como Netflix, Amazon o HBO. El “pagar
para ver lo que uno quiere” en televisión es imparable y la TV de pago
llega ya al 60% de hogares europeos.
Un cambio que está revolucionando el
sector audiovisual, a golpe de fútbol y series, y que afecta mucho a las TV en
abierto (menos publicidad y menos calidad) y a las TV públicas, que necesitarán más recursos para competir. Telecos y plataformas
extranjeras nos han creado esta necesidad,
la
TV a la carta, que será cada vez más cara.
enrique ortega |
La televisión tradicional cumplirá 62 años en
España este otoño, con TVE emitiendo
desde octubre de 1956, aunque las privadas, Telecinco y Antena3, llevan emitiendo
sólo desde principios del año 2000. La televisión
de pago es mucho más reciente: Movistar inició una prueba piloto en Alicante
en enero de 2001, que extendió en 2005 a todas las provincias, pero el
lanzamiento de Movistar TV
se hizo en 2013, año en que las empresas de telefonía se lanzaron a vender “paquetes
múltiples”, donde ofrecían a sus clientes de teléfono un paquete con telefonía fija, móvil, Internet fijo y
móvil más TV de pago. Y así hemos llegado a 2017, con 6.590.000 hogares clientes de la TV de pago,
un 35% del total de familias españolas
y 2,3 millones de abonados más que en
2013, según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Del
total de abonados a la TV de pago, la gran mayoría (5,8 millones) lo son a través de su empresa de telefonía, de las
telecos, que les han vendido un paquete quíntuple (5,5 millones de
contratos).
Pero también hay españoles que han contratado la TV de pago con
plataformas extranjeras, multinacionales norteamericanas que ofrecen sus
canales por Internet a cambio de un pago mensual. La líder es Netflix, que llegó a España en octubre de
2016 y que ya tenía 1,46 millones de
abonados a finales de 2017 (el 9,1% de los hogares), según datos de la CNMC. Le sigue Amazon,
con su servicio Prime Video, que
funciona desde diciembre de 2016 y tiene ya 566.000 españoles abonados (el 3,5% de hogares). Y HBO, disponible desde noviembre de
2016, que cuenta con 450.000
abonados en España (2,3% de hogares).
Al final, la TV de
pago ha ganado ya un 22,3% del
consumo total de TV en España, frente al 77,1% de consumo de la TV en
abierto, según los datos de la CNMC para 2017, aunque en abril de 2018 batía otro récord, con el 24,1% del consumo de TV (y 75,9% la
TV en abierto), según la consultora Barlovento TV. De este pastel
de la TV de pago (ese 22,3% del consumo total de TV, 241 minutos
diarios en abril 2018), la mayor tajada se la lleva la TV por cable (10,2% del consumo total de TV), seguida de la TV por Internet (9,2%) y la TV
por satélite (2,9%). En las tres modalidades, la empresa líder es Movistar TV (que ronda el 60% de todos los abonados a la TV de
pago), Vodafone (21%), Orange (6%), Euskaltel (4,4%) y Telecable (2,1%), más
las plataformas de TV por Internet, donde Netflix ocupa el 2º lugar, tras
Movistar, Amazon el 4º (tras Vodafone) y HBO el 6º (tras Orange).
El principal motivo
por el que los españoles contratan una
TV de pago es porque su operador de
telefonía se lo ofrece (un 47%), normalmente como una oferta de fútbol o
series (con un precio inicial más bajo que luego sube). El segundo motivo,
según el Panel de Hogares 2016 de la CNMC, es por la
series (el 35%) y los deportes
(el 31%), también por los documentales
(25%) y “por ver menos publicidad”
(24% encuestados). Y a la hora de darse
de baja de una plataforma de TV de pago, los motivos más importantes son
perder las series de referencia (el 23%), el fútbol (20%) o las películas
(19%), así como perder servicios o aplicaciones. Y un dato resaltable es que los jóvenes “millenials” (nacidos entre 1980 y 1995) son más asiduos que los
mayores a los canales de pago, según un estudio de Deloitte. Lo que más se consume
en la TV de pago es deportes, series, películas y documentales, mientras en la TV
en abierto ganan los concursos, los
programas del corazón, noticias y magazines.
Pero si el salto de
la TV de pago ha sido grande en abonados
(de la nada a casi 6,6 millones), el
gran salto lo han dado en
facturación, en volumen de negocio:
la TV de pago ingresó 2.133 millones de
euros en 2017, un 14,6% más que en 2016 y el 43% más que hace 5 años. Y con
ello, superó por primera vez el negocio de la TV en abierto, que
facturó 1.913 millones de euros en 2017, un 1,08% más que en 2016, según los últimos datos de la CNMC. Este “adelantamiento” de la TV de pago, en menos de una
década de existencia, se debe a tres factores. Uno, el gran aumento
de abonados (de 3,9 millones en 2013 a 6,59 millones en 2017). Dos, el aumento
de ingresos por cuotas (de 1.380 millones en 2014 a 1.968 millones en
2017). Y tres, a la mejora de la
publicidad, en general y también para la TV de pago (que ingresó 65
millones en 2017, el 5% de todos sus ingresos, mientras para la TV en abierto, la
publicidad ingresada en 2017, 1.780 millones, supone el 93% de sus ingresos).
Cara al futuro, la TV
de pago tiene todavía mucho recorrido en España, si tenemos en cuenta que
está menos avanzada que en otros países. Así, la TV de pago ha penetrado en
el 35% de los hogares españoles, frente al 60% de media en Europa,
según un informe de Deloitte, que estima que podría crecer hasta el 80%.Y esa penetración es
aún mayor en países como Portugal (90% de hogares abonados a la TV de pago),
Francia (75%) o Reino Unido (63% abonados), aunque es menor en Italia (25%).
Lo que está claro es que las telecos han apostado fuerte por la TV de pago, sobre todo porque se les agota
el crecimiento con la telefonía (fija y móvil) y tienen que jugarse los ingresos futuros con los datos y la TV de pago.
Por eso están apostando fuerte con los contenidos, con la compra y producción propia de series y el pago de los derechos de fútbol:
protestan porque la Liga les cobra cada vez más, pero saben que el fútbol es la
clave para crecer en abonados e ingresos. Y también las series. Por eso, Vodafone se alió en mayo de 2016 con la plataforma HBO, para ofrecer
sus contenidos. Y en mayo de 2018, Movistar
ha firmado un acuerdo con su competidor Netflix para incorporar sus contenidos, a
finales de 2018, a sus clientes de la TV de pago de España y Latinoamérica.
Este crecimiento de la TV de pago y su apuesta de futuro preocupan
y mucho a las TV privadas en abierto, sobre
todo a Mediaset (Telecinco, Cuatro) y Atresmedia (Antena 3 y la Sexta), que
hasta ahora estaban muy cómodos, tras el “regalo” de Zapatero de quitar la
publicidad a TVE en 2009. De hecho, ambos grupos de TV en abierto son hoy un
auténtico “duopolio televisivo”, que controlan el
84,7% de la publicidad total en televisión (927 millones Telecinco y 887
millones Atresmedia) cuando sólo tienen
el 55,4% de la audiencia, según
Infoadex. Un control sobre el mercado publicitario, a través de acuerdos y tejemanejes de sus empresas vendedoras de
publicidad, que no se conoce en ningún otro país de Europa, donde los dos
mayores grupos audiovisuales sólo controlan del 60 al 77% del mercado
publicitario. Un “duopolio” que es duramente criticado por las demás TV
privadas y autonómicas.
Las TV privadas en
abierto, en especial los grupos Mediaset y Atresmedia, tratan de defenderse del
boom de la TV de pago por dos vías. Una, mejorando su plataforma de
contenidos en Internet, para lo que se han unido a RTVE, con objeto de unificar la oferta online de los tres
operadores. Además, exigen al Gobierno
desde hace meses que haga cumplir a las TV de pago las obligaciones de la normativa audiovisual
que ellos cumplen: que los contenidos emitidos por las televisiones sean un 51%
europeos (de ellos, la mitad españoles), que contribuyan a financiar obras
audiovisuales europeas (con el 5/6% de sus ingresos) y que tengan limitada su
publicidad (12 minutos por hora de emisión).
Las TV de pago,
sobre todo las telecos que hay detrás, argumentan que su negocio “es diferente”,
está más ligado a Internet que al mundo audiovisual, y piden que no se les
apliquen esas normas de las TV en abierto, mientras se quejan del “duopolio” publicitario de Mediaset y Atresmedia. Y
además, piden al Gobierno que cree una Fiscalía especial contra la piratería, porque en España se accede
más a contenidos online ilegales (lo hace el 16% de la población, frente al 10%
en Europa) y eso les supone unas tremendas pérdidas a las TV de pago: 533 millones al año en películas y otros
171 millones en series.
En medio de esta pelea entre TV de pago y TV en abierto se encuentran las TV públicas, afectadas por esta
mayor competencia (por la audiencia y la publicidad) y los recortes del
Gobierno y autonomías en los últimos años. El gran problema es TVE, que tras perder 475 millones de euros entre 2010 y2015 (al quitarle la publicidad), parece que ha reajustado sus cuentas
y cerró con beneficios 2016 (+0,8 millones) y 2017 (+25 millones), si bien es un intolerable ejemplo de manipulación política que no puede mantenerse más. En cuanto a las televisiones autonómicas, también han
mejorado algo sus cuentas (aún reciben 942,7 millones de subvención), no su “independencia” política, pero pierden
publicidad (-10% en 2017) y audiencia. El reto de las TV públicas es doble.
Por un lado, conseguir un sistema de financiación estable y suficiente, máxime
cuando las TV públicas nos cuestan menos
que las de otros países: 38,9 euros por habitante frente a 67 euros de media en la UE, 120 en Alemania, 113 en Reino
Unido, 66,4 en Francia o 42,7 euros/habitante en Italia, según un estudio de la Universidad de Santiago de Compostela. Y por otro,
adaptarse a la competencia creciente de la TV por Internet, deportes y series.
Cara al futuro, lo que está claro es que ha cambiado el modo de ver televisión: estamos pasando del “qué
ponen esta noche en la tele”
al “qué
quieres ver en la tele”. Y de
ver lo que nos echan a buscar los programas que nos interesan y
verlos cuando queramos, en la tele, el móvil, el ordenador o la tablet. Y
ver la tele con el móvil al lado, para comentar al momento algo en redes y
WhatsApp o para consultar algo en Google. Y sobre todo los jóvenes, los que han nacido con muchas cadenas disponibles y mucha
oferta donde elegir. Una oferta que se va a hacer cada día más compleja, al
modo de una TV a la carta, donde las telecos y los operadores internacionales tratan
de competir en calidad de contenidos e imagen.
De hecho, la penúltima
batalla de las telecos en la TV de pago es emitir contenidos en 4K, una mayor calidad de
imagen para la que sólo están preparados los televisores del 9,8% de hogares españoles,
según datos de Astra (y los que tengan el TV, necesitan además un
descodificador). Pero la carrera está lanzada:
Orange emitirá Roland Garros en 4K y
pondrá en marcha un canal de series en calidad UHD, Movistar ha lanzado también un descodificador 4K y estudia emitir
en ese formato carreras de F-1 y Moto GP, mientras Vodafone ya ofrece 7 canales en 4K y ofrece el descodificador desde
marzo de 2016. El “gancho” para que las familias se cambien a televisores 4K y busquen canales de
pago que emitan con esta alta calidad será este Mundial de Fútbol de Rusia, que se inicia hoy y donde todas las imágenes que se
sirvan serán en 4K (aunque en España
los emita Mediaset en TDT “normal). Ya en la pasada temporada, la Liga emitía 2 partidos en 4K y
su objetivo es emitir todos los partidos en este formato a medio plazo, otro “gancho”
más para la TV de pago.
La TV de pago ha
irrumpido con fuerza en nuestras vidas y crecerá más en pocos años. El “truco
comercial” de las telecos y las plataformas de Internet es que probemos, que “nos enganchemos” a la TV de pago,
a elegir lo que queremos ver, sin casi anuncios, en lugar de soportar los
anuncios y programas de baja calidad de las TV en abierto. Y luego, una
vez que estemos “pillados” por el deporte, las series, películas,
documentales o programas de cocina, subirnos poco a poco las tarifas, como ha pasado con los datos e Internet. Ya lo saben: “la otra TV” está
muy bien pero hay que pagarla. Y cada año más.
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