Las tarifas de móviles
y de acceso a Internet han subido en enero y subirán en febrero, mientras otras compañías ya las
subieron en otoño pasado. Todo apunta
a que las empresas de telefonía aprovecharán
2016 para equilibrar sus cuentas y acabar con muchos años de guerra de
tarifas, ahora que son menos compañías y más fuertes, tras las últimas fusiones.
Y todos se han lanzado a cambiarnos a
fibra óptica (una red que Telefónica tendrá que compartir), para ofrecernos Internet más rápido y servicios
más caros. Este va a ser también el
año de la TV de pago, donde se centran ahora las ofertas y las peleas entre
telecos, para vendernos el fútbol, las series y el cine de
pago a través de Internet. Es la gran apuesta de la telefonía: hacernos adictos a la TV de pago, a bajo precio, para que luego, cuando
estemos enganchados, subir tarifas. Como hicieron con el móvil. Ojo a lo que contrata.
enrique ortega |
Este año 2016,
las empresas de telecomunicaciones buscan equilibrar sus cuentas,
tras perder un tercio de su facturación desde 2008, por culpa de una salvaje guerra
de precios que nos ha abaratado las
tarifas un 50%, a cambio de hacerles perder ingresos y deteriorarles sus
márgenes. Este deterioro del negocio
les ha llevado a buscar un mayor tamaño, para sostener sus resultados, lo que
se ha traducido en dos grandes fusiones : la de
Vodafone y Ono y la de Orange y Jazztel, a la que seguirán este año las empresas de cable del norte (Euskaltel absorberá
la gallega R y podría integrar después a la asturiana TeleCable). Pero no es
suficiente: las telecos necesitan seguir invirtiendo en redes, para implantar la fibra óptica y la
telefonía móvil 4G, y por eso necesitan
más ingresos. Y los conseguirán subiendo tarifas.
Las primeras subidas
de 2016 las ha aplicado Movistar,
el 1 de enero: ha subido
2 euros las tarifas de ADSL básica a los clientes y empresas que no tengan la
oferta convergente de Movistar Fusión, subida que se suma a la que ya les hizo en abril de 2015 (otros 3 euros), aunque entonces triplicó a cambio la
velocidad de acceso (de 10 a 30 Mbps). El objetivo de Telefónica es orientar a todos
estos clientes a abandonar la ADSL tradicional en beneficio de la fibra óptica
(más velocidad, más servicios, más ingresos), forzar a estos clientes a que se cambien a la oferta convergente de Movistar Fusión, que tiene un precio
similar.
Otras compañías ya subieron los precios antes, en los últimos
meses de 2015. Es el caso de Vodafone,
que el 19 de noviembre subió de 0,5 a 1 euro las tarifas de Vodafone One S, a
cambio de aumentar megas y de roaming gratis es Europa y USA. Y a partir del 4
de octubre, Vodafone subió también entre 1 y 2 euros las tarifas Delfín y
Ballena, así como las Red, Smart y Mini, con ajustes de hasta 6 euros. Antes, en
septiembre, Orange,
la tercera mayor teleco, había subido 2 euros su tarifa convergente Canguro,
tras haber aumentado 20 céntimos en agosto su tarifa por establecimiento de
llamada. También en septiembre había subido su tarifa por establecimiento de
llamada Yoigo, que aumentó también
sus tarifas más bajas.
Las subidas de las
telecos no se han acabado. A partir del próximo 1 de febrero, Jazztel
subirá 1,30 euros su cuota de línea, a cambio de ofrecer más megas para
navegar. Y el 5 de febrero, los 4 millones de clientes de Movistar Fusión (fijo + móvil + Internet) verán subir
su cuota mensual 3 euros, a cambio de más velocidad de subida y de 1GB más
de datos en todas las líneas móviles. Se trata de la segunda subida en menos de
un año, ya que Movistar subió otros 5 euros su tarifa de Fusión el 5 de mayo de
2015, con lo que son ya 8 euros en nueve meses, 96 euros más en la factura anual de los clientes de Movistar. Y las
cableras del norte, Euskaltel, R y Tele
Cable, subirán sus tarifas entre 1 y 2 euros también a principios de 2016.
El problema de la mayoría de estas subidas es que son ineludibles, ya que no se da
opción al cliente a quedarse con su contrato antiguo, que en muchos casos
se había vendido como un precio “para siempre”. Por ello, la organización de
consumidores Facua ya llevó a Movistar a los Tribunales,
con la subida de mayo de 2015, por considerarla “ilegal”. Y de momento, el
Juzgado Mercantil nº 8 de Madrid ha admitido a trámite la denuncia, presentada por Facua y 6.300 usuarios. Ahora,
esta asociación ha denunciado
también la subida de enero de Movistar y se espera que denuncie también la de
febrero, argumentando que Telefónica utiliza “prácticas abusivas” y no respeta la duración y condiciones de sus
contratos ofertados hace sólo unos meses. No es casual que dos de cada tres denuncias presentadas ante Facua por los consumidores sean contra Movistar y las demás empresas de telecomunicaciones (14.200 denuncias en 2015).
El objetivo de las
telecos, con las subidas de 2015 y 2016, es aumentar sus ingresos para recomponer sus deteriorados márgenes y hacer frente a sus
cuantiosas inversiones en redes de fibra óptica y 4G (móviles), en las
que invirtieron más de 5.000 millones sólo en 2014 (y un total de 38.670 millones desde 2007). Pero necesitan además, aumentar su facturación por cliente, consiguiendo que utilicen más servicios. De ahí
que el gran objetivo de todas las telecos es aumentar la venta de “paquetes convergentes”, los que ofrecen 4 servicios (teléfono fijo+ móvil+ acceso a Internet
fijo+ acceso a Internet móvil) y últimamente 5 (los 4 anteriores más la TV de pago). Se trata de servicios
con un mayor valor añadido, que dejan más ingresos y que ya tienen contratados más de 8 millones de clientes.
Dentro de esta oferta
más sofisticada, el esfuerzo en 2016 se va a centrar en la oferta de TV de pago, cuya contratación ha
crecido un 150% en el último año. Desde 2012, cuando Movistar empezó a
ofrecerla, la facturación por la TV de pago ha pasado de 700.000 euros a 2,6
millones en 2014. Y ya la tienen
contratada 6 millones de clientes (5,4 millones en el verano pasado),
estando presente en el 25% de los hogares. Los expertos creen que es el negocio con más futuro de las telecos, ya que la TV de pago
podría llegar en 2020 a 2 de cada 3
hogares españoles, según un informe de PWC (en Portugal la tienen ahora 8 de cada 10 familias).
La batalla por vender la TV de pago
es el gran argumento comercial de las telecos desde septiembre pasado y en
estos momentos. Se trata de una guerra
sin cuartel, donde Telefónica tenía
todas las de ganar, al haber comprado en 2015 Canal Plus, con su bagaje de
series y películas. Pero la batalla del fútbol está trastocando el mercado: tanto Vodafone como Orange están
lanzando ofertas muy atractivas de paquetes de fútbol que incluyen la Champions (con
5 equipos españoles), que no ofrecía Movistar, hasta que se ha visto obligada a comprar los derechos a Mediapro (la semana pasada). Y en paralelo, hay otra pelea por las series, un fenómeno nuevo en el que se incluyen
también las ofertas de operadores de series y cine por Internet, desde Filmin,
Wuaki o Total Channel al desembarco en octubre de Netflix,
la mayor TV por streaming del mundo, que opera en más de 150 países.
Esta batalla por colocarnos la TV de pago
encierra otra batalla por detrás:
hacernos cambiar a un acceso a Internet de más velocidad y con más ancho de
banda, a través de la fibra óptica (más cara que la ADSL tradicional por cable de cobre),
para poder ver mejor y sin cortes el fútbol, las series y las películas. Son dos ofertas en paralelo, para “engancharnos”a la fibra y a la TV de pago, a ofertas hoy muy atractivas pero que
subirán cuando ya haya un gran volumen de clientes “enganchados”, como pasó con los smartphones.
Precisamente, esta
batalla por la TV de pago ha abierto una
guerra entre Telefónica y Netflix que reproduce
una guerra anterior que se dio en Estados Unidos: Netflix se queja
de que Telefónica ralentiza y corta el acceso a los clientes de Netflix, que no
ven bien sus series y películas. Y Telefónica responde que si Netflix quiere un
mejor acceso, que lo pague aparte, como pasó en EEUU, donde paga un peaje adicional de acceso a Internet, forzado
por las grandes telecos Comcast y Verizon. Si
Telefónica lo consigue, cobraría dos veces por el acceso a Internet, una de los clientes y otra de
Netflix, siendo a la vez “juez y parte”, porque además de ser dueño de la red
compite con Netflix en ofrecer series y cine, con lo que podría favorecer el
acceso a Internet de sus clientes frente al resto. Y esto es especialmente relevante
en el caso de Telefónica, que controla el 44% del mercado de
banda ancha y lidera el mercado de fibra óptica (con 2 millones de los 2,8
millones de líneas contratadas).
Por todo ello, las
telecos están volcadas en instalar fibra óptica por toda España, en controlar las grandes autopistas de acceso a Internet por la que
cada vez se cobrarán más peajes a los clientes, al poder circular por ellas más
servicios. Telefónica lidera la fibra óptica, con 14 millones de accesos instalados, pero Vodafone quiere tener 11 millones este
año y Orange 10 millones (gracias a
Jazztel). Y todos esperan a que, en este
primer trimestre de 2016, Telefónica
abra a la competencia su red de fibra óptica en las ciudades medianas y
pequeñas, después de la Comisión Europea haya dado la razón al Gobierno español (Comisión de la Competencia,
CNMC), que obligó a Telefónica a
abrir y compartir su red de fibra en toda España salvo en las 34 mayores
ciudades del país (26% de la población).
La decisión va a revolucionar
la competencia entre las telecos, ya que Vodafone-Ono y Orange-Jazztel podrán
ahora ofrecer acceso ultrarrápido a Internet y TV de pago en ciudades de menos de 100.000 habitantes
donde no tienen red de fibra. Y Telefónica-Movistar se queda sin su ventaja comparativa, su amplia red de fibra, que lleva
instalando desde 2012. Por eso, Telefónica ya ha amenazado al Gobierno que revisará su Plan de inversiones en fibra
óptica, que preveía invertir 1.400 millones de euros y pasar de los 14 millones
de hogares que pueden contratar hoy fibra a los 28 millones de hogares en 2020,
extendiendo la fibra a todas las ciudades
de más de 1.000 habitantes. Si lo
hacen y el Gobierno no lo evita, obligando a todas las telecos a realizar futuras
inversiones, la fibra óptica quedaría relegada a las grandes ciudades
y habría dos Españas digitales: una (la España
urbana) con un gran ancho de banca y un Internet rápido y otra (la España rural) con un Internet más
lento y con menos accesos y servicios. Algo inadmisible.
Lo que está claro es que el negocio de las telecos ha cambiado drásticamente y hoy su futuro no está en las llamadas (ni de
fijo, que han caído en picado, ni de móvil, saturadas), ni en los móviles (un negocio estancado y con escaso potencial de
crecimiento, al haber ya 50,66 millones de líneas, más de una por español) ni en los servicios (los SMS se han
hundido con WhatsApp, lo mismo que las llamadas a números especiales). El negocio está en los accesos de alta capacidad a Internet y en los servicios de alto valor añadido que se ofrecen, desde los
datos a los vídeos, música y sobre todo TV de pago. Y aquí, la estrategia de las telecos es la
misma que aplicaron con los smartphones: hacernos
atractivo y barato el servicio, conseguir que
“nos enganchemos” a él, para subirlo después. Y en paralelo, tratar de cobrar a los operadores de Internet (Google, Apple, Netflix…) por el
uso de las redes y por garantizarles un mejor acceso a sus productos y
servicios, por los que ganan sin pagar peaje.
Al final, el dinero sale siempre del mismo sitio, de
nuestro bolsillo. Si Telefónica, Vodafone, Orange o los operadores
virtuales ofrecen servicios más sofisticados, los tendremos que pagar. Y si
consiguen cobrar un peaje a Google, a Apple o a Netflix, estos nos lo cargarán en sus
servicios, que dejarán de ser gratuitos (o nos lo cobrarán vía publicidad o
cookies). Pensemos en ello al contratar nuevos servicios, como fútbol, series o
películas que hoy parecen “grandes ofertas”. Nos estamos “enganchando” a algo que tendrá un mayor coste mañana.
Seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario