En España hay una cierta “mística” de las pequeñas y
medianas empresas: políticos y economistas presumen de defender a las pymes, asegurando que son
la clave de la economía (y más en año electoral). Lo que no dicen es que en esto
del tamaño de las empresas, España también “es diferente”: tenemos
muchas más micropymes (0-9 empleados) que la mayoría de Europa y muchas menos empresas medianas y grandes. Y la
consecuencia es que somos menos competitivos, porque las pymes son menos productivas, crean menos empleo
estable, innovan y exportan menos y mueren antes que las empresas más grandes.
Demostrado en esta crisis, donde las
empresas medianas y grandes han aguantado
mejor que las pequeñas y los autónomos. Por eso, si queremos competir mejor,
crecer más y crear más empleo estable, hay que fomentar empresas de más tamaño, facilitando que las pequeñas y
medianas empresas se fusionen y se hagan más grandes. Porque el tamaño importa y mucho.
enrique ortega |
En medio de tanta propaganda
sobre lo mucho que crece España,
casi nadie habla de la necesidad de cambiar
el modelo de crecimiento, para salir
de la crisis de verdad. Porque hemos empezado a crecer gracias a un duro ajuste,
en base a que las empresas despidan (3,3 millones ocupados
menos que en 2008) y recorten salarios
(entre un 10 y un 15%), mejorando así su
competitividad dentro y fuera de España. Pero ahora, ¿cómo seguir creciendo
y a la vez crear empleo y tener salarios dignos? Hay que producir más y mejor, mejorar la productividad
de España, que ocupa el puesto 13 en el ranking
europeo (UE-28). Ese es el gran reto del que no habla Rajoy (ni
la oposición). Y eso obliga a cambiar
de modelo de crecimiento, a crecer sobre la base de unas empresas
más productivas, mejor organizadas, más innovadoras, más industriales y más
internacionales. Y también, en base a unas empresas
de mayor tamaño. Porque en economía, el
tamaño sí importa.
España es un país de microempresas: empresas de menos de
9 trabajadores y autónomos (que
llevan un par de años creciendo por el autoempleo de muchos parados). En total,
de las 2.779.146 empresas
censadas el 1 de enero de 2015, hay 1.090.021 empresas con 1 a 9
trabajadores y 1.537.788 autónomos sin asalariados. O sea, que el 94,5 % de las empresas españolas son
microempresas
(0-9 trabajadores), cuando en la UE-28
son el 92,1% y en los países más competitivos, muchas menos: un 81,8% de micropymes en Alemania y un 89,4%
en Reino Unido, aunque se nos acercan Italia (94,4%) y Francia (93,9%), según datos de
Eurostat. En empresas pequeñas (10-49 trabajadores)
tenemos menos (5,4% España frente a 6,6% la UE, 8,7% Gran Bretaña y 15,1%
Alemania). En medianas (50-249 trabajadores), tenemos muchas menos: 0,7% del total en España, frente a 1,1% en la UE,
2,6% en Alemania, 1,5% en Gran Bretaña, 0,8% en Francia y 0,5% en Italia. Pero
donde hay más diferencia es en las grandes empresas (+250
trabajadores): en España sólo el 0,1% del
total de empresas (3.918
empresas en 2015), la quinta parte que en Alemania (0,5%, unas 9.000 empresas) y menos que Reino Unido (0,4%)
y Francia (0,2%), aunque igual que Italia (0,1%).
España es pues “diferente” en el tamaño de las empresas:
el país europeo con menos peso de la gran
empresa, con un enorme peso de
las microempresas, quizás por
falta de dinastías empresariales y por una iniciativa emprendedora muy ligada a los servicios y el turismo,
no a la industria, más unida
a la gran empresa y que ha
perdido peso desde los años 80. El caso es que las microempresas
son en general menos productivas, crean menos valor añadido y menos empleo
estable. De hecho, si España hubiera tenido empresas del mismo tamaño que Gran Bretaña, se hubieran salvado del paro 500.000 empleos en esta
crisis, según cálculos
del Círculo de Empresarios. Y si tuviéramos la misma estructura empresarial
de Alemania (más empresas grandes y
medianas, menos microempresas), la
productividad de nuestra economía sería un 13% mayor. O sea, produciríamos
un 13% más sólo por eso.
Las empresas grandes
son las que mejor han aguantado la crisis, según un estudio
de la Fundación BBVA-Ivie. Han
perdido menos negocio (-13% de caída de ventas) que las microempresas (-20%) y pequeñas (-25%)
y también menos empleo:
incluso hay 1,2 millones de trabajadores más en las grandes empresas que antes
de la crisis, según
la CEOE, mientras se ha destruido empleo en las pymes (más en las medianas
y pequeñas que en las microempresas). Y en
2014, el
empleo en grandes empresas creció casi el doble que en las pymes (+3,96%
frente al 1,63%).
Esto se debe a que las
pymes tienen más
“mortalidad” que las grandes
empresas: se crean muchas microempresas
y autónomos (el 75% de las nuevas
empresas es autoempleo), pero la
mayoría no cuajan. Así, sólo el
39% de autónomos
sobrevive a los cinco años y un 42% de las microempresas (1-9 trabajadores),
mientras lo logran un 54% de las empresas con más de 10 trabajadores, según BBVA-Ivie.
Y sólo
el 14% de las microempresas cumplen 20 años, mientras lo hacen el 43%
de las empresas con más de 20 empleados, según datos del
DIRCE.
Las empresas medianas
y grandes “viven más” porque son más productivas. La productividad
por empleado de la gran empresa industrial fue de 77.077 euros en 2013, según el INE, el
triple que las microempresas (27.099 euros). Y si España tiene menos
productividad que Alemania, Reino Unido, Francia o Italia, se debe sobre todo a
que nuestras pymes son
menos productivas, ya que en la gran empresa no hay tanta diferencia
(incluso algunas grandes empresas españolas
son más productivas que las alemanas, según un estudio
de la Caixa). Las grandes empresas son
más
productivas que las pymes porque
aprovechan economías de escala (al
fabricar más, les bajan los costes medios),
emplean a trabajadores más formados y
utilizan más capital, se financian mejor, están mejor organizados, innovan más y están más volcadas en la exportación que las pymes.
La tecnología es un factor clave para mejorar la
productividad. Y España fabrica en sectores con
baja y mediana tecnología, ocupando el último lugar entre los grandes países
europeos en sectores de media-alta y alta tecnología, que suelen estar
ligados a grandes empresas industriales,
con poco peso en España. El exceso de microempresas, que apenas invierten
en innovación y tecnología, también explica el retraso
tecnológico de España (junto a los recortes
públicos en I+D+i). Y el tamaño también tiene mucho que ver
con la financiación: las pymes
tienen menos acceso
al crédito y les sale más caro (una pyme española paga un 2% de interés más
por un crédito que una alemana, mientras una gran empresa sólo un 0,87% más),
además de exigirles más garantías
para prestarles. Por último, el tamaño tiene mucho que ver con exportar,
un factor clave para sobrevivir: sólo exportan
un 0,9% de las microempresas, frente al 44% de las pequeñas, el 79% de las
medianas y el 88% de las grandes. Y la mitad de toda la exportación española se
concentra en 222 grandes empresas.
Parece claro, con tantos datos abrumadores, que el
tamaño importa y mucho. “Lo pequeño es bello” , pero mejor nos
iría si tuviéramos más medianas y grandes empresas, que producirían más,
serían más competitivas, más innovadoras, exportarían más y, sobre todo,
crearían empleos más estables ante futuras crisis (que volverán). Por
eso, España debería fomentar la fusión de empresas, de las pequeñas para
convertirse en medianas y de las medianas para que se hagan grandes. Es lo que
pretende una iniciativa muy interesante, el proyecto Cre100do,
impulsado por el Icex, Círculo de Empresarios y Bankinter: ayudar a 100
empresas medianas de distintos sectores a convertirse en grandes en un plazo de cinco años.
El Gobierno
debería poner en marcha un Plan
similar más ambicioso, para que las empresas
españolas ganen tamaño, para reducir
el “raquitismo
empresarial”. Porque no podemos competir ni crear empleo suficiente
cuando el 97,6% de nuestras empresas
facturan menos de 2 millones de euros y sólo
500 empresas facturan más de 250 millones. Hay que ganar tamaño,
aumentar el número de empresas medianas y grandes, que además van a ser el motor de despegue de las pymes, “tirando”
de ellas dentro y fuera de España.
Para conseguirlo, el Gobierno debería poner en marcha un Plan de ayudas
fiscales y financieras a las fusiones de empresas, sector a sector. Y revisar
el plan de ayudas públicas vigente, porque muchas se pierden
cuando las empresas dejan de ser pequeñas o medianas (al tener más de 50 o 250
empleados, por ejemplo). Y también a nivel
fiscal: muchas empresas no quieren crecer de tamaño, porque temen que Hacienda
les vigile más. Y lo mismo pasa a nivel
sindical: las empresas de más de 50 trabajadores están obligadas a tener Comité de empresa y
liberados sindicales. Todo esto hay que revisarlo, con un gran acuerdo político, económico y laboral que tenga un solo objetivo: conseguir empresas más grandes. Dejar
de hacer demagogia con las pymes y los emprendedores y apostar más por
la mediana y gran empresa, que son las que mejor pueden asegurarnos el
crecimiento y el empleo futuros. Y bajo su paraguas, fortalecido, crecerán
también más las pymes. Lo dicho, el
tamaño importa.
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