España está creando empleo
(poco) pero en sectores con bajo valor, contratos precarios y bajos salarios (porque
compiten en precio). Y eso es porque son sectores
con poca tecnología y baja productividad: comercio, turismo, construcción y servicios.
La clave para crecer más y crear un empleo mejor es la tecnología. Pero el Gobierno Rajoy ha recortado drásticamente el gasto en Ciencia (I+D+i),
mientras los demás países europeos lo
aumentaban con la crisis. Y así, nos hemos quedado en el vagón de cola europeo, con un gasto similar al que teníamos en 2003 (y encima, un 46% de los fondos no se gastan). Y se
han perdido 11.000 investigadores.
Este retraso continuará, porque el
Gobierno prevé gastar en tecnología para 2020 lo que Europa gastaba en 2013. Esta brecha
tecnológica hipoteca nuestra productividad y nuestro futuro. Hay que
gastar más y mejor en Ciencia. Se lo dijo hace unos días una Comisaria europea a diputados y
senadores: “menos cemento y más conocimiento”. Un buen eslogan para todos los partidos.
enrique ortega |
Con la crisis, España
ha perdido puestos en el
tren europeo de la Ciencia: si antes estábamos en el puesto 15 de
la UE-28, ahora estamos en el 17. Y
eso se debe a que España ha recortado su
gasto en investigación (-11,5% entre 2008 y 2013), mientras los principales
países europeos lo aumentaban:
+13,6% la Unión Europea, +4,42% Alemania, +2,82% Francia y Reino Unido y +1%
Italia. Con ello, España se coloca en el
vagón de cola, con un gasto en investigación del 1,24% del PIB (era el 1,39% en 2010),
muy alejado de los primeros vagones de la Ciencia (3,32% PIB Finlandia, 3,21% Suecia, 3,05% Dinamarca), de los
medianos (2,94% del PIB de gasto en
Alemania, 2,81% de Austria, 2,28% de Bélgica, 2,23% de Francia y 1,98% de
Reino Unido, 1,58% Irlanda ), por detrás incluso de Portugal (gasta el 1,36%
del PIB en Ciencia), empatados con Italia (1,25%) y sólo por detrás de Grecia
(0,78%) y países del Este, según los últimos
datos de Eurostat para 2013 (ver
mapa). Y aún estamos más rezagados
de los países tecnológicos punteros:
Corea (gasta en Ciencia el 4,04% PIB), Japón (3,38%), USA (2,8%) y China (gasta
el 2%, como Europa).
Y hoy, la
brecha tecnológica será aún mayor, porque en España han seguido los recortes en tecnología en 2014 y 2015. El
gasto en investigación (I+D+i) tiene dos partes, el público y el privado. En el
gasto
público, los recortes vienen desde
2009, el año que se dedicaron más recursos públicos a la Ciencia (9.673
millones). Desde entonces, la
investigación ha perdido un tercio de los recursos públicos, quedando en
6.406 millones de euros para
2015, el gasto que se hacía en 2003 (más de “una década perdida”). O
sea, que la Ciencia ha perdido
1 de cada 3 euros públicos en los últimos 6 años. Y ya no es sólo que
haya menos dinero. Es que además, dos tercios del presupuesto llega en forma de
créditos, un “truco” utilizado
desde 2011 para “inflar”
el gasto en Ciencia: se aprueban cifras mayores sabiendo que una
parte no se va a gastar porque las Universidades y centros públicos no van a
pedir estos créditos (no pueden endeudarse más) y tampoco las empresas privadas.
Resultado: en
2013 (último dato), casi la
mitad de los créditos para Ciencia no se utilizaron (46%), según la COSCE (son 2.209 millones perdidos). Y si tomamos los últimos cinco años conocidos (2009-2013), quedaron
sin gastar 11.467 millones, un 28,55% del gasto público presupuestado para la
Ciencia. Una locura.
El recorte en el gasto privado en Ciencia ha sido menor
pero muy importante: lleva cayendo desde 2008 (ese año alcanzó el récord de
8.074 millones) y en 2013 (último
dato INE) era sólo de 6.906 millones, un 14,4% menos. O sea que las empresas han perdido 1 de cada 7 euros
que gastaban en investigación. No sólo las empresas gastan menos, sino que han
caído drásticamente el número de empresas españolas que investigan: si en
2008 había 36.183 empresas que hacían innovación tecnológica, en 2013 sólo lo
hacían 16.119, menos de la mitad, según el INE. Y de ellas, el
91,6% son grandes empresas: sólo 1.347 de los 3 millones de pymes
innovan. Y esto es lo
que más contrasta con Europa: si el gasto público en investigación es
más bajo en España (0,58% del PIB frente a un 0,71% en la UE-28), la mayor brecha se da en el gasto privado en
investigación (0,66% del PIB en España frente al 1,30% en la UE-28 y el 2% del PIB en Alemania, cuatro veces
más). Y otro dato: entre las 1.000
grandes empresas europeas que más
gastan en tecnología sólo
hay 21 españolas.
Así que retraso en el
gasto público en investigación y una
enorme distancia en el gasto privado, de las empresas. Con ello, se han paralizado múltiples proyectos y se han
perdido 11.000 investigadores en
esta crisis, según el INE. El
problema es que este retraso tecnológico
hipoteca seriamente nuestro futuro, como revela el último informe
Cotec. Y eso porque hay una relación
directa entre tecnología y competitividad, nuestra gran asignatura pendiente: España
ocupa el puesto 13 en el ranking europeo
de competitividad. Y eso se debe, según un documentado estudio
de la Fundación BBVA e Ivie, a que
nuestra economía ocupa el último lugar
(entre los grandes países europeos) en el
peso de los sectores de alta y media
tecnología (telecomunicaciones, servicios informáticos y de I+D),
mientras somos el país con más peso de
los sectores con baja tecnología
(hostelería, turismo, comercio y servicios). Y estos sectores, que son los
que ahora crecen, suponen menos valor añadido, menos ingresos y un empleo
más precario, con menos futuro porque se compite en precio, no en producto
(innovación y calidad).
El futuro pasa
por empresas
con más tecnología e innovación. Y para eso, hace falta un tirón del gasto público en investigación,
que promueva el gasto de las empresas. Pero ese no es el objetivo de Rajoy, quien ha
tirado la toalla con la Ciencia en aras de rebajar el déficit
público: en febrero de 2013 envió a Bruselas la Estrategia
Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2013-2020, con el objetivo
de congelar el gasto público en
investigación (0,61%) en esta Legislatura y confiar en que suba el gasto en
I+D+i de las empresas privadas (algo “ilusorio”, según
COSCE) para que el gasto total en
I+D+i pase de 1,24% del PIB en 2013 a 1,48% en 2016 y al 2% en 2020. Rajoy pretende
que España gaste en Ciencia en 2020 lo que Europa gastaba en 2013. Y un
tercio menos del 3% que es el objetivo para el gasto
europeo en Ciencia en 2020. Si ya vamos retrasados hoy, aún
estaremos más lejos a finales de la década. Y recuperar esta brecha exigirá
otra década.
Un preocupante panorama que ha
provocado múltiples
protestas de los científicos españoles y que ha llevado a 40.000
investigadores y expertos a firmar una Carta por la
Ciencia donde piden más
recursos (llegar a un gasto del 2% del PIB en 2016), más contratos para investigadores,
mejor acceso a créditos y ayudas
(que se gaste todo el Presupuesto) y que se cree de una vez la Agencia Estatal de Investigación (debía
estar creada desde junio de 2012, según la Ley de la Ciencia), un organismo independiente que gestione la
Ciencia en España, con un presupuesto asegurado para 7 años, al margen de
los vaivenes políticos.
Además, la Comisión
Europea ya presentó en julio de 2014 un
informe sobre la Ciencia en España, con una valoración (dijeron que la media es “baja”)
y 10
recomendaciones que se resumen en
tres: tenemos que gastar más (un
0,7% de gasto público anual, unos 1.000 millones más al año), aumentar las plantillas de
investigadores y gastar mejor,
reformando los centros públicos de investigación (fusiones), modificando la
carrera de investigador, coordinando mejor los esfuerzos entre autonomías, Estado,
Universidades y empresas, evaluando y controlando mejor los programas de
investigación y favoreciendo más la innovación en las empresas (con incentivos
y compras públicas). Y también, crear la solicitada Agencia
estatal de Investigación.
El Gobierno Rajoy ha
hecho caso omiso a los científicos y a la Comisión Europea, que acaba de
incluir en febrero, entre la lista de
recomendaciones a España, que
haga un mayor esfuerzo en tecnología. La propia Comisaria europea de Política Regional, Corina Cretu, aprovechó su reunión
con parlamentarios y senadores españoles, el 5 de marzo en Madrid, para
pedirles
“un cambio de modelo económico”, orientado a la tecnología, que
favorezca la competitividad y especialización de las empresas. “Menos
cemento y más conocimiento”, les dijo con desparpajo, mientras les pedía reorientar las inversiones hacia
la I+D+i.
Está claro para casi todo el mundo, menos para el Gobierno
Rajoy: España
tiene que gastar más en tecnología (llegar al 2% del PIB en 2016 y al
3% en 2020, lo que supone gastar entre 7.000 y 17.000 millones más al año en
esta década) y gastarlo
mejor, con más eficacia y colaboración
con las empresas privadas, apostando por los sectores con futuro. “Menos cemento y más conocimiento”. Es el
gran reto de España, que debía obligar a un
gran pacto por la Ciencia, al
margen de quien gane las elecciones. Hay que dejarse de palabras y apoyar
de verdad (con dinero y voluntad política) la investigación y la innovación,
porque son la clave para una recuperación duradera y unos empleos estables. Sin Ciencia no hay
futuro.
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