El 25 de febrero, mientras Rajoy hacía propaganda de la recuperación en el Congreso, el Comisario europeo de Economía “advertía” a España sobre sus
desequilibrios: déficit público, paro y deuda. Incluso llamaba la atención sobre la pobreza y la "creciente" desigualdad. Y
reiteraba que España sigue “bajo vigilancia” de la Comisión por incumplir 5 de
los 11 indicadores del Pacto de
estabilidad del euro, como Francia, Italia, Bélgica, Irlanda, Hungría y
Eslovenia. Un “toque de atención” (plasmado en un documento de 106 páginas) del que no se habla, mientras Bruselas evita
ser duro con Rajoy en año electoral. Entre tanta propaganda sobre
crecimiento y empleo (ahora prometen 3
millones), hay que ser realistas:
somos el país europeo con más paro
(con Grecia), más déficit público, más
déficit comercial y más deuda (pública y privada). Claros indicadores de que la economía sigue enferma, como piensan el
81% de los españoles (Barómetro CIS). Tenemos que ser más productivos, con
más industria, empresas más grandes, más tecnología y más exportación. Crecer más y de otra manera. Un mensaje que no oímos: no da votos.
enrique ortega |
Ya en noviembre
de 2014, la Comisión Europea “advirtió”
a España que no cumplía 5 de los
11 requisitos del Pacto de
estabilidad del euro, unas exigencias económicas que Europa aprobó en 1997
para los países que quisieran estar en la moneda única. Los “suspensos”
eran en déficit público, paro, elevada deuda pública y privada, déficit
comercial y sector exterior (déficit de capitales). Ahora, el comisario
europeo de Economía, Pierre Moscovici, ha vuelto con la advertencia
a España, detallada en este documento de 106 folios que es una verdadera radiografía de nuestra economía: “Ha habido mejoras, pero aún
hay riesgos, como los preocupantes datos de paro, deuda e indicadores sociales”,
por lo que “reclama al Gobierno acciones
decisivas”. Y mientras, el
país “seguirá sometido a supervisión comunitaria”, como Irlanda, Hungría y Eslovenia.
Es otro toque
de atención a España, sin hacer
sangre, porque al fin de cuentas, la Comisión
europea (controlada por la “ideología económica conservadora”) sabe que
estamos en un año electoral y no es cosa de debilitar a Rajoy y que avance Podemos (como Syriza en Grecia). Y
además, Bruselas y el nuevo
presidente Juncker están en una
actitud más conciliadora, de “suavizar” los ajustes, porque ven que Europa no tira. Y así, han
abierto la mano con Francia,
Italia y Bélgica, también bajo vigilancia: han dado dos
años más a Francia, hasta 2017, para bajar su déficit público al 3% (lo
tienen en el 4,4%) y también a Italia y Bélgica para que rebajen su elevada
deuda (132,2% del PIB y 105,8%), en lugar
de sancionarlos y multarlos (como a España) por incumplir el Pacto de
estabilidad del euro. Bruselas sabe que si se pone estricto y exige más ajustes (recortes) a tres de las
cuatro grandes economías del euro, hay riesgo de que Europa entre en la tercera
recesión de esta crisis. Así que “abre la mano” y vuelve a ganar
tiempo. Eso sí, se mantienen duros
e inflexibles con Grecia: no habrá más ayudas sin duras reformas. Pero
es que esos son heterodoxos,
“anti-austeridad”, no son “de los
nuestros”. Así que “a Syriza ni agua” (aunque lo
sufran los griegos, hartos de recortes inútiles).
De España, lo
que más preocupa a la Comisión es que el Gobierno Rajoy no recorte lo
suficiente el déficit público, que
ha sido en 2014 el más alto de los 19 países del
euro: 5,6% del PIB, según
la Comisión. Su previsión es que se rebaje al 4,6% en 2015, no al 4,2% que promete Rajoy. Y por eso,
le pide “que tome más medidas” (habría
que recortar 4.000 millones más), aunque saben que es difícil gastar menos (o subir ingresos) en un año electoral. De hecho, las autonomías están acelerando gastos e inversiones (obras)
cara a mayo y la Comisión
se ha quejado de que los créditos sin interés del Gobierno (un claro “regalo
electoral de Rajoy) “ponen en riesgo la
disciplina fiscal de las autonomías”. Pero bueno, cuando se vea que han
superado los déficits previstos, ya habrán pasado las elecciones… Y lo mismo en
el Estado central.
En realidad, lo que más debía preocupar a la Comisión Europea
es nuestro elevadísimo paro:
5.457.700 parados (EPA), un 23,70% de los españoles, una tasa de paro a
años luz de la europea (9,8% en la UE y 11,2% en la zona euro). Y en
paro juvenil, somos los líderes indiscutibles: 50,9%
de los jóvenes menores de 25 años están sin trabajo, frente al 21,2% en la
UE, el 50,6% en Grecia, el 41,2% en Italia, el 24,9% en Francia o el 7,1% en
Alemania, según Eurostat. Un drama. Y a pesar de que se creó
empleo en 2014 (+433.900 empleos), aún
queda mucho para recuperar los 3.802.800
empleos perdidos en la crisis.
España es el segundo país europeo que menos
empleo perdido ha recuperado: sólo un 16,2%, frente al 9,2% de Grecia,
el 19,3% de Portugal, el 27% de Italia, el 31,5% de Irlanda o el 73,7% de
Francia. Y mientras, Alemania ha creado ya el doble del empleo perdido en esta
crisis y Reino Unido el triple. Esto sí
que es una recuperación y no lo que nos vende Rajoy. A este ritmo, tardaremos más
de 7 años en recuperar el empleo
perdido. En 2022. Demasiado.
No es sólo que tengamos
más del doble de paro que la mayoría de Europa. Es que nuestros parados están mucho peor. Primero, porque tenemos más
parados de larga duración: casi dos de cada tres (61,5%) llevan más
de un año sin trabajar, cuando en Europa son la mitad. Segundo, porque la
mayoría de estos parados tienen menos
formación: el 70% no tiene acabada la educación
secundaria. Y tercero, porque la mayoría
de los parados no
cobran: en enero, más de 3 millones de parados reales (EPA), un 56%, no cobraban subsidio. hay un grave problema de pobreza (13 millones de españoles en riesgo de pobreza) y de "creciente desigualdad" , como alerta con preocupación el propio documento de la Comisión Europea sobre España. Un serio problema social, similar al de Grecia o Portugal, no al resto de Europa
Pero no sólo somos
líderes en paro y déficit público. La “ejemplar
España” de Rajoy es líder en Europa
en deuda, pública y privada. La deuda
pública cerró 2014 por encima del billón de euros (1.033.958 millones),
una cuarta parte más que cuando Rajoy llegó al poder. Con ello, nos convertimos
en el sexto país del euro con más deuda
(101.2% del PIB para 2015), sólo por detrás de Grecia (168,8%), Italia
(133,8%), Portugal (125,1%), Chipre (115,2%) y Bélgica (107,3%). Y hay que
sumar la deuda
privada, otros 1,7 billones de
euros, entre lo que deben las empresas (959.358 millones) y las familias
(745.793 millones), más endeudadas que en
el resto de Europa, porque aquí creció más la burbuja inmobiliaria. Al
final, una gran parte de esta deuda es con
el exterior,
con bancos e inversores extranjeros: la deuda de España con el exterior era de 1.003.000
millones de euros a finales de 2014, el 100% del PIB, lo que nos
convierte en el país con más
deuda exterior del mundo (en EEUU, el segundo, la deuda supone en 34%
del PIB). Una enorme losa que pesa sobre nuestra recuperación y que, como advierte
la Comisión Europea, es un gran riesgo para España: si “vuelve
el baile” a los mercados y sube la prima de riesgo, tendremos que pagar mucho
más de intereses.
Un país endeudado y
con demasiados parados, que ingresa
menos de lo que gasta y que compra
fuera más de lo que vende (somos el
segundo país de Europa con más déficit comercial, tras Francia), por lo
que nos tenemos que endeudar más cada
año. Así está España. Crecemos, sí, pero no más que los demás
como dice Rajoy. En 2014, 9
de los 19 países del euro crecieron más que nosotros (+1,4%): Irlanda
(+4,8%), Luxemburgo (+3%), Malta (+3,3%), Lituania (+3%), Letonia (+2,6%),
Eslovenia (+2,6%), Eslovaquia (+2,4%), Estonia (+1,9%) y Alemania (+1,5%). Y se crea empleo, sí, pero todavía poco
y muy precario (casi todos temporales y un tercio por horas). Y, sobre
todo, se crea empleo en
los sectores con menos valor añadido, baja productividad, contratos precarios
y bajos salarios, como el comercio, turismo o servicios. Empleos poco seguros.
Falta que despegue el empleo en sectores con futuro y cuando suban los salarios, algo obligado para reanimar
el consumo.
La economía sigue
creciendo al ralentí (+0,7%
en el 4º trimestre) y una buena muestra es que las empresas siguen tirando precios
para vender (ayudados por el petróleo barato): España es el tercer país europeo donde más caen
los precios, un -1,5% de inflación anual (-2,8% en Grecia y -2,3% en
Bulgaria, dos países quebrados). Otro signo de estancamiento es que sigue cayendo
el crédito, en 2014 y en enero
de 2015: las empresas y familias (muy endeudadas) no piensan en invertir y
gastar, van al día. Y no ayudan al consumo los salarios bajos ni los recortes
(educación, Sanidad, Dependencia...), aunque hayan bajado
algunos impuestos (aún más
altos que cuando llegó Rajoy).
Al final, España ha salido de la UVI pero presenta graves tumores, sobre todo el paro y la deuda. Dos síntomas de un mal de fondo: trabajamos menos gente (58% de la población de 20-64
años, frente al 68,5% en Europa y el 77% en Alemania: vean este esclarecedor gráfico,
en página 31) y trabajamos peor,
con menos productividad (España ocupa
el puesto 13 en el ranking
de competitividad de la UE). Así que si queremos mantener nuestro consumo y
gasto, tenemos que “tirar de tarjeta”, endeudarnos. La única salida es cambiar
el modelo de crecimiento:
ser más eficientes, producir más y productos de más valor, exportar la mitad de
lo que fabricamos (ahora el 34%). Un reto que pasa por apostar
por la industria y los sectores con futuro (no sólo construcción y
turismo), por promover empresas
más grandes, por invertir más en tecnología
y formación, por mejorar la
organización e internacionalización
de las empresas. Un camino lento, que tarda en dar frutos. Hay que
dejar la propaganda y empezar ya.
En paralelo, además de crecer
más de otra manera, España
necesita sanear de verdad sus cuentas públicas, no
con más recortes sino con más ingresos. Y eso es posible, porque España es uno de los países europeos que
menos recauda: sólo el 38,3% de su PIB, frente al 46,7% de media en la UE, según
la Comisión Europea. Eso significa que si fuéramos como los demás, deberíamos ingresar 84.000 millones de euros
más cada año. Para eso, tendríamos que reducir
el fraude y la economía sumergida y conseguir que paguen más las grandes
empresas y los ricos, no la mayoría. Y con esos ingresos extras, podríamos reducir el déficit público y la deuda y a la vez gastar más en lo que hace falta: formación, tecnología, inversión pública
productiva, ayudas al empleo. Y en recomponer
el Estado del Bienestar: en sanidad, educación, Dependencia y gasto
social. Y, sobre todo, en ayudar a los que se han quedado marginados en esta
crisis, los pobres y excluidos. Debemos y podemos gastar más, porque aquí también España es diferente: el gasto público es el 43,9% del PIB, frente al 49,3% de media
en la UE. Hay margen para gastar más si
ingresamos más.
Si ha llegado hasta aquí, verá que los datos (oficiales) reflejan
una España muy diferente a la
que pinta Rajoy, con
problemas más graves que la mayoría de Europa. Y lo españoles lo saben: un 81,3% cree que la economía no mejora,
que estamos “igual o peor” que hace un año, según el Barómetro
del CIS de febrero. Hay salida, pero
con otra política, que se empeñe en crecer, ingresar y gastar de otra manera.
Sólo así saldremos de la crisis de verdad. Pero esto no lo propone casi nadie
en este año electoral. Así nos va.
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