Seis años y medio después de estallar esta crisis, EEUU ha salido claramente
de ella: han creado más de 10 millones
de empleos (2,1 millones más de los perdidos) y apenas tienen paro (5,5%).Y tienen menos déficit, menos
inflación, mucho petróleo y gas y un dólar que casi vale un euro. Enfrente, Europa apenas crece, sólo ha recuperado
la mitad del empleo perdido y tiene un paro histórico (11,2%), mientras
no tiran ni la inflación ni el crédito, síntomas de su estancamiento. Dos balances muy diferentes para dos
continentes que han aplicado recetas dispares frente a la crisis:
mientras EEUU ponía en marcha inversiones públicas, tres planes de liquidez y
una drástica bajada de tipos, Europa no inyectó liquidez ni inversiones,
incluso subió tipos y promovió los recortes, provocando una segunda recesión. Ahora,
el BCE inyecta liquidez, una medida tardía e insuficiente. Urge olvidar
los recortes, recaudar e invertir más y reanimar de verdad la economía europea.
Aprendan de EEUU.
enrique ortega |
Estados Unidos
lleva 59
meses creando empleo, desde principios de 2010. Han creado ya 10.808.000 nuevos empleos (3,1 millones
sólo en 2014), bastantes más de los 8.663.000 perdidos en esta crisis (entre
2008 y 2009). Con ello, USA tiene
trabajando a 148
millones de personas, la
mayor cifra de su historia. A este lado del Atlántico, Europa
sólo ha recuperado la mitad del empleo perdido en esta crisis:
5.940.000 empleos de los 10.775.400 destruidos (y en la zona euro aún menos:
2,9 millones recuperados de 8,2 millones destruidos). Con ello, la tasa
de paro en la zona euro es del 11,2%,
la más alta desde la II Guerra Mundial, mientras en EEUU el paro es menos de la mitad, el
5,5%, cerca del pleno empleo (se considera así tener sólo un 5% de paro).
El diferente nivel de empleo creado es fruto de un diferente
crecimiento. Mientras USA pinchó
con la crisis sólo en 2008 (-0,3% PIB) y 2009 (-2,8%) y luego se recuperó
con fuerza (+2,5% de crecimiento en 2010, por encima del 2% después y un
crecimiento del 2,4% en 2014), Europa entró en crisis un año más tarde que USA (en
2008 creció un 0,5%) pero con mucha más virulencia (-4,5% en 2009) y aunque
creció (menos) en 2010 (+1,9%) y 2011 (+1,6%), la zona euro volvió a caer en una segunda
recesión en 2012 (-0,7%) y 2013
(-0,5%), para crecer justo la tercera parte que EEUU en 2014 (+0,8%). Y de ahí
la distinta creación de empleo.
Hay un dato clave: en octubre de 2009, en el peor momento de
esta crisis, Europa y USA tenían el
mismo nivel de paro: justo el 10% (ver
este gráfico). Y ahora, EEUU tiene
casi la mitad (5,5%) y Europa aún más que entonces (11,2%). ¿Qué ha pasado
en estos años para que el balance
sea tan diferente? Pues que ambos
continentes han aplicado recetas
distintas. EEUU
básicamente tres: inyectar liquidez
al sistema (con tres
compras de deuda, en noviembre de 2008, noviembre 2010 y septiembre 2012,
por un importe de 3,3 billones de dólares), relanzar la inversión pública y bajar impuestos (con un Plan
de estímulos de 800.000 millones de dólares en febrero de 2009 y otro de 360.000 millones en septiembre de 2010) y un recorte
drástico de los tipos de interés, para reanimar la economía (los
bajaron del 4,75% de 2007 al 0,25% en diciembre de 2008, nivel donde los han
mantenido hasta hoy). Mientras, Europa
abandonó
sus estímulos en 2010, forzó a unos recortes generalizados de inversiones y gastos (con subida de impuestos en España y otros
países), mientras bajaba lentamente
tipos (en 2008, cuando USA los tenía en el 0,25%, aquí estaban en el 2,5%) e incluso los subió
(el BCE, en abril y julio del 2011), para bajarlos al 0,25%
en noviembre de 2013, cuando Europa ya estaba en la
segunda recesión.
Dos recetas distintas,
reanimar al enfermo o recortarle
drásticamente la medicación. Y así ha pasado: uno está fuera del hospital mientras el otro salió de la UVI pero sigue
en planta, débil. Y no es sólo
que Europa crezca poco, cree poco
empleo y tenga mucho paro. Es que además, ha
recortado
su déficit público, el gran objetivo, menos que los norteamericanos: el déficit público USA ha bajado del
11,3% del PIB (2010) al 5,5% en 2014 (menos que el 5,7% de España) y aún lo bajarán al 4,3% este año, a pesar de
que han gastado más en reanimar la economía. Eso es porque han crecido más y así recaudan también más. Mientras, la zona
euro ha bajado su déficit público del 6,2% del PIB (2010) al 2,9%, menos
que EEUU. Y hay 9 países UE
(como España) con el déficit muy por
encima del 3%. Así que tanto ajuste
para eso. Claro, al llevar la economía al estancamiento, no se recauda y
apenas se recorta el déficit.
Además, EEUU crece con una inflación controlada (1,8% en 2014), mientras Europa apenas tiene inflación (0,4% en 2014) y sufre el riesgo de deflación (-0,1% previsto para 2015), un claro síntoma de que la economía está anémica, que las empresas tienen que tirar precios para vender y que los consumidores esperan a que los precios bajen más para comprar, lo que retrasa las ventas, el crecimiento y el empleo. Y con media Europa endeudada hasta las cejas (como España), la baja inflación encarece y dificulta devolver los créditos.
Además, EEUU crece con una inflación controlada (1,8% en 2014), mientras Europa apenas tiene inflación (0,4% en 2014) y sufre el riesgo de deflación (-0,1% previsto para 2015), un claro síntoma de que la economía está anémica, que las empresas tienen que tirar precios para vender y que los consumidores esperan a que los precios bajen más para comprar, lo que retrasa las ventas, el crecimiento y el empleo. Y con media Europa endeudada hasta las cejas (como España), la baja inflación encarece y dificulta devolver los créditos.
Así que Europa ha cosechado el estancamiento
que se ha “auto-recetado” y del que
ya les avisó Obama: en mayo de 2010, envió una carta al G-20
advirtiendo a sus socios europeos del “peligro
de retirar demasiado pronto los estímulos fiscales”, algo que se ha
demostrado pernicioso muchas veces en la historia, como demuestra el libro “Austeridad:
historia de una idea peligrosa”.
Pero Merkel y los fundamentalistas de Bruselas siguieron con los recortes y la
obsesión por el déficit, hundiendo el crecimiento y aumentando el paro. Y
ahora, el BCE hace
otra vez de bombero, aprobado un Plan
de compras de deuda, iniciado el 9 de marzo, seis años y
medio más tarde que lo iniciara la Reserva Federal USA…
El Plan
de compras del BCE no sólo es tardío, sino también insuficiente:
va a comprar 1,1 billones de euros de deuda (60.000 al mes, hasta septiembre de
2016), la tercera parte que los tres planes de compras de deuda USA (3,3
billones de dólares). Y además, entonces el Plan de choque funcionó porque la
crisis acababa de llegar (no se había enquistado) y los tipos no eran
inicialmente tan bajos como ahora. Además, ahora
hay ya un exceso de liquidez en Europa: la prueba es que los
bancos europeos piden menos dinero al BCE de lo que les ofrecen, porque
tienen poca
demanda de crédito solvente. Y eso por dos razones: porque las economías no tiran y hay poca inversión y consumo y porque empresas y familias europeas están
muy endeudadas. Así que el problema no es que falte liquidez: falta
actividad, reanimar la economía europea, que sólo crece el 1%, la tercera
parte que la norteamericana. Y además, si Europa crece algo (como España) es gracias a la ayuda de dos factores externos: el desplome del petróleo y la fortaleza del dólar, que debilita al euro y favorece las exportaciones europeas.
Por eso, muchos expertos y organismos internacionales piden
a Europa que reanime la economía,
no sólo con la compra de deuda del BCE, sino gastando más, sobre todo
con Planes de inversión pública, que lleva una década cayendo en Europa. Urge
que los Estados gasten más y tiren de la economía, para lo que también tienen que recaudar
más, con reformas fiscales de
verdad, que reduzcan el fraude y hagan pagar más a multinacionales, grandes
empresas y los más ricos. De momento, la única esperanza está en el Plan Juncker,
que pretende invertir 315.000 millones entre 2015 y 2017, pero tiene un serio
problema de partida: sólo hay 21.000
millones comprometidos por los países y el resto se confía en que sea
dinero que aporten empresas privadas, algo difícil de asegurar. Y mientras,
Merkel y los fundamentalistas de Bruselas piden a Francia, Italia, España,
Grecia, Portugal y varios países más que
recorten sus déficits en
2015 y 2016. Más
recortes. No han aprendido nada.
En resumen, los
europeos estamos pagando los errores de
las políticas de ajuste de la derecha europea (no cuestionadas seriamente por la socialdemocracia), mientras los norteamericanos han
dejado atrás la crisis, gracias a las políticas de Bush (en 2008) y Obama
(2009-2015), aunque tengan serios problemas de desigualdad,
pobreza y tensión
racial. Con todo, los salarios en EEUU están estancados y la
fortaleza del dólar está debilitando sus exportaciones, con lo que hay expertos
(como
Krugman) que advierten de que la recuperación USA aún no es firme como para
bajar la guardia. Y por eso, la Reserva Federal está pensando retrasar
la subida de tipos (la primera
desde 2006) hasta junio o septiembre. Y además, subirlos poco y lentamente, para no debilitar su crecimiento.
El mundo vive además en medio de una “guerra
de divisas”, que acrecienta la
incertidumbre sobre el futuro: desde diciembre, 20
países de todos los continentes (desde Rusia a Suiza y desde China,
Indonesia o India a Australia, Canadá o Suecia) se han dedicado a bajar sus tipos de interés, en un vano intento (al hacerlo todos) de depreciar sus monedas para exportar mejor y
crecer más. Un riesgo
grave para la recuperación mundial, porque agrava los temores de una deflación generalizada y un mayor proteccionismo, que frenarán el
crecimiento mundial. Y además, esta “guerra de divisas” está fortaleciendo
demasiado el dólar, en perjuicio
de los países
en desarrollo, que ven como se fugan los capitales de sus países y cómo
se les encarecen los intereses de su deuda,
que han de devolver en dólares más caros.
La “guerra
de divisas” y la esperada subida
de tipos en EEUU pueden provocar una grave crisis en las economías
emergentes (sería “un terremoto”,
ha
advertido el FMI), que además sufren una drástica caída de ingresos por el
desplome del precio del petróleo. Es
el caso de Brasil
(en recesión), México, Venezuela, Rusia
y norte de África, países cuyos problemas
pueden afectar y bastante a España. La fortaleza
del dólar es un alivio para Europa, porque exportamos
mejor, pero puede ser “una bomba de
relojería” para el mundo. Y más si China y los países emergentes siguen creciendo
a medio gas. Por eso también hace
falta que Europa mejore, crezca más y atraiga inversiones, reequilibrando
la economía mundial. Para los europeos, en especial para los españoles, sería
clave que los gobiernos europeos cambiaran de política y aprendieran de EEUU.
Pero no vemos que Merkel y los conservadores de la Comisión superen su “ceguera
ideológica”. Por ello, el riesgo de que Europa
languidezca a la
japonesa varios años más (poco crecimiento, poco empleo, poca
inflación) es muy alto. Y eso es especialmente malo para España y también
malo para el mundo.
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