Pasó desapercibido, pero el Gobierno aprobó el 5 de diciembre un gasto militar extra (al margen del Presupuesto) de 4.000 millones de euros, para comprar
misiles, armas, aviones y barcos para Defensa. El día anterior, Rajoy había regateado con los
sindicatos por dar 20 euros más a los parados, lo que
impidió el acuerdo: eran 48 millones de
diferencia, la cuarta parte del coste de uno de los dos barcos comprados
para la Armada. Lo peor es que hasta 2030,
los Gobiernos tendrán que gastar otros
22.500 millones en comprar armamento (al
margen de los Presupuestos), por un Plan que comprometió Aznar en 1997. Una
hipoteca que contrasta con la penuria
diaria del Ejército, que no tiene dinero ni para maniobras. Y un
gasto que no revierte en España: 4 de cada 5 euros se lo llevan
multinacionales europeas y USA. Mientras, siguen con recortes en sanidad, educación y gastos sociales y no atienden al paro ni a la pobreza. No es un problema de dinero ni del déficit: es una cuestión de
prioridades.
enrique ortega |
El Consejo de
Ministros del 5 de diciembre dio luz
verde a cuatro
programas de compra y ampliación de pagos de material
de Defensa, por valor de 3.723,3
millones de euros, al margen de los Presupuestos. El más importante, 2.266,5
millones para ampliar el presupuesto de compra de 27 aviones de transporte A-400M, comprados a la multinacional
europea Airbus. El segundo contrato,
1.375 millones que se destinan al mantenimiento
de los 42 aviones de combate Eurofighter 2000 comprados
desde 2003 al consorcio europeo Eurofighter.
El tercero son 41 millones para comprar
al Ministerio de Defensa alemán el sistema de control aéreo sobrante (“Surplus”,
de segunda mano) que permita hacer
operativos los misiles Patriot que
ya le compramos a Alemania en 2004 (por otros 60 millones de euros). Y el
cuarto, 40,8 millones para la compra de cartuchos
y munición para 4 años, quizás a la multinacional USA Santa Bárbara General Dynamics (ahora comprada por la noruega NAMMO).
Además, el Consejo aprobó también que el Ministerio de Industria
conceda un crédito sin interés (con
el dinero público) a la empresa pública Navantia
para la construcción (en Cádiz y Ferrol) de dos
buques de acción marítima (BAM) por valor de 333,48 millones. Ya en su
día, entre 2006 y 2012, Industria prestó a Navantia 294 millones de euros en
préstamos sin interés para que el astillero público construyera otros
4 barcos BAM, entregados en 2012.
En total, 4.056,7
millones para armamento y material que se
gastan al margen de los Presupuestos
anuales de Defensa, como los tres
créditos extraordinarios ya aprobados por el Gobierno Rajoy para compras
extrapresupuestarias de armamento: 883
millones en agosto de 2014, 877
millones en agosto de 2013 y 1.782
millones en 2012. Y lo peor es que no se ha acabado: Morenés ya ha anticipado
el de 2015 y los créditos
extraordinarios para pagar armamento seguirán
hasta 2030. Y eso porque en
1997, el Gobierno Aznar aprobó
un ambicioso Plan para modernizar las Fuerzas Armadas, los PEAS (Programas Especiales de Armamento), comprometiendo
un gasto que ha ascendido a 30.000
millones de euros en la compra de 19
sistemas de armamento: fragatas,
buques, submarinos, aviones de combate y transporte, helicópteros, tanques,
misiles, artillería… Y para pagarlo,
se inventó un “truco contable”:
Industria daba un crédito sin interés (con dinero público) de 14.000 millones a
las empresas de armamento para que fueran fabricando y Defensa les pagaría el
nuevo armamento a partir de 2011.
Pero llegó la crisis y el Gobierno ZP no hizo frente a las primeras facturas, con la excusa
del déficit. Y al llegar Rajoy, se
encontró con esta herencia
de Aznar (ver
aquí otras) y aprobó el primer crédito extraordinario, para
afrontar las deudas de 2010 a 2012. Y en 2013, el ministro Morenés (que viene
de la industria de Defensa) se puso a renegociar
los pagos de los Programas de Armamento, aprobando
en agosto de 2013 un nuevo
calendario: se amplía el plazo de
pago (de 2025 a 2030) y a cambio se
les paga más de lo que se debe (2.500 millones más), con unos nuevos plazos, donde se paga menos
ahora (915,6 millones en 2014 y 873,5 en 2015) y más en el futuro (2.045
millones en 2020, frente a 1.832 antes). El
que venga detrás, que arree. Y además se
paga más
dinero por menos material (se recibirán menos aviones, helicópteros o tanques),
ya que se han actualizado (subido)
precios y se ha incluido el mantenimiento
(no estaba en los PEAS originales).
Al final, es una
hipoteca pendiente de pagar
hasta 2030 de 22.500
millones de euros (un pago anual medio de 1.320 millones), que saldrán de créditos extraordinarios
al margen del Presupuesto
de Defensa, que apenas da para
pagar al personal (75% gasto para 79.000 militares) y su funcionamiento diario: unidades, tanques, barcos y aviones
funcionan a un tercio de su capacidad por falta
de dinero para combustible y maniobras. Por eso, Defensa utiliza las maniobras en el extranjero para mantener operativos hombres y
armamento: el dinero para
operaciones en el exterior sale de una
cuenta de Hacienda, no de Defensa.
De ahí que el ministro Morenés ofreciera
su ayuda a la OTAN en la última cumbre de Gales (septiembre
2014), aceptándosela: 4 cazas para
controlar el espacio aéreo de los países bálticos, una fragata en el Mar Negro,
un batallón mecanizado y los misiles
Patriot para Turquía (que, como no estaban operativos, han obligado a comprar ahora el material que faltaba…).
En resumen: estamos comprometidos
a gastar una millonada en armamento (una parte del material comprometido
entre 1997 y 2004 se ha quedado obsoleto)
mientras tenemos una
Defensa de Gila, donde muchas unidades, pilotos o barcos no
pueden entrenar porque no hay fondos. Urge racionalizar este gasto, renegociando las compras, tras una
auditoría, como han pedido en noviembre en el Congreso UPyD, PSOE,
IU y CiU, aunque se
rechazó con los votos únicos del PP. Y en paralelo, racionalizar
la política de Defensa, para configurar un Ejército
más pequeño (sobran 20.000 efectivos, sobre todo entre los 45.000
mandos) y más
operativo, basado menos en
Tierra y más en Marina y Aire (que juntos gastan menos que el Ejército de
Tierra), con unidades más pequeñas, de intervención inmediata y pensadas en las
nuevas
amenazas (ciberdefensa, terrorismo internacional, crimen
organizado, catástrofes naturales, seguridad líneas de suministros y
participación en conflictos exteriores). Y para todo eso, hace falta otro Ejército con
otras armas, no las que compró Aznar en 1997.
En paralelo está el tema de las industrias de Defensa, que Europa
apoya al máximo por su componente tecnológico y de empleo. Tal
es así que en la Cumbre
europea de diciembre 2013, el
lobby de la industria del armamento consiguió que los jefes de Gobierno de
los 28 aprobaran que la industria armamentística
europea pudiera acceder
a fondos públicos europeos, a los 70.000 millones de euros del Programa
Horizonte
2020. Algo que interesa mucho a Reino
Unido, Francia, Alemania e Italia, que tienen una potente industria de
armamento. Pero menos a España,
donde los grandes contratos se los
llevan multinacionales
europeas y norteamericanas: aviones de combate para Programa
Eurofighter (Reino Unido, Italia, Alemania y un 14% España, con CASA),
avión de transporte A-400 M para el Grupo
Airbus (Francia, Alemania y un 4% España con CASA), tanques Leopard y
Pizarro más munición para Santa
Bárbara General Dynamics (multinacional USA vendida en 2013 a la multinacional noruega NAMMO).
Sólo los submarinos S-80, los buques BAM y las fragatas F-100 se fabrican 100%
en España, en los astilleros de Navantia.
Con ello, el balance es que sólo 1 de cada 5 euros invertidos por España
en armamento implican empleo y negocio en España. Algo que contrasta
con lo que hacen otros países, con una potente industria nacional de armamento:
en Francia, ninguno de los 216
contratos de la Defensa ha ido a una empresa extranjera, en Alemania 1 de 162 contratos, en Italia
2 de 196 y en Reino Unido, 16 de 45
contratos, según un informe
de la Comisión Europea presentado a la Cumbre de 2013. Así que no sólo gastamos demasiado (dada la crisis y el déficit) en armamento
desfasado sino que gastamos mal, sin exigir más contrapartidas tecnológicas y de empleo.
Y todo ello, en un
contexto de recortes, donde el
Gobierno Rajoy ha
reducido en 33.000 millones el gasto en educación, sanidad, dependencia, servicios sociales, investigación e
inversiones públicas, (más sueldos y empleos públicos), mientras lleva ya invertidos 7.598 millones en material de
Defensa entre 2012 y 2014, al margen
de los Presupuestos. Y ahora regatea
por dar un subsidio de 426 euros durante sólo 6 meses a 400.000 parados de larga duración que lleven más de medio año sin cobrar,
cuando hay 2.899.645 parados EPA (el
53,5% de los parados estimados) que no
cobran nada. Y sigue sin luchar contra la pobreza,
que afecta a uno de cada cuatro españoles, con 3 millones de ciudadanos en pobreza
extrema, según
Cáritas. Recordarlo cuando hablamos de que el Gobierno Rajoy aprueba (entre el silencio
de los medios) 4.000 millones de
euros más para armamento no es hacer
demagogia. Es recordar que la
política es una cuestión de prioridades.
Y ellos tienen claras las suyas.
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