lunes, 29 de diciembre de 2025

España no pierde el tren de la IA

La Inteligencia Artificial (IA) avanza imparable, con 1,5 billones de inversión, sobre todo en USA y China, alimentando una “burbuja” bursátil que se teme estalle en 2026. Europa está muy rezagada en tecnología e inversiones, pero 1 de cada 3 europeos utilizan ya las herramientas de IA, que aplican en sus negocios 1 de cada 5 empresas europeas. España no ha perdido este tren tecnológico e incluso usan la IA más empresas que en Francia, Italia o Irlanda, más las grandes empresas y poco las pymes. Y somos uno de los tres paises europeos, con Alemania y Polonia, con 2 centros de supercomputación para desarrollar la IA, al amparo de una Estrategia Nacional que gasta fondos europeos. El temor es la pérdida de empleos que acarrea la IA, como se ha visto en Microsoft, Amazon y Telefónica. Por eso, los sindicatos piden negociar su aplicación en las empresas y que la IA pague impuestos para compensar cotizaciones e ingresos perdidos. Y más formación, para no quedarse fuera.


La Inteligencia Artificial (IA) sacude los mercados y es un imán para los inversores, llevando al máximo a las Bolsas. Este año 2025, el gasto mundial en IA supondrá ya 1,5 billones de dólares, según la consultora Gartner, frente a los 987.904 millones invertidos en 2024. Y apuestan por que se superarán los 2 billones de dólares de inversión en 2026, sobre todo en EEUU y en China, impulsada por la integración de esta tecnología en dispositivos como teléfonos inteligentes, ordenadores y tablets, así como en la necesaria infraestructura de Centros de Datos (CPDs). Sólo las grandes tecnológicas USA tienen previsto invertir en partidas relacionadas con la IA cerca de 3 billones de dólares hasta 2030, nada menos que el 10% del PIB estadounidense. Una cifra que marea y que está creando una “burbuja inversora” que podría estallar si los beneficios no llegan pronto.

Europa está retrasada en esta carrera por la IA, tanto en tecnología como en inversiones, pero los europeos y las empresas se están subiendo al tren de la IA, aunque lo conduzcan los gigantes estadounidenses y chinos. Así, en 2025, 1 de cada 3 europeos de 16 a 74 años (el 32,7%) utilizó herramientas de IA generativa, según los datos recientes de Eurostat. La mayoría los utilizó para fines personales (el 25,1%), aunque también para trabajar (15,1%) y para formarse (el 9,4% para su educación). El mayor uso de la IA se dio en los paises nórdicos y centro Europa (56,3% en Noruega, 48,4% en Dinamarca, 47% en Suiza, 46,6% en Estonia, 46,3% en Finlandia,44,9% en Irlanda, 44,7% en Paises Bajos, 42% en Suecia y Bélgica). España se sitúa en el puesto 16º, con un 37,9% de adultos que la han utilizado, por delante de Francia (37,5%), Alemania (32,3%) e Italia (19,9%).

En cuanto a las empresas, 1 de cada 5 empresas europeas (20%) con más de 10 empleados utilizaron tecnologías de IA para sus negocios en 2025, según Eurostat, lo que supone un gran salto: en 2021 utilizaban esta tecnología el 7,7$, el 8,1% en 2023 y el 13,5% en 2024. Otra vez, los paises con más empresas utilizando la IA son los nórdicos y centro Europa: Dinamarca (42% de las empresas), Finlandia (37,8%), Suecia (35%), Bélgica (34,5%), Luxemburgo (33,61%), Paises Bajos (33,21%), Austria (29,95%), Noruega (28,89%) y Alemania (25,97%). España (con el 20,7% de empresas utilizando la IA) ocupa el puesto 13º en este ranking empresarial, por delante de Irlanda (19,64%), Francia (18,16%) e Italia (16,40%).

El uso empresarial más común de la IA es para analizar el lenguaje escrito (11,8% empresas), seguido de su utilización para generar imágenes y vídeos (9,5%), para generar lenguaje escrito o hablado (8,8%) y para convertir el lenguaje hablado en formato legible para una máquina (7,2%), según Eurostat. Los sectores que más lo están utilizando son las empresas de información y comunicación y los servicios profesionales y científicos, sobre todo en las empresas europeas grandes (el 55,3% utilizan la IA) y menos en las medianas (el 30,6%) y en las pequeñas (usan la IA sólo el 17%). Y su utilización es básicamente para tareas de marketing y ventas (34,7%) y para organización de procesos o gestión (31,05%), destinándose sólo un 6,08% para tareas logísticas.

En España, la utilización de Inteligencia Artificial (IA) ha dado un enorme salto en 2025, sobre todo en las grandes empresas, como Amadeus, Indra, Telefónica o Grifols, que están desplegando la IA en procesos críticos. De momento, la IA afecta ya a 2 de cada 10 empleos en España (entre el 18 y el 22%), según un reciente estudio de la Universidad Politécnica de Valencia. Su mayor o menor utilización depende de sectores y territorios: se utiliza más en servicios avanzados, comercio, educación, sanidad e información y comunicación, especialmente en Madrid y Barcelona (21,5%), siendo baja la exposición en Castilla y León, Castilla la Mancha y Aragón, por el mayor peso de la agricultura, la construcción y la industria tradicional. Y están más “expuestos” a la IA los empleos femeninos, porque se concentran en sectores con más uso de la IA (educación, sanidad, servicios administrativos, comercio y actividades sociales).

El estudio revela que la IA puede aumentar la productividad de las empresas, mejorar los servicios públicos y generar oportunidades de empleo cualificado, aunque también reconoce que puede intensificar las desigualdades entre trabajadores y empresas. Y, sobre todo, el gran temor que acarrea la IA es que suponga pérdida de empleos, como se ha visto recientemente en Microsoft, Amazon y Telefónica (el ERE se ha justificado por la IA). De hecho, un estudio del FMI (2024) revelaba que el 40% de los empleos del mundo (1.320 millones) se verán afectados por la IA, perdiéndose algunos y modificándose otros. Y otro estudio de 2025, del World Economic Forum, vaticina que se perderán 92 millones de empleos en esta década por la IA, aunque también se crearán 170 millones de empleos, lo que dará un aumento del empleo neto de 78 millones para 2030.

La pérdida o ganancia de empleo va a depender del tipo de empresas y empleos que tenga cada país y de las políticas de formación y reciclaje que se apliquen. En España, un estudio de Randstad (febrero 2024) estimó el coste laboral de la IA en una década (2023-2033): se perderán 2 millones de empleos (casi el 10%) y se crearán 1,61 millones de empleos nuevos, con un saldo neto de 390.000 empleos perdidos.  Profundizando más, el informe de Randstad refleja que el 9,8% de los empleos actuales (2 millones) corren el riesgo de ser automatizados, mientras otro 15,9% de empleos (3,25 millones) se mantendrán (aumentando su productividad,) y la mayoría (el 74,3% restante, 15,19 millones de empleos) no tendrán cambios significativos por la aplicación de la IA.

El informe concreta los sectores que se verán más afectados negativamente por la IA: el comercio (perderá 158.415 empleos netos), las actividades administrativas (-147.915 empleos netos), hostelería (-112.770) y transporte y almacenamiento (-47.490), teniendo un menor impacto negativo la agricultura, ganadería y pesca, industria y construcción.  Y los sectores más beneficiados por la IA en España, que ganarán empleo neto, serán la programación y consultoría (+76.364 empleos netos), actividades científicas y técnicas (+48.816), telecomunicaciones (+8.995), medios y publicaciones (+3.576) . Mientras, la IA aumentará la productividad del 15,9% de empleos, sobre todo en programación y consultoría (mejorará el rendimiento del 40% de los empleos), los seguros (37% empleos) y finanzas (36%), medios y publicaciones (33%), actividades científicas y técnicas (27%) y telecos (subirá productividad 25% empleos).

El problema es que la IA va muy rápido y los trabajadores tienen menos tiempo para adaptarse que en las revoluciones tecnológicas anteriores, según otro estudio de la consultora Oliver Wyman. Lo que parece claro, añaden, es que la Inteligencia Artificial (IA) “cambiará el papel de los trabajadores”: serán “un complemento” de los ordenadores y robots en la gestión de equipos, transmisión de mensajes y gestión de las emociones, desempeñando un papel más “humano y asistencial”. Parece claro que las máquinas necesitarán al hombre para ser “inteligentes” y que el trabajador seguirá siendo clave en las empresas, pero en muchos casos su papel cambiará radicalmente y en otros serán suplantados por la IA.

De momento, los ajustes laborales en España por la IA van despacio: el 89,66% de las empresas confirman que la IA no ha tenido ningún impacto significativo en la contratación de nuevos trabajadores ni en el despido de los actuales, según un reciente informe de Adecco e Infoempleo. Pero revela dos cuestiones preocupantes. Una, que el 67,19% de las empresas encuestadas reconocen “no estar preparadas para la IA” (aunque el 53,1% “están en ello”). Y la otra, que 9 de cada 10 trabajadores dicen “no han recibido formación sobre el uso de la IA” (aunque al 69,32% “les gustaría”). Y sólo 1 de cada 4 parados reconoce que ha utilizado la IA para buscar trabajo. En general, las empresas españolas que utilizan la IA lo hacen para automatizar tareas administrativas (47,8%), para automatizar la atención al cliente (34,7%), para analizar datos (34,7%), automatizar procesos productivos (28,2%), hacer control de calidad (10,8%) y para selección de personal (el 2,17%).

Aunque las empresas y los europeos usan cada vez más la IA, queda mucho por hacer para no perder el tren de EEUU y China. De hecho, la Comisión Europea ha aprobado una Estrategia de digitalización cuyo objetivo es que el 75% de las empresas europeas utilicen la IA en 2030 (ahora son el 20% de las empresas europeas, según Eurostat). Un salto enorme que exigirá inversiones en tecnología, aplicaciones y formación, cuestiones incluidas en las ayudas del Fondo de Recuperación “Next Generation”.

En el caso de España, en diciembre de 2020 se aprobó la Estrategia Nacional de IA (ENIA), un Plan para destinar 600 millones de fondos europeos a proyectos de Inteligencia Artificial. Y en 2024, se añadieron 1.500 millones más (de Fondos UE) para potenciar los Centros de computación españoles. España ha sido el primer país en crear una oficina para garantizar el uso ético de la IA (en septiembre de 2023, en A Coruña), además de dedicar 10 millones de euros a la creación de un modelo de IA en español, catalán, vasco, gallego, así como la creación de un “chatbot” interno para la Agencia Tributaria (para automatizar la atención al cliente) y un sistema de consulta en el Sistema Nacional de Salud para el diagnóstico precoz de insuficiencias cardiacas. Y somos uno de los 3 paises europeos (con Alemania y Polonia) en contar con dos grandes Centros de Supercomputación: el MareNostrum de Barcelona (uno de los 15 centros europeos elegidos por la Comisión Europea para el desarrollo de la IA) y la Factoría de IA que acogerá Santiago para la innovación en salud.

Todo indica que España no está perdiendo el tren de la Inteligencia Artificial y que incluso somos un país “proactivo”, que cuenta con 2.800 empresas nacidas para desarrollar esta tecnología, que emplean ya a 100.000 trabajadores especializados. España cuenta además con dos ventajas estratégicas de partida, debido a su extensa red de fibra óptica de banda ancha (la tercera del mundo, tras Corea y Japón, superior a la de Francia, Alemania y Reino Unido juntos) y 5G, además de contar con la electricidad más barata de Europa, clave para la instalación aquí de Centros de Datos (CPDs), que ya están proliferando. Pero falta avanzar en dos cuestiones básicas: la penetración de la IA en las pymes y realizar un gran esfuerzo en formación de gestores y trabajadores.

Pero el reto merece la pena porque España es un país de servicios, un sector donde la aplicación de la IA supondrá una mejora de productividad, que debería traducirse en un mayor crecimiento y mejores salarios. Pero la IA tiene dos consecuencias negativas que hay que anticipar y minimizar: su coste medioambiental (los CPDs, que se van a multiplicar, consumen mucha electricidad y agua) y su coste laboral: es evidente que muchos de los empleos actuales van a desaparecer por culpa de la IA, aunque se creen otros. Y eso obliga a contemplar políticas de reciclaje y ayudas públicas a los futuros parados.

Por eso, los sindicatos piden participar en el proceso de integración de la Inteligencia Artificial en las empresas, para que se tenga en cuenta su coste laboral y social, por lo que exigen que su introducción se negocie en las empresas. La propia Confederación Internacional de Sindicatos (CSI) acaba de denunciar que la IA se está aplicando sin consultar a los trabajadores y socavando derechos laborales (horarios, salarios y despidos), exagerando en muchos casos las ganancias de productividad y creando tremendas desigualdades entre trabajadores y paises. En España, los sindicatos reclaman participar en la introducción de la IA en las empresas a través de la negociación colectiva, en los convenios.

Otros expertos alertan de que la IA va a exigir un alto volumen de ayudas a los que se queden fuera (incluso se habla de un ingreso mínimo vital para compensarles) y un enorme gasto en formación y reciclaje, que los Estados van a tener que abordar. Y además, si se reduce el empleo por máquinas, se reducirán también los ingresos por cotizaciones e impuestos, mientras aumenta el gasto público en ayudas y formación. Por eso proponen cobrar impuestos a la IA, a través de un aumento de los impuestos al capital, reducidos en las últimas décadas: el impuesto de sociedades ha pasado en la OCDE del 33% (año 2000) al 25% actual, mientras la fiscalidad sobre el trabajo (cotizaciones más IRPF) apenas bajó (del 36,2% al 34,9%). A lo claro: se ha incentivado a las empresas para que inviertan más en automatización que en empleo. Y con la IA, se agudiza esta tendencia.

En resumen, la Inteligencia Artificial es la nueva panacea de la economía y muchos apuestan por su futuro, invirtiendo cifras billonarias que hacen temer otra crisis bursátil. Pero la IA ha venido para quedarse y puede suponer un salto económico para el mundo, como lo fue la electricidad , los ordenadores o Internet. Pero una innovación así, además de mejorar la productividad, tiene también costes, en particular el empleo de mucha gente que puede quedar fuera. España no puede perder este tren de la IA, como tampoco Europa, pero aplicándola de una forma proporcionada, sostenible y justa.

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