Empecemos por saber cuántos “mayores” (no hay por qué usar el anglicismo “boomers”) hay en España. En el último Censo (1 octubre 2025) se contabilizan 13.380.282 habitantes con 60 y más años, el 27.06% de la población total (49.442.844). De ellos, 3.382.103 tienen entre 60 y 64 años, 2.915.361 con 65 a 69 años y los 7.082.818 habitantes restantes tienen entre 70 y más años (19.491 personas con 100 años o más), según el INE. Esta cifra de “mayores” supone un fuerte aumento desde principios de siglo, por el progresivo envejecimiento de la población en España: en el año 2.000 había 8.766.511 mayores (60 años y más), el 21,64% de la población, pasando a 11.079.928 mayores en 2015 (el 23,76%) y los 13.380.282 de ahora, 4,6 millones más de mayores que al inicio del siglo.
jueves, 4 de diciembre de 2025
Los "boomers" no somos unos privilegiados
Se ha puesto de moda entre la derecha, expertos neoliberales
y sus medios afines defender que los “boomers” (mayores 61 años) son
unos “privilegiados”, porque tienen vivienda, patrimonio y “buenas
pensiones”, en perjuicio de sus nietos (“Generación X”: 20-24 años) y
sus hijos (“Millenials”: 25-44 años), que viven peor que ellos.
Plantean un “conflicto generacional” y proponen recortar el
gasto en pensiones para ayudar a los jóvenes. Es un falso debate.
Primero, porque los mayores no somos unos “privilegiados”: muchos
están en paro, sin encontrar empleo a partir de los 50 y sin poder jubilarse,
con la mitad de las pensiones por debajo del salario mínimo y con una
larga vejez donde faltan ayudas a la Dependencia. Pero sobre todo, porque los
mayores han cotizado y ahorrado durante décadas para tener casa y pensión. Y la
grave situación de los jóvenes no se arregla recortando pensiones, sino
volcándose en su educación y formación, en políticas activas de empleo y en promover
viviendas. La “guerra generacional” entre jóvenes y mayores es una falsa solución. Mayores 60 años: EREs, paro larga duración, pensiones bajas y pocas ayudas dependencia
Empecemos por saber cuántos “mayores” (no hay por qué usar el anglicismo “boomers”) hay en España. En el último Censo (1 octubre 2025) se contabilizan 13.380.282 habitantes con 60 y más años, el 27.06% de la población total (49.442.844). De ellos, 3.382.103 tienen entre 60 y 64 años, 2.915.361 con 65 a 69 años y los 7.082.818 habitantes restantes tienen entre 70 y más años (19.491 personas con 100 años o más), según el INE. Esta cifra de “mayores” supone un fuerte aumento desde principios de siglo, por el progresivo envejecimiento de la población en España: en el año 2.000 había 8.766.511 mayores (60 años y más), el 21,64% de la población, pasando a 11.079.928 mayores en 2015 (el 23,76%) y los 13.380.282 de ahora, 4,6 millones más de mayores que al inicio del siglo.
De estos 13,38 millones de mayores (60 y más), la
mayoría están hoy “inactivos” (ni trabajan ni buscan trabajo):
son 11.074.000 mayores inactivos, según
la EPA, básicamente personas mayores de 65 años (los inactivos de 60 a 64
años son sólo 1,26 millones). Pero hay 2,5 millones de mayores que trabajan
o están en paro, sobre todo entre 60 y 70 años (con más de 70 años hay casi
70.000 mayores “ocupados”, según la EPA).
En total, hay 2.208.900 mayores
(60 y más) trabajando, algo menos del 10% (9,86%) del total de ocupados
en España: 1,780.600 trabajan con 60 a 64 años, 358.900 con 65 a 69 años y 69.400
trabajan con 70 años y más. Con todo, su tasa de empleo (ocupados/activos)
es baja: trabajan el 26,8% de los activos, la mitad que en el conjunto
del país (66,82% de tasa de empleo). Sin embargo, el empleo de los mayores
ha aumentado más tras la pandemia (+1.201.900 empleos creados desde 2019 entre
mayores de 55 años) que entre los menores de 30 años (+701.800 empleos para
jóvenes de 16 a 29 años), según la EPA,
debido a que los mayores se han lanzado más a buscar trabajo estos años, sobre
todo las mujeres.
Estos trabajadores “mayores” tienen salarios más
altos, salvo los que han encontrado trabajo en los últimos años (peor
pagados), porque cobran más de antigüedad y pluses varios que los jóvenes.
Trabajan sobre todo en los servicios
(3.716.500 mayores de 55 años) y la industria (576.100), menos en la
construcción (335.530) y la agricultura (198.400). Y son mayoritariamente asalariados
(72,7% de los trabajadores con 60 años y más), aunque hay bastantes autónomos
(24%).Su salario medio mensual era de 2.680 euros brutos en 2024, un 12,36%
más que la media (2.385,6 euros) y un 25% más que el sueldo medio de los
jóvenes de 25 a 34 años (2.131 euros), según el Decil
de salarios de la EPA (INE).
Un problema de tener salarios más altos es que los
trabajadores mayores suelen ser los primeros que pierden su empleo
cuando la empresa ajusta plantillas. Así, en las dos últimas décadas, más de 1
millón de trabajadores mayores (+55 años) han sido “prejubilados”
en múltiples EREs. En el último, de
Telefónica, se plantea “prejubilar” a 5.040 trabajadores mayores
de 55 años (de los 6.088 despidos que contempla el ERE). La estrategia
de las empresas estos años ha sido clara: despedir a los
trabajadores mayores y sustituirlos por jóvenes que cobran mucho menos. Eso
hace que los trabajadores mayores (esos 2,2 millones que trabajan con más de 60
años) se sientan “muy vulnerables”, tras décadas de trabajo,
aunque sus sueldos sean más altos que los de los jóvenes.
Y por eso, muchos mayores están en paro,
concretamente 232.700 parados con 60 años o más (209.600 entre 60 y 64 años y
23.100 entre 65 y 69 años), según la EPA del
tercer trimestre, aunque en realidad son 510.000 los parados con más de
55 años, una edad a la que ya resulta muy difícil encontrar trabajo. El
problema de los parados mayores es que muchos tienen poca formación (el
53,8% de los parados mayores de 55 años no tienen acabada la ESO) y dificultades para
adaptarse a las nuevas tecnologías. Pero además, las empresas sufren un alto
nivel de “edadismo”, de rechazo
a contratar mayores de 55 años (y con más de 60 es “imposible”), con lo
que 7 de cada 10 parados mayores de 55 años piensan que "ya no volverán nunca a trabajar”,
según
una Encuesta de Adecco.
Esto se traduce en que los parados mayores llevan años
en el paro, según
la EPA: el 61% de los parados de 60 a 64 años llevan más de un año en paro
(son 127.700 parados) y lo mismo el 55% de los parados de 65 a 69 años (son
12.700). Y eso supone que a la mayoría se les ha acabado el paro “contributivo”
(el que les corresponde por lo que han cotizado) y tienen
que malvivir con el paro “asistencial” para mayores de 52
años (480 euros al mes) hasta que se jubilen (si cumplen las
condiciones para cobrarlo). La consecuencia es que más de un tercio de
los parados que cobran subsidio asistencial (480 euros) son mayores de 60 años:
265.514
parados en octubre, el 34,5% del total. Estos mayores parados son el
grupo más numeroso que cobra este paro asistencial y se han duplicado
desde 2013 (entonces cobraban este subsidio la mitad de mayores en paro, 125.647).
Así que los mayores que están en paro cobran
esos 480 euros hasta que pueden jubilarse. Y eso se les ha puesto más difícil
en los últimos años, porque los distintos Gobiernos han penalizado la
jubilación anticipada (hasta un 21% menos de pensión si se adelanta dos
años: ver
cuadro) . En consecuencia, estos mayores parados han de esperar hasta los
65 años para jubilarse o hasta los 66 años y 8 meses (si han cotizado menos de
38 años y 3 meses).
Y cuando los mayores se jubilan, su pensión tampoco
es tan elevada, a pesar de que los defensores del “conflicto generacional” hacen
demagogia con que las nuevas
pensiones de jubilación son ya de 1.626 euros (media noviembre 2025),
casi tanto como el salario mediano (2.001,4 euros en 2024,según el INE)
y más que el salario medio bruto de los jóvenes menores de 24 años (1.372,8
euros brutos). Pero utilizar sólo este dato es hacer demagogia, porque la
mayoría de las pensiones son mucho más bajas. Veámoslo.
A 1 de noviembre, la Seguridad Social pagó 10.420.231
pensiones y la pensión media fue de 1.316,69 euros mensuales. Pero
casi la mitad de todas las pensiones (el 48,77%) fueron menores de
1.000 euros y el 58,52% fueron menores al salario mínimo (SMI: 1.184 euros
en 2025). En cuanto a las pensiones
de jubilación, el 38,83% fueron inferiores a los 1.000 euros y casi
la mitad (49,22%) fueron menores que el SMI. Y las pensiones de viudedad son mucho más bajas: un 66,5% de las que se pagan son menores de 1.000
euros y las tres cuartas partes (74,3%) están por debajo del SMI. Así que “pensiones
de lujo” nada…
Si hablamos de pensionistas
en vez de pensiones, hay 9.425.383 mayores que las cobran hoy (1 millón
más que hace 10 años), una media de 1.455,67 euros por pensionista
(1.633,04 euros los hombres y 1.275,05 las mujeres), según la Seguridad Social.
Y de nuevo, los datos son explícitos: la mitad de los pensionistas (el
50,51%) cobran menos del SMI (menos de 1.184 euros/mes) y otro 47,31%
cobran entre el SMI y la pensión máxima (3.267,60 euros/mes), que sólo cobran
hoy 207.045 pensionistas. Además, este porcentaje de bajas pensiones
aumenta entre las
mujeres (el 60,45% de las pensionistas cobran menos del SMI) y en
algunas regiones: Andalucía (61% pensionistas cobran menos del SMI), Canarias
(60,7%), Castilla la Mancha (60,6%) y Galicia (60,5%).
Con estas pensiones tan bajas (ojo: 1
millón de pensionistas cobran menos de 500 euros), no es extraño que muchos
mayores malvivan, sobre todo porque gastan porcentualmente
más en alimentación, sanidad y vivienda que la mayoría. De hecho, los hogares
unipersonales de mayores (la mayoría, viudas que viven solas)
tienen una de las tasas de pobreza más elevadas, el
25,8% (frente al 19,7% de tasa media de pobreza en España y el 16,9%
entre los mayores de 60 años). Y aunque la mayoría de mayores tienen la
vivienda en propiedad (el 88,6%, frente
al 30% los jóvenes de 18 a 34 años), fruto de haberla comprado hace décadas
con mejores precios y condiciones que ahora, hay un 7,5% de mayores que
viven de alquiler y muchos de ellos se ven forzados al desahucio
por las tremendas subidas que algunos propietarios y Fondos quieren aplicarles
a sus antiguos alquileres. Así que no todos los mayores tienen patrimonio,
ahorros e inversiones, que por otro lado son fruto de una vida de
trabajo y de unas condiciones laborales mejores que las actuales. Además, muchos
mayores utilizan sus ingresos y ahorros para ayudar a sus hijos a llegar
a fin de mes: lo hacen el
37% de los mayores en España y más
de la mitad en Madrid.
Pero los problemas de los mayores no terminan con su
jubilación, mayoritariamente escasa. A partir de los 70 años, empeora
su salud y eso aumenta sus gastos sanitarios, tanto en seguros médicos
privados como en medicinas que no cubre el sistema (la “pobreza
farmacéutica” afecta ya a 1.200.000 españoles que han tenido que dejar
de tomar algún medicamento, porque no pueden pagarlo, muchos de ellos mayores).
Y estos problemas de salud se agravan a partir de los 85 años, edad con la que
la mitad de los mayores tiene enfermedades crónicas (según
un informe de FEDEA) o no pueden valerse por sí mismos, son dependientes,
lo que implica un gasto adicional para ellos y sus familias.
Precisamente, la dependencia de muchos mayores
(el 10,9% presentan limitaciones graves para realizar sus actividades
cotidianas) choca con la falta
de recursos de la atención a la dependencia en España, que cumple 19 años en enero
de 2026, tras atender a unos 4 millones de dependientes. Actualmente hay 1.750.070
españoles en situación de dependencia reconocida (la gran
mayoría mayores), aunque sólo 1.595.451 reciben alguna prestación: la mayoría
una ayuda económica mínima (de 171 a 385 euros/mes), bastantes teleasistencia y ayuda a domicilio (ojo: 38 horas al mes) y pocas para
residencias (560 euros mes, un tercio de lo que cuestan). Y lo peor: hay
284.020 dependientes en lista de espera (para ser valorados o recibir ayudas) y como muchos dependientes tienen más de 80 años, bastantes
mueren antes de recibir la ayuda: 25.060 han muerto así
este año.
Tras este panorama, desde los mayores que trabajan o están
en paro a los que cobran una pensión o son dependientes, no creo que pueda
decirse que los mayores estén en una situación “privilegiada”. Y menos que
hay que recortarles pensiones o ayudas, como defienden “expertos” neoliberales
o la
propia OCDE. España va a ser cada vez un país más envejecido y en
2050, un
30% de la población tendrá más de 65 años, lo que aumentará el gasto en
sanidad, pensiones y dependencia, hoy escasas de medios y recursos.
Mientras, también es evidente es que los jóvenes
españoles pasan por una mala situación (ver
Blog lunes), tras sufrir tres crisis económicas consecutivas (la financiera
de 2008-2010, la pandemia y la hiperinflación de 2022-23 por la guerra de
Ucrania). Y a pesar de su mayor formación, tardan en trabajar y encuentran
empleos que son demasiado precarios y mal pagados, lo que dificulta su
emancipación y formar una familia, fomentando su desinterés por la política y
el debate social, lo que los lleva a posiciones antisistema y a
apoyar políticas de ultraderecha. Pero este triste panorama
no se resuelve con recortes a sus padres y abuelos, sino con políticas
que pongan a los jóvenes en su centro.
Y eso pasa primero por cambios en la educación, para
que se reduzca el abandono escolar y mejore la educación, orientando los
estudios hacia formaciones donde haya empleo, ahora y en el futuro. Y hace
falta un Pacto social para que las empresas no abusen de los jóvenes
y los integren en sus políticas laborales y de promoción, con contratos y
salarios dignos. Y hace falta avanzar en la conciliación laboral y
en políticas de ayuda a las familias con hijos, las que hoy sufren más para
llegar a fin de mes. Pero sobre todo, urge una política de vivienda que
facilite alquileres asequibles a los jóvenes, sobre todo en las grandes
ciudades, algo que sólo puede asegurarse con una promoción urgente de
viviendas públicas. Y hace falta poner a los jóvenes entre los objetivos
prioritarios de todas las políticas públicas, integrándolos más en
la sociedad.
Los problemas que tenemos no
se resuelven con una “guerra entre generaciones”, con medidas
“fáciles” que busquen “desvestir a un santo para vestir a otro”. Hay
que repartir mejor el crecimiento y la mayor riqueza que tenemos. Y para
eso es clave recaudar más (que paguen más las multinacionales, empresas,
bancos y los ricos, que hoy pagan poco o evaden) y destinar esos mayores
recursos a los que más lo necesiten (jóvenes y mayores), para afianzar unos
servicios públicos deficitarios que no ayudan suficiente a los más
vulnerables. Crecer y repartir mejor la riqueza, no enfrentar a jóvenes y
mayores.
Empecemos por saber cuántos “mayores” (no hay por qué usar el anglicismo “boomers”) hay en España. En el último Censo (1 octubre 2025) se contabilizan 13.380.282 habitantes con 60 y más años, el 27.06% de la población total (49.442.844). De ellos, 3.382.103 tienen entre 60 y 64 años, 2.915.361 con 65 a 69 años y los 7.082.818 habitantes restantes tienen entre 70 y más años (19.491 personas con 100 años o más), según el INE. Esta cifra de “mayores” supone un fuerte aumento desde principios de siglo, por el progresivo envejecimiento de la población en España: en el año 2.000 había 8.766.511 mayores (60 años y más), el 21,64% de la población, pasando a 11.079.928 mayores en 2015 (el 23,76%) y los 13.380.282 de ahora, 4,6 millones más de mayores que al inicio del siglo.
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