El país vuelve a la rutina y nos espera un curso muy complicado, donde
la
recuperación está acechada por múltiples problemas. Europa crece poco
y el euro está muy fuerte, una malísima
noticia para España: encarece un 14% las exportaciones y el turismo, los dos
motores de nuestro crecimiento. Y dificulta
que las empresas suban salarios. Además, Europa y EEUU temen que si
dejan de “dopar” a la economía con dinero barato y suben tipos, la recuperación se frene. Y la locura de Corea puede frenar a las tres mayores
economías (USA, China y Japón), mientras
los huracanes dañan la recuperación
USA, junto a Trump. Un panorama preocupante para España, porque dos
tercios del crecimiento viene de fuera. Y aunque seguimos creciendo, no conseguimos un empleo estable y decente, como demuestra la
histórica pérdida de empleos de agosto. Y encima tenemos el problema de Cataluña. Urge reanimar la economía y aprobar un Plan de empleo. Consolidar la recuperación frente a los
vientos en contra de fuera.
enrique ortega
La noticia económica de este verano, además del cacareado récord de turistas, ha sido el repunte del euro, que superó los 1,20 euros por dólar el 29 de agosto, por primera vez desde enero de 2015. Los expertos habían previsto que el euro cayera este año, hasta cotizar a la par con el dólar (1x1), como consecuencia de la victoria de Trump y sus promesas de aumentar el gasto y las inversiones, atrayendo capitales y reforzando el dólar. Pero la política de Trump ha sido un fiasco y sus fracasos políticos y económicos han restado credibilidad a la recuperación USA y al dólar, que viene cayendo desde principios de año, cuando cotizaba a 1,0526 euros por dólar, hasta los 1,1985 euros por dólar de hoy. Es casi un 14% de subida, de revalorización de la moneda europea frente al dólar. Y a eso se une una fuerte caída de la libra tras el Brexit (23 junio 2016), hasta un 16% frente al euro.
La noticia económica de este verano, además del cacareado récord de turistas, ha sido el repunte del euro, que superó los 1,20 euros por dólar el 29 de agosto, por primera vez desde enero de 2015. Los expertos habían previsto que el euro cayera este año, hasta cotizar a la par con el dólar (1x1), como consecuencia de la victoria de Trump y sus promesas de aumentar el gasto y las inversiones, atrayendo capitales y reforzando el dólar. Pero la política de Trump ha sido un fiasco y sus fracasos políticos y económicos han restado credibilidad a la recuperación USA y al dólar, que viene cayendo desde principios de año, cuando cotizaba a 1,0526 euros por dólar, hasta los 1,1985 euros por dólar de hoy. Es casi un 14% de subida, de revalorización de la moneda europea frente al dólar. Y a eso se une una fuerte caída de la libra tras el Brexit (23 junio 2016), hasta un 16% frente al euro.
Tener un euro tan
fuerte es una mala noticia para Europa, porque es una economía abierta,
que exporta más de lo que importa, y ahora todos sus productos son un 14% más caros para los compradores del resto
del mundo, lo que reducirá sus exportaciones y crecimiento. Pero un euro fuerte
hace aún más daño a España que al resto de Europa, según un estudio de Goldman Sachs. Y eso porque España exporta muchos “productos intermedios” a Alemania y Francia, por ejemplo, y si
estos paises exportan menos fuera de Europa, también nos comprarán menos. Un recorte
indirecto que se suma al recorte directo que pueden sufrir
las exportaciones españoles al resto del mundo por la subida del euro, que
encarece nuestros productos un 14%. Y eso es preocupante porque un 48% de las exportaciones españolas se dirigen a paises no euro, que pagan
en dólares ahora devaluados, con lo que nuestros productos les salen más caros.
Y recordemos que las exportaciones son uno
de los motores del crecimiento español: aportaron en 2016 la 8ª parte del PIB (0,5% del 3,2%).
Pero el daño de un euro fuerte no acaba ahí, en encarecer y
dificultar nuestras exportaciones. Es también un torpedo al turismo, el gran motor de nuestro crecimiento:
si el euro ha subido un 14% este año, significa que los turistas de fuera de la
zona euro han de pagar un 14% más por venir a España, además de que también les están subiendo los viajes y
hoteles. Y eso afecta al 40% de todos los turistas que nos visitan, a 32 de los 82 millones que se
esperan este año, especialmente de paises europeos no euro (GB, nórdicos y
rusos), americanos y asiáticos. Y además, la caída de la libra (hasta un 16%)
encarece especialmente la venida a España de los turistas británicos, un 23% de todo el turismo extranjero.
Y hay un tercer
efecto negativo del euro fuerte, del que no se habla. Los empresarios
exportadores y del sector turístico intentan contrarrestar esta subida del
euro, que encarece un 14% sus productos y servicios, recortando otros costes. Y
donde lo tienen más fácil es en los salarios: ahora tratarán de que no suban e incluso que bajen,
deteriorando aún más sueldos y contrataciones. Y además, si estaban pensando en
aumentar plantillas, no lo harán
para contrarrestar con menos costes la subida del euro. Así que mientras
el euro esté tan fuerte, será difícil que suban los sueldos de muchos trabajadores españoles. Así
de claro. Y con ello, las familias tendrán menos para gastar, sobre todo ahora
que sube la inflación. Y eso debilitará
el consumo interno y puede frenar el ritmo de crecimiento y la
recuperación.
Así que el repunte
del euro es una mala noticia para
España y para casi todos, porque no sólo afecta a los exportadores y al
turismo sino a los salarios, el consumo y el empleo. Pero además, hay otros problemas externos que pueden afectarnos mucho, como la
evolución de la economía europea o de EEUU, el petróleo, los tipos de interés o
la crisis de Corea. Y es que dos tercios
del crecimiento español de estos tres años se debe, según varios expertos, a factores
exteriores, a la buena marcha de la
economía internacional, no a la política de Rajoy. Y el problema es que
este viento
de cola, que nos ha ayudado a crecer, puede soplar de frente en
los próximos meses y frenar la recuperación internacional y española.
Europa crece pero
poco, el 0,6% en el 2º trimestre y un 2,3% anual, muy por debajo del crecimiento que
tenía antes de la crisis (3%). Y además, este bajo crecimiento (2,1% Alemania, 1,8% Francia, 1,5% Italia, 1,7% Reino
Unido) se debe sobre todo a que la economía europea lleva dos años largos “dopada”,
empujada por un “chute” de dinero barato (al 0% de interés) inyectado por el Banco Central Europeo (BCE) para impedir la ruptura de la
zona euro. En total, serán 2 billones de
euros que han inundado la economía europea y que permiten ese crecimiento
(aunque sea bajo). El BCE pensaba
retirar estos estímulos a finales de 2017 y subir los tipos en 2018, pero ahora tiene miedo de hacerlo. Porque piensa que la recuperación aún es débil
y si retira los estímulos y suben tipos, podría frenarse. Y encima, si suben
los tipos, invertir en Europa sería más atractivo y reforzaría aún más el euro, que iría camino de los 1,25 euros por dólar. Una
cotización peligrosa para Europa y más para España.
Mario Draghi y el BCE
se reúnen hoy jueves para intentar resolver este dilema: no pueden seguir “dopando”
más a la economía (inundándola de dinero al 0%) pero si retiran los estímulos
pueden hundir la recuperación. El mismo dilema tiene la Reserva Federal USA: la economía norteamericana crece
pero todavía crea pocos empleos y tiene poca inflación (como Europa), síntomas
de que la recuperación es aún débil. Así que dudan en subir más los tipos este
año, como esperaban. Y más con los huracanes,
que pueden costarles un 1,5% del PIB, la mitad de lo que están creciendo. Y sin un futuro claro,
con Trump sin reanimar la economía y
un grave problema
con Corea del norte, que podría afectar muy negativamente a las tres
grandes economías del mundo (EEUU, China y Japón), alumbrando otra recesión.
Como se ve, los vientos económicos que pueden venir de
fuera no parece que vayan a ayudarnos este otoño y menos si el petróleo
empieza a subir, tras el anuncio de un nuevo recorte de producción de la OPEP y Rusia después de diciembre. Con un euro fuerte, una Europa creciendo
poco y una economía internacional indecisa, con menos comercio mundial, más
proteccionismo y una posible subida del petróleo y los tipos de interés, la recuperación está amenazada y también
en España. Crecemos sí, más que la mayoría de Europa, sí, pero el euro
fuerte y la coyuntura internacional podrían frenar ese crecimiento este
otoño-invierno. Y sobre todo, este
crecimiento (0,9% en el segundo trimestre, otro 3,2% este año) no resuelve el mayor problema que tenemos, un 18% de paro. Porque el empleo que se está creando es menor que antes
(375.000 empleos entre abril y junio, frente a 411.800 y 402.400 en las
primaveras de 2015 y 2014) y muy precario (92,5% temporal).
Pero sobre todo, es un
empleo muy vulnerable, donde la cuarta parte de las contrataciones son por
menos de una semana y muchas por días. Y así pasa. Que en julio el Gobierno
Rajoy hace triunfalismo con las contrataciones y en agosto se pierden la mayoría: el 31 de agosto se evaporaron 266.362
empleos, el día de mayor destrucción de empleo de nuestra historia.
Este comportamiento
del empleo revela que la recuperación económica es frágil, porque
tenemos un modelo de crecimiento basado en el turismo y los servicios, con
poco apoyo industrial y de empresas competitivas que aseguren un empleo más
estable. Y este modelo, mientras soplan vientos a favor desde fuera, se
mantiene. Pero en cuanto vienen mal dadas (por un euro fuerte, petróleo más
caro, crisis geopolíticas o tipos altos), hace
aguas. Por eso, urge tomar medidas, dejar de regodearse en las cifras de crecimiento, que
además no notan el 70% de los españoles, según el estudio FOESSA encargado por
Cáritas.
Europa y España tienen
el mismo problema: deben reanimar la
economía para consolidad la recuperación y evitar una recaída, superar una década perdida. Ya no basta con el BCE y su dinero gratis a espuertas. Ya lo ha dicho su presidente,Draghi: es hora de que los Gobiernos tomen otras medidas, que pasan por
invertir más y reanimar la economía, por gastar más en lo que hace falta: infraestructuras, medio
ambiente y energía, industrialización, tecnología, educación y formación,
innovación y modernización empresarial. Y conseguir así crecer más y crear más
empleo.
En España, la
gran urgencia de este otoño es aprobar un Plan de empleo, porque seguimos con el doble de paro que Europa y un
empleo muy precario. Hay que poner en marcha políticas activas de empleo, como lleva años pidiendo la Comisión Europea, la
OCDE y el FMI. Y reformar de una vez las oficinas de empleo, con más estímulos
a la contratación y más formación y ayudas a los parados, ya que más de la
mitad (el 52%) no cobran ya nada. En paralelo, urge aprobar un Plan contra la pobreza, porque hay 10 millones de españoles en situación “vulnerable”,
según un informe de FEDEA y Accenture, entre parados, subempleados y trabajadores
pobres, con lo que España sigue a la cola de Europa en indicadores sociales, según el informe
de julio de la Comisión Europea. Y también hay que negociar un aumento de salarios superior al 2%, para facilitar una recuperación estable del
consumo y consolidar el crecimiento.
Pero sobre todo, el Gobierno debe reanimar la economía, no hacer más recortes como los que tiene previstos para el Presupuesto 2018, que va a presentar a finales de septiembre. Es
una locura querer recortar el déficit al 2,2% en 2018 (el
techo de Bruselas es el 3%) cuando España tiene el doble de paro que Europa y
cuando un 22,3% de los españoles viven en el umbral de la pobreza (según el
INE). Basta de meter la tijera. Es la hora de gastar más en lo que hace falta, desde infraestructuras y tecnología a
educación y formación, desde inversiones públicas a industrialización y sobre
todo incentivos al empleo. Y se puede hacer, porque se puede recaudar más: si España recaudara como el resto de Europa (el
46,1% del PIB en vez del 37,5%, según Eurostat), Hacienda ingresaría 94.000
millones más. Bastaría con recaudar
40.000 millones más cada año para gastar en lo que hace falta. Y se puede lograr si se reduce el fraude
fiscal y pagan más los que pagan poco: multinacionales, grandes empresas y los más ricos. A
los demás no nos tendrían que subir los impuestos.
Este debería ser el gran debate de este otoño, no
sólo Cataluña o el terrorismo yihadista. Cómo podemos consolidar la recuperación y que la noten de verdad la mayoría de los
españoles. Cómo conseguir que muchos españoles no estén angustiados con el
final de su contrato o con no conseguir un empleo o con llegar a fin de mes. El
Gobierno debe dejar su triunfalismo,
su inmovilismo y su austeridad suicida. Y la oposición ha de pelear por lo que le interesa a la mayoría, un
empleo y vivir mejor. Si no toman medidas, en España y en Europa, cualquier
día, los vientos de fuera pueden acabar
en huracán y darnos otro buen susto. Atentos a este complicado otoño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario