Cumbre europea nº 26 en dos años y medio de grave crisis. Inútil como la mayoría de las anteriores: los temas urgentes (Grecia, España, la recesión) no se han tocado formalmente. Retrasan
la unión bancaria, en perjuicio de
España, y marean la perdiz hablando de “más
Europa”, con su receta mágica:
más disciplina fiscal (un
supercomisario que podría vetar los Presupuestos de los países) y más reformas (ajustes). Los líderes
europeos se han ido sin afrontar el problema que les planteó el FMI: o reaniman sus economías o provocarán
una crisis mundial. Hay que suavizar los recortes. Si no, se
agravará la recesión, los países no podrán rebajar su déficit y los mercados se pondrán nerviosos por temor a no cobrar. Es el
problema de fondo, al margen de que España pida o no el rescate (aunque sea virtual).
Hay que hacer otra política: frenar la austeridad,
reanimar la economía y crecer. Por este
camino no hay salida.
Han sido diez horas de Cumbre
y cuatro páginas de conclusiones para poco: avanzar un paso en la unión bancaria acordada en la Cumbre de julio (como pedían Francia, España e Italia), pero dejando el rescate directo a los bancos por el BCE para 2014 (pasadas las elecciones alemanas de septiembre 2013).Tampoco
se concretan fechas para crear un Fondo
de garantías y un Fondo de
liquidación de bancos europeos, claves para asegurar sus ahorros a los
clientes del continente. Con ello, la
unión bancaria llegará tarde para España y tendremos que financiar
solos el saneamiento de nuestros bancos en 2012 y 2013: 40.000 millones que engrosarán la deuda
y que supondrán pagar 2.000 millones
anuales de intereses (darían para pagar un mes el desempleo). Y habrá
que cargar con 90.000 millones de activos tóxicos en el banco
malo, una factura que tampoco
pagará Europa.
En paralelo, los líderes
europeos han vuelto a marear la perdiz
hablando del futuro y de “más
Europa”, siguiendo con su receta:
más disciplina fiscal y más reformas (recortes).Han quedado
en debatir, para la Cumbre de diciembre,
la creación de un Presupuesto de la zona euro (que podría ser tan insuficiente como el Presupuesto
europeo: un 1% del PIB de los 27, cuando en EEEU el Presupuesto federal es del
20%) y un contrato de reformas que
firmarían los países. Y de matute, Alemania
lanza la idea de crear un supercomisario
europeo con derecho a vetar los Presupuestos de los países que no cumplan. Más ricino.
Sin embargo, la Cumbre
no ha abordado oficialmente los tres grandes problemas de Europa: Grecia, España y la recesión. Grecia, el origen de la crisis del euro
en 2010, espera un nuevo tramo de ayudas
(31.000 millones) a cambio de nuevos
ajustes (-11.000 millones), que han provocado la quinta huelga general de este año. El
país no aguanta más, su economía cae un 6% (por quinto año), debe el
160% de su PIB y la tensión social es insostenible. Como en Portugal. España, tras dos años y
medio de duros ajustes, profundiza su
recesión y agrava el paro, mientras el FMI
augura otra caída del PIB en 2013 (-1,3%) y que por eso no
podrá cumplir con los recortes del déficit prometidos ni en 2012 ni en 2013. Eso es lo que
preocupa a los mercados (Standard
& Poors nos ha bajado el rating
por temor a que la recesión deteriore tanto las cuentas públicas
que los inversores no cobren) y lo que les lleva a presionar al Gobierno (Moodys)
para que pida el rescate
.
Y luego está el tema
de fondo, la recesión en Europa.
El FMI
estima una caída del -0,4% en la zona
euro para 2012, con 10
países europeos en recesión (España, Italia, Grecia, Portugal, Reino Unido,
Holanda, Eslovenia, Chipre, República Checa y Hungría), otros 4 países estancados (Francia,
Holanda, Luxemburgo y Finlandia) y Alemania
(y Austria) creciendo sólo el 0,9%, mientras prevé un crecimiento del 2,2% en EEUU y un 5,3% en los países emergentes. Pero si Europa no resuelve su crisis, advierte
el Fondo, toda la economía mundial
puede caer en recesión. Por ello ha pedido a los líderes europeos que tomen
medidas y suavicen los recortes en la
Europa del sur (Grecia, España, Portugal), dándoles más años para recortar
el déficit. Menos
austeridad.
Merkel y los fundamentalistas de Bruselas han hecho oídos
sordos al Fondo, paladín de ajustes en el mundo (desde
Asia a Latinoamérica) y nada sospechoso de izquierdismo.
Siguen con el fetichismo
del déficit, con su austeridad y sus recortes, como los médicos de la Edad Media con sus sangrías
(hasta que mataban al enfermo). Perseveran en la ceguera de su ideología conservadora (menos
déficit, menos Estado, más mercados que trajeron la crisis y ni invierten ni
dan trabajo), la que llevan aplicando dos años y medio y nos ha llevado a la recesión, al paro, a la pobreza y a la desigualdad. Y a la desconfianza
de los ciudadanos con sus políticos
(CIS) y con Europa, de donde vienen
recortes y no soluciones.
En este contexto, los
mercados, bancos,
Europa, y muchos expertos piensan que la salida de España es pedir un segundo rescate. Rajoy
esperará a después de las elecciones de este domingo para hacerlo (lo ha vuelto a hacer: primero sus
prioridades como partido). Y se agarra a una artimaña para suavizar el coste: pedir un
rescate virtual, solicitar una línea de crédito al Fondo de rescate
europeo pero no usarlo. Esa petición abriría el camino a que el BCE pudiera comprar deuda en el mercado
secundario, forzando así a bajar la prima
de la deuda. Pero sea virtual o no, las condiciones
que impondrá Europa serán muy reales:
más ajustes (en pensiones, desempleo
y funcionarios) y más control sobre
nuestras cuentas.
Y aquí está el
problema: con la recesión, España no
puede cumplir el déficit prometido este año ni el que viene, como reconoce
el FMI. La desviación serán 20.000 millones. Si hay un segundo rescate y nos
obligan a cumplir, el Gobierno y las autonomías tendrán que recortar
esos 20.000 millones adicionales.
Un suicidio imposible.
Así las cosas, la
solución no es que España cuente con la ayuda
del BCE como el primo de Zumosol
frente a los mercados. La única
solución es cambiar
de política, crecer, crear
empleo, para poder recaudar más y
cumplir con la rebaja del déficit y con los mercados. ¿Cómo? Tendrían que
darnos dos
años más de margen, para llegar al 3% de déficit en 2016, aumentar los ingresos (subiendo
impuestos a los que más ganan y a las empresas con beneficios) , incentivar el consumo (bajando
impuestos a los que ganan menos de 25.000 €) y el empleo (con rebajas fiscales y de cuotas), promover el crédito (con avales
públicos) y aumentar la inversión pública en formación, infraestructuras,
tecnología, exportaciones, turismo y sectores con futuro, como la Dependencia y
la agroindustria. Poner España a
trabajar. Por el otro camino, el que sufrimos
desde hace 1.000 días, hundirán más al país. Con o sin rescate.
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