El gasto en pensiones en España sigue batiendo todos los récords. En marzo de 2025, la Seguridad Social pagó 10,31 millones de pensiones, por un importe histórico de 13.492 millones de euros (+50% que los 8.946 de marzo 2018). Ya en 2024, el gasto en pensiones batió todos los récord: 200.000 millones de euros, +38% que en 2019 (144.834 millones). Y casi dos tercios de esta factura (el 73%) se destina a pagar pensiones de jubilación: 6.558.073 jubilaciones en 2024, que cobraron 6.450.903 jubilados el año pasado (3,82 millones hombres y 2,61 millones mujeres), con una pensión media de jubilación de 1.450 euros mensuales (1.143 en 2019).
lunes, 31 de marzo de 2025
Estirar la vida laboral: jubilarse y trabajar
Mañana 1 de abril entra en vigor la 3ª fase de
la reforma de las pensiones, iniciada por el Gobierno en 2021 y continuada
en 2023. Los cambios, pactados con sindicatos y patronal el
verano pasado (y apoyados por el PP en el Congreso), incentivan retrasar
la jubilación y facilitar que un jubilado trabaje o se jubile parcialmente
y siga trabajando. Se busca reducir los nuevos jubilados (368.000 en 2024),
para frenar el gasto en pensiones, que en 2024 superó los 200.000
millones (73% para pagar jubilaciones). De momento, las medidas tomadas
para penalizar las jubilaciones anticipadas y retrasar la jubilación han
dado frutos: 34.273 trabajadores retrasaron su jubilación en 2024, el
9,3% del total y el doble que en 2021. Con todo, cada año aumentan los
jubilados, con pensiones más altas, y preocupa que las reformas consigan
sostener a medio plazo las cuentas. Hoy, la AIReF publicará un
balance, impuesto por Bruselas, para ver si las reformas funcionan o si hay
que tomar nuevas medidas. Enrique Ortega
El gasto en pensiones en España sigue batiendo todos los récords. En marzo de 2025, la Seguridad Social pagó 10,31 millones de pensiones, por un importe histórico de 13.492 millones de euros (+50% que los 8.946 de marzo 2018). Ya en 2024, el gasto en pensiones batió todos los récord: 200.000 millones de euros, +38% que en 2019 (144.834 millones). Y casi dos tercios de esta factura (el 73%) se destina a pagar pensiones de jubilación: 6.558.073 jubilaciones en 2024, que cobraron 6.450.903 jubilados el año pasado (3,82 millones hombres y 2,61 millones mujeres), con una pensión media de jubilación de 1.450 euros mensuales (1.143 en 2019).
El problema de la factura de las pensiones es
doble. Por un lado, cada vez hay más españoles en edad de jubilarse, por
el envejecimiento de la población. Así, el número de pensiones de jubilación ha
saltado de 5.994.755 pensiones en diciembre de 2018 a 6.562.698
pensiones de jubilación en febrero de 2025 (+9,5%). Y por otro,
estos nuevos jubilados (368.234 en 2024) cobran más, porque han tenido
mejores carreras profesionales, han cotizado más años y por sueldos crecientes,
con lo que se jubilan con pensiones mucho más altas. Así, los que se
jubilaron en febrero pasado lo hicieron cobrando
1.650 euros de media, un 11% más de los que se jubilaron en 2019. Y
además, aunque también hay bajas, los nuevos jubilados cobran un 20% más de lo
que cobraban los que se han muerto.
Esta es la endiablada “trampa de las pensiones”: cada
año hay más jubilados (en 2024 se jubilaron 64.671 trabajadores
más que en
2019) y se jubilan cobrando más, porque han cotizado más años y por
sueldos más altos. Y esto va a empeorar a medio plazo: a partir
de 2025, el coste de las jubilaciones va a aumentar más (hasta 2044), porque se
jubila la generación del “baby boom” (los nacidos entre 1960 y 1977). Y
además, como van a vivir más (la esperanza
de vida subirá de 83,5 años a 86,5 a mediados de siglo), cobrarán las
futuras pensiones (más altas) durante más años (casi 20).
Para afrontar este panorama y conseguir que las
pensiones sean “sostenibles”, en España se han hecho varias reformas
en las últimas décadas. La primera reforma la
hizo Zapatero, en julio de 2011,
apoyada por los sindicatos, la patronal, PSOE y CiU. Era una reforma impuesta
por la Comisión Europea, que exigía hacer recortes para que España
evitara el rescate. Esta reforma de ZP intentó frenar el gasto futuro con 4 medidas polémicas pero eficaces: subir la edad de jubilación (de 65 a 67
años en 2027), elevar el periodo cotizado
para recibir el 100% de pensión (de 35 a 37 años en 2027), aumentar los años exigidos para retirarse a
los 65 años (de 35 a 38 y 6 meses en 2027) y aumentar el periodo de cómputo cotizado (de 16 años a 25 en 2022).
La segunda reforma de pensiones la
aprobó Rajoy en septiembre de 2013,
esta vez en solitario, con Bruselas también vigilante en una época de recortes.
Dos
fueron las medidas impuestas: una mínima revalorización de las pensiones
(no con el IPC, sino en función del déficit de la SS), que aumentó las
pensiones un +0,25% entre 2014 y
2017, y un Factor
de Sostenibilidad, para subir menos las pensiones futuras (suponía un
recorte del -30% para 2050). Al final, Rajoy
tuvo que dar marcha atrás en 2017, forzado por el PNV (lo
necesitaba para aprobar los Presupuestos de 2018) y aprobó una mayor revalorización (+1,6% en 2018) y retrasó (de 2019 a 2023) la
entrada en vigor del Factor de Estabilidad.
En 2020, la
mayoría progresista que apoyaba al Gobierno
Sánchez, promovió en la Comisión del
Pacto de Toledo (Congreso) la aprobación (el 27 de octubre) de 22 medidas de reforma de las pensiones (apoyadas por todos los partidos, salvo
VOX, y la abstención de ERC y Bildu), que se resumían en 4 medidas básicas: revalorización
de las pensiones con el IPC, quitar a la SS de gastos impropios, acercar la
edad de jubilación real a la oficial y una subida extra de las cotizaciones del
0,6%. Con este amplio acuerdo político, el
Gobierno Sánchez aprobó en 2021 y 2022 la
1ª fase de esta tercera reforma de pensiones. Primero, a
finales de 2021, aprobó la revalorización de las pensiones con el IPC
previsto para 2022 (+2,4%), un decreto Ley que votaron en
contra PP, Vox y Ciudadanos. Segundo, ya en
2021 transfirieron a la SS 13.929 millones para cubrir parte de los gastos “impropios”. En
2022 transfirieron otros 18.396
millones y 22.567 millones más en
2023, lo que suprimía el déficit del sistema.
La 3ª medida, aprobada en 2022, fue penalizar más a los que se jubilen anticipadamente (la edad real de
jubilación era 64
años y 6 meses en 2021), lo que suponía
un gran ahorro (14.000 millones anuales por cada año que suba la jubilación
real). Y en paralelo, incentivar (con un cheque) a los que se jubilen más tarde de lo debido. Y la 4ª medida,
aprobada en 2022 y la única no apoyada
por la patronal CEOE, fue implantar una
cotización extra, del +0,6%
(+0,5% lo pagarán las empresas y el 0,1% sus trabajadores), a pagar entre 2023
y 2032, para crear una “hucha” (el Mecanismo de Equidad Intergeneracional,
MEI), para reforzar los ingresos del sistema de pensiones a partir de 2032, cuando se dispare el gasto
con las jubilaciones del “baby boom”.
Estas 4 medidas de la 1ª fase de la reforma de pensiones del
Gobierno Sánchez recibieron en 2022
el visto bueno de la Comisión Europea, obsesionada
(como en 2011 y 2013) porque las pensiones disparen el déficit público en
España. Pero no les bastaban: creían que se
había tapado el déficit de la SS, con los ingresos trasvasados de los
Presupuestos, pero que no se aseguraba el futuro de las pensiones.
Y pedían más medidas, como
requisito para
que España siguiera recibiendo Fondos europeos en 2023. Así que el Gobierno contempló aprobar una 2ª fase de la reforma al revés: negociando primero con Bruselas.
Al final, el 16 de marzo de 2023, el Gobierno Sánchez
aprobó
una 2ª fase de la reforma de pensiones, pactada con Bruselas y
los sindicatos pero rechazada por la patronal, PP, Vox y Ciudadanos. Esa nueva
reforma se centraba en aumentar los ingresos (15.000 millones
anuales hasta 2050), que saldrán de aumentar las cotizaciones, sobre todo a los
sueldos más altos. Y además, se subieron los años de cómputo para
calcular la pensión, de 25 a 27 años, con dos “cautelas” para suavizar el
ajuste: que los futuros pensionistas podrán “elegir” (hasta 2044) entre tomar
los últimos 25 años cotizados o los últimos 29 quitando los dos peores y que el nuevo sistema se implantará de forma
progresiva hasta 2038.
Tras esta 2ª fase, quedaban unos “flecos” a
la reforma de pensiones, que se
pactaron entre los sindicatos, la patronal y el Gobierno en julio de 2024, firmándose
en La Moncloa el 18 de septiembre de 2024 y trasladándose a un Real
decreto Ley aprobado por el Gobierno
en diciembre de 2024 y convalidado
en el Congreso el 22 de enero
pasado (con el voto favorable del PP y los votos en contra de Vox, Bildu,
Podemos y BNG). Esta normativa, que cierra las reformas de las pensiones de
2021,2022 y 2023, pretende
hacer compatible la jubilación con un empleo, que la opción
de un trabajador no sea trabajar o jubilarse sino que pueda seguir
trabajando después de los 65 años (o de los 66 años y 8
meses ahora, si ha cotizado menos de 38 años y 3 meses) e incluso compatibilizar
pensión y trabajo (jubilación activa o parcial), como se permite en muchos
paises. Objetivo: reducir el número de jubilados y frenar el
aumento de la factura de las pensiones.
La nueva
normativa pactada, que entra en vigor este 1 de abril, se centra
en 3 tipos de jubilaciones. Una, la
jubilación demorada: se aumentan los incentivos para que un trabajador retrase
su jubilación después de los 65 años (o 66 años y 8 meses en 2025 y 67
años en 2027). Ya había un incentivo, aprobado en 2022, para aumentar
un 4% cada año la pensión de quien la retrase. Ahora, se mejora
este incentivo: se cobrará el extra por cada 6 meses de demora, sin
esperar al año. Así, alguien que retrase su jubilación 2 años y 7 meses,
cobrará un extra en su pensión del 4% por año y del 2% por los 6 meses de
retraso (+10% en total).
El 2º cambio afecta a la
jubilación activa, a los que compatibilizan durante un tiempo
pensión y trabajo. Esto ya se podía hacer, pero ahora se introduce una
mejora clave: se elimina el requisito de tener una carrera cotizada
completa (38 años y 3 meses) y se permite compatibilizar pensión y trabajo a
los que hayan cotizado 15 años. Esto beneficiará a los trabajadores con
carreras cortas e intermitentes, especialmente a las mujeres. El acceso a
poder trabajar de nuevo se permite 1 año después de la jubilación
y el jubilado podrá cobrar el 50% de la pensión (si es autónomo
con al menos 1 empleado, cobrará el 100%) y el sueldo que le paguen por su
trabajo (a jornada completa o parcial). Otra novedad importante es que esta
jubilación activa permitirá cobrar también los incentivos a la jubilación
demorada señalados antes. Así que cada año que demore la jubilación y tenga
una jubilación activa, aumentará el porcentaje que cobra de pensión (si es 5
años o más cobrará el 100%).
El tercer cambio afecta a la
jubilación parcial, que permite compatibilizar la jubilación anticipada
(a los 63 años si ha cotizado suficiente) con un trabajo por cuenta ajena con
reducción de jornada: ahora se permite una reducción del 25 al 50% de la
jornada, pero con el cambio puede llegar al 75% de reducción si
se contrata a un joven como relevo (y además, en este caso, se permite la
jubilación parcial a los 62 años). La pensión que cobrará el jubilado
parcialmente será en función de lo que recorte su jornada como trabajador. El
objetivo es incentivar a los trabajadores en sus últimos años de vida laboral
(62 o 63) a que trabajen menos horas para dejar hueco a un joven
(que debe tener contrato indefinido, para evitar fraudes), pudiendo cobrar una
parte de su pensión según la jornada que haga.
Una variante que también cambia es la
jubilación anticipada en la industria manufacturera, prorrogando el
marco actual hasta 2029 (incluido), rebajando sus cotizaciones al 80%,
permitiendo una organización más flexible de las empresas y mejorando la
situación de los jóvenes “relevistas” (el que sustituye a un mayor que se
jubila parcialmente). Estas mejoras son claves para muchas industrias, como
las del automóvil, que han presionado al Gobierno y a los sindicatos
a facilitarles la renovación de sus plantillas en España.
Otro cambio que incluye la nueva normativa es la mejora
del acceso a la jubilación
de los trabajadores fijos discontinuos, que sólo trabajan unos
meses (o días) y el resto cobran el paro, una figura muy usual en hostelería,
turismo, campo o construcción. Se mantiene el beneficio del coeficiente
multiplicador (1,5) al calcular sus cotizaciones para jubilarse: 6 meses
cotizados equivaldrán a 9 meses. Y por último, el
Real Decreto aprovecha para incluir otro cambio: a partir de ahora, los
médicos de familia podrán “derivar” a las Mutuas las pruebas y la
rehabilitación de los trabajadores con bajas por problemas musculoesqueléticos,
siempre que el trabajador quiera (el médico es quien seguirá dando las altas
y bajas).
Todos estos cambios, la 3ª fase de la reforma de las
pensiones, deberán
ser evaluados por el Gobierno y la SS a finales de 2028, para
ver si han funcionado y aceleran el retraso de las jubilaciones y las
jubilaciones activas. De momento, las reformas de 2021 han reducido
las jubilaciones anticipadas: de 123.498 en 2021 (el 39% del total) han
bajado a 108.968 en 2024 (el 29,60%), por lo que mucho que se pierde ahora al
jubilarse anticipadamente (del
3,26 al 21%: ver cuadro). Y en paralelo, los incentivos a retrasar la
jubilación han hecho que lo hagan muchos más trabajadores: 34.273
en 2024 (el 9,31%), el doble que en 2021 (15.250, el 4,8%),
según los datos de la Seguridad Social.
Con todo, no se puede cantar victoria, porque cada
mes hay más jubilados y más gasto. Y aumentará más con la jubilación de los
“baby boom” (nacidos entre 1960 y 1977). Por eso, la
Comisión Europea nos vigila de cerca, porque “no quiere sustos” y
que el gasto en pensiones rompa la extraordinaria bajada del déficit
público (del
9,9% del PIB en 2020 al 2,8% en 2024) . Y ha encargado un informe a la Autoridad Fiscal española
(AIReF) para que haga un balance del gasto en pensiones 2022-2024,
tras las reformas. Informe que se
conocerá hoy, 31 de marzo. Si hay un desfase entre ingresos y
gastos (se habla de 12.000 millones), Bruselas podría forzar a España a
nuevas reformas en los próximos meses. En realidad, la reforma de
las pensiones es “una reforma permanente”, con cambios periódicos
para asegurar su futuro. Así que la reforma que entra en vigor mañana
será “la
penúltima”. Atentos a las noticias.
El gasto en pensiones en España sigue batiendo todos los récords. En marzo de 2025, la Seguridad Social pagó 10,31 millones de pensiones, por un importe histórico de 13.492 millones de euros (+50% que los 8.946 de marzo 2018). Ya en 2024, el gasto en pensiones batió todos los récord: 200.000 millones de euros, +38% que en 2019 (144.834 millones). Y casi dos tercios de esta factura (el 73%) se destina a pagar pensiones de jubilación: 6.558.073 jubilaciones en 2024, que cobraron 6.450.903 jubilados el año pasado (3,82 millones hombres y 2,61 millones mujeres), con una pensión media de jubilación de 1.450 euros mensuales (1.143 en 2019).
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