Enrique Ortega |
Los datos de ventas y consumo de tabaco en 2022 son preocupantes, ya que vuelven a crecer tras las bajadas provocadas por la Ley antitabaco de 2005 y las limitaciones a fumar aprobadas en 2010. Unas normas que, junto a la subida de precios, tuvieron efectos: si en 2004 se vendieron 4.663 millones de cajetillas, en 2010 ya eran 3.621 millones y en 2019 se vendieron la mitad, 2.242 millones de cajetillas. Las ventas volvieron a bajar en 2020 (2.060 millones), con la pandemia, pero se recuperaron algo en 2021 (2.096 millones), para crecer un +4,09% en 2022, con 2.182 millones de cajetillas vendidas, por valor de 10.076 millones de euros, según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos. Además, ha crecido también la venta de tabaco para liar (+4,44%), mientras cayó la venta de puros (-1,37%) y el tabaco de pipa (-6,69%). En total, las ventas totales de tabaco alcanzaron los 12.021 millones en 2022, un +6,13% que en 2021 y un +1,32% que en 2019.
Otro indicador que alerta sobre el aumento del consumo es el salto en las importaciones de tabaco: en 2022, España importó tabaco por valor de 1.723 millones de euros, una cifra récord, muy superior a los 1.537,4 millones importados en 2021. Y aunque también exportamos (315,3 millones en 2022, frente a 232,8 millones en 2021), hay un déficit comercial de -1.408 millones de euros, otro récord, que son divisas que gastamos en humo. Y un tercer indicador del repunte del consumo, el aumento del contrabando: a lo largo de 2022, la Guardia Civil desmanteló 14 fábricas ilegales de tabaco (más cientos de almacenes y distribuidores), “con tecnología punta”, el doble de las desmanteladas que en 2021. Según los investigadores, España se ha convertido en una inmensa fábrica de tabaco ilegal, empujado por las mafias de la droga y de paises del Este, que aprovechan las bajas penas y la alta rentabilidad.
Pero la mayor alerta la ha dado la última Encuesta EDADES 2022, sobre consumo de alcohol, tabaco y drogas en España, publicada por el Ministerio de Sanidad. Ahí se refleja que han aumentado los españoles que han fumado en el último mes: el 37,2% de las personas entre 15 y 64 años, frente al 36,8% en 2020. Y, sobre todo, ha aumentado el consumo diario de tabaco: de hacerlo el 32,3% de encuestados en 2020, ahora son el 33,1% (más que el 30,8% de 2015). Y lo peor es que cada vez se fuma a edades más tempranas (16,4 años los chicos y 16,7 años las chicas). Es más, el 50% de los jóvenes entre 18 y 21 años fuma mensualmente, según datos de la Asociación Española contra el cáncer. Según EDADES 2022, la “prevalencia” del consumo de tabaco es mayor entre los hombres (42,2% que entre las mujeres (32,3%) y se fuma más que la media en Extremadura (43,3%), Comunidad Valenciana (44,3%), Murcia (36,6%), Aragón (34,6%) y Cataluña (34%). El informe señala que cada vez hay más relación entre el tabaco y las drogas (9 de cada 10 fuman cannabis y tabaco). Y que un tercio de fumadores “se han planteado dejar de fumar”, aunque sólo el 42% lo intentan.
Un problema que preocupa a los expertos es el auge en el consumo de cigarrillos electrónicos y vapeadores, que se ha duplicado: si en 2015 lo usaban el 6,9% de los encuestados, en 2022 son ya el 12,2 % (13,6% los hombres y 10,7% las mujeres). Denuncian que “son el caballo de Troya de las tabaqueras para enganchar a fumar a los más jóvenes”, con estrategias de marketing en redes sociales, donde promocionan que es una forma de “estar al día” y fumar sin peligro. Pero ojo, la Comisión para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) alerta: los cigarrillos electrónicos y vapeadores tienen una alta concentración de sustancias cancerígenas y es falso que ayuden a dejar de fumar. Más bien, añaden, son “la nueva puerta para empezar a fumar”, la última estrategia de las tabaqueras.
Con este repunte del consumo de tabaco, España se consolida como el 9º país europeo con más porcentaje de fumadores diarios, según la última estadística de Eurostat (abril 2022), que contabiliza los que fuman todos los días y cuya cifra de consumo es inferior a la de la Encuesta EDADES 2022. Pero sirve para compararnos con el resto de Europa, donde se contabilizan una media de 18,4% de personas que fuman todos los días (el 5,9% una cajetilla diaria o más y el 12,5% restante menos de 1 cajetilla al día). En España se contabilizan un 19,7% de fumadores diarios (4,9% una cajetilla o más), más que en Francia (17,8%) e Italia (16,5%) y menos que Alemania (21,9%) o Austria (20,2%). En general, los europeos que más fuman son los de los paises del Este (28,7% en Bulgaria) y Grecia (23,6%), mientras que los que menos fuman son los suecos (2,4%) y finlandeses (9,9%).
Los expertos reiteran que estas diferencias de consumo de tabaco entre paises tienen mucho que ver con las normas antitabaco vigentes y, sobre todo, con los precios del tabaco en Europa, muy dispares, debido sobre todo al mayor o menor peso de los impuestos. Y aquí, España está entre los paises de Europa con el tabaco más barato: 4,53 euros de media la cajetilla, frente a 4,71 euros en Portugal, 5,16 euros en Italia, 6,18 euros en Alemania, 7,16 en Paises Bajos, 8,60 en Finlandia, 10,19 euros en Francia y 13,43 euros en Irlanda, según la última estadística de Tax Foundation (mayo 2022). Sólo en los paises del Este de Europa, las cajetillas costaban entre 2,77 euros (Bulgaria) y 3,81 euros (Eslovaquia). Eso significa que España tiene el tabaco más barato que otros 15 paises europeos, debido sobre todo a que aplica menos impuestos (2,80 euros de impuestos especiales frente a 3,44 euros de media en la UE-27, 6.14 euros Francia y 6.88 euros Irlanda, más el IVA).
El precio del tabaco en España subió 2 veces en 2022 y en 2023 ha vuelto a subir (los estancos han publicado 17 actualizaciones de precios este año), con lo que una cajetilla oscila entre los 4,85 euros de Nobel, los 5,10 euros de Winston y los 5,35 euros de Marlboro (la mitad de precio que en media Europa), precios que incluyen un 80% de impuestos (especiales +IVA), cuando hay paises que aplican el 85 y hasta el 90%. Esto hace que España se haya convertido en el estanco de Europa, con cientos de miles de franceses comprando en el norte del país (sobre todo en Cataluña, donde los estancos se forran) y con los turistas (británicos, franceses, alemanes y nórdicos) arramplando con cajetillas cuando vuelven de vacaciones en España (más desde Canarias). Un dato oficial: las ventas de tabaco a turistas crecieron un +24% en 2022. Y en el caso de Baleares, la venta a turistas aumentó un +40%, según el Comisionado para el Mercado de Tabacos.
Médicos y expertos alertan sobre este repunte del tabaco y los bajos precios en España, recordando que se fomenta un consumo que mata. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 8 millones las personas que mueren cada año a causa del tabaco (1,2 millones “por el humo ajeno”, sin ser fumadores), sobre todo en los paises pobres y en desarrollo. En Europa se estima que son 700.000 los muertos al año por tabaquismo. Y en España, el tabaco mata a unas 60.000 personas al año, según la Sociedad Española de Neumología t Cirugía Torácica (SEPAR), que lo considera la 1ª causa de muerte evitable y prematura. Eso significa que el tabaco mata más que la COVID: si la pandemia ha provocado 120.000 muertes en 3 años, el tabaco habrá matado a 180.000…
Además, si no se fumara, desaparecerían un tercio de los cánceres diagnosticados en España, según la Asociación de Lucha contra el Cáncer (AECC), quien recuerda que el tabaco no sólo provoca cáncer de pulmón, boca o laringe sino que está detrás de otros cánceres, como el de páncreas, hígado o vejiga. Y los expertos estiman que el tabaco provoca anualmente un gasto sanitario de 8.000 millones de euros (8,8 de cada 100 euros de gasto total), además de un elevado coste económico, por bajas e invalideces.
Por todo este trágico coste, en vidas y gasto sanitario, la OMS lleva décadas intentando que los paises luchen más activamente contra el tabaquismo. Ya en 2003, la Asamblea mundial de la OMS aprobó por unanimidad el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT), un abanico de medidas (reducción de la publicidad, recorte del consumo, empaquetado genérico, regulación cigarrillo electrónico, protección menores…) que la mayoría de paises no aplican. En España, la mayoría de estas medidas promovidas por la OMS se incluyeron en el Plan integral de Previsión y Control del Tabaquismo 2021-2025, redactado por el Ministerio de Sanidad en octubre de 2021 y consensuado con los médicos y asociaciones profesionales en diciembre de 2021. Pero el Plan antitabaco lleva año y medio guardado en un cajón del Ministerio de Sanidad y nadie sabe si se va a aprobar o no en este año electoral, donde el Gobierno parece haber optado por no enfrentarse a hosteleros y fumadores.
El objetivo de este Plan antitabaco no aprobado es reducir el consumo de tabaco un 30% para 2025 (sobre el consumo de 2010). Para ello, el borrador contemplaba 4 medidas básicas. Una, subir los impuestos al tabaco (ahora en el 80% del PVP), colocándolo entre el 85 y el 90% del precio final, lo que encarecería la cajetilla y reduciría el consumo. La segunda medida clave sería prohibir fumar en las terrazas de los bares (un tema muy polémico) y otros espacios públicos, desde playas a paradas de autobús. La tercera, obligar a un empaquetado neutro, genérico. Y la cuarta, proteger a los jóvenes, con una normativa más restrictiva del uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores y su promoción en conciertos, redes sociales e influencers. Además, contemplaba una mayor restricción de la publicidad indirecta del tabaco y la realización de campañas públicas, sobre todo entre jóvenes.
Los médicos y expertos llevan más de un año pidiendo que Sanidad apruebe este Plan antitabaco que consensuó con ellos en diciembre de 2021. No se explican las razones del retraso, aunque lo achacan a motivos electorales: no enfrentarse con el sector turístico y hostelero ni con los fumadores, evitar que proliferen los defensores de “la libertad de fumar”. Y algunos hablan de motivos económicos, no poner en peligro los impuestos que recauda el tabaco: 9.113,4 millones de euros recaudados en 2022, por impuestos especiales (6.880 millones) e IVA (el resto. Y eso es algo que concierne no solo al Gobierno sino también a las autonomías (se llevan el 58% de lo que recauda el tabaco por impuestos especiales y la mitad de lo que paga por IVA, o sea, 5.106 millones en 2022).
A la vista de que el Plan antitabaco no se aprueba, 70 organizaciones médicas, profesionales y ciudadanas firmaron, en noviembre de 2022, la “Declaración Endgame Tabaco España 2030”, que pretende ser una “hoja de ruta” para luchar contra el tabaquismo, con un doble objetivo: reducir el consumo de tabaco del 33,1% actual al 5% en 2030 y por debajo del 2% en 2040, algo que parece “imposible”. Para lograrlo proponen: duplicar el precio del tabaco en España (subirlo de golpe a 10 euros la cajetilla y luego llegar a los 20 euros, escalonadamente, para 2030), imponer un empaquetado genérico neutro, creación de más espacios públicos libres de humo, equiparar la legislación y publicidad de los cigarrillos electrónicos y vapeadores a la del tabaco y realizar campañas públicas sobre los daños del tabaco, sobre todo entre los jóvenes y en colegios y Universidades. Y como colofón, prohibir la venta de tabaco a los nacidos después de 2010, “empezar a crear la primera generación sin tabaco”, como ya ha hecho Nueva Zelanda (prohíbe la venta a los nacidos a partir de 2009) y quiere hacer Finlandia (prohibiendo la venta a jóvenes a partir de 2030).
Mientras el Gobierno Sánchez no se atreve a aprobar el Plan antitabaco que tiene en el cajón, el nuevo ministro de Sanidad aprobó el pasado 11 de abril dos “parches”, dos medidas de choque menos polémicas que ya ha consultado con médicos y profesionales. La primera, introducir el empaquetado genérico en las cajetillas de tabaco, como hacen ya muchos paises. Y la otra, regular los cigarrillos electrónicos y vapeadores (sin legislación), prohibiendo determinados aditivos (peligrosos), utilizados para atraer a los jóvenes.
En resumen, hay más fumadores y demasiadas muertes porque falta voluntad política para acabar con el tabaco, una droga que mata y tiene enormes costes sanitarios, económicos y sociales. Urge un Pacto nacional contra el tabaco, entre Gobiernos, médicos, profesionales y ciudadanos, para limitar al máximo su consumo y cercarlo sin contemplaciones, porque fumar no tiene nada que ver con la libertad sino con el suicidio. Hay que tomar las medidas que haga falta para que dentro de una o dos generaciones, casi nadie fume. Un país sin humo.
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