jueves, 27 de octubre de 2022

EPA septiembre 2022: se frena el empleo

La crisis desatada por la inflación y la guerra empieza a afectar al empleo, que crece menos, según la EPA publicada hoy : +77.700 empleos creados este verano, la quinta parte que el verano anterior, porque se creó menos empleo en el turismo y se perdió en agricultura y construcción, sobre todo de mujeres y jóvenes. Y subió el paro este verano, cuando normalmente baja, porque hay más “activos” buscando. Como muchos llevan más de un año parados, el 40% de los desempleados no cobra subsidio. Ahora, se teme que el empleo caiga en el 4º trimestre, tras haberse “salvado” de esta crisis: hay 360.800 ocupados más que antes de la invasión de Ucrania (la mayoría, empleos fijos, ahora el 80% de los asalariados). Urge proteger los empleos, sobre todo los más vulnerables (mujeres y jóvenes), con un pacto social que evite despidos, apoyándose en el mecanismo RED (los nuevos ERTES). Y subir (moderadamente) los salarios para que no se desplome más el consumo y evitemos la recesión. Salven los empleos.

Enrique Ortega

El verano suele ser una buena época para el empleo, por la temporada turística y los contratos en la enseñanza. Este año también, pero se ha frenado la subida de años anteriores, por la incertidumbre económica provocada por los altos precios y la guerra de Ucrania: se crearon +77.700 empleos entre junio y septiembre, según la EPA conocida hoy, la quinta parte que en el verano de 2021 (+359.300 empleos), muchos menos que en el de 2020 (+569.600 empleos, porque salíamos del “encierro” por el COVID-19) y algunos más que en el último verano anterior a la pandemia (+69.400 empleos en 2019). Con ello, se han creado +360.800 empleos este año, a pesar de la crisis desatada por la alta inflación y la guerra de Ucrania. Y en España hay ya 20.545.700 personas trabajando, todo un récord de empleo desde antes de la crisis financiera (20.646.000 ocupados en junio 2008).

En el tercer trimestre, el aumento del empleo ha sido gracias a los servicios (+114.300 empleos creados), sobre todo la hostelería, el turismo y el comercio, pero también ha creado  empleo la industria (+33.100), cayendo mucho la ocupación en la agricultura (-60.300 empleos) y en la construcción (-9.400). El empleo se ha creado menos en el sector privado (+25.400 empleos) que en el sector público (+52.300 empleos), por los nuevos contratos en enseñanza y sanidad, según la EPA. Y sorprende que la creación de empleo se haya dado sólo entre los hombres (+138.400 empleos), mientras las mujeres perdían empleo (-60.700 ocupadas), lo mismo que los jóvenes (-56.700 empleos entre 20 y 29 años), aumentando sobre todo la ocupación de los mayores de 55 años (+92.900 empleos, sobre todo hombres). Y por autonomías, el empleo ha crecido en el tercer trimestre en 12 regiones, encabezadas por Baleares (+41.700 empleos) y Cataluña (+38.800) y ha caído en las cinco restantes, sobre todo en Madrid (-64.400 empleos) y Murcia (-18.300).

La pequeña mejora del empleo en el tercer trimestre (+77.700) no se traducido una mejora del paro, que subió en verano (+60.800 parados, el único verano en que ha subido el desempleo desde 2014, con la excepción del de 2020, por la pandemia. Ello se debe a un fuerte aumento este verano de los españoles “activos”, que buscan trabajo: los “activos” han aumentado en +138.500 personas, impidiendo bajar las cifras del paro. Es un proceso que se ve trimestre a trimestre (hay 367.100 personas más buscando trabajo que antes de la pandemia). Y todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo mismo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo.

El  paro subió en el tercer trimestre (+60.800 personas), por culpa de los servicios (+85.700 parados, los que se apuntaron a finales de septiembre, tras el fin de la temporada turística), los estudiantes que buscan su primer empleo (+50.800 personas) y los nuevos parados de la agricultura (+14.400) y la industria (+6.400 parados), bajando sólo el paro este verano en la construcción (-14.900 parados), según la EPA de septiembre. El desempleo bajó entre los hombres (-18.500 parados), pero subió este verano entre las mujeres (+79.300) y entre los más jóvenes (+64.100 parados entre 20 y 24 años), bajando entre los mayores de 55 años (-52.800 parados). Por autonomías, el paro sube en la mayoría, sobre todo en Madrid (+38.300), Comunidad Valenciana (+23.300) y Murcia (+17.600) y baja en Baleares (-22.500 parados), Castilla y León (-14.400) y las regiones del norte, la Rioja y Aragón, que se han beneficiado de un mayor turismo interior este verano.  

La cifra total de parados EPA roza los 3 millones (2.980.200 parados estimados a finales de septiembre 2022), un dato que no se veía desde septiembre de 2008 (2.600.700 parados). Y la tasa de paro baja al 12,67%, según la EPA, mucho más baja que antes de la pandemia (13,78% en 2019) y la menor tasa de paro desde el verano de 2008 (11,23%). Eso sí, todavía duplicamos la tasa de paro europea (6% en la UE-27) y cuadruplicamos la alemana (3% de paro), según Eurostat.  Y es muy preocupante el salto en la tasa de paro de los  jóvenes (menores 25 años): pasa del 28,52% al 31,01% (13,8% en la UE-27).

Hay otros datos preocupantes del paro que mejoran. El primero, que hay 977.400 hogares con todos sus miembros en paro (-12.900 menos que el trimestre pasado). El segundo, que seguimos con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa”, aunque ahora casi todas bajan del  20%, salvo Ceuta (30,82% de paro) : Andalucía (18,98%), Melilla (18,16%), Canarias (17,73%) y Extremadura (15,85%), que contrastan con 6 autonomías que tienen una tasa de paro casi europea (5,79% Baleares, 8,03% Rioja, 8,29% País Vasco, 8,61% Cantabria, 8,99% Navarra y 9,08% Aragón) . Y el tercero, que bajan los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son 1.256.600 parados, el 42,16% de los parados (eran el 47,78% el trimestre pasado, pero el 43,5% a finales de 2019).

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En agosto de 2022, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.796.339 desempleados: menos de la mitad (47,34%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado) de 872,20 euros de media y el resto (52,66) cobraban un subsidio asistencial de 463,21 euros. Pero en esta cifra están incluidos los 18.098 trabajadores que están en ERTE y cobran las tres cuartas partes de su sueldo del SEPE. Así que, en realidad, sólo 1.778.241 parados cobra algún subsidio, el 59,66 % de los parados que refleja la EPA de hoy. Eso significa que casi la mitad de los parados (40,34%) no cobran ninguna ayuda pública, empeorando la cobertura sobre 2019 (no cobraban el 38,5%). Así que sube el paro y también los que no reciben ayudas.

Visto los datos del empleo y el paro en el tercer trimestre de 2022, queda patente que España supera de momento la nueva crisis de la guerra de Ucrania, porque tenemos más ocupados (+ 360.800) y menos parados (- 123.600) que a finales de 2021. Concretando más, hay 385.000 afiliados más a la Seguridad Social que a principios de año, con un récord histórico de 20.224.355 afiliados a finales de septiembre, tras 17 meses consecutivos de aumento (desde mayo de 2021). Y el paro se ha reducido, a pesar de la guerra y la inflación, en -181.159 parados desde finales de enero hasta finales de septiembre, según Trabajo.

Con todo, la mejor noticia es que el empleo que se está creando en 2022 es menos precario, de más calidad, gracias a la reforma laboral aprobada a finales de 2021. Ya en el primer trimestre de 2022, el 22,7% de todos los contratos firmados fueron indefinidos, frente a sólo el 10,9% de los firmados en todo 2021, según los datos de Trabajo. En el 2º trimestre, el avance fue aún mayor: el 34,28% de todos los contratos firmados de enero a junio fueron indefinidos (3.281.900 contratos), más del triple que en todo el año 2021 (el 10,9%) y cinco veces más que entre 2014 y 2020 (sólo entre el 6 y el 8% de los contratos fueron indefinidos). Y ahora, en el tercer trimestre ha habido otro salto en la contratación indefinida y el balance anual es impresionante: un 37,04% de los contratos firmados entre enero y septiembre han sido indefinidos (5.250.400 contratos fijos firmados). Y sólo en septiembre de 2022, casi la mitad de los contratos firmados (el 46,72%) fueron indefinidos (775.856 contratos fijos), gracias al fuerte aumento de los contratos fijos discontinuos (han crecido un +811% este año), que son los contratos fijos que se hacen ahora a muchos de los que antes eran temporales en el turismo, hostelería y construcción : están “fijos” en las empresas, aunque trabajen por obra o temporada (el resto del tiempo no cuentan como parados aunque estén inactivos, una norma que viene desde el año 1985).

El resultado evidente de la reforma laboral es que aumentan mes a mes los asalariados con contrato indefinido, que eran el 74% de los trabajadores hace un año (septiembre 2021) y que ahora son ya un 79,81%, con un 20,19% todavía de asalariados con contrato temporal, el mayor porcentaje en Europa (la media de temporales es del 15% de los asalariados). Y el ministro Escrivá ha anticipado que el 84% de los contratos firmados en octubre habrán sido indefinidos. Los que más se están beneficiando de los contratos fijos son los jóvenes, cuyos contratos son ahora fijos en un 75% (antes de la reforma, lo eran menos de la mitad).Y además de conseguir más contratos indefinidos, la reforma laboral está consiguiendo contratos temporales que duran más, al penalizar la cotización de los contratos por días o menos de una semana, que ahora se hacen mucho menes.

Otro fruto de la reforma laboral es que está aflorando “empleo sumergido, se están “regularizando empleos” que antes no estaban legalizados ni reconocidos, que formaban parte de la “economía sumergida”. Trabajo estima que, desde finales de 2019 hasta ahora, han aflorado 285.000 empleos “ilegales”, un tercio de los nuevos afiliados (850.000 desde el inicio de la pandemia). Y eso porque las ayudas públicas y los ERTES han compensado a muchas empresas (250.000 asalariados “legalizados) y autónomos (35.000 han aflorado) a darse de alta en la Seguridad Social para poder recibirlas. Y esto, además de aumentar las cifras de ocupados (y reducir las de parados) ha aumentado las cotizaciones de la Seguridad Social (+2.900 millones) y los ingresos fiscales (sobre todo en IRPF).

Ahora, se teme por el empleo en el 4º trimestre, ante las previsiones de que caiga el crecimiento económico, en Europa y en España, lo mismo que en el primer trimestre de 2022, por la inflación (frena el consumo)  y la subida de tipos de interés. Sin embargo, en octubre, la Seguridad Social espera otro aumento de afiliados, +15.000 nuevos, con lo que aumentará en 400.000 los afiliados ya este año. El Gobierno cree que el empleo mantiene su dinamismo, a pesar de la inflación y la guerra. Y su previsión es que, aunque crezcamos poco, el empleo siga aumentando, aunque menos: unos 400.000 nuevos empleos este año 2022, frente a los 840.600 empleos creados en 2021.

Se confía en que el empleo aguante, aunque la economía “pinche” en los próximos 6 meses,  porque las ventas de las empresas siguen altas en muchos sectores (y sus beneficios) y   las exportaciones (con el euro débil)  están ayudando mucho, lo mismo que la moderación de los salarios (han subido un 2,61% los convenios firmados hasta septiembre), aunque les hayan aumentado la mayoría de los costes y se frene el consumo. Y, sobre todo, porque los sectores o empresas con más problemas tienen a mano un nuevo mecanismo para afrontar crisis coyunturales sin despedir: el mecanismo RED. Se trata de una medida incluida en la reforma laboral, que prorroga y adapta el viejo sistema de los ERTEs: permite a las empresas con problemas solicitar una reducción de jornada o una suspensión temporal de contratos, con exenciones de cuotas y desempleo para los trabajadores temporalmente afectados. Ya se ha activado para las agencias de viajes.

Nos esperan unos meses difíciles, también para el empleo. Pero hay que hacer todo lo posible para que no se pierdan puestos de trabajo, una mayor prioridad en España que en el resto de Europa por dos razones: tenemos el doble de paro y aquí trabaja menos gente, unos 1,8 millones menos de los que deberían trabajar con la tasa de empleo europea. Así que no podemos dejar que esta nueva crisis, desatada por la inflación, destruya empleo, como se consiguió evitar con la pandemia (ahora trabajan 578.800 españoles más que en 2019). Y eso pasa por mantener las ayudas públicas a familias y empresas y relanzar el pacto social entre patronal y sindicatos, pactando subidas salariales “razonables” para 2023 y un nuevo salario mínimo, que contrarresten la inflación y sostengan el consumo, las ventas y el empleo. Y sobre todo, remar todo el país en la misma dirección: afrontar solidariamente la crisis, repartir sus costes y salvar los empleos. Son sagrados.

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