El martes pasado, mientras nuestros políticos se peleaban por una investidura fallida, la OCDE publicaba su diagnóstico sobre la educación en los paises desarrollados. Y su dictamen sobre España es demoledor. Tanto que, al final, 1 de cada 5 jóvenes españoles no estudian ni trabajan, 1.325.747 jóvenes “ni-nis” que no ven futuro, tras sufrir España el mayor abandono escolar de Europa. Un fracaso educativo muy serio, agravado en algunas autonomías, aunque nuestros alumnos dan más horas de clase y tienen más profesores. El problema es que “estudian mal”, memorizando y sin ayudarles a pensar, como demuestra el Informe PISA. Y que gastamos menos en educación, con lo que hay más alumnos por aula y faltan medios y profesores, que ganan hoy menos que en 2005. Resultado: tenemos demasiados jóvenes y adultos con poca formación y el doble de paro que Europa. Un balance dramático, aunque a nuestros políticos no les preocupe. Urge un Pacto de Estado para mejorar nuestra enseñanza: la educación de hoy es la economía de mañana.
La radiografía que hace la OCDE en su informe “Panorama de la educación 2019” es muy preocupante para España. El dato clave es que un 39,9% de los españoles adultos (25-64 años) tiene poca formación (la ESO o menos), frente al 18,7% en Europa (UE-23) y el 21,5% en la OCDE (34 paises desarrollados). Y que otro 22,9% tiene una formación media (Bachillerato o FP básica), un porcentaje mucho más bajo que el 46,2% de Europa y el 44% de la OCDE, mientras estamos equiparados en universitarios: 37,3% de los adultos españoles, frente al 35,6% en Europa y el 38,6% en la OCDE. O sea, que el último medio siglo de educación nos han dejado un país con el doble de adultos poco formados y la mitad medianamente formados, lo que explica que tengamos el doble de paro. Y si miramos sólo a los jóvenes (25-34 años), a los formados en las últimas tres décadas, el informe revela que un 32,3% están poco formados (ESO o menos) y el 23,4% medianamente (Bachiller y FP básico), aunque un 44,3% sean universitarios.
Este mal resultado educativo es fruto de varios fracasos. El primero, que muchos niños y adolescentes repiten curso, básicamente por falta de
apoyo docente: casi 1 de cada 3 estudiantes de 15 años han repetido curso
alguna vez, el 31,4% en el curso
2016-17, según las estadísticas de Educación. Un porcentaje de repetidores que oscila
entre el 47,4% de Ceuta, el 41,5% de
Aragón o el 39,2% de Murcia y el 21,8% de Galicia o el 23,8% del País Vasco. Y antes, a
los 12 años, ya han repetido curso el
14,3% de alumnos. Y así, España es el país de la OCDE con más repetidores, triplicando la media
internacional (11,3%) y muy lejos de los paises líderes en educación (3% de
repetidores en Finlandia). Un fracaso humano y económico (cada repetidor cuesta al país 20.000 euros, según algunos expertos).
El siguiente eslabón
del fracaso escolar son los alumnos
que, cansados de repetir y quedar marginados (por falta de apoyo expreso), acaban
dejando los estudios al final de la ESO (etapa obligatoria) y no completan el Bachillerato o la FP básica.
El dato del abandono escolar temprano en España es
impresionante: un 17,9% de los jóvenes de 18 a 24 años en 2018 (eran
el 30,3% en 2006), frente al 10,6% en la UE-28, según los últimos datos de Eurostat, que refleja cómo España es líder europeo en
abandono escolar, muy por delante de Holanda o Austria (7,3% de
abandono escolar), Finlandia (8,3%), Francia (8,9%), Alemania (10,3%) o Reino
Unido (10,7%), Portugal (11,8%) o Italia (14,5%).
Al final, hayan abandonado prematuramente sus estudios o los
hayan terminado, los jóvenes españoles tratan
de encontrar un empleo. Y lo tienen muy difícil, según el informe de la OCDE, porque nuestro modelo económico (muchos servicios y
pymes y poca industria y grandes empresas) no ofrece mucho y porque su
formación no responde a lo que necesitan las empresas. El resultado es que un 78% de los jóvenes universitarios (25-34
años) trabaja en España, frente al 84% en Europa. Y que el 12% de jóvenes españoles con carrera está en paro, el doble que en Europa y la OCDE (6%), según la OCDE. Y entre los que abandonaron sus estudios y tienen la ESO o menos,
el 25% están parados (16% en la UE).
Con todo ello, llegamos a un último dato preocupante: un 20,2%, 1 de cada 5 de jóvenes españoles de 18 a 24 años (649.000 jóvenes) ni estudian ni trabajan, son la viva
fotografía de nuestro fracaso educativo y laboral. Un porcentaje de “ni-nis” muy variable por autonomías (entre el 21,4% en Canarias y el 9,9% en el País
Vasco) y que es el 3º mayor de Europa
(tras el 25,7% de Italia y el 22,3% de Grecia), muy superior a la media europea
(13,1%) e internacional (14,3% de “ni-nis” en la OCDE) y muy alejado de Holanda
(6,9% de “ni-nis”), Noruega (8,8%) o Alemania (9,6%). Y si abrimos el abanico,
a los jóvenes entre 15 y 29 años, el dato es similar: España tiene un 19,5% de ni-nis, frente al 12,7% de
Europa (23,9% en Italia y 9,2% en Alemania) y el 13,2% de la OCDE. Nada menos
que 1.325.747 jóvenes españoles que ni
estudian ni trabajan, una generación
medio perdida.
¿Cuáles son las causas de este fracaso educativo? El informe de la OCDE tiene el mérito de descartar algunas. Como el número de horas de clase: España es
el país europeo con más horas de clase en Secundaria (1.054 horas anuales frente a
874 en Europa y 919 en la OCDE) y el 4º con más horas de clase en Primaria (792
horas anuales frente a 769 en Europa y 799 en la OCDE), mientras Finlandia, el
gran modelo educativo, es quien tiene menos horas de clase (808 en Secundaria y
651 en Primaria). El problema tampoco está en el número de alumnos por profesor: en España hay menos (14 alumnos por
profesor en Primaria frente a 14 en Europa y 15 en la OCDE, 12 en la ESO frente
a 11 en Europa y 13 en la OCDE y 11 en Bachillerato frente a 12 en Europa y 13
en la OCDE). Y tampoco que nuestros profesores estén mal pagados: ganan más de entrada
(entre 40.813 en Primaria y 45.509 euros en Bachillerato, frente a una franja
de 33.000 a 35.000 euros en Europa y la OCDE)
Entonces, ¿donde está la causa? Una básica es que gastamos menos en Educación: un 4,3% del
PIB entre gasto público (3,1%) y privado (1,2%) en enseñanzas no
universitarias, frente al 4,5% de media
en Europa (Reino Unido gasta el
6,2%, Francia el 5,2% y Alemania el 4,2%) y al 5% del PIB que gasta la OCDE. Y no es casualidad que Finlandia, un modelo en educación,
gaste el 5,5% de su PIB.
Este menor gasto en educación se traduce
en muchas limitaciones que ayudan al fracaso educativo. Una, el tener más alumnos por clase: 21 alumnos en
Primaria en España frente a 20 en Europa y 21 en la OCDE, pero 25 en Secundaria
frente a 21 en Europa y 23 en la OCDE, siendo España el país europeo con más
alumnos por clase, junto a Francia. Y otra vez Finlandia como ejemplo : tiene 20 alumnos por
clase en Primaria y 19 en Secundaria (6 menos que España). Otro problema de la
falta de recursos: los profesores están
poco incentivados. Ganan más de entrada sí, pero luego les cuesta mucho mejorar su sueldo: tardan 39 años en llegar al
máximo sueldo, mientras los profesores en Europa lo consiguen a los 28 años de
docencia y en la OCDE a los 25 años. Eso desincentiva su “carrera profesional”.
Y más aún, los recortes salariales que
han sufrido en la última década: los profesores
de la ESO, por ejemplo, ganan hoy un 6% menos que en 2018, según la OCDE, mientras los europeos ganan un 4% más y los de paises OCDE un 9%
más.
Y además, tienen más carga de trabajo que sus colegas internacionales: 880 horas en Primaria (754 en la UE y 783 en la OCDE), 713 en la ESO (673 y 709) y en Bachillerato (693 frente a 643 y 667). Pero, además de trabajar más horas, dedican más horas a dar clase (el 50%, frente al 44% en la OCDE), lo que no es bueno, porque tienen menos horas que en ningún país europeo para tutorías, refuerzos y preparación de clases, que, según la OCDE son básicos para mejorar la calidad de la enseñanza.
Y además, tienen más carga de trabajo que sus colegas internacionales: 880 horas en Primaria (754 en la UE y 783 en la OCDE), 713 en la ESO (673 y 709) y en Bachillerato (693 frente a 643 y 667). Pero, además de trabajar más horas, dedican más horas a dar clase (el 50%, frente al 44% en la OCDE), lo que no es bueno, porque tienen menos horas que en ningún país europeo para tutorías, refuerzos y preparación de clases, que, según la OCDE son básicos para mejorar la calidad de la enseñanza.
Precisamente, la otra
clave de nuestro fracaso educativo, junto al menor gasto, es el tipo de educación que se imparte en
España:”demasiado memorística y poco
práctica”, resumen los expertos de la OCDE. Y con un
exceso de asignaturas, con programas muy diferentes según las autonomías
(hasta con libros muy diferentes, según denuncian los editores). Con un exceso
de clases teóricas y pocas extraescolares y prácticas (en Corea del
Sur, otro país que es un modelo educativo, dan 30 horas semanales de clase y 20
extraescolares). Se trata de “cumplir el programa” más que aprender a pensar.
“Lo que menos necesitan los alumnos, en
un mundo donde abunda la información accesible, es proporcionarles cantidades industriales de
información. La clave es que tengan capacidad analítica y crítica, que tengan
herramientas y capacidades para tener éxito”, decía Gara Rojas, analista de la OCDE al presentar el informe en
Madrid.
Así que, junto a la falta de recursos (aulas, profesores,
refuerzos), el gran problema es que España
sigue anclada en una educación del siglo XIX,
que trata de que los jóvenes aprendan las cosas de memoria y no de prepararles
para el futuro, consiguiendo que analicen y piensen, que tengan “capacidades”.
Y eso se traduce, año tras año, en los malos resultados en el informe PISA, que mide las
capacidades de los jóvenes de 15 años en el mundo. En la edición de 2018
(resultados de 2015), España ocupó el lugar
18 en el ranking europeo de “competencia en Ciencia”, el 15º en “comprensión
lectora” y el 20º en “competencia en
matemáticas”, aunque en línea con la media de la OCDE. Pero además, el problema
es que hay autonomías con peores resultados, sobre todo Andalucía, Extremadura, Canarias y Murcia,
a la cola en educación (y en gasto). Y a la cabeza en paro.
Otra gran deficiencia de nuestro sistema educativo, según el informe de la OCDE, es el menor
peso de la Formación Profesional, que durante muchos años se ha considerado
una “enseñanza de segunda categoría”,
para “tontos y pobres”. Y por ello, a pesar del salto dado en los últimos años, sólo un 34,8%
de los que acaban la ESO en España pasan a la FP, frente al 47,2% de jóvenes en Europa y el 43,2% en la OCDE, con muchos paises donde hay más
jóvenes que estudian FP que Bachillerato, según el informe OCDE: República Checa (72,9%), Finlandia (71,3%),
Eslovenia (70,4%), República Eslovaca (68,9%), Austria (68,8%), Paises Bajos
(67,5%), Suiza (64,8%), Luxemburgo (61%), Bélgica (59,2%), Australia (56%),
Italia (55,6%), Rusia (54,4%), Reino Unido (53,1%), Polonia (51,1%) y Noruega
(50,4%), la mayoría de ellos con las tasas más bajas de paro juvenil por esta
mayor enseñanza “aplicada”.
Y es que, al final, el informe de la OCDE refleja con datos un
hecho: a más educación, más empleo,
mejores sueldos y menos paro. Por eso, con la deficiente educación y baja
formación que tenemos, no debería extrañarnos que España tenga menos
empleo (tenemos 1.800.000 empleos menos que la media de Europa: un 67% de
adultos trabajando frente al 73,2% en
la UE-28), más del doble de paro (13,9% frente al 6,3% en la UE-28) y unos salarios mucho más bajos (16 euros por
hora frente a 37,4 en Dinamarca, 26,9 en Alemania, 24,1 en Francia, 22,5 en
Reino Unido, 20,9 en la UE-28 y 20,2 euros en Italia, según Eurostat). En parte es por nuestro modelo económico (un exceso de servicios
y una falta de industria y tecnología), por nuestra organización empresarial
(demasiadas pymes, pocas grandes empresas y poco trabajo en equipo en una
gestión bastante autoritaria), pero mucho es fruto de la deficiente educación,
de tener una mano de obra mal formada. Y cara al futuro, con la revolución tecnológica, lo tenemos peor, porque ese 39,9 % de adultos mal
formados (sólo con la ESO o menos)
van a tener muy difícil trabajar
este siglo.
El informe educativo de
la OCDE y los datos que aporta son apabullantes,
aunque hayan pasado casi desapercibidos,
sobre todo para unos políticos que sólo piensan en las elecciones. Pero
deberían hacernos reflexionar y actuar,
forzando a que en la próxima Legislatura se pacte una nueva Ley de Educación
que empiece a cambiar las cosas, con más
gasto educativo (al menos el 5%
del PIB que gastan los paises OCDE, 11.200 millones más al año) y, sobre
todo, con otro tipo de enseñanza, menos memorística, que enseñe a los alumnos a
pensar, razonar y tener herramientas para trabajar. Una tarea que llevará varias décadas. Pero hay que empezar cuanto
antes. Porque la educación de hoy es la economía de mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario