Ahora que Europa (y
España) salen de la recesión y
los inversores vuelven al viejo continente, hay un nubarrón en el horizonte: el
euro, fortalecido desde septiembre frente
al dólar, el yen y la libra, provocando que los productos europeos sean un
8% más caros este año, lo que perjudica
la recuperación. Sobre todo en
España, donde sólo crecen exportaciones y turismo, dos motores
que se pueden “gripar” si el euro sigue
por encima de 1,35 dólares, como los últimos dos meses. El riesgo es que exportadores y empresas
turísticas, para compensar esta subida del euro, fuercen una mayor bajada de salarios
(perjudicando el consumo y el crecimiento), o hagan más despidos. Y ni Bruselas
ni el BCE toman medidas para “bajarle
los humos al euro”, mientras EEEUU, Japón o China debilitan sus monedas
para crecer más. Atentos al euro más que
a la prima de riesgo: si no baja de
1,30 dólares, peligra la recuperación.
Enrique Ortega
El euro lleva subiendo, de forma intermitente, desde el 24 de julio de 2012, cuando alcanzó su mínimo (1,2059 dólares), porque parecía que Europa se iba a romper por la presión de la crisis de la deuda y los mercados. A finales de año ya estaba en 1,3194 y en febrero 2013 alcanzó un primer máximo, 1,3646 euros por dólar. Después perdió fuerza hasta caer en julio a otro mínimo (1,2787 euros por dólar) y enseguida recuperarse para empezar septiembre en 1,3196 euros por dólar y acabar el 28 de octubre por encima de 1,38 euros, la cotización máxima desde noviembre de 2011. Con ello, el euro se ha revalorizado este año más de un 8% frente al dólar, un 4,4% frente a la libra y un 17,3% frente al yen. Hoy está en 1,3642 euros por dólar.
El euro lleva subiendo, de forma intermitente, desde el 24 de julio de 2012, cuando alcanzó su mínimo (1,2059 dólares), porque parecía que Europa se iba a romper por la presión de la crisis de la deuda y los mercados. A finales de año ya estaba en 1,3194 y en febrero 2013 alcanzó un primer máximo, 1,3646 euros por dólar. Después perdió fuerza hasta caer en julio a otro mínimo (1,2787 euros por dólar) y enseguida recuperarse para empezar septiembre en 1,3196 euros por dólar y acabar el 28 de octubre por encima de 1,38 euros, la cotización máxima desde noviembre de 2011. Con ello, el euro se ha revalorizado este año más de un 8% frente al dólar, un 4,4% frente a la libra y un 17,3% frente al yen. Hoy está en 1,3642 euros por dólar.
Europa no tiene (tampoco) una política
de tipo de cambio común y la cotización del euro varía según lo que hacen las demás monedas, cuyos países si
influyen en su cotización. En el último
año y medio, Estados Unidos, Japón, China, Gran Bretaña o Brasil han hecho una
política para reanimar
sus economías, inyectando
liquidez (dinero) y bajando los tipos de interés, lo que deprecia sus monedas, desde el dólar o el yen a la libra o
el yuan chino. Y de paso, una moneda
débil favorece sus exportaciones. Mientras, Europa ha hecho todo lo contrario:
ha recortado
el gasto público, drenando liquidez y manteniendo tipos altos
(0,50%
frente al 0,25% de EEUU, 0,10% en Japón o el 0,50% en Gran
Bretaña). Y los inversores han buscado la alta rentabilidad europea (aún con riesgo), fortaleciendo al euro.
Esta “guerra
de divisas” encubierta se ha agudizado
este año, con la decisión de Japón,
en enero, de inyectar otros 170.000 millones de euros para reanimar su economía,
lo que ha depreciado más al yen. Y se
ha acelerado en octubre, con la
confirmación de que EEUU va a seguir
inyectando liquidez en su economía (todavía débil), lo que ha depreciado al dólar, más tras la pelea
(no resuelta) entre republicanos y demócratas por el tope de la deuda. Otro
hecho clave es el temor de los inversores porque se agote el crecimiento de los países emergentes (Brasil e India sobre todo), que ha desplazado el dinero hacia Europa, fortaleciendo aún más el euro. Y más
cuando Europa sigue siendo la inversión más rentable, tanto en
Bolsa o en empresas (hay muchas “gangas”,
como ha visto Bill Gates en FCC) como en
deuda pública: España paga 4,04 %
por el bono a 10 años, Italia el 4,14 y Francia el 2,22% (Alemania el 1,66%) mientras
EEUU paga el 2,50% y Japón el 0,56%.
Resultado: los capitales se dirigen a Europa,
invierten en euros y su cotización
se dispara, llegando a superar los 1,38 euros por dólar (+14,5% de subida
sobre el mínimo de julio 2012). Y los expertos creen que puede seguir varios meses entre 1,35 y 1,40 euros
por dólar, cuando su cotización de
equilibrio debía estar en torno a 1,21 euros (la primera cotización del euro, el 4 de enero de 1999, fue de 1,1789
dólares pero luego cayó, con el
estreno real de la moneda única, el 2 de
enero de 2002, a 0,9038
euros).
Un euro fuerte
tiene dos efectos positivos y dos muy negativos.
Lo
bueno es que con un euro fuerte es más barato comprar productos extranjeros,
desde coches a petróleo o alimentos, lo que ayuda
a la inflación. Y resulta más barato viajar al extranjero y comprar en
Londres, Nueva York, Tokio o Pekín. Pero estos
beneficios no compensan los
perjuicios: es mucho más difícil vender fuera, exportar, con
un euro fuerte (como si hubiéramos subido
los precios de los productos españoles un 8% extra este año). Y los turistas extranjeros se piensan más
venir a España, porque con sus monedas
les cuesta más viajar y pueden comprar y gastar ahora menos.
Si esto es preocupante
para toda Europa, es más grave
para España, un país donde lo único que crece (ahora y en los dos años
anteriores) son las exportaciones y el
turismo, los
dos motores en que confía el Gobierno para salir de la crisis mientras
el consumo y la demanda interna siguen estancados. Dos motores que se pueden “gripar”
con un euro fuerte. De hecho, aunque el 69 % de las exportaciones
españolas van a Europa, sólo el 48,2% van a la zona euro. Eso significa que
más de la mitad de las ventas que hace
España fuera se hacen en monedas que no son el euro, a países que ahora les salen más caros nuestros productos. Y en
cuanto al turismo,
aunque sigue batiendo récords, no hay
que olvidar que un 53% de los turistas
no son de países euro, entre ellos los
turistas que más crecen: británicos (24% turistas), nórdicos (7,4%), rusos
(8%), suizos (2,4%), norteamericanos, latinoamericanos y del resto del mundo, a
los que ahora venir a España sale más
caro.
El problema: si el euro sigue fuerte, las exportaciones y
el turismo pueden debilitarse y con ello la recuperación,
de por sí muy incipiente (creceremos menos del 1% hasta 2018, según
el FMI). Lo peor es que las empresas exportadoras y turísticas,
para seguir compitiendo fuera en precios con un euro fuerte, sólo tienen dos salidas: seguir bajando los sueldos de sus
empleados (menos consumo y crecimiento) o reducir
costes y plantillas. Más
paro.
Así que nos jugamos
mucho con el euro fuerte, aunque España
sola no pueda hacer nada por “bajarle
los humos”. Es una responsabilidad de Bruselas
y el BCE, pero los jerarcas
comunitarios prefieren “no
hacer nada”: son liberales
fundamentalistas y creen, como dice Draghi,
que el tipo de cambio “lo debe fijar el
mercado”, sin que Bruselas intervenga
en la cotización, como defiende en solitario Francia
(y como hacen la mayoría de los países). Esta
política es mala para Europa y nefasta para España, que sufre más
que el resto del continente los efectos de un euro fuerte, según un estudio
de Goldman Sachs. Y eso porque España exporta muchos productos intermedios
a Alemania y Francia, por ejemplo, y si estos países exportan menos fuera de la
zona euro, también nos compran menos (doble recorte).Y también porque España tiene el doble de paro y necesita
crecer más que el resto, algo que dificulta
más un euro fuerte, al depender tanto de las exportaciones y el turismo.
En definitiva: nuestro
futuro inmediato depende mucho del euro y su cotización se decide fuera de
Europa y de Bruselas, poco
preocupados de momento por tener una moneda fuerte, aunque eso debilite el crecimiento del continente, la zona del mundo que menos crece:-0,4%
este año, frente a 1,6% EEUU, 2% Japón o 4,5% los países emergentes, según
el FMI. Sería importante que la
Unión Europea cambiara de postura y el
BCE tomara dos medidas claves: bajar los tipos de interés (al 0,25%)
e inyectar
liquidez en las economías europeas, para ayudar a que fluya
el crédito. Y con ello, Europa
crecería más y el euro perdería fuerza. Dos
por uno. Como no parece que lo hagan, estemos atentos
al euro más que a la prima de riesgo: nos afecta más. Si sigue por encima de 1,30 euros por dólar, peligra
la recuperación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario