lunes, 24 de abril de 2017

Los ciberataques se duplican en España


En 2016 se produjeron en España 315 ataques informáticos diarios a empresas, instituciones o particulares, más del doble que en 2015, cuando ya se triplicaron sobre los de 2014. Y esos son los ataques que se detectan o se denuncian, porque ciberataques puede haber diez veces más. De hecho, el cibercrimen mueve ya en el mundo más dinero que la droga y ataca a 1 de cada 5 internautas (689 millones en 2016). Esto exige una mayor atención de los particulares a su seguridad informática y, sobre todo, fuertes inversiones de Gobiernos y empresas en ciberseguridad, una de las industrias con más futuro. En España, empresas y particulares gastan poco en ciberseguridad y sólo una de cada cinco grandes empresas tiene un Plan de seguridad informática. Urge un acuerdo mundial contra el cibercrimen, como el alcanzado contra el Cambio climático. Y en España, ampliar presupuestos  y medios públicos, desde técnicos a  policías y jueces especializados. Son delitos muy peligrosos para la economía y nuestra vida diaria.


enrique ortega
 
La mitad de la población mundial es internauta, unos 3.773 millones en 2016, y un tercio son activos en la Red: 2.789 millones de personas. Pues bien, 1 de cada 4 de estos internautas activos sufrió algún ciberataque en 2016: 689 millones de personas, según revela el informe Norton sobre Ciberseguridad 2016. Según sus estimaciones, los ciberdelincuentes lanzaron más de 1 millón de ataques diarios y causaron pérdidas por 125.900 millones de dólares (119.900 millones de euros), lo que convierte al cibercrimen en el mayor negocio ilegal del mundo, por delante del narcotráfico o el tráfico de armas, según los expertos.

La razón es este auge de los ciberataques es que los internautas siguen sin tomar medidas para proteger sus dispositivos, mientras los ciberdelincuentes son cada vez más sofisticados. De hecho, según el informe Norton, el 35% de la población mundial tiene algún dispositivo informático sin proteger, lo que propicia los ciberataques. Y más con el auge del “Internet de las cosas: 1 de cada 5 dispositivos domésticos enlazados a la Red no cuenta con la protección necesaria y eso explica el auge de los ciberdelitos. La mayoría de los ataques, según el informe Norton, se centran en el robo de contraseñas (“phishing”), para el posterior acceso a información financiera y personal, además del “hackeo” del correo electrónico o de los archivos y material sensible de particulares y empresas. También la suplantación de empresas y organismos, para el envío de correos en su nombre pidiendo información, como ha denunciado en febrero de este año el Banco de España.

España es el país nº 19 en el ranking mundial de ciberdelitos y el 8º europeo, según el último informe de Symantec. El cibercrimen representa ya el 32% de la delincuencia económica  en España y mueve unos 10.000 millones de euros al año, según estimaciones de los expertos. Y avanza año tras año de forma imparable: si en 2014 se detectaron unos 18.000 ciberdelitos, en 2015 alcanzaron los 50.000 y en 2016 se han superado los 115.000 ciberdelitos, más del doble, según el balance del Instituto Nacional de Ciberseguridad(INCIBE), con sede en León. De ellos, 110.293 fueron ataques informáticos a empresas y ciudadanos, 479 a operadores críticos (energía, transportes, comunicaciones, puertos)  y otros 4.458 ataques a la red RIS (Universidades y centros de Investigación). Y eso son los ataques detectados por INCIBE o denunciados por particulares y empresas, porque hay muchos ciberataques que no se detectan ni se denuncian (por no dañar la imagen de empresas), con lo que se estima que los ciberataques reales, en España y en el mundo, pueden ser diez veces los detectados.

En paralelo a los ciberdelitos detectados por el Instituto Nacional de Ciberseguridad , están los delitos informáticos que particulares y empresas denuncian a la policía, que tiene unidades especializadas contra los ciberdelitos. En 2015 (últimos datos oficiales) se contabilizaron en España 60.154 delitos informáticos (frente a 42.812 en 2012), de los que dos tercios fueron por fraude informático (40.864), 10.112 por amenazas y coacciones, 2.386 por acceso ilícito, 2.361 por falsificación informática, 2.131 contra el honor, 1.233 delitos sexuales, 900 por interferencias en sistemas y 167 delitos informáticos contra la propiedad industrial. De todos estos ciberdelitos registrados por la policía, sólo un tercio pasaron al juez: hubo 22.575 procedimientos judiciales por delitos informáticos en 2015, según la Memoria de la Fiscalía. La mayoría se tipificaron como estafas (86%) y destacaron los delitos de “phishing” (robo de datos y claves) y fraudes con tarjetas y transferencias. Muchos de estos delitos se archivan, bien porque son importes bajos o porque su investigación es compleja y son delitos muy difíciles de investigar, con tramas mafiosas en  el extranjero, por lo que se estima que un 95% de los delitos informáticos quedan impunes. Y así, sólo se imputaron por delito informático a 4.667 personas en 2015. Y la mayoría no acaba en la cárcel.

Los ciberataques se centran en España en internautas, empresas y organismos públicos. Si empezamos por los 28 millones largos de internautas, las dos terceras partes (64,6%) reconocen que han sufrido algún incidente al utilizar Internet, según la Encuesta de Equipamiento y Tecnología  del INE (2015). Más de la mitad sufren “spam” (correos no deseados) y otro 24,6% han sufrido algún virus. Según los datos del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), los mayores ataques proceden del envío de correos y mensajes engañosos, con el objetivo de robar datos y contraseñas. Una variante muy extendida es el “malware bancario”: envío de mail con virus que se instalan en el ordenador del cliente para robarle claves o números de cuentas y tarjetas.

Los ataques a empresas son los que más han crecido en los últimos años, con una media de 2,8 ataques por empresa en 2016, según una encuesta de la consultora PwC, que estima una pérdida de 1,3 millones de euros por empresa. Según el INCIBE, tres son los ataques informáticos que causan  más daño a las empresas españolas. Uno, el secuestro de datos (conocido como “ramsonware” o “criptoware”), que afecta sobre todo a las pymes: el hacker envía un virus a la empresa que encripta los archivos y piden un rescate a cambio de desencriptarlos (una especie de “cibersecuestro” de datos). Normalmente se pide el rescate en moneda virtual (bitcoins) y en webs extranjeras encriptadas, lo que dificulta su seguimiento. Otro ciberdelito es el llamado “fraude al CEO”: se accede al correo del directivo de una empresa y se solicitan pagos a proveedores en la cuenta del ciberdelincuente. Otra variante es suplantar al departamento de compras o crear tiendas virtuales inexistentes  y enviar correos para ofrecer ofertas y concursos o recabar pagos.

Un tercer frente de ciberataques son las empresas estratégicas, desde la energía a los transportes y las industrias básicas, apoyándose en que España es el 5º país del mundo con más sistemas informáticos (3.059 sistemas) que controlan este tipos de instalaciones y procesos industriales  a través de Internet, la mayoría sin la adecuada protección. Sólo en 2016 se registraron 479 incidentes de seguridad en infraestructuras críticas, un 35% más que en 2015, según el Centro nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC). Y según los expertos, esta estadística no recoge ni el 10% de los incidentes reales: si se analizaran los 5.000 operadores de servicios esenciales, se contabilizarían realmente unos 100.000 incidentes informáticos al año. Los servicios más atacados, según un estudio del Centro de Ciberseguridad Industrial, son los servicios de salud (40.000 ataques al año), la energía (la gran  preocupación de todos los Gobiernos: en 2015, un ciberataque dejó a Ucrania sin luz durante 7 horas) y los transportes (Renfe, metro, cercanías, aeropuertos y líneas aéreas).

Si la ciberdelincuencia es ya un problema muy serio, en el mundo y en España, lo va a ser aún más en el futuro, según los expertos, porque van a seguir creciendo los dispositivos conectados a Internet (“el Internet de las cosas”), en las viviendas, los coches y multitud de dispositivos (routers, impresoras, TV inteligentes…) con poca protección, que los hackers utilizan como un ejército de robots que propicia ataques masivos, como los que en octubre de 2016 atacaron al proveedor de Internet estadounidense DYN, que afectó a más de 1.000 millones de usuarios en  todo el mundo. En definitiva, cada vez se venden más dispositivos sin seguridad que los ciberdelincuentes utilizan como “puertas traseras” para entrar fácilmente en sistemas muy protegidos. Y se estima que para 2020, la mitad de los aparatos del hogar estarán conectados a Internet y serán “los caballos de Troya” de los hackers.

La clave contra la ciberdelincuencia es invertir en personal y medios para detectarlos y combatirlos. Las empresas españolas invirtieron unos 3,6 millones de euros al año (de media) en empresas de seguridad (unas 550 en España, que dan trabajo a 6.000 personas), que facturaron 600 millones de euros en 2014, según el Observatorio de las Telecomunicaciones. Y se espera que las empresas españolas inviertan en ciberseguridad  más de 1.000 millones en 2019. El problema es que invierten menos que en otros paises (en 2016, las empresas invirtieron 76.000 millones en ciberseguridad en el mundo, según Gartner), sobre todo las pymes, que están “desnudas” ante los ciberdelitos, como si tuvieran negocios físicos sin cierres de seguridad y alarmas. Y que sólo el 17% de las grandes empresas industriales tienen un Plan definido de seguridad informática, mientras un 10% de ellas ignora incluso los riesgos, según el informe del Centro de Seguridad  Industrial. Y los particulares tenemos cada vez más antivirus, pero sin gastar casi nada en ellos ni actualizarlos con frecuencia.

El mundo tiene que tomarse en serio la lucha contra la ciberdelincuencia, como ha empezado a hacer con el Cambio Climático. Obama declaró la ciberseguridad como uno de los objetivos estratégicos de EEUU y ahora Trump ha reiterado que es una de sus prioridades de gobierno. En Europa, la Comisión aprobó en febrero de 2016 una Directiva que establece medidas para lograr un elevado nivel de ciberseguridad, obligando a paises y empresas a informar, desde 2018, de los incidentes y fugas de datos. Y en España, Rajoy aprobó en diciembre de 2013 la Estrategia de Ciberseguridad Nacional, un punto de partida al que le faltan medios, fondos y una mayor coordinación entre instituciones públicas y empresas privadas. Baste un dato: el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) cuenta  sólo con 25 especialistas y 20,7 millones de euros de Presupuesto. Y en paralelo, hay que revisar la legislación y su aplicación, aportando más medios policiales y judiciales especializados, para que el ciberdelincuente acabe finalmente juzgado y en prisión, no libre como ahora.

Internet ha revolucionado la economía y nuestras vidas pero también se ha convertido en una potente plataforma para robar datos, atacar empresas e instituciones y cometer fraudes. Y los ciberdelincuentes, unas mafias internacionales cada vez más organizadas, están mucho más preparados que los particulares, empresas e instituciones para defenderse. Urge que tomemos todos conciencia de la gravedad del problema (que va a ir a más con “el Internet de las cosas”) y que invirtamos más dinero, personal y tiempo en defendernos, con la ayuda de empresas y personal especializado. Porque estamos más desprotegidos de lo que creemos. Internautas sí, súperconectados a tope, pero necesitamos estar más seguros.

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