La economía va bien,
según Rajoy, pero otros 61.000 españoles
se marcharon a trabajar al extranjero el año pasado, la mayoría jóvenes que aquí no encuentran
oportunidades. Y ya son casi 400.000
españoles nacidos en España los
que han emigrado desde 2008, aunque
la cifra podría ser el doble, porque las estadísticas oficiales no recogen bien
a todos los que se van. En cualquier caso, hay
2.400.600 españoles viviendo fuera, un
récord histórico, dos tercios de ellos extranjeros nacionalizados y un tercio españoles nacidos en España. Ahora,
con el Brexit, nuestros emigrantes
en Reino Unido (unos 300.000) van a
tener problemas, mientras se les complicará también la vida a los que viven en Estados Unidos (136.000) y en el resto de Europa. Es hora de aprobar un Plan para repatriar a estos
emigrantes forzados por la crisis, con ayudas
a su recolocación y alojamiento. Hay que recuperar este capital humano que tanto ha costado formar y darles
una oportunidad en España. Apostar
porque vuelvan.
enrique ortega |
España recibió, entre los años 2000 y 2009, más de 7
millones de inmigrantes, la mitad de todos los extranjeros que llegaron por
esos años a Europa. Pero con la crisis, los
españoles volvieron a emigrar, como en los años 60 del siglo pasado, buscando una
oportunidad de trabajo en Europa y América, no sólo jóvenes sino familias
enteras. La cifra de emigrantes españoles
ha ido aumentando año tras año, hasta alcanzar una cifra récord en enero de 2017: 2.406.600
españoles que viven fuera de España, 934.900
emigrantes más que en 2008 (+63,86%), según el INE. Dos de cada
tres españoles emigrados viven en
América (62,5%), un tercio en Europa
(34,2%) y el resto (3,4%) dispersos por Asia, África y Oceanía. Los países donde viven más españoles son Argentina (448.050), Francia (243.582), Venezuela (180.497), Alemania
(148.211) y EEUU (136.805), aunque el tercer país con más españoles puede ser Reino Unido, donde sólo hay 115.000
españoles censados pero puede haber
realmente 300.000.
La mayoría de estos
emigrantes españoles no han nacido en España sino que son extranjeros
nacionalizados españoles, bien porque han estado muchos años en España y
han conseguido la nacionalidad (muchos latinoamericanos) o porque eran hijos o
nietos de exilados y han conseguido la nacionalidad española por la Ley de Memoria
Histórica (diciembre de 2007). Así, de los 2.406.600 españoles que han emigrado,
1.612.391 (el 67%) son extranjeros nacionalizados
(744.441 más que en 2008), que en su mayoría han vuelto a Latinoamérica (donde viven 1.420.000), sobre todo a
Argentina, Venezuela, Cuba, Ecuador y México.
El tercio restante de los emigrantes españoles que viven
fuera son personas nacidas en España, “españoles
españoles”: 794.209 emigrantes
en enero de 2017, 160.459 más que en 2008. Más de la mitad de estos emigrantes nacidos en España viven en Europa (425.919, el 53,6%), sobre todo en Francia (131.395),
Alemania (70.916) y Reino Unido (67.125), mientras otro 41,3% viven en América,
sobre todo en Argentina (viven 89.907 españoles nacidos en España), Estados
Unidos (55.617), Venezuela (53.4539 y Brasil (28.764). La mayoría de estos
emigrantes nacidos en España proceden de Galicia,
Madrid y Cataluña, aunque en los últimos años crecen más los emigrantes
nacidos en Baleares, Cataluña y la Rioja. Y donde más ha crecido la emigración
española ha sido entre los jóvenes
menores de 30 años.
Estos son los datos oficiales de los emigrantes españoles que se registran en los Consulados de los paises donde van. Pero muchos
no lo hacen y viven en el extranjero como “turistas”, para no perder
derechos en España, como la atención sanitaria (pierden la tarjeta) y otros (ayudas,
vivienda, desempleo…). Basten dos
ejemplos. En Reino Unido hay censados (Consulados de Londres y Edimburgo) 131.335 españoles (marzo
de 2017), pero se estima que allí viven realmente 300.000 españoles. Y en Irlanda, sólo hay censados 839
españoles pero las autoridades locales estiman que hay realmente 4.381.
Otra manera oficial de
medir la emigración son las estadísticas de migraciones del INE,
que semestralmente informa de la población en España y de los flujos de
emigración e inmigración, a partir del Censo de población: los datos que les
dan los Ayuntamientos y el Censo de los que viven en España, los que han venido
y los que han emigrado. Según esta estadística oficial, en 2015 emigraron 61.556 españoles nacidos en España y en el primer semestre de 2016 (último dato publicado) otros
30.290, con lo que podrían haber sido otros 61.000 emigrantes en todo 2016. Siguiendo año a año hacía atrás,
resulta que han emigrado 381.972
españoles nacidos en España durante esta crisis, desde 2008 a 2016. Más del
doble de los 160.459 nuevos españoles
nacidos en España que viven en el extranjero desde 2008, según los Consulados.
Al final, esa cifra, casi 400.000 emigrantes más nacidos en España que se han ido fuera con esta
crisis, parece la más ajustada a la realidad, aunque hay estimaciones
que suben a 700.000 los emigrantes de la
crisis, como un estudio del CSIC de 2013.
En cualquier caso, 400.000 españoles que han tenido que salir
fuera para buscarse la vida
es una
cifra dramática. El perfil de este nuevo emigrante español es una mujer/hombre (casi mitad/mitad), joven (en torno a los 30 años), con estudios superiores y procedente sobre todo de las grandes ciudades (Madrid, Barcelona,
Sevilla y Valencia), según un estudio de Asempleo y el CSIC, que insiste en que estos nuevos emigrantes no
siempre salen porque están parados en España sino también porque tienen “empleos
basura”, precarios y no relacionados con su formación, y no ven perspectivas de futuro aquí. En principio, muchos siguieron la estela de las multinacionales
y exportadores
españoles, pero luego se han ido “más a
la aventura”, buscando empleo sobre
la marcha, lo que ha precarizado su situación, sobre todo
en Europa. Los que más han salido han sido profesionales de la salud (enfermeras),
informáticos, programadores, ingenieros, investigadores y especialistas en
marketing y finanzas, aunque muchos acaban trabajando cuidando niños o de camareros.
Precisamente, estos emigrantes
españoles con empleos precarios están ahora muy preocupados por su futuro, sobre
todo en Reino Unido, por el Brexit, y en EEUU, por la
política migratoria de Trump (se estima que hay 160.000 españoles trabajando en USA sin sus papeles en regla). Tampoco ayuda la corriente xenófoba que crece en toda
Europa, que amenaza con echar a un millón de emigrantes ilegales. Pero la mayoría de los emigrantes
españoles no están pensando en volver, porque saben que aquí hay todavía
mucho paro (4.237.800, el 18,63% de los
españoles en edad de trabajar) y que no van a recibir ayudas, en un país con precios
y alquileres más altos que cuando se fueron. Y en paralelo, no se va a frenar la sangría
migratoria de españoles, sobre todo jóvenes, porque son muy
pesimistas ante el futuro. De hecho, los
jóvenes españoles son los más pesimistas de Occidente sobre su futuro
laboral, según un estudio de Adecco: 4 de cada 10 no creen que encontrarán trabajo en el
primer año tras acabar sus estudios. Y más
del 50% de los jóvenes españoles creen que tendrán que emigrar para trabajar,
según un estudio del Centro Reina Sofía.
Al Gobierno Rajoy
no parece preocuparle mucho que la
emigración española siga creciendo, a pesar de la cacareada “recuperación”. Primero
fue la ministra de Empleo, Fátima
Báñez, la que calificó de “movilidad exterior” la fuga
de jóvenes al extranjero. Y ahora, el ínclito ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, acaba de decir que la emigración de jóvenes es “por inquietud” y “amplitud de miras”… Quizás se comporten así porque la emigración es una “válvula de escape”
de la crisis, 400.000 parados menos que no figuran en las estadísticas y a los que no hay que ayudar. Y encima, envían divisas a España, ayudando a
mejorar la balanza de pagos y la economía (como en tiempos de Franco): los
emigrantes españoles enviaron a España 10.238
millones de dólares (9.750 millones de euros) en 2015, últimos datos del Banco Mundial, con lo que somos ya el
10º país del mundo en recepción de divisas de emigrantes españoles fuera y el
4º de Europa, tras Francia, Alemania y Bélgica.
Diga lo que diga el Gobierno, que 400.000 españoles nacidos
en España, la mayoría jóvenes, hayan emigrado estos años es un drama social y un despilfarro económico, porque la mayoría son
personas muy formadas, donde el país ha
gastado muchos recursos de los que ahora se benefician otros paises. Y que
podrían aquí a conseguir un mayor crecimiento y productividad. Por eso, y
porque ahora van a tener una situación
más difícil fuera, resulta prioritario ayudarles a volver. Urge
pactar un Plan para repatriar a los
emigrantes que quieran volver, con un paquete de medidas eficaces. Por un lado, implantar programas de asesoramiento personalizado en las oficinas de empleo
(SEPE), para canalizarles a un empleo, al estilo de iniciativas privadas como
la web Volvemos, que pretende conectar a los emigrantes que quieren volver con
empresas españolas que puedan contratarlos. Por otro, aprobar incentivos fiscales o de cuotas a las
empresas que contraten emigrantes, sobre todo mayores de 45 años con familia. Y
establecer planes específicos en los
futuros programas de Ciencia (I+D+i) para recuperar investigadores. Además, en paralelo,
habría que ayudarles a conseguir viviendas
con alquileres asequibles, dentro de un parque público hoy inexistente. Y fomentar ayudas a las familias y a la natalidad (incluidas guarderías), para ayudarles a asentarse aquí.
Tener tantos españoles fuera y que sigan
saliendo más cada año es un fracaso como país, diga el Gobierno lo que diga. Por eso, si queremos promover una recuperación
estable y duradera de la economía, tenemos que contar con estos españoles que viven fuera y quieren volver, porque
pueden aportar mucho, a las empresas, a la innovación, al consumo, a la
recaudación fiscal, al pago de las pensiones y al país en su conjunto. No hay
que verlos como nuevos competidores por un empleo escaso, sino como españoles
que tienen los mismos derechos que los parados de aquí. Hay que darles una oportunidad.
Que vuelvan.
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