Desde el 17 de
diciembre, la Justicia es sólo
gratuita para los pobres y el resto tiene que pagar por pleitear, entre
100 y 350 euros para empezar, subiendo luego (según los recursos) hasta pagar 2.300
euros, más un porcentaje sobre lo reclamado. Este “tasazo” ha provocado duras críticas del mundo judicial, desde jueces y fiscales a abogados, mientras el
Gobierno argumenta que servirá para reducir
el exceso de litigios (y recaudar
306 millones de euros). También ultima privatizar una parte de la Justicia,
el Registro Civil, matrimonios y
divorcios, que en 2014 llevarán los registradores
y notarios (cobrando). Y estudia reducir los partidos judiciales a la mitad,
concentrando juzgados. O sea, una justicia más cara y más lejos. Pero no más ágil: los juzgados siguen atascados, con poco personal y un 17,4 % menos de
Presupuesto que en 2010. Un colapso que perjudica a la economía y los
ciudadanos.
enrique ortega |
Ahora, al pensar en poner
un pleito laboral, civil o contra la Administración, antes hay que echar
cuentas de lo que va a costarnos: a la minuta del abogado y procurador
(más perito, documentos y aranceles), hay que sumar el pago de las tasas
judiciales, que antes sólo pagaban bancos y grandes empresas (desde
2002). Las tasas se pagan por cualquier demanda
civil (pleitos entre particulares y contra empresas), contra la
Administración (contencioso) y demandas laborales
(cuando se recurre), no en pleitos penales. La tasa
tiene una parte fija, cuyo importe se
ha duplicado: oscila
entre 100 y 1.200 euros según el pleito y las veces que se recurra: 200 euros
una multa de tráfico, 300 un divorcio, 100-1.200 por una deuda, 500-700 por recurrir
un despido… Y luego hay una tasa variable añadida, por la que se
paga un 0,5% del valor de los bienes que
se reclaman.
Al final, una demanda
civil (300€), con recurso de apelación (800 €) y casación (1.200 €) sale
ahora por 2.300 euros de tasas, más
la parte variable y los gastos de letrado y procurador. Y hay que pagar antes para seguir pleiteando. Unas tasas que todo
el mundo judicial, incluido el Fiscal
general del Estado y el CGPJ,
consideran excesivas, ya que a la
víctima de una presunta negligencia
médica, por ejemplo, puede acabar costándole el pleito 11.300
euros. De hecho, las asociaciones de consumidores
denuncian que los más beneficiados son
los bancos, aseguradoras y grandes empresas (eléctricas, telecos…), que van
a tener ahora menos demandas de clientes, por su alto coste. Y también habrá
menos demandas laborales (sobre todo
reclamaciones de cantidad), se quejan los sindicatos.
El Gobierno
justifica el tasazo en que servirá para reducir el exceso
de litigios: más de 9 millones en España, frente a 4 millones en
Francia o 7,5 millones en Italia. Y cree que se evitará el abuso de los que pleitean sólo para ganar tiempo: el
75% de los recursos los pierde el recurrente y el 80% de los casos que llegan
al Supremo. También sugieren que si en España hay más pleitos es porque tenemos
el
doble de abogados que en Europa (125.208 abogados: 272 por 10.000
habitantes, frente a 127 en la UE). Además de “frenar el abuso” de los
tribunales, argumentan, las tasas recaudarán 306 millones de euros (un 20% del
Presupuesto del Ministerio) para financiar la justicia
gratuita de los más pobres, las familias con ingresos brutos inferiores
a 15.000 euros (los mileuristas).
A estas nuevas tasas en toda España hay que sumar las tasas judiciales que se cobran en
Cataluña desde mayo de 2011 y que el Tribunal Constitucional ha suspendido esta semana, tras el recurso presentado por el Gobierno en diciembre: se
pagaban entre 60 y 120 euros por pleitos civiles y entre 90 y 120 € en
lo contencioso, tasas por las que la Generalitat recaudaba 25 millones anuales.
Pero la Justicia no
se ha encarecido ahora. El octubre de 2011 entró en vigor la Ley
de Medidas de Agilidad Procesal, pactada entre PSOE y PP, con dos
cambios importantes. Uno, limitar las
apelaciones: no se pueden recurrir las sentencias de menos de 6.000 euros
ni ir al Contencioso o al Supremo para
cuantías inferiores a 800.000 euros. Lo que algunos abogados critican
como “dejar la justicia para los ricos”. Otro cambio: ahora paga
las costas del juicio quien lo pierde (antes lo decidía el juez) y se amplía
el pago de costas al contencioso administrativo. Esto ya está retrayendo a los
particulares a presentar menos recursos,
sobre todo contra la Administración, que gana tres de cada cuatro pleitos. O
sea, estamos más indefensos, salvo que nos arriesguemos a pagar si perdemos.
Cara al futuro, se anuncia una privatización de parte de la Justicia, los servicios que prestan las 8.700 oficinas del Registro Civil: nacimientos, defunciones, matrimonios, divorcios,
cambio de apellidos, nacionalidades (1,4 millones de trámites al año). Gallardón se lo ha
ofrecido a los 1.000 Registradores
de la Propiedad, que prestarían este servicio en 2014: gratis sólo el
registro de nacimientos y defunciones y cobrando el resto, con tarifas de 20 a
40 euros. En paralelo, también “pillarán” los 3.000 notarios, a los que el Gobierno permitirá
realizar matrimonios civiles (hay
100.000 al año), separaciones
de mutuo acuerdo (70.000) y otras tareas
que ahora hacen los jueces (declaraciones de herederos, adopciones, conflictos
de lindes, convocatoria de Juntas…). Cobrándonos ,claro, por estos servicios.
Además de más cara, a
muchos la Justicia les va a quedar más lejos, porque en 2013 debe aprobarse
la nueva
reordenación judicial, que reducirá a la mitad los partidos judiciales (de 431 a 199), lo
que supondrá cerrar
y concentrar juzgados: si
antes había 50.000 habitantes por demarcación (y 15 kilómetros) ahora habrá
100.000 (y una hora de viaje). Como antes pasó con escuelas, ambulatorios o trenes,
ahora habrá pueblos que se quedarán sin
Juzgado.
Al final, una justicia más cara y más lejana,
pero no mejor: siguen los atascos, con 3
millones de litigios sin resolver al final de cada año y una larga lista de espera para las sentencias: 8,6 meses en pleitos
civiles, de 8-10 meses en penal, 9,6 meses en lo social, 12,9 meses en lo contencioso
y 25,9 meses en Tribunales superiores. Un
caos (3.177
casos al año por Juzgado en Madrid), agravado por la crisis económica, según
el CGPJ: desde 2007 hay un millón de pleitos más al año, sobre todo pleitos civiles (+54%, por dispararse concursos de acreedores, monitorios y ejecuciones hipotecarias) y pleitos laborales
(+50%, sobre todo por despidos, que se han duplicado).
Más trabajo y pocos
recursos: faltan jueces (hay 5.171, 10,2 por 10.000 habitantes, frente a 21,3 en
Europa), falta personal (un 20% interino, ahora en peligro), faltan medios y Juzgados (sólo en Madrid,
el TSJM pide 39 juzgados y 32 jueces)
y falta tecnología (hay 10
aplicaciones informáticas diferentes e incompatibles), imposibilitando la
justicia electrónica sin papeles (e-expediente).
Y sobre todo, faltan
recursos: el Presupuesto de
Justicia (Estado central más 12 autonomías
con competencias) ha caído 500 millones, un 17,4% desde 2010.
En conclusión, la Justicia sigue siendo un servicio
público caótico, suspendido por los usuarios
y ahora más caro. Hace falta dedicar más
recursos a la Justicia (como a Sanidad
y Educación), poner orden y gastarlos mejor, agilizando procesos no poniendo un filtro con tasas a las clases
medias. Es urgente poner en marcha un
Pacto de Estado por la Justicia, tantas veces reclamado, quitando privilegios y ganando eficacia y
agilidad, para que poner un pleito no sea
un drama costoso y eterno sino un derecho accesible y eficaz. Justicia para todos.
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