El recorte del gasto público no sólo se da en funcionarios, pensiones, sanidad, educación o desempleo. Una parte importante es la caída de la inversión pública en infraestructuras. Este año, el Presupuesto ya dio un primer tijeretazo de 6.600 millones en carreteras, ferrocarriles, puertos y obras hidráulicas. Pero al final, se están frenando las obras y se va a gastar sólo dos tercios de lo previsto. Con este segundo recorte, España asiste a la mayor paralización de obra civil en 40 años. Cara al Presupuesto 2012, se teme un nuevo recorte de la obra pública. El ministro Blanco ya ha propuesto cobrar la euroviñeta a los camiones y los constructores piden subir los carburantes. Hay que salvar del ajuste las infraestructuras básicas, no los AVE sin viajeros, las autopistas sin coches o los aeropuertos sin aviones.
Ilustración: Enrique Ortega
España vivió en las últimas décadas una burbuja de infraestructuras, con la ayuda de los fondos europeos. Sólo entre 2004 y 2008, la inversión pública en infraestructuras creció un 45%, el doble que en la zona euro. Pero llegó la crisis y con ella los recortes, centrados también en las infraestructuras: un -19% en 2010 y un - 31% para 2011, año en que se preveía gastar 14.639 millones (con un tijeretazo de gasto de 6.600 millones). Pero al final, el recorte será mayor, ya que el ministro Blanco ha reconocido que sólo se van a licitar obras por 10.000 millones de euros, dos tercios de lo presupuestado.En abril de 2010, el ministro Blanco anunció a bombo y platillo un Plan Extraordinario de Infraestructuras (PEI), para compensar los recortes del Presupuesto: se trataba de realizar 28 obras (19 ferroviarias y 9 de carreteras) entre 2010 y 2011, para crear 400.000 empleos, con una inversión de 17.000 millones, que en parte se haría con fondos y créditos privados y que se pagarían a partir de 2014, para recortar ahora el déficit. Los constructores estaban eufóricos. La realidad es que, a junio, de los 28 proyectos sólo se han licitado 4 (todos ferroviarios) y sólo se ha adjudicado uno. Con ello, la estimación de Fomento es que la inversión del PEI se quedará en 5.000 millones, el 70% de lo previsto.
No sale el Plan de Infraestructuras, ni otras obras públicas, porque Hacienda está mirando con lupa los proyectos y frenando las inversiones, para recortar el déficit público. Y lo mismo están haciendo autonomías y Ayuntamientos, que han reducido a la mitad su obra pública. El resultado es que la licitación de obra civil ha sido, hasta mayo, de sólo 752 millones de euros, un 77% menos que en 2010, un año en que la obra pública cayó en 12.500 millones, con la pérdida de 237.000 empleos, según la CNC. Y se estima que entre 2010 y 2014, el recorte de inversión de obra pública será de 45.000 millones de euros. Las empresas, que se ven forzadas a buscar obras por todo el mundo, ya han dado la voz de alarma: es la mayor caída de la inversión pública en 40 años y el mayor lastre para salir de la crisis y crear empleo.
El problema no es sólo que no se hagan infraestructuras. Lo grave es que apenas se invierte en obras hidráulicas, mercancías, puertos y obras medioambientales y el poco dinero que se gasta va a autovías (no a conservación de carreteras) y al ferrocarril, especialmente al AVE. Así, de las 4 obras licitadas en el PEI, la inversión importante (3.500 millones) son los primeros tramos del AVE a Galicia (10.000 millones para llegar en tres horas en 2015), que permitirán inaugurar el tramo Orense-Santiago-A Coruña, a 250 por hora, en diciembre, una obra en la que el ministro Blanco (gallego) ha comprometido su prestigio político. Un AVE costoso y que tendrá poco tráfico, como el previsto para Extremadura (ahora más problemático al suprimirse el AVE portugués), que se suman al AVE a Valencia (1 millón de viajeros en seis meses cuando se preveían 3,6 millones al año) y a la supresión de la línea Toledo-Albacete, por llevar 8 pasajeros al día (costaba 2.000 € diarios por pasajero). Todo ello debería abrir un debate sobre si es el momento de seguir invirtiendo en AVE: España es el país europeo con más kilómetros de alta velocidad y menos viajeros transportados, tras una inversión de 30.000 millones (el doble que en aeropuertos, con sólo el 10% de pasajeros).
Cara a 2012, todo apunta a que habrá un nuevo recorte de la inversión en infraestructuras, ya que el Gobierno acaba de recortar de nuevo el techo de gasto (-3,8%) y dado que, al ser un año electoral, se buscará recortar menos los gastos sociales. Pero sería grave volver a dar otro tijeretazo a la obra pública, que podría servir para reanimar la inversión y el empleo, además de mejorar la productividad de la economía. Pero para eso, hace falta ser selectivos e invertir en infraestructuras necesarias y que aporten más valor añadido: fomento mercancías, corredor mediterráneo Almería Port-Bou, cercanías, obras hidráulicas, rondas y circunvalaciones, obras medioambientales, mantenimiento de carreteras…Menos AVES y más pantanos (para que no haya restricciones de agua en verano) o depuradoras (para miles de pueblos que no las tienen).
Un debate que habría que hacer sin demagogia y sin presiones políticas y locales, a pesar de las elecciones 2012. El ministro de Fomento cree que "no es posible mantener y completar la red de infraestructuras sin tocar los impuestos" y va a proponer a las autonomías implantar la euroviñeta a los camiones en las autovías. Y las constructoras ya han pedido subir 5 céntimos los carburantes para mantener las carreteras. Hace falta otro Pacto, de las infraestructuras, para decidir gastar más, en qué y cómo financiarlo, para hacer obras que nos ayuden a salir de la crisis.
Un debate que habría que hacer sin demagogia y sin presiones políticas y locales, a pesar de las elecciones 2012. El ministro de Fomento cree que "no es posible mantener y completar la red de infraestructuras sin tocar los impuestos" y va a proponer a las autonomías implantar la euroviñeta a los camiones en las autovías. Y las constructoras ya han pedido subir 5 céntimos los carburantes para mantener las carreteras. Hace falta otro Pacto, de las infraestructuras, para decidir gastar más, en qué y cómo financiarlo, para hacer obras que nos ayuden a salir de la crisis.
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