Enrique Ortega |
Para comprender lo que ha cambiado en el recibo de la luz el 1 de junio, recordemos que nuestro recibo tiene 3 partes, según explica este resumen de la Comisión de la Competencia (CNMC). Una parte es el coste de la luz en el mercado mayorista, que supone el 33% del recibo. El segundo componente son los impuestos (5,113% del impuesto especial sobre la potencia y el consumo y el 21% del IVA sobre la factura total), que suponen el 19% del recibo de la luz. Y el tercer componente, que supone el 48% restante del recibo, son los precios regulados: un 21% son los peajes (pagos por el transporte y la comercialización de la luz), regulados ahora por un organismo independiente, la Comisión de la Competencia (CNMC) y otro 27% son los cargos fijados por el Gobierno (unos costes que pagamos para financiar a las renovables, para pagar el extracoste de producir luz para Baleares y Canarias, la anualidad que se paga para financiar el déficit eléctrico de años anteriores y para mantener la CNMC). Todo esto es lo que pagamos con nuestro recibo cada mes.
Ahora, lo que cambia es esta tercera parte del recibo (48%), los precios regulados. Tanto los peajes como los cargos los paga cada consumidor según la potencia que tiene contratada y lo que consume cada mes. Ahora, el cambio es que el precio regulado de la luz varía según la hora del día en que se consume, con tres franjas horarias: horas valle, las más baratas (12 noche a 8 de la mañana y todos los sábados, domingos y festivos), horas punta, las más caras (lunes a viernes de 10 a 14 horas y de 18 a 22 horas) y el resto del día son horas llanas, con un precio intermedio. El 1 de junio, el primer día en implantarse el nuevo sistema, el precio máximo de la luz en horas punta fue de 24,808 céntimos el kilovatio y el precio mínimo en horas valle fue la mitad, 11,484 céntimos el kilovatio. Las pymes e industrias también tienen distintos precios según horas, días y meses.
Con estas tarifas diferentes según la hora del día, el Gobierno busca que consumidores y empresas consuman más luz en horas valle y menos en horas punta (mañanas y tarde-noche), que obligan a tener centrales de refuerzo (térmicas de gas y fuel) para cubrir los picos de demanda. Y también, fomentar el ahorro de energía, ahora que sabemos que los kilowatios gastados en algunas horas son más caros. Su propuesta es que cambiemos los hábitos de consumo, que empecemos a poner la lavadora o el lavavajillas por la noche y a planchar y cocinar más los fines de semana, algo difícil de acostumbrarse. De hecho, la primera noche del nuevo sistema, apenas subió la demanda nocturna de luz. Con todo, la rebaja por la discriminación horaria a los 19 millones de consumidores que no la tenían será pequeña: bajará el recibo una media del -3,4%, según el Gobierno. Y a los 10 millones de consumidores que ya tenían contratada discriminación horaria, les subirá el recibo, unos 24 euros al año, porque antes tenían 13 horas valle y ahora tendrán sólo 8 horas.
Hay otro cambio del que se ha hablado menos: el nuevo sistema permite también cambiar la potencia que tenemos contratada, pudiendo contratar ahora 2 potencias distintas, una potencia más baja durante el día (si ponemos menos electrodomésticos) y otra potencia más alta para las horas valle (para la noche, sábados y domingo), para poder poner más electrodomésticos y sobre todo para cargar los coches eléctricos. Con este cambio de potencia, el consumidor sí puede lograr un mayor ahorro en su factura, hasta un 7,5%, según el Gobierno, sobre todo los que carguen en casa el coche eléctrico (pueden ahorrarse hasta 300 euros al año aumentando su potencia nocturna y bajando la diurna). Para saber si compensa cambiar la potencia (sin riesgo de que salten los plomos), las eléctricas están obligadas a mandarnos ahora información de los picos de potencia que hemos tenido en el último año, para ver cuánto margen de cambio tenemos (de día y de noche). Y a partir de ahí, tenemos 1 año para cambiar nuestra potencia y podemos hacerlo hasta 2 veces, para ajustarla.
Ahora, los 10.702.503 consumidores de electricidad que estamos en el mercado regulado (PVPC, precio voluntario para el pequeño consumidor) no tenemos que hacer nada para adaptarnos al nuevo sistema: la eléctrica nos facturará según nuestra potencia y la hora del día que hayamos usado la luz, con lo que podríamos ahorrar algo si miramos el reloj (salvo 1,1 millones de clientes PVPC que ya tenían discriminación horaria y que ahora van a pagar algo más). Y cuando recibamos la información sobre la potencia que usamos realmente, podremos decidir si nos compensa bajar la potencia diurna y subir la nocturna, para ahorrar algo más. En el caso de los 16.125.719 consumidores eléctricos que están el “mercado libre” tienen que esperar ahora a que su compañía les adapte el contrato y les diga cómo les va a cobrar en el futuro (salvo los 8,9 millones que ya tenían discriminación horaria y a los que ahora les subirá el recibo, porque tienen menos horas bonificadas).
Y un consejo: habrá eléctricas que aprovechen para vendernos “pasar al mercado libre”, salir del mercado regulado (PVPC), argumentando que "es más barato”. Falso. Lo era antes y lo será más ahora, aunque más de 16 millones de consumidores hayan cambiado estos años. A mediados de 2020, el gasto medio de un cliente en el mercado regulado era de 40,5 euros y en el mercado “libre” era de 56,30 euros mensuales, un 40% más caro (homologando consumo y potencias), según las estadísticas de la CNMC. Por eso quieren que cambiemos.
Hasta aquí los cambios en la parte regulada de nuestro recibo de la luz (el 48% de lo que pagamos), donde vamos a poder ahorrar poco (si cambiamos la potencia, algo más), sobre todo los pequeños consumidores, según critican la OCU y Facua. Pero lo que más preocupa ahora es la fuerte subida del precio de la luz en el mercado mayorista de la electricidad, que afecta a un 33% de nuestro recibo. Ese precio mayorista de la luz, que se negocia cada día en el mercado OMIE (como “la Bolsa de la luz”) lleva subiendo todo este año 2021, después de que en 2020 alcanzara el precio más bajo (33,96 euros/MWh) desde 2004, por la caída de demanda durante la pandemia. Con la tormenta Filomena, el precio mayorista rozó en enero los 100 euros y aunque luego bajó, ha seguido muy alto, cerrando mayo en 67,12 euros/MWh, el precio más caro desde septiembre de 2018 (71 euros/MWh). Y el lunes 31 de mayo seguía en 88 euros/MWh, un precio que no se veía desde la gran nevada de enero.
Estos elevados precios de la luz en origen se han trasladado ya a nuestros recibos (recordemos: suponen el 33% de la factura final), que subieron en enero (+16,5%), marzo (+14%), abril (+15%) y mayo (+0,8%), bajando sólo en febrero (-26%). Y con ello, un recibo medio de la luz, de una familia con 2 hijos que tiene 4,4 kwh de potencia y consume 3.900 kw al año, ha pasado de 62,23 euros que pagaban en diciembre de 2020 a 74,89 euros que pagarán en mayo de 2021, un 20,34% más, según el simulador de la CNMC. Y el recibo ha subido un +44% sobre mayo de 2020. El problema es que la luz en origen seguirá subiendo este verano (y nuestro recibo), por el mayor consumo y las menores lluvias. De hecho, la previsión del mercado de futuros es que el precio medio de todo 2021 sea 68 euros/MWh, más del doble que el precio medio de 2020 (33,96 €).
¿Por qué sube tanto la luz en el mercado mayorista? Las dos razones que se dan es que el aumento del consumo ha obligado a que funcionen más horas las centrales de gas y eso ha disparado el precio del gas natural en el mercado internacional, encareciendo el coste de la luz. Y además, el mayor uso de las centrales de gas ha aumentado los precios de los derechos de CO2, que han de pagar estas centrales (y las de fuel y carbón) por contaminar: el precio de estos derechos ha pasado de 5,97 euros/Tm en mayo de 2016 a 56,65 euros/TM en mayo de 2021. Una tasa que las eléctricas cargan al precio mayorista. Pero estos dos factores afectan a la generación de electricidad en toda Europa y sin embargo el precio mayorista de la luz en España (67,12 euros/MWh en mayo) es un 27,8% más alto que en Alemania, según la consultora Aege.
Y eso, ¿por qué? La luz en el mercado mayorista es más cara en España, según los expertos, porque es un mercado “poco transparente” (lo controlan de hecho las eléctricas, que son “juez y parte”), muy “volátil” (con muchos altibajos de precios, más que en Europa) y promueve el fraude, como ha detectado en varias ocasiones la Comisión de la Competencia (CNMC), que ha multado ya a todas las eléctricas por “manipular la oferta y los precios”, poniendo en funcionamiento y quitando centrales para subir precios en el mercado mayorista, malas prácticas que les han costado varias multas de la CNMC.
Como telón de fondo está el sistema que fija los precios en el mercado eléctrico, en Europa y en España desde la Ley eléctrica aprobada por Aznar en 1997, un sistema “de locos”: cada empresa aporta su electricidad al mercado, empezando por las más baratas (hidroeléctricas, nucleares y renovables) y siguiendo con las más caras (carbón, fuel o gas). Y al final, el precio que se fija cada día es el del kilowatio más caro. Lo normal es que cuando falta energía (por más demanda o por falta de lluvia o viento), la demanda final se cubra con centrales de carbón, fuel o gas, que producen a 60 euros/MWh Y ese es el precio que se les paga también a las centrales hidroeléctricas (a las que les cuesta 10 euros el MWh) y a las nucleares (a las que les cuesta 22 euros), centrales ambas que ya están amortizadas (tras 90 o 40 años de vida). Es como si compráramos carne picada hecha con pollo, cerdo, ternera y chuletón y nos la cobrarán toda a precio de chuletón…
Este sistema de fijación de precios (“marginalista”) busca compensar a las eléctricas por tener centrales de reserva con poco uso (de gas y fuel) para garantizar el suministro. Pero implica que los consumidores pagamos un extracoste por la luz en origen, estimado en unos 2.000 millones extras al año desde 2006 (hemos pagado 28.000 millones de extracoste en nuestros recibos), según estima la profesora Natalia Fabra.
Este extracoste se refiere sólo a la primera parte de nuestro recibo, ese 33% que viene del coste de la luz en el mercado mayorista. Pero también pagamos de más en las otras dos partes del recibo. En la parte regulada (el 48%), pagamos “extracostes” en el transporte de la electricidad (a Red Eléctrica, un monopolio estatal), en el margen de las comercializadoras (hay poca competencia y las eléctricas se reparten los mercados: Iberdrola, Endesa y Naturgy controlan el 75,9% del mercado libre) y en los numerosos costes regulados que el Gobierno de turno nos carga en el recibo: ayudas a renovables y residuos, compensación por el parón nuclear, amortización deuda eléctrica acumulada, compensación a Endesa por la luz que produce en Baleares y Canarias, ayudas a grandes industrias consumidoras…
Y todavía hay un extracoste más en la tercera parte del recibo, los impuestos (19% de la factura de la luz): somos el tercer país de Europa con más peso de los impuestos (impuesto especial más IVA) en el precio final de la luz a los consumidores domésticos: un 47,38% frente al 66,4% en Dinamarca y el 53% en Alemania, por encima del peso de los impuestos en el precio final de la luz en la UE-27 (40%), Portugal (48%), Italia (39%) y Francia (34,3%). Y somos el 5º país con el IVA de la luz más alto (21%), sólo por detrás de Dinamarca y Suecia (25%), Finlandia (24%) y Portugal (23%), según Eurostat. Y en el caso de las empresas y consumidores no domésticos, somos el 6º país con más peso de los impuestos (28%), detrás de Alemania (52%), Holanda (50,5%), Italia (43%), Bélgica y Portugal, aunque por debajo del peso de los impuestos en la UE-27 (36%).
Ahora ya sabemos por qué pagamos la luz más cara que en Europa: los “extracostes” en la generación de electricidad, en los costes regulados y en los impuestos. La última estadística de Eurostat, con los precios de la luz en el 2º semestre de 2020, lo deja claro: España es el 5º país con la luz más cara para los consumidores domésticos: 0,2298 euros/kwh, sólo por detrás de Alemania (0,3006), Dinamarca (0,2819), Bélgica (0,2702) e Irlanda (0,2298) y un 7,68% más cara que la media UE-27 (0,2134 euros/kwh) y un 17,36% más cara que en Francia (0,1958 euros/kwh) y más cara que en Italia (0,2167 €) y que en Portugal (0,2133 €). Y para la industria y los consumidores no domésticos, la luz en España es la 7ª más cara de Europa (0,1422 euros/kwh), más barata que en Alemania (0,2181), Italia (0.1753) o Bélgica (0,1426) y que la media UE-27 (0,1422), pero más cara que en Portugal (0,1354), Grecia (0,1120) o Francia (0,1142€/kwh), según Eurostat.
Ahora, al haberse disparado el precio mayorista de la luz, el Gobierno ha reaccionado con dos medidas extraordinarias, aprobadas el martes 1 de junio. La primera, recortar parte del extracoste que pagamos a las centrales hidroeléctricas y nucleares, “la parte más escandalosa”. Estos dos tipos de centrales se benefician de que las demás centrales (carbón, gas y fuel) carguen en los costes de producción de la luz el pago de los derechos de CO2, que ellos no emiten. Son los llamados “beneficios llovidos del cielo”: cargan unos costes (derechos de CO2) que no tienen. Y son nada menos que 1.000 millones al año, que llevan cobrando injustificadamente desde 2005 (multipliquen: les hemos pagado 15.000 millones de más, sin justificación alguna). Ahora, al quitarles este “regalo”, el Gobierno cree que podría rebajar nuestra factura entre un -4 y un -5%. Pero será en 2022, porque antes debe aprobarse la medida en el Congreso y que no reclamen en los Tribunales (piensan hacerlo).
La otra medida de choque aprobada por el Gobierno ha sido crear un Fondo para trasvasarle en 5 años el coste de las ayudas a las energías renovables, la cogeneración y los residuos, unos 7.000 millones al año que ahora nos cargan en el recibo (el 16% de lo que pagamos). Este Fondo se financiará con aportaciones de las empresas petroleras (un 43,7% lo pagarán Repsol, Cepsa y BP), las empresas de gas (24,8%) y las compañías eléctricas (31,5%), junto a los ingresos por impuestos verdes, subastas de CO2 y Fondos UE. El Gobierno estima que este Fondo permitirá abaratar el recibo de la luz otro 10% en 5 años, no ahora (que es cuando hace falta). Y eso, si las empresas afectadas no recurren y lo ganan en los Tribunales. Además, corremos el riesgo de que petroleras, gasistas y eléctricas nos repercutan a los consumidores el coste de este Fondo al echar carburante, comprar gas o consumir luz.
Al final, pagar la luz por horas es una medida positiva, pero con poco efecto en el recibo. Y quitar extracostes a las centrales hidroeléctricas o nucleares o trasvasar las ayudas a las renovables a otros tardarán tiempo en rebajar el recibo, hasta 2022 y 2026. Y mientras, la factura sube mes a mes. El problema de fondo sigue siendo que pagamos costes de más. Habría que hacer una auditoría de costes y pagar la luz por lo que cuesta producirla, pagando la media de impuestos de Europa. Luz y taquígrafos. Que las eléctricas no tengan unos beneficios extras (superiores a otras eléctricas europeas) a costa de nuestro recibo. Y que Hacienda ingrese más por otras vías, no por nuestro recibo. Son medidas de mucho calado, que exigen un Gobierno fuerte y con apoyos. Sánchez va a tener difícil ordenar de verdad el mercado eléctrico. Nadie lo ha conseguido en 44 años de democracia.
Atinado y muy bien documentado análisis. La fijación de precios del recibo es, en verdad, una locura. ¿Merece la pena hacer vida nocturna para ahorrar un puñado de euros en all luz?
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