Los sueldos han
empezado a subir, tras estar tres años congelados o bajando. Pero suben muy poco: un 0,74% en 2015. Y
para 2016, se espera que suban poco
más del 1%. Además, aumentan las diferencias entre el sueldo de la mayoría y los
directivos, que ya ganan 104 veces más, lo que ha reducido la parte de los
trabajadores en el reparto de la renta nacional. Y sobre todo, los sueldos españoles se alejan más de
Europa: ganamos un 28% menos que un
europeo y un 36% menos que un alemán. Y uno de cada tres trabajadores
españoles son mileuristas. Un panorama injusto que además supone un
obstáculo muy serio para la recuperación de la economía y el empleo:
si no suben más los salarios, no crecerá lo suficiente el consumo y habrá menos
crecimiento y empleo. No se puede competir
tirando salarios, siendo la China de
Europa. Las empresas que puedan, deben pagar mejor. Para así salir antes de la
crisis.
enrique ortega |
Los sueldos de los españoles subieron entre 2007
y 2009, como si no hubiera crisis y las empresas reaccionaron con
despidos (3 millones). En 2010,
los sindicatos pactaron moderación
salarial y los sueldos apenas crecieron ese año y en 2011. En 2012 hubo otro pacto salarial y el
Gobierno Rajoy aprobó unilateralmente una reforma laboral que forzó la caída
y congelación de salarios, al menos hasta 2014, con una rebaja media de sueldos del
15%. Y en 2015, los sueldos
empezaron a subir, aunque tímidamente: la subida media pactada en los convenios fue del 0,74%, según datos del Ministerio de Empleo. Un aumento que está por debajo del tope de subida del 1%, pactado
en junio por sindicatos y patronal. Ahora, para 2016, el pacto fija una subida máxima del 1,5%, pero la
propia patronal cree que la subida salarial de este año estará más cerca del 1% que del 1,5%. Y más con la economía creciendo menos.
Con todo, estas son las
subidas en convenio, la mayoría
para trabajadores con antigüedad y contratos estables. Pero una gran parte de
los empleos creados en 2014, 2015 y 2016 son empleos precarios, temporales y
por horas, con sueldos de entrada mucho más bajos
y la mayoría al margen de los grandes convenios. Por eso, los expertos creen
que el salario medio ha seguido
cayendo en 2015 y seguirá cayendo hasta 2017.
No es sólo que los sueldos suban poco sino que suben menos que en Europa, con lo que aumenta la brecha con
los salarios europeos. De hecho, España es el 7º país europeo donde menos
subieron los salarios en 2015 (+0,3%),
muy por debajo de la media europea
(+2%) y de los países euro (+1,5%) y sólo por delante de Noruega (-5,1%), Chipre
(-1%), Italia (-0,5%), Bélgica, Luxemburgo y Suecia (los tres, +0,1%), según
los últimos datos de Eurostat. Con ello, los
trabajadores españoles ganan una cuarta parte o menos que la mayoría de
europeos. Así, el pago por hora trabajada fue de 15,8 euros en España (2015), frente a 19 euros en Europa (UE-28), 21,8 euros en la zona euro (UE-19), 20
en Italia, 22 en Reino Unido, 24 en Francia, 25 en Alemania y 35,6 euros por hora en Dinamarca. O sea, que ganamos un 28% menos que un trabajador de la
zona euro, un 36% menos que un alemán y menos de la mitad que un danés. Y
esa distancia salarial es hoy mayor que en 2008, que antes de la crisis.
Y no sólo eso. Las empresas
españolas también tienen una mano de
obra más barata que las demás empresas europeas, si a los sueldos
anteriores sumamos el coste de cotizaciones e impuestos más otros cargos no
salariales. Así, el coste por hora trabajada en España fue de 21,2 euros en 2015, por
debajo de los 25 euros en Europa (UE-28), de los 29,5 euros en la zona euro
(UE-19) o de los 32,2 euros por hora de costes laborales en Alemania, los 35,9
euros en Francia, los 28,1 de Italia, los 25,7 de Reino Unido o los 51,2 euros
de Noruega. Así que nuestras empresas tienen
“un colchón” de menos costes laborales para competir.
Entre tanta cifra, ¿qué
sueldos tenemos en España? Pues la radiografía salarial del INE, con datos de la EPA 2015, es muy reveladora: el
salario medio bruto (2014) era de 1.881,30
euros al mes. Y el sueldo más
habitual, el que cobran más trabajadores, es de 1.602,5 euros el mes brutos (“limpios”,
descontando cotizaciones y quitando efecto extras, se quedaría en unos 1.280 euros netos mensuales). Pero son sueldos medios. Las mujeres y los jóvenes ganan un 24% menos. Y lo mismo los que tienen contratos temporales
(15.433 euros de sueldo frente a 24.333 euros los fijos) o por horas. Y hay muchísimas desigualdades según el sector
donde se trabaje (52.827 euros brutos anuales en las eléctricas frente a 13.851
euros en la hostelería), el puesto
(51.594 los directivos frente a 15.240 una cuidadora), la nacionalidad (23.181 euros los españoles frente a 13.727 euros
los emigrantes) o la zona donde se
trabaje (26.915 euros de sueldo medio en el País Vasco frente a 19.129 en
Extremadura).
Al final, el resultado es que un 30% de los trabajadores ganan menos de 1.221 euros brutos al
mes, según las estadísticas del INE. Eso significa que casi un
tercio de todos los trabajadores, unos 4,5 millones, son mileuristas: ganan menos de 1.000 euros netos al mes. Y hay otro 30% que
gana más de 2.173,5 euros brutos al mes, casi el doble. Además, una buena parte
de estos mileuristas son considerados “trabajadores
pobres”, porque no llegan a ganar el 60% de la media de los españoles (961
euros brutos). Por ello, España tiene un 22,2% de trabajadores pobres,
según datos de la OIT: serían 3.215.226 españoles que tienen trabajo pero a los que se considera “pobres”. Y tenemos el mayor porcentaje de trabajadores pobres de Europa, sólo detrás de
Rumanía y Grecia.
No es solo que los salarios españoles sean bajos y en buena
parte mileuristas. Es que además, con la
crisis se han agravado las desigualdades de sueldos, porque han caído más o se
han congelado los sueldos bajos, mientras crecían los altos. Así, entre 2009 y 2015, los sueldos de los empleados normales cayeron un
1,1% mientras los de los directivos
subían un 6,8%, según un estudio de ICSA. Y siguen ganando 3,5 veces
más. Pero la brecha salarial con los grandes
ejecutivos de las empresas del IBEX se ha agravado mucho más: su sueldo
creció un 80% en 2014 (último dato disponible) y su sueldo es ya 104 veces mayor que el de sus empleados, según un estudio de El País. Y en 2014 hubo 119
banqueros españoles que ganaron más de 1 millón de euros, según la autoridad bancaria europea (EBA). Eso sí, esa misma banca con sueldos millonarios acaba de pactar con los sindicatos un contrato para los nuevos empleados de 18.000 euros brutos el primer año (1.000 euros netos al mes).
Este panorama de salarios
muy bajos, estancados y desiguales choca con una realidad: la mayoría de
las empresas españolas están mejor,
venden más y tienen beneficios. Las empresas tocaron fondo en 2012, recuperaron ventas y beneficios en 2013 (aumentaron un 63,9%, según
el Banco de España), en 2014 (las empresas cotizadas
aumentaron sus beneficios un 64%) y también en 2015 la mayoría, aunque las pérdidas de algunas grandes (Repsol,
FCC, Arcelor o Indra) hayan bajado los beneficios de las empresas del Ibex (-23,4%). Y la banca ha ganado un 5,6% más en 2015, mientras los 6 grandes bancos aumentaron sus beneficios un 7,3%. Todo ello se traduce en que los
beneficios empresariales han aumentado su trozo de pastel en el reparto de la renta nacional, a
costa de los salarios: si en 2008 se llevaban el 41,3%, en 2015 era ya el 42,2%, según el INE. Y los salarios
han perdido: del 49,9% de la renta al 47,2%
(el resto del pastel se lo llevan los impuestos, que también han aumentado su "ración" con la crisis,
del 8,8 al 10,6%).
Y no es sólo que los trabajadores
tengan ahora un sueldo bajo y menos
pastel de la renta, es que además, los
impuestos se llevan ahora una parte mayor
de sus ingresos, tras la fuerte subida hecha en 2012 por el Gobierno
Rajoy (y que no han compensado las bajadas electorales de impuestos de 2015 y 2016). Con
ello, España no sólo tiene los sueldos más bajos de Europa sino que es el país nº 13 entre los 34 países dela OCDE que paga más impuestos
por el trabajo. Un asalariado sin
hijos paga entre impuestos y cotizaciones un 39,6% de su salario bruto,
frente a un 35,9% de media en la OCDE. Y un
trabajador casado y con dos hijos paga el 33,8% de su salario bruto, frente
al 26,7% de media en la OCDE.
El resultado de todo esto es que los trabajadores españoles
tienen menos dinero para gastar,
entre la congelación o moderación salarial y los impuestos. Y eso no es sólo injusto sino que es además una enorme hipoteca para la economía,
frena la recuperación. Básicamente
porque los trabajadores son la base del
consumo y el consumo supone el 60%
del crecimiento de la economía: si no se puede gastar más, las empresas no
suben ventas, tienen que tirar precios, ganan y crecen poco y no crean apenas
empleo (o trabajos muy precarios). Así que los salarios de penuria y las subidas salariales mínimas son un mal negocio, para las empresas y para la economía en su conjunto, sobre todo para el empleo. Como decía
Henry Ford: “tengo que subir los sueldos para que mis trabajadores compren
coches”. Fácil de entender.
Pero empresarios y muchos expertos reiteran que la moderación salarial es clave para
competir y exportar. Primero, recordemos que los costes laborales en España son
ya mucho más bajos que en Europa, que hay “un colchón” para poder subir más
los salarios sin que por ello se resienta la competitividad. Y sobre todo,
hay que insistir en que la competitividad no depende sólo de los
salarios. Por un lado, hay otros costes que son tan importantes o más, como la energía (en
España, la luz industrial es un 25% más cara que en Europa), el transporte o los
impuestos. Y por otro, hay factores que
pesan más que los salarios, como la cotización del euro: la moneda europea ha subido ya este año un 3,75% frente al
dólar, lo que ha encarecido en ese porcentaje los productos españoles
(aunque se hayan moderado los salarios). Además, hay que denunciar que muchas empresas, sobre todo las que
operan en sectores monopolísticos
(energía, petróleo, comunicaciones) han
aprovechado la rebaja y moderación de salarios no para bajar precios sino para subir sus márgenes, sus beneficios. Y la mayoría, no ha creado más empleo a
cambio de salarios más bajos.
En definitiva, no es verdad que la moderación salarial
mejore la competitividad y cree empleo. Hay que crecer más y competir con empresas
más eficientes, de mayor tamaño, volcadas a la exportación, más innovadoras y
mejor organizadas, no competir a costa
de “tirar los salarios”, de pagar unos sueldos miserables, de querer ser “la China de Europa”.
Y por eso, ha llegado la hora de subir más los salarios, por encima
del 2% en los sectores y empresas con beneficios. Mal ejemplo acaba de dar la banca española , uno de los sectores con más beneficios (10.389 millones en 2015), pactando con los sindicatos una subida salarial del 1,25% para 2016 y el 1,5% para 2017. Ahora, el próximo Gobierno tendría que marcar un cambio salarial , con dos medidas: una mayor
subida a los funcionarios (más del 1% fijado, a cambio de aumento de
horarios efectivos y mejoras de productividad) y una fuerte subida del salario mínimo, que es una vergüenza en España: está en 655,20 euros (por 14 pagas), el más bajo de toda Europa salvo Grecia,
Portugal, Malta y 10 países del Este. Baste decir que el salario mínimo en
España (757 euros en 12 pagas) es menos de la mitad que el de Reino Unido (1.510 euros), Alemania (1.473) o Francia (1.923) y la
tercera parte que en Luxemburgo (1.923 euros). Y además, el próximo
Gobierno debería propiciar un nuevo
acuerdo patronal-sindicatos para subir más los salarios donde se pueda. Y vigilar con los inspectores de trabajo para suprimir
las horas extras gratis: 3,5 millones
a la semana, equivalentes a 89.150 empleos que se dejan de crear.
Ya basta de moderación salarial, un eufemismo que esconde abusos empresariales y mucha precariedad, demasiados trabajadores pobres. Es
hora de sentar las bases de una “economía decente”, con sueldos dignos a cambio de un trabajo
eficiente. No sólo por justicia, sino también por razones económicas, para
reanimar el consumo, la economía y el empleo. Hay que salir del “círculo vicioso de la austeridad”, también en
los salarios. Solo acarrea desigualdad, penurias y una economía que no
acaba de despegar. Cambien ya.
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