El petróleo sube
algo, pero todavía está casi a mitad de precio que en verano. Sin embargo, la gasolina y el gasóleo han bajado mucho
menos. Una razón es que más de la mitad del precio de los carburantes son impuestos. Pero hay otra razón clave:
las petroleras están subiendo sus márgenes,
lo que cobran por almacenar los carburantes, transportarlos y venderlos en las
gasolineras. En 2015, este margen bruto
fue de 18 céntimos por litro, más que en Europa. Y así, el precio de los carburantes, descontando los impuestos, es mayor en
España. La Comisión de la Competencia
lo acaba de reiterar: la gasolina y el gasóleo no bajan lo que deberían. Y culpan de ello al enorme poder de Repsol, Cepsa y
BP, que no sólo controlan las gasolineras sino también el refino, el almacenamiento,
el transporte y la distribución, imponiendo sus precios. Son como las eléctricas:
un
oligopolio que nos cobra de más. Hasta 1.000 millones al año, 50 euros por automovilista. Piénselo al repostar.
enrique ortega |
El precio del
petróleo lleva 20 meses bajando, a pesar de que haya subido algo en las últimas
semanas, tras un débil acuerdo de algunos productores (Arabia Saudí,
Rusia, Venezuela y Catar) para congelar producciones y hacer subir los precios.
Pero aun así, el crudo está hoy a 36,80 dólares, casi la
mitad de precio que el verano pasado, y ha bajado casi un 44% (desde los 65,52 dólares por barril del 10 de junio de
2015). Y sin embargo, los carburantes han bajado menos de la mitad:
ha bajado un -20% la gasolina y un
-22% el gasóleo, hasta el 29 de febrero. Y eso que, además, ha
ayudando la subida del
euro, un 3,5% frente al dólar hasta mediados de febrero, con lo que el barril de petróleo estaba costando realmente menos al pagarlo en euros (aunque ahora el euro ha vuelto a bajar y cotiza como a finales de 2015).
¿Por qué bajan menos los carburantes que el petróleo? La primera razón es que no es el crudo quien marca los precios de los carburantes sino los precios internacionales de la gasolina y el gasóleo, en el caso
de España, su cotización en el mercado de Marsella (70% compras) y Rotterdam
(30%). Y estos precios de referencia han caído
menos que los del petróleo, un 17,2%
en 2015. En toda Europa está subiendo el consumo de carburantes y eso hace que
su precio haya caído casi un tercio menos que el del crudo. Y ese es el precio base que toman las petroleras (Repsol, Cepsa. BP y el resto) para
fijar sus precios a los carburantes que ponemos en las gasolineras.
Pero además, hay que recordar que más de la mitad del precio de los
carburantes son impuestos
(impuestos especiales, IVA y céntimo sanitario), que se mantienen igual, aunque
algunas autonomías hayan subido el céntimo sanitario (Aragón y Navarra cobran desde el 1 de enero 2,4 céntimos por
litro) o lo hayan suprimido (Castilla y León ya no cobra 1,60 céntimos litro).
Así, el 59% del precio de la gasolina
y el 56% del gasóleo son impuestos.
Al final, cuando uno llena un depósito con 50 euros, 23 euros
son para pagar impuestos, 22 euros para pagar la materia prima (carburante) y los 4 euros restantes se los lleva la
petrolera para pagar el almacenamiento, el transporte, la distribución y sus márgenes,
que sería de 1 euro por este depósito (2%
de beneficio), según los datos de la patronal
petrolera AOP.
Pero la Comisión Nacional de la Competencia (CNMC) viene denunciando desde
hace tiempo que “la gasolina no baja lo que debería” porque este margen bruto de las petroleras (16% del precio en gasolinas y
19% en gasóleos) es excesivo, mucho mayor que en
Europa y está subiendo aunque
haya bajado el petróleo. Concretamente, en 2015, el margen bruto
(precio de venta sin impuestos menos cotización internacional del carburante)
fue de 18 céntimos por litro en la
gasolina (un 5% más que en 2014) y de 18,6
céntimos por litro en el gasóleo (un 9% más que en 2014). Y su estudio revela otro dato muy llamativo: los meses en que estos márgenes fueron más elevados (19,2 céntimos la
gasolina en agosto y 18,6 céntimos el gasóleo en diciembre) fueron los meses en
que la cotización internacional de los carburantes fue más baja. A lo claro: que cuando
el crudo y los carburantes bajan en los mercados, las petroleras españolas no
repercuten todas estas bajadas y aprovechan para subir sus márgenes, para ganar más.
Otra forma de ver estos mayores
márgenes es comparando el precio de los
carburantes en España y en el resto de Europa. Si tomamos el precio final, los
carburantes en España son más baratos que en la mayoría de Europa (17 céntimos
menos por litro que la media de países euro en la gasolina y 9,67 céntimos menos
el gasóleo, con datos al 29 de febrero).
Pero eso se debe a que en España, los carburantes pagan menos impuestos:
un 59% la gasolina (frente al 68% en la UE) y un 56% el gasóleo (frente al 63%
en Europa). Porque, una vez que descontamos los impuestos, los carburantes en España son más caros: pagamos 3,76 céntimos más la gasolina
que la media de países euro y 2,64 céntimos más el gasóleo, con datos a 29 de febrero. Y así, somos el
3º país del euro con la gasolina sin impuestos más cara y el 10º país con el gasóleo sin impuestos más caro. Y no sólo ahora. Antes, cuando el petróleo era más caro, pasaba lo mismo.
¿Por qué los españoles pagamos los carburantes más caros, descontando los impuestos, si el crudo y los precios
internacionales son iguales para todos? Pues porque las petroleras que operan en España tienen un margen bruto mayor, porque cobran más por refinar el crudo, transportarlo,
almacenarlo, volverlo a transportar y distribuirlo en las gasolineras. Y ¿por
qué tienen más margen? Según los estudios de la CNMC, porque controlan más el mercado e imponen
precios. En definitiva, porque son un oligopolio, como
las eléctricas.
El poder de “las 3 grandes petroleras”
acaba en las gasolineras: Repsol
(35,2%), Cepsa (14,7%) y BP (10%) controlan el 60% del mercado minorista, aunque han perdido algo de peso en los
últimos años, frente a las marcas blancas (17% gasolineras), grandes
superficies (14%) y cooperativas (5%). Pero hay provincias donde las tres grandes acaparan el 80% de las
gasolineras y sobre todo, tienen muchas entre las mejor situadas. Con ello,
tienen fuerza para fijar e imponer precios. Incluso, se ponen de acuerdo para hacerlo y
repartirse mercados, como ha demostrado la CNMC: en febrero de 2015, multó con 32,4 millones de euros a Repsol,
Cepsa, Disa, Galp y Meroil por
pactar precios de carburantes y por un pacto de no agresión firmado entre
Repsol y Cepsa en 2011. Además, Repsol, Cepsa y BP tienen otras multas de la CNMC (casi 10 millones de euros más), ahora recurridas, por
fijación de precios y prácticas anticompetitivas desde 2009.
El resultado de este poder de ”las 3 grandes” es que fijan e imponen precios más altos a
los carburantes, sobre todo en las zonas
donde tienen más cuota. La CNMC revela que la provincia donde el carburante es más caro (descontando los
impuestos) es Guipúzcoa, donde las
grandes petroleras tienen más cuota. Y que Lérida,
donde tienen menos cuota, es la provincia con los carburantes más baratos. Además,
en 2015, los precios medios más
caros los tuvieron BP, Repsol (en gasoil) y Cepsa (en
gasolinas), según la CNMC. Y la diferencia de sus precios medios con los carburantes más
baratos (que venden los híper) fue de 7,5
céntimos más por litro de gasolina y 8
céntimos más en el gasóleo.
Pero este mayor precio no se debe sólo al mayor poder de “las tres grandes”
en las gasolineras. Empieza arriba de la cadena, desde el momento que compran petróleo para refinarlo. En
España, las 9 refinerías que hay son de Repsol (5 refinerías), Cepsa (3) y
BP (1), mientras en Alemania hay 10 empresas que refinan y en Italia o Reino
Unido hay 7 empresas (en Francia, también 3). Con ello, empiezan imponiendo su poder y sus precios
desde arriba, en el refino, en los precios
base de los carburantes. Y los demás mayoristas que venden
gasolinas tienen dos opciones: importar gasolina y gasóleo (requiere
infraestructuras y tamaño) o comprárselo a “las 3 grandes” (que son su
competencia final) al precio que digan. La realidad hoy es que no importan nada de gasolina y muy poco
gasóleo. Luego, al almacenarlo, “las
tres grandes” están en el Comité de Dirección de la empresa mixta CORES,
que fija las condiciones y las reservas estratégicas. Y al transportarlo y distribuirlo,
se hace a través de CLH (antigua Campsa), donde “las
tres grandes” son también importantes accionistas (tienen el 24,15% de las acciones),
juez y parte a la hora de fijar condiciones y precio del transporte y
distribución.
Así que Repsol, Cepsa y BP controlan el
negocio de arriba abajo, aprovechando su tamaño y poder para establecer
condiciones y precios, que al final se traducen en un mayor margen bruto que pagamos los usuarios en las gasolineras. Y bien.
Echemos cuentas. Si en España se venden al año 25.000 millones de litros de carburante (18.000 de gasóleo y 7.000 de
gasolinas) y si el margen bruto aquí es 4
céntimos por litro mayor que en los países euro, eso significa que estamos pagándoles 1.000 millones de euros de más al año, unos 50 euros extras por automovilista.
Es lo que pasa con las eléctricas: nos cobran costes de más con la luz. Y aquí,
con los carburantes, aprovechando que son
un oligopolio y que su competencia no tiene fuerza en la cadena del negocio.
La Comisión de la Competencia (CNMC) ha elaborado un catálogo de30 propuestas para quitar fuerza a “las 3 grandes” y favorecer la bajada
de márgenes. Por un lado, se trataría de reducir su cuota en las gasolineras, impidiendo que abran más donde
ya son fuertes (la Ley de 2013 les impuso un límite del 30% de cuota, por encima del cual no podían crecer, pero lo que han hecho es cerrar unas con pocas ventas y abrir otras mejor situadas,
por lo que el límite debería establecerse sobre ventas y no sobre número de
gasolineras). Y facilitar aún más la
apertura de nuevas gasolineras, sobre todo en las autopistas (donde el gasóleo es 9
céntimos más caro, de media, que en las carreteras convencionales). Por otro
lado, la CNMC pide reducir el poder de “las
3 grandes” en CLH y CORES, un organismo público-privado, donde las grandes
petroleras (en el Comité de Dirección) tienen acceso a
los datos comerciales muy sensibles de sus competidoras (compras, ventas,
existencias…), algo inaudito.
Como vemos, detrás de la gasolina o el gasóleo que echamos cada semana hay un
negocio complejo, que mueve miles de millones (unos 25.000 millones de
euros anuales en ventas) y donde pocos
operadores tienen mucho poder y así imponen precios y márgenes. La Comisión de la Competencia (CNMC), organismo dependiente
del Ministerio de Economía, lleva años demostrándolo y denunciándolo,
con multas millonarias. Pero el problema no se acaba de resolver y el
oligopolio sigue ahí, con gran fuerza económica, política y mediática.
Otro reto
para el futuro Gobierno, que debería imponer transparencia y control. Porque parece
que nos están robando.
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