Las mujeres
siguen discriminadas y lo peor
no es la brecha salarial (ganan un 22,3% menos) sino que trabajan mucho menos que los hombres. La Organización
Internacional del Trabajo (OIT)
acaba de decirnos por qué: hay 2,5 millones de españolas que no pueden trabajar porque tienen que cuidar a sus hijos y padres, gratis. Y en el mundo, eso les pasa a 606
millones de mujeres. Además, las que sacan tiempo para trabajar fuera de casa, tienen peores empleos, por "las ataduras" de
los cuidados. El mayor obstáculo a la igualdad de las mujeres es que tienen
que cuidar
a niños y ancianos, según la OIT,
por lo que proponen quitarlas parte
de ese trabajo y que lo hagan también el Estado y los hombres. Y urgen a
los Gobiernos a que mejoren el gasto en guarderías, permisos de paternidad, conciliación
laboral y cuidado de los ancianos, para que las mujeres puedan pensar en
trabajar fuera, como los hombres. Liberarlas de una parte de los cuidados en casa.
Cuidar a niños y ancianos es el trabajo más importante que se hace en el mundo: en 2015 había 2.100 millones de personas necesitadas de cuidados, 1.900 millones niños menores de 14 años y 200 millones de ancianos dependientes, según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y estiman que para 2030, serán ya 2.300 millones (2.000 millones de niños y 300 millones de ancianos) los que necesiten cuidados, 1 de cada 3 habitantes del mundo. Pues bien, las tres cuartas partes de este trabajo de cuidado, el 76,2%, lo hacen las mujeres, según el informe “Care work and care Jobs for the future of work”, recién publicado por la OIT. Las mujeres dedican al cuidado de los hijos y ancianos una media diaria de 4 horas y 25 minutos, frente a 1 hora y 23 minutos los hombres.
enrique ortega |
Cuidar a niños y ancianos es el trabajo más importante que se hace en el mundo: en 2015 había 2.100 millones de personas necesitadas de cuidados, 1.900 millones niños menores de 14 años y 200 millones de ancianos dependientes, según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y estiman que para 2030, serán ya 2.300 millones (2.000 millones de niños y 300 millones de ancianos) los que necesiten cuidados, 1 de cada 3 habitantes del mundo. Pues bien, las tres cuartas partes de este trabajo de cuidado, el 76,2%, lo hacen las mujeres, según el informe “Care work and care Jobs for the future of work”, recién publicado por la OIT. Las mujeres dedican al cuidado de los hijos y ancianos una media diaria de 4 horas y 25 minutos, frente a 1 hora y 23 minutos los hombres.
La mayor parte de este
trabajo, el cuidado diario de niños y mayores, se hace gratis y hay que sumarlo a las tareas domésticas, que también
hacen mayoritariamente las mujeres. Al final, cada día se dedican 16.400
millones de horas al trabajo no remunerado en casa, lo que supone el
trabajo de 2.000 millones de personas trabajando 8 horas diarias. Si ese trabajo
doméstico y del cuidado de niños y mayores se pagara, supondría 11.000 millones
de dólares, con lo que esta actividad supondría el 9% del PIB mundial, según la OIT. Una actividad no remunerada, que recae sobre las mujeres y niñas
del mundo, más en países de ingresos medios y bajos, en mujeres casadas adultas,
con niños pequeños, poca educación y que viven en zonas rurales de países en
desarrollo. Y un trabajo que recae más entre las más pobres: las mujeres ricas pagan porque les cuiden a niños y padres.
Esta actividad, el trabajo de cuidados no remunerado,
es “el
principal obstáculo” para que la mujer trabaje fuera de casa, según el informe de la OIT. En 2018, hay 647
millones de personas en el mundo que
no pueden trabajar fuera de casa por “responsabilidades familiares”, por
tener que cuidar a niños y ancianos. Y de ellos, 606 millones son mujeres, el 41% de todas las mujeres inactivas del
mundo. Las mujeres más “penalizadas”
con los cuidados de niños y ancianos son las madres de niños pequeños (tienen
una tasa de empleo del 47,6% frente al 87,9% los hombres), sobre todo en los
países árabes, Asia Pacífico y países de ingresos medios, según el informe de la OIT, siendo menores las diferencias de empleo para las
madres con niños pequeños en países ricos y en África.
Hay otras mujeres
que además de cuidar su casa, a sus niños y ancianos, consiguen sacar unas
horas para trabajar fuera de casa.
Estas mujeres consiguen empleos peores, más precarios y mal pagados, según la OIT, porque se ven obligadas a trabajar menos horas o en actividades
marginales. Así, las mujeres sin hijos trabajan de media 46,1 horas a la semana
pero cuando tienen un hijo trabajan ya solo 41,5 y cuando tienen tres hijos o más, trabajan sólo 38,1 horas a la semana
(frente a 45 horas los hombres). La mayor
brecha de horas trabajadas se da entre las madres con hijos y sin hijos de
Europa y Asia central, según la OIT. Y además de trabajar menos (y ganar menos), las mujeres con hijos o ancianos a su cargo trabajan más por cuenta
propia, como autónomas, para sobrevivir, muchas de ellas en la economía
sumergida (62%), sin cotizar (el 53%) y sin derechos laborales.
En España, la economía del cuidado atiende a 10 millones de personas: 7 millones de
niños pequeños y 3 millones de mayores dependientes, según los datos de la OIT, que estima que este colectivo será de 8,8 millones de
españoles para 2030 (5,6 millones de niños pequeños y 3,2 millones de
ancianos). El trabajo de cuidado no remunerado supone unas 130 millones de
horas diarias, lo que supone el trabajo de 16 millones de personas. Si se pagara, sólo con el salario
mínimo, serían 168.000 millones de euros, que no están contabilizados pero que
suponen el 14,9% del PIB español, con lo que la economía de los cuidados sería la primera actividad económica en
España, como lo es en el resto del mundo.
Y dos tercios de
estos cuidados no remunerados, el 68%, los hacen las mujeres españolas, según el informe de la OIT: las mujeres dedican 4 horas y 23 minutos diarios a
los cuidados no remunerados, más del doble que los hombres (2 horas y 6
minutos). Esto se traduce en que muchas mujeres no pueden pensar en trabajar
porque tienen que cuidar a sus hijos y padres dependientes. La OIT
estima que hay 2,5 millones de españolas que no pueden acceder
por eso al mercado laboral y se quedan en casa. De hecho, hay 9.374.800 mujeres
en España que son inactivas (ni trabajan ni buscan trabajo), frente a 6.734.700
hombres. Y el tener que cuidar a hijos y padres también es un hándicap para trabajar, las que lo intentan: de
hecho, hay 8.590.200 mujeres trabajando frente a 10.284.000 hombres, según la EPA. La tasa de empleo de los hombres es del
67,55% y la de las mujeres del 56,59%. Menos mujeres activas y ocupadas, en
gran parte porque tienen que cuidar la casa y a su familia (gratis). Y a más
hijos pequeños, menos porcentaje de mujeres trabajando. Y más en los hogares
con bajos ingresos, según la Encuesta de condiciones de vida del INE.
Hay otras mujeres españolas
que cuidan cobrando, pero como pasa en el resto del mundo, su trabajo es más precario. En España, hay
unos 3,8 millones de personas trabajando
en el cuidado remunerado, entre la educación, la sanidad, el trabajo social
y la dependencia (hay 390.000 cuidadores profesionales, el 89% mujeres) y el
trabajo doméstico (612.000, la mayoría mujeres e inmigrantes), según la OIT. En líneas generales, este empleo ligado al cuidado de niños,
ancianos y hogares es más precario (temporal y por horas) y peor pagado que el
resto, incluso mucho no legalizado y vinculado a la economía sumergida.
El informe de la OIT propone aumentar el gasto público en la economía del cuidado, para
liberar a las mujeres del trabajo no remunerado y mejorar el que cobran.
Actualmente, existen enormes diferencias por países en el gasto público en
políticas de cuidado: los más preocupados son los países nórdicos (que gastan en cuidados del 8,8% del PIB en
Suecia al 7% en Finlandia), seguidos de lejos por otros países europeos (del 4,2% del PIB en Francia y el 4% de España y Alemania al 3% de Italia) a
porcentajes ínfimos en países en
desarrollo (0,5% en México o Turquía y el 2% del PIB en China), según la OIT.
La OIT propone
que los Estados (y los hombres) se hagan
cargo de parte de las tareas de cuidado que hoy hacen las mujeres, en su
mayoría gratis. Y eso supondría duplicar
el gasto público mundial en cuidados, pasando el gasto del 8,7% del PIB (2015) al
18,3% para 2030, lo que permitiría crear
149 millones de empleos remunerados nuevos en el sector del cuidado, uno de
los sectores de trabajo con más futuro. El mayor esfuerzo, señala la OIT, habría que hacerlo en las zonas del mundo con menos atención
pública al cuidado de niños y ancianos: África, Asia-Pacífico, estados árabes y
algunos países de Latinoamérica. Además, plantean extender la protección a la
maternidad (de 184 países, 107 no cumplen
el convenio de protección de la maternidad de la OIT), los servicios de cuidado de niños menores de 3 años (sólo
los tienen el 18,3% de los niños del mundo) y la atención a los ancianos y discapacitados graves (sólo el 27,8%
tienen atención pública en el mundo).
En definitiva, que el
trabajo de cuidados (hijos, padres, hogar) no remunerados es el principal obstáculo para la liberación de la mujer, en el mundo
y en España. Y lo será aún más en las
próximas décadas, porque aunque habrá menos niños aumentará el número
de ancianos (un tercio de los españoles tendrán más de 65 años en 2066,
según el INE). Así que hay que
buscar una solución, que, según la OIT, pasa por “las tres R”: reconocer el valor del trabajo de cuidados, reducir su precariedad y redistribuir los cuidados no remunerados
que hoy hacen las mujeres entre el
Estado (servicios y ayudas públicas) y
los hombres. Los datos de Eurostat (2016) son impactantes. Primero, el 95% de las mujeres españolas
(25-49 años) cuida y educa a los hijos diariamente (el 92% en la UE-28), frente
al 68% de hombres (igual que en Europa, aunque en Suecia son el 90% y en Grecia
el 53%). Segundo, el 84% de las mujeres españolas cocinan y hacen diariamente
las tareas domésticas frente al 42% de hombres (en la UE-28 son el 34%, en
Suecia el 56% y en Grecia el 16%). Y tercero, las mujeres en España trabajan
una media de 26,5 horas a la semana en casa, frente a 14 horas los hombres, según el INE. Eso sí, la igualdad llega
con los nietos: hombres y mujeres dedican 16 horas semanales (las mismas) a
cuidarles.
Se trata de actuar en dos frentes a la vez. Por un lado, tomar medidas para “repartir” el
cuidado de los hijos, entre mujeres, hombres y el Estado: fomento de
las guarderías públicas e incentivos y
ayudas a las guarderías privadas (extendiéndolas en las empresas), aumento de
los permisos de paternidad, más ayudas fiscales a la familia y
una política decidida de conciliación
familiar en los trabajos, con horarios más razonables. Por otro, actuar
para mejorar la situación de los ancianos y jóvenes dependientes, un colectivo potencial de 3 millones de
personas que deberían ser atendidos más en el ámbito público que en el privado.
O si se les atiende en casa, que los cuidadores familiares tengan más ayudas
(el Gobierno Rajoy dejó de cotizar por ellos en 2012 y les rebajó la ayuda) y un mejor trato
fiscal (en Francia, el 50% de los gastos privados en cuidados se deducen del
IRPF). Y junto a estas actuaciones, habría que aprobar un Plan de empleo para mujeres con hijos, facilitando su
vuelta al trabajo y mejorando sus contratos y sueldos, hoy muy precarios.
Mucho se habla de la discriminación
de la mujer, de que ganan menos que los hombres (-22,3% de brecha salarial, según el INE), pero se habla
poco de que su mayor discriminación es que trabajan menos que los hombres, porque muchas son “esclavas” de su casa, sus hijos
pequeños y sus padres ancianos. Sólo
quitándoles parte de este trabajo de cuidados, que además hacen gratis, se podrán dedicar a trabajar como el resto
y ser independientes de verdad. La
solución es que muchas de sus tareas las cubra el Estado, con nuestros impuestos, y otras las
repartan con los hombres. Claro que para eso, tenemos que cambiar
de mentalidad: el 44% de los europeos (44% de las mujeres y 43% de los
hombres) piensan que “el rol más
importante de la mujer es el cuidado del hogar”, según el Eurobarómetro de noviembre 2017. Así no hay forma de avanzar.
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