jueves, 30 de abril de 2015

1 de Mayo: así será el trabajo del futuro


El 1 de Mayo ya no es una fiesta reivindicativa sino un gran “puente” festivo. Y eso pasa aunque el  trabajo, tras más de 6 años de crisis, esté hoy peor que nunca en la democracia: poco empleo y precario, horarios crecientes, salarios por los suelos y mucha inseguridad laboral. Habrá más empleos en la próxima década, pero sólo para los jóvenes más formados. Y crecerán los contratos temporales y a media jornada, con aumento de los “freelancers” y del trabajo online. Y con bajos sueldos, al menos los tres próximos años. El gran reto de España es que trabaje más gente, porque la economía ofrece menos empleos que en Europa (antes de la crisis y ahora). Eso exige un cambio de modelo económico, con más industrias, empresas más grandes, más tecnología y mejor formación de los trabajadores. Son las claves del trabajo futuro, aunque no se hable de ello, ni el 1 de Mayo ni nunca. Así nos va.
 
enrique ortega

Hoy, tras más de 6 años de dura crisis, el mayor problema del trabajo en España es que hay poco empleo y demasiados parados. A pesar de los 319.600 empleos netos creados en los últimos 15 meses, sólo trabajan 17,45 millones de españoles, tres millones menos que antes de la crisis. Y hay todavía 5,44 millones de parados, más de uno por cada cinco españoles en edad de trabajar. Con lo que por cada oferta de empleo se presentan entre 800 y 1.300 candidatos, según datos de Randstad. Y así, claro, los empresarios seleccionan sólo a los mejores, ofreciendo unos sueldos y contratos deplorables. Son lentejas.

Y así estaremos todavía varios años, con poco empleo y muchísimos parados. Rajoy promete crear 500.000 empleos este año (de momento, "ha perdido" 114.300 empleos en el primer trimestre), pero el FMI los rebaja a 350.000 y Bruselas a 310.000, para apuntar una menor creación de empleo en 2016 (260.000 el FMI). Y el Gobierno dice que para 2019 se habrá recuperado el empleo de antes de la crisis, los 20,7 millones de 2007. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya bastante paro, porque hará falta empleo para los parados actuales y los jóvenes que busquen empleo en el futuro. Por eso, el FMI no cree que la tasa de paro de España baje del 20% hasta 2017 (19,9%): eso son 4,5 millones de parados todavía... Y las previsiones más optimistas (Price Waterhouse) no prevén una tasa de paro del 8% (la de 2007) hasta 2033. O sea, que aún tenemos por delante dos décadas de mucho paro.

Con todo, en la próxima década, los jóvenes más a tener más empleos que ahora, gracias a que va a haber más jubilaciones y menos jóvenes (por la caída de la natalidad). Así, habrá entre 7,2 y 9,7 millones de nuevos empleos para 2025, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero el 98% de esos empleos van a ser solamente para los que estén más formados: más de la mitad (58,4%) para los que tengan educación superior (estudios universitarios o FP Superior), un 39,3% para los que tengan estudios medios (bachillerato o FP) y sólo el 2,3% para los que tengan la formación básica obligatoria (ESO), que es la formación que tienen, por desgracia, el 42% de los jóvenes  españoles hoy. Y además, salir al extranjero a trabajar seguirá siendo una válvula de escape: a partir de 2017, en Alemania y varios países europeos faltará mano de obra, según un estudio de Boston Consulting.

Estos empleos futuros tendrán poco que ver con los actuales. Se centrarán en informática, comercial y ventas (marketing online, CRM), técnicos y profesionales, empleados de servicios y muy especialmente los trabajos ligados a Internet y las tecnologías de la información, según las previsiones de Infojobs y CEDEFOP. Muchas de las futuras profesiones que van a necesitar las empresas se están creando ahora, como los profesionales de big data (análisis de datos), Internet y motores de búsqueda, social media, publicidad digital, expertos en e-commerce, desarrolladores de aplicaciones para móviles, expertos en Internet de las cosas y toda la relación online con los clientes del futuro. Claro que las nuevas tecnologías tienen un problema: no son intensivas en trabajo, crean pocos empleos. Ahí está el ejemplo del primer hotel sin trabajadores (sólo máquinas), inaugurado en Yaiza (Lanzarote) en febrero de 2015.

Los expertos creen que estos nuevos empleos del futuro serán también bastante precarios, al menos mientras el paro supere el 15% (16,8% en 2020 nos augura el FMI). Todo apunta a que seguirá creciendo el empleo temporal (hoy es el 24,2%, frente al 14,1% en Europa) y a tiempo parcial (16,1%, aún inferior al 19,3% de Europa, pero dos tercios es “obligado”), ya que la patronal CEOE insiste en aumentar la contratación temporal mientras la Comisión Europea, el BCE y el FMI piden “más flexibilidad laboral, lo que traducido significa “más facilidades para contratar y para despedir” (más inseguridad laboral). Además, Internet permitirá que en los próximos años muchos trabajen desde casa, online, como autónomos y “freelancers”, perdiendo peso las oficinas tradicionales y las plantillas estables y localizadas.

Eso desdibujará los horarios laborales, más flexibles pero quizás más extensos, más por la obra a realizar que por jornadas regladas. Ya hoy, la crisis y la reforma laboral del Gobierno Rajoy han aumentado la jornada real de trabajo, con un abuso de las horas extras gratis: se hacen 5.860.500 horas extras legales, pero sólo un 42% se pagan, según el INE. Y se hacen otras 10 millones de horas extras ilegales a la semana, según el PSOE. Con ello, los españoles trabajan unas 1.665 horas anuales, 280 más que los alemanes y 176 más que los franceses, según la OCDE. Y con unos horarios irracionales, que impiden la vida familiar, algo que podría mejorar en el futuro, saliendo antes aunque trabajando más en casa.

Con poco empleo y un paro elevado las próximas dos décadas, los empresarios seguirán ofreciendo sueldos bajos en el futuro. Ya hoy, la devaluación salarial provocada por la crisis ha alejado aún más los sueldos españoles de los europeos: ganamos 15,7 euros por hora, un 27,3% menos que la media de los países euro (21,6 euros la hora) y aún menos que en Francia (22,5 euros/hora), Alemania (25 €) o Dinamarca (35€ la hora). La previsión es que el salario medio, que ha caído un 15% durante la crisis, siga cayendo al menos hasta 2017, según un informe del Instituto Flores de Lemus, debido sobre todo a que los contratos nuevos se hacen con sueldos menores y al aumento de los trabajos a tiempo parcial. Y eso en un país donde el salario más frecuente es de 15.500 euros brutos al año y donde los jóvenes que encuentran un empleo cobran entre 600 (a tiempo parcial) y 1.100 euros al mes.

Así que el trabajo del futuro será también escaso, precario y mal pagado, al menos hasta que el paro baje del 10% (2024). El gran reto de España, ahora y antes de la crisis, es crear más empleo, porque siempre ha crecido menos que la economía: entre 1976 y 2013, el PIB creció un 2,5% de media y los ocupados la mitad, un 1,3%, según PwC. Lo que quiere decir que la economía española no crea empleo suficiente. Por eso, nuestro verdadero problema (siempre) es que aquí trabaja mucha menos gente que en Europa: antes de la crisis (2007), sólo trabajaba el 58,6% de los españoles (20-64 años), frente al 62,1% en la UE-28. Y ahora (2014), trabaja el 54,8% frente al 63,5% de la UE-28 o el 65,7% en EEUU  (y el 77,6% en Suecia, el 73,1% en Alemania, el 70,6% en Gran Bretaña o el 66,2% en Francia).Y el objetivo de Europa para 2020 es que trabajen al menos el 75% de los europeos.

En definitiva, el problema de España es que sólo da trabajo a poco más de la mitad de sus ciudadanos, con o sin crisis. Por eso, el verdadero reto es cambiar el modelo productivo, para conseguir crear más empleos, dar trabajo a más gente. ¿Cómo? No es una tarea fácil, pero sabemos qué debe hacerse: salir de un modelo económico asentado en el ladrillo y el turismo y  construir una economía asentada en la industria, las grandes empresas y las actividades con más tecnología y valor añadido, producir bienes y servicios más competitivos, con los que exportar más y sacar más ingresos. Y en paralelo, apostar por la educación y la formación, por el capital humano, la clave de los empleos futuros. Y cambiar la organización del trabajo y las empresas, con más flexibilidad, para adaptarse a los cambios, integrando a los trabajadores en el reto de ser más competitivos, la única garantía para crear más empleo.

Tenemos un problema de fondo: esta economía que tenemos, por mucho que presuma Rajoy, no puede dar trabajo a todos. Nos pasaba en 2007 y ahora pasa más. Habría que hacer un gran pacto político y social por crear un nuevo modelo económico, por apostar de verdad por el empleo, mejorando la formación y apoyando a tope los sectores y empresas con futuro, buscando el hueco de España en el mundo. Un cambio que lleva décadas, pero que hay que iniciar ya, desde arriba y empresa a empresa, sumando esfuerzos y fomentando iniciativas, no abusando de la precariedad para obtener beneficios a corto plazo. Hay que poner los cimientos de una nueva economía, que sea capaz de dar empleo al 75% de los españoles, como quiere Europa. Que trabaje más gente y que trabaje mejor, la única receta para salir de la crisis y vivir mejor. Esta debería ser la reflexión de todos  los 1 de Mayo.

lunes, 27 de abril de 2015

Elecciones 2015: el fracking se la juega


El Gobierno Rajoy intenta acelerar la aprobación en el Congreso y Senado de las nuevas ayudas al fracking (perforar y romper las rocas para extraer gas y petróleo), para que entren en vigor antes de las elecciones y empezar las primeras exploraciones en 2016. De hecho, gracias a estas y otras medidas del Gobierno en apoyo del fracking, España es el tercer país europeo con más pozos autorizados, tras Polonia y Gran Bretaña. Ahora, las empresas energéticas temen lo que pasaría si el PP pierde las próximas elecciones: tanto PSOE como Ciudadanos y Podemos están en contra del fracking y aseguran que paralizarían las exploraciones autorizadas, que también chocan con la oposición de muchas autonomías y Ayuntamientos implicados (incluso los del PP), que además en mayo se renuevan. El futuro del fracking en España es oscuro, mientras bate récords en EEUU y Europa está dividida, con países que lo apoyan, una mayoría que lo prohíbe y polémica en Alemania.
 
enrique ortega

El Gobierno Rajoy lleva un par de años apostando a fondo por el fracking, la revolucionaria técnica de extracción de petróleo y gas (ver gráfico) mediante la perforación de yacimientos en los que se inyecta agua a presión, arena y aditivos químicos para romper las rocas y liberar los hidrocarburos. “No podemos perder este tren”, ha reiterado el ministro Soria. Y para ello, se ha convertido en  uno de los Gobiernos europeos en aprobar más ayudas al fracking. Primero, la noche del 9 de octubre de 2013, introdujo por sorpresa en el Senado una enmienda para incluir el fracking en la ley de Hidrocarburos (de 1998), a través de algo tan estrambótico como dos disposiciones adicionales a la Ley de garantía del suministro eléctrico a Baleares y Canarias… Y el 28 de noviembre, el Congreso aprobó por trámite de urgencia (no habitual) la Ley de Evaluación Ambiental, que complementa la legislación sobre el fracking. Por un lado, centraliza en el Estado la competencia, quitándosela a las autonomías (para evitar varias leyes autonómicas que han prohibido el fracking). Además, acelera los proyectos (al reducir los plazos para resolver los expedientes de impacto ambiental, de 3 años a 4 meses) y les concede la cláusula de confidencialidad, dificultando la presentación de alegaciones.

La tercera medida a favor del fracking, aprobada por el Gobierno el 12 de diciembre de 2014, es un proyecto de Ley de modificación de la Ley de Hidrocarburos, con dos novedades. Una, la creación de un canon de ocupación que pagarían las compañías que busquen petróleo y gas a los propietarios de los terrenos (o a los ayuntamientos y autonomías más próximos de un yacimiento marino), que recibirían un 1% del valor de la producción anual mientras dure la explotación. Y la otra, un nuevo impuesto sobre la exploración de petróleo y gas (en tierra o en el mar), con un tipo que podría ser del 8% y cuyos ingresos serían destinados a las autonomías y Ayuntamientos donde se hagan las prospecciones. El objetivo es contrarrestar la oposición de propietarios, Ayuntamientos y autonomías contra el fracking a base de dinero, de compensaciones (se ha dicho, por ejemplo, que Canarias recibiría con este nuevo impuesto 320 millones anuales de compensación). Este proyecto de Ley salió  adelante (en primera instancia) en el Congreso el 18 de marzo, sólo con los votos del PP, y ahora se debate en Comisión para intentar aprobarlo antes de que se disuelvan ambas Cámaras.

Estas nuevas ayudas intentan frenar la oposición al fracking que se ha ido extendiendo por toda España desde 2012. Primero fueron los Parlamentos de Asturias y Galicia los que vetaron el fracking o aprobaron una moratoria de dos años. Luego, en 2013, fueron Cantabria, la Rioja y Navarra (incluso con Gobiernos del PP) los que aprobaron Leyes anti-fracking. Y en 2014, Cataluña y Andalucía, mientras los Gobiernos de Canarias y Baleares (PP) se han opuesto con fuerza a las prospecciones en el mar. Pero el Gobierno, aprovechando la Ley aprobada en 2013, ha recurrido estas normas autonómicas ante el Constitucional, que le ha dado la razón y ha suspendido cautelarmente (en 2014) las Leyes de Cantabria, la Rioja, Navarra y Cataluña. Además, hay ya más de 400 Ayuntamientos (ver mapa) que han aprobado mociones anti-fracking (muchos de ellos, gobernados por el PP).

Esta creciente oposición se debe a que España se ha convertido, gracias al apoyo del Gobierno Rajoy, en el tercer país con más exploraciones de fracking aprobadas (unas 70) y pendientes (otras 60), por detrás de Polonia  (que cuenta con más de 60 pozos ya perforados y en explotación) y Gran Bretaña (Cameron quiere abrir 20.000 pozos para 2020). Mientras, Francia prohibió el fracking con Sarkozy (por Ley, en 2011) y otros países aplican moratorias, como Bulgaria, república Checa, Dinamarca o Irlanda. Y en Alemania, la Ley sobre el fracking (abril 2015), ha provocado una profunda división en la CDU de Ángela Merkel, con 100 parlamentarios que exigen más garantías. Por todo ello, el fracking es una técnica que divide a Europa, lo que ha provocado que la Comisión Europea no haya aprobado ninguna Directiva y se haya limitado (enero 2014), a hacer una serie de “recomendaciones” y dejar que cada país comunitario legisle a su aire.

Entre tanto, el fracking sigue avanzando en Estados Unidos, donde ha permitido que el país haya sido en 2014 (como en 2013) el primer productor mundial de petróleo (por delante de Arabia Saudí) y de gas (por delante de Rusia), lo que ha impulsado su economía y ha revolucionado la geopolítica mundial. Ahora, el “boom” del fracking en USA podría amainar, por dos factores. Uno, la caída del precio del crudo: por debajo de 90 dólares barril, esta técnica no es rentable. Y el otro, que EEUU acaba de aprobar, el 20 de marzo, normas más estrictas  para las exploraciones en territorio federal (afecta a unos 100.000 pozos), lo que ha recibido las críticas de la industria petrolera norteamericana. Y no cesan en EEUU las críticas contra el fracking, por sus riesgos para el medio ambiente y el hombre: contaminación del agua y del suelo, escapes de gas y metano, microseísmos, generación de residuos…

En España, el lobby del fracking  está impulsado por multinacionales norteamericanas, canadienses, británicas e irlandesas (BNK. Heyco, Trofagas, Schuepbach, Heritage Petroleum, True Oil, Cambia, R2 Energy, Leni Oil Gas y San Leon), las españolas Repsol o Cepsa y la empresa pública vasca SESHA, creada por el ex lehendakari Patxi López para explotar el yacimiento alavés de Gran Enara. Sus estudios hablan de que España alberga gas para cubrir 90 años de consumo y petróleo para cubrir el 20% del consumo durante 20 años, reservas que los ecologistas consideran “infladas”. Los Colegios de Geólogos e Ingenieros de Minas hablan de reservas para 39 años y apoyan el fracking, asegurando que los riesgos son “controlables y mínimos” (mientras, el Servicio Geológico de EEUU acaba de alertar de que el fracking puede provocar terremotos de magnitud 7...). Y las empresas interesadas en explotarlo dicen que esta nueva industria podría crear en España 260.000 empleos (15% directos) y generar 40.000 millones de euros.

De momento, no hay ningún pozo de fracking en España. Los 70 permisos de exploración ya concedidos por el Gobierno Rajoy se concentran en Burgos, Álava, Soria, Cantabria, la Rioja, Huesca, Castellón, Guadalajara, Jaén, Sevilla y Cádiz. El proyecto más avanzado son las 12 prospecciones de la multinacional canadiense BNK en el norte de Burgos, que han  chocado con la oposición de los vecinos y los cinco Ayuntamientos de la zona (gobernados por el PP). Los 6 yacimientos del proyecto Urraca están pendientes de la respuesta del Gobierno central a su plan de impacto ambiental (porque incluye terrenos de Burgos y Álava, en dos comunidades). Y los otros 6 del proyecto Sedano tropiezan con el problema de que están en suelo municipal y los Ayuntamientos no les quieren arrendar o vender las parcelas, por lo que BNK ha pedido a la Junta de Castilla y León que las declare “de utilidad pública” y las expropie (además la Junta tiene que aprobar su Plan de impacto ambiental). Todo ello está retrasando el inicio de estas primeras exploraciones, previstas para 2016. Y detrás iría el proyecto de Álava (Gas Enara), que aún no ha presentado el informe de impacto ambiental.

Todo ello indica que los primeros pozos de fracking  no se verán hasta dentro de un año, como pronto, y que la mayoría serían para 2017. Pero serían pozos de exploración, para saber si hay gas o petróleo y si es rentable extraerlo. Porque para que haya pozos de explotación hacen falta nuevos informes, con lo que si se autorizan y hay gas y petróleo, no se vería arriba, para consumirlo, antes de 10 0 15 años. Y para entonces, quien sabe cómo estarán los precios y cuánto habrán avanzado las energías alternativas. Claro que España no puede quedar al margen de una nueva tecnología energética, por lo que algunos expertos (como las Academias de Ciencias de Europa) defienden “no cerrar las puertas a los sondeos exploratorios”, por supuesto con las mayores garantías de seguridad.

En cualquier caso, el futuro del fracking  en España va a depender de la política y, sobre todo, del resultado de las elecciones que se van a celebrar en 2015. Tanto el PSOE como Ciudadanos y Podemos no son partidarios del fracking  y prometen incluso “prohibirlo y paralizar los yacimientos autorizados”. Y eso afecta no sólo al futuro Gobierno central, sino a los gobiernos autonómicos y municipales que salgan en mayo: si aumentan los ediles y autonomías anti-fracking, será difícil que las exploraciones autorizadas lleguen a iniciarse. Y que se aprueben otras nuevas que ahora están en espera.  

Al final, una cuestión energética (el potencial o no del fracking), que debía resolverse en el terreno técnico y económico, ha pasado a ser un tema político y visceral (amparado en el desconocimiento), por culpa de unas empresas que no son transparentes sobre los posibles riesgos (reales en algunos casos: ver documental Gasland)  y de un exceso de demagogia en algunos opositores (como culpar del último seísmo de Ossa de Montiel al fracking, cuando no hay ninguna exploración en marcha). Haría falta contar con estudios científicos independientes y afrontar un debate serio y riguroso, con criterios energéticos, económicos  y ecológicos. Pero antes, habría que dar al fracking la importancia que se merece: secundaria en España. Aquí, el futuro de la energía no se juega en el fracking, sino en las energías alternativas. No sabemos si hay gas y petróleo bajo tierra, pero si sabemos que nos sobran el sol y el aire, energías limpias, seguras y que con el tiempo serán rentables. Y no se apuesta por ellas: hay más energía solar en Alemania que en España. Ese debía ser el debate.

jueves, 23 de abril de 2015

Menos empleo y 3 millones parados sin salida


Jarro de agua fría a la euforia del Gobierno: se ha parado la creación de empleo iniciada en abril de 2014. En el primer trimestre de 2015 se volvió a destruir empleo (-144.300), tras los 433.900 empleos netos creados en 2014. Y la tasa de paro subió al 23,78%, aunque hay 13.100 parados menos: esto se explica porque hay menos españoles buscando trabajo, más “desanimados”. Casi dos de cada tres parados (61,17%) llevan más de un año en el desempleo. Y cuatro de cada diez llevan más de dos años sin trabajar. Si añadimos  que más de la mitad de los parados no tienen formación, llegamos al verdadero punto negro: de los 5,44 millones de españoles sin trabajo, hay 3 millones de parados con pocas posibilidades de encontrar empleo. Y la mayoría ni cobra ya el desempleo. Un drama que exige volcarse en su formación, en políticas activas para colocarlos y en otra política económica, que cree más empleo, no unos trimestres sí (en Navidad o verano) y otros no. Es urgente.
 
enrique ortega

El primer trimestre suele ser malo para el empleo, porque se pierde el tirón de contratos (temporales) de las Navidades. Y así ha sido entre enero y marzo de 2015: se han perdido  114.300 empleos, según la EPA,  lo que rompe la tendencia de los tres trimestres anteriores: desde abril a diciembre de 2014 se crearon 618.500 empleos, que teniendo en cuenta la caída de empleo en el primer trimestre de 2014 (-184.600), nos da una creación neta de 433.900 empleos en 2014, por primera vez desde 2007.

Se ha roto la racha y se pierde empleo sobre todo en los servicios (comercio, turismo, hostelería), en casi todas las edades (salvo entre 40 y 44 años y entre los mayores de 55 años, que fueron también los que consiguieron dos de cada tres empleos en 2014), sobre todo las mujeres (dos tercios de los empleos perdidos). Sólo se ha creado empleo en el sector público (+29.200), en vísperas de las elecciones, en la construcción y la industria, en Canarias y Andalucía y entre los autónomos sin trabajadores (autoempleo). Ha aumentado algo el empleo fijo y todos los empleos perdidos son temporales y a tiempo completo, mientras curiosamente han aumentado los contratados a tiempo parcial (empleo más precario).

Al caer el empleo, debería haber aumentado el paro, pero no ha sido así porque se ha reducido el número de españoles que buscan trabajo: hay 127.400 españoles que han dejado de ser “activos”, que ahora son “desanimados”. Por ello, el paro se ha reducido en 13.100 personas en el primer trimestre, alcanzando la cifra de 5.444.600 parados. Eso supone una tasa de paro del 23,78%, superior a la de finales de 2014 (23,70%), porque son menos parados sobre menos activos. Una tasa que duplica el paro de la zona euro (11,3%).

Sobre el paro español, hay tres datos especialmente preocupantes. Uno, que hay 5 autonomías (media España) con más del 30% de paro: Melilla (35,40%), Andalucía (33,62%), Ceuta (31,76%), Canarias (31,81%) y Extremadura (30,24%), autonomías que, junto a Castilla la Mancha (28,69%) encabezan el ranking de las autonomías europeas con más paro. El segundo, que hay 1.793.600 hogares con todos sus miembros en paro (1 de cada 10 hogares), 27.300 más que a finales de año. Y el tercer dato preocupante, que más de la mitad de los parados no cobran ya el desempleo: en febrero, sólo cobraban algún subsidio público 2.372.615 parados, según Empleo, un 43,5% de los parados EPA (y sólo 919.142 cobraban un subsidio contributivo de 810 euros mensuales: el resto, una ayuda de 426 euros). Eso significa que hay más de 3 millones de parados EPA que no cobran nada (el 56,5%). Tremendo.

Con todo, lo peor de las cifras del paro es que la mayoría de los parados llevan ya mucho tiempo sin trabajar. De hecho, con la EPA de hoy, el 61,7% de todos los parados llevan más de un año sin trabajar: 3.330.800, casi dos de cada tres parados. Y de ellos, 2.379.500 parados llevan incluso más de dos años sin trabajo (más de 4 de cada 10 parados). Con ello, el paro de larga duración se ha multiplicado por más de 6 en esta crisis (eran 532.033 en 2007) y España se coloca como el octavo país europeo con más paro de larga duración, con un porcentaje (61,17%) muy superior a la media de la UE-28 (49,3% de parados con más de un año). La consecuencia es que estos “parados con antigüedad” tienen menos posibilidades de encontrar trabajo: un 6,7% frente al 26,5% del resto, según un estudio de Asempleo. En su mayoría, estos parados de larga duración son padres de familia entre 30 y 44 años (40% del total), mayores de 45 años (35%), jóvenes e inmigrantes.

Otro gran problema de los parados (además de que llevan mucho tiempo en paro y por eso la mayoría ya no cobran el subsidio) es que tienen poca formación y así tienen casi imposible acceder a uno de los pocos empleos que se ofrecen (sólo hay una oferta por cada 110 parados). El dato es escalofriante: de los 5.444.600 españoles que se consideran parados, casi 3 millones (2.980.200) tienen poca formación y no han acabado la educación secundaria (no tienen ni Bachiller ni FP Básica), según la EPA. Por eso, la mayoría de los parados lo tienen muy negro: mucho tiempo en el paro, poca formación, ninguna experiencia (jóvenes) o demasiada edad (más de 45 años). De ahí que algunos expertos, como el presidente de Manpower Group, hablan de un paro sin salida, estructural, de 3 millones de parados que tienen muy difícil volver a trabajar alguna vez. Son más de la mitad de los parados EPA.

Poco empleo (incluso cae), muchos parados  y con poca salida para la mayoría. Son datos tremendos, que deberían llevar al Gobierno y a todos los partidos a poner el paro y el empleo como su verdadera prioridad, siendo además el primer problema de los españoles (Barómetro CIS). Pero se enzarzan en las cifras y son incapaces de pactar medidas eficaces. La primera debería ser un cambio de política económica, para crecer más y crear más empleo. Y después, intentar que esos 3 millones de parados sin salida tengan alguna oportunidad.

España ha vuelto a crecer, incluso por encima del 2% este año, pero se crea poco empleo e incluso se pierde en algunas épocas, porque la mayoría del empleo es temporal, precario, y lo mismo que se hace el contrato se pierde. Hace falta crear más empleo estable y eso obliga a hacer otra política, en Europa y en España, que reanime el consumo (con subidas de sueldos y bajadas de impuestos) y la inversión, tirando de la actividad la inversión pública, en actividades productivas, tecnología y formación. Gastar e invertir más, aunque para ello haya que ingresar más, aumentando la recaudación a las empresas con beneficios y a los más ricos. Y eso no sólo en España, sino también en Europa, con un Plan de inversiones más ambicioso que el Plan Juncker, al que los países sólo han comprometido 21.000 millones de los 315.000 previstos (el resto “esperan” que sean inversiones privadas). En definitiva, hace falta pensar menos en el déficit público y la austeridad  y más en el paro y el empleo, que se están “comiendo” a una generación de españoles condenada a no trabajar más.

Y aquí viene la segunda prioridad. Hay que conseguir que una parte de esos empleos que se creen vayan a esos 3 millones de parados sin salida. Y para eso hace falta volcarse en su formación, en reciclarles, con cursos de interés, que ofrezcan salidas, porque los cursos actuales no atraen: sólo los hacen un 16,7% de los parados y sólo los han hecho el 5,5% de esos parados menos formados (los 3 millones). En paralelo, hay que reformar de verdad el antiguo INEM (SEPE), porque sólo encuentra trabajo al 2% de los parados. No tienen medios, ni utilizan la tecnología (seguimiento online de los expedientes) ni tienen personal: en España hay un funcionario del SEPE por cada 269 parados, frente a 1 por 47 parados en Alemania, 1 por 36 en Dinamarca o 1 por 22 en Reino Unido. Y hay que volcarse en las políticas activas de empleo, en apoyar  y seguir a cada parado, en bonificar que les contraten las empresas. Y para eso hacen falta medios. Y el Gobierno Rajoy ha recortado un tercio el presupuesto de las políticas activas de empleo, de 7.714 millones (2011) a 4.746 (2015). Y también ha reducido drásticamente el dinero para los parados: de 32.555 millones (2011) a 25.300 (2015), con la cobertura más baja desde 2001.

Así que ni se gastan dinero en formar y ayudar a los parados a encontrar trabajo ni en subsidios para que sobrevivan (recordemos: el 56,5% de los parados EPA no cobran nada). Y luego dicen que el empleo es su prioridad. Y más en vísperas de elecciones. Hay que poner todas las promesas en su sitio y exigir a todos los partidos que se mojen, en la creación de empleo y en las políticas para colocar a los parados. Hacen falta propuestas realistas, para conseguir que se cree más empleo y se reparta mejor, que llegue a más parados. Y eso al margen de que un mes o un trimestre aumente el empleo o caiga. Tenemos un problema de gran envergadura, un paro insoportable, el doble que cualquier país civilizado, mejore o empeore cada mes. Y eso nos debería obligar a tomar medidas eficaces, que pasan por cambiar el modelo productivo, dejar de ser una economía basada en el ladrillo, el turismo y el comercio y avanzar hacia una economía con más industria, más tecnología, más formación y más exportación, más competitiva. Algo que no se hace de un día para otro, que exige varias décadas, para asegurar más crecimiento y más empleo en el futuro. Pero hay que empezar ya y dejarse de tantas mandangas: lo que debe preocupar es el enorme paro y crear empleo de verdad. Urge.