Enrique Ortega |
La pandemia ataca otra vez con virulencia, pero la mayoría de españoles quieren olvidarlo y celebrar la Navidad con más gasto. Se ve en las riadas de gente con bolsas por calles y centros comerciales, la compra de comida, la búsqueda de regalos, las reservas en restaurantes y lugares de ocio o los viajes. Tenemos más contagios que la Navidad pasada, pero la mayoría estamos vacunados y eso nos da cierta seguridad para salir y disfrutar, tras casi dos años de dura pandemia. Y muchos pueden gastar más, porque han ahorrado, siempre que no hayan perdido el trabajo o la empresa. Todo esto lleva a que esta Navidad aumentará el gasto de los españoles, incluso superando a la Navidad de 2019, antes de la pandemia.
Es lo que refleja el estudio del gasto navideño que realiza desde hace 17 años la consultora Deloitte: los hogares españoles gastarán esta Navidad una media de 631 euros, un 14% más que en 2019. Aunque la cifra de gasto parece baja, lo importante es que refleja una tendencia de mayor gasto. Eso sí, el estudio refleja también un gasto desigual: un 62% de los consumidores gastarán más, porque tienen más ahorro, y otro 38% gastarán menos, básicamente porque se han reducido sus ingresos, por la incertidumbre ante la pandemia y por la fuerte subida de precios. La misma tendencia indica otro estudio de Cetelem: el gasto esta Navidad (531 euros por persona, más “creíble”) será un 11% superior al de antes de la pandemia, a la Navidad de 2019, aunque sólo un 23% de españoles gastarán más, un 21% gastará menos y el 56% restante gastará lo mismo.
La organización de consumidores OCU hace cada año una encuesta sobre el gasto navideño y la de esta Navidad 2021 refleja un gasto por persona de 641 euros, un 22% más de gasto que en 2020 y casi el gasto de 2019 (655 euros). La encuesta también refleja lo que las demás: que aunque parezca que todos vamos a gastar más, sólo lo hará el 25%, mientras que un 17% de personas van a gastar menos y la mayoría (59%) igual. Algo más de la mitad del gasto navideño se irá en regalos (348 euros por persona), seguido de lejos por el gasto en comidas familiares (97 euros), viajes (80), lotería (61), comidas con compañeros de trabajo (31) y fiestas fuera de casa (24 euros por persona de media).
Mucho de este gasto se ha hecho ya en el Black Friday y el resto se ha adelantado, por temor al desabastecimiento y las subidas de precios. Y más de la mitad de las compras navideñas son ya online, disparándose el pago con tarjeta: en noviembre (Black Friday), el gasto con tarjeta en España fue un 40% superior al de noviembre de 2019, según BBVA Research. Esta generalización del pago con tarjeta está permitiendo mayores ingresos por comisiones a los bancos y preocupa el crecimiento de las tarjetas “revolving”, esas tarjetas que incorporan un crédito que permite pagar en plazos lo gastado esta Navidad (no todo al mes siguiente, como el resto). Con ello, los consumidores que las usan están pagando un interés elevadísimo: era del 18,8% en julio y ahora los bancos lo han subido al 20,17%.
La imagen “navideña” de millones de personas comprando y tirando de tarjeta de crédito encubre otra realidad: la de millones de españoles que lo están pasando mal, peor tras la pandemia, y que no pueden lanzarse a la fiebre consumista. Aunque no lo parezca, son muchos. Exactamente, 12.495.120 españoles estaban a finales de 2020 en riesgo de pobreza o exclusión social, según la definición europea de la tasa AROPE, que incluye los que tienen bajos ingresos, carencias materiales severas o subempleo. Son el 26% de la población española, frente al 21,9% de europeos que están en esa situación de pobreza o exclusión social (96,5 millones), lo que coloca a España en el 4º lugar del ranking de pobreza y exclusión social, sólo por detrás de Rumania (35,8%), Bulgaria (33,6%) y Grecia (27,5%), según Eurostat. Y si miramos sólo a los que tienen bajos ingresos, los que ganan menos del 60% de la media española (9.626 euros al año un soltero y 20.215 euros una familia con dos niños), resulta que en España hay 9.939.300 personas “pobres” (el 21% de la población), que con esos ingresos tienen muy difícil “gastar con alegría esta Navidad” (y sobrevivir día a día). Son cifras oficiales (INE) de finales de 2020, 142.000 pobres más que la Navidad de 2019. Y habrán aumentado otra vez en este año 2021.
La alegría consumista de la Navidad también encubre que hay muchas familias que no son oficialmente pobres (ganan más de 20.215 euros) pero que tienen apuros económicos, incluso teniendo trabajo. Así, la última Encuesta de Presupuestos Familiares (INE) refleja que un 10% de los españoles (4.740.000 personas) llegan a fin de mes “con mucha dificultad , que un tercio largo (el 35,4%) de las familias no pueden hacer frente a gastos imprevistos, que un 13,5% se retrasa en el pago del alquiler o los recibos, que un 10,9% no puede mantener su vivienda a una temperatura adecuada (el dato es de 2020, antes de dispararse el recibo de la luz) y que un 5,4% no se puede permitir comer carne o pescado cada 2 días…
Esta es la realidad de los datos oficiales, aunque muchas de estas familias se endeuden o “hagan maravillas” para gastar esta Navidad. Eso sí, enfrente hay españoles y familias que viven cada año mejor y gastan sin problemas. De hecho, la pandemia ha hecho que haya más ricos y con más ingresos: las 100 mayores fortunas de España han aumentado su patrimonio un 17% en 2021, según la revista Forbes. Y esto acrecienta la desigualdad, que es muy escandalosa, según el reciente informe del Word Inequality Lab, centro coordinado por el economista francés Thomas Piketty: el 10% más rico concentra el 57,6% de la riqueza española, más de 8 veces la riqueza del 50% más pobre (6,7% del total). Y sólo el 1% más rico tiene el 24,2% de toda la riqueza en España, más que el 40% de en medio (que concentra el 35,8% de la riqueza total). Y ese 1% más rico ha aumentando su trozo del pastel desde 2013 (tenían el 21,1% de la riqueza total del país).
El problema ya no es sólo que vivimos en una sociedad dual, con una minoría de ricos cada vez más ricos y unos pobres cada vez más pobres, sino que no están funcionando los sistemas públicos para reducir las desigualdades (impuestos, ayudas sociales, transferencias e inversiones públicas) y que la pobreza se está haciendo crónica y se hereda. Así, el 30% de los españoles adultos en riesgo de pobreza vivieron en una familia con una mala situación financiera cuando tenían 14 años y de los que vivían en familias con recursos, sólo el 16,6% viven ahora en situación de pobreza, según un reciente estudio de Eurostat, que sitúa a España como el 4º país que más sufre este problema de “pobreza heredada” (tras Bulgaria, Rumanía e Italia). Y otro dato llamativo: la pobreza también depende del nivel educativo de los padres: el 22,9% de los pobres actuales tienen padres con bajo nivel educativo, el doble de pobres (11,4%) que tienen padres con más estudios. Aquí, España es el 7º país de Europa con la mayor brecha de oportunidades por la educación.
Bueno, son datos impactantes, que no pretenden “amargar la Navidad”, sino recordar que 1 de cada 4 españoles lo está pasando mal y habría que tenerlo presente estos días, más que nunca. “Esta Navidad, cada portal importa”, es el lema de la campaña de Cáritas, que nos recuerda que hay portales, vecinos, con problemas para comer, pagar el alquiler o los recibos y llegar a fin de mes. De hecho, Caritas atiende a 2,8 millones de personas, mientras la Cruz Roja tiene a otros 1,7 millones en sus programas sociales. Y hasta 1,5 millones de familias reciben comida de los Bancos de alimentos. Es esa otra España que muchos quieren olvidar, pero que está ahí y necesita nuestra ayuda, más incluso en Navidad.
Estas fiestas son fechas de buenos propósitos, pero la España que lo pasa mal necesita medidas, no promesas ni palabras. Un tema clave a mejorar es el ingreso mínimo vital, que no está funcionando como denuncia Cáritas y todas las ONGs: sólo se ha concedido al 18,6% de las familias en pobreza severa y casi a la mitad se le ha denegado, por un exceso de requisitos mal diseñados. El dato es revelador: sólo había 362.017 solicitudes aprobadas (con 824.441 beneficiarios) a fecha 3 de diciembre, menos de la mitad de los 850.000 previstas por el Gobierno. Ahora se espera que los beneficiarios aumenten, al haberse aprobado ya en el Congreso la nueva Ley, que introduce mejoras: se mirarán los ingresos del año en curso (no los de antes de la pandemia), se elevan los umbrales de ingresos y se reduce de 12 a 6 meses la antigüedad de la unidad de convivencia. Además, se ha puesto en marcha el registro de mediadores, que permitirá a las ONGs acreditar la idoneidad de los potenciales beneficiarios. Y ya está aprobado el complemento por hijo, de 100 a 50 euros al mes.
Otro cambio que urge es modificar la Ley de subvenciones, como piden los gerentes de servicios sociales, para simplificar y reducir los trámites que se exigen para cobrar las ayudas básicas (para comida, ropa y pago del alquiler) que conceden los servicios sociales de los Ayuntamientos y que se retrasan ahora hasta 2 meses, por exceso de burocracia. Sería un cambio muy importante porque hablamos de 1 millón de ayudas que se solicitan cada año, con una cuantía media de 184 euros por ayuda.
Y queda afrontar el grave problema de la pobreza infantil, que afecta a 2,2 millones de niños y adolescentes en España (el 28,3% de los menores sufren pobreza y exclusión social), según Save the Children, lo que nos coloca como el tercer país europeo con más pobreza infantil, tras Rumanía y Bulgaria. La Comisión Europea lleva años llamándonos la atención y el Gobierno Sánchez les ha prometido presentar un Plan antes del 15 de marzo de 2022, para destinar 779 millones a luchar contra la pobreza infantil, 527 de ellos serán Fondos europeos. El objetivo es reducir a la mitad la pobreza infantil (de 2,2 a 1,1 millones)… para 2027.
Junto a estas medidas urgentes, es prioritario que toda la
política económica y social, que la ansiada recuperación busque reducir
la pobreza y la desigualdad, un grave problema antes que ahora ha agravado la pandemia: tenemos 11 millones de personas en situación
vulnerable y de exclusión social, 2
millones más que en 2018, según
el último informe Foessa presentado por Cáritas en octubre. Y de ellos, 6 millones de personas están en situación
de pobreza severa. Un problema no sólo social,
también económico (lastra el consumo
y con ello el crecimiento y la recaudación) y político (su desapego desarma la democracia y alienta los populismos y extremismos).
Por eso no podemos olvidarles nunca: sin
ellos no se puede construir un futuro estable. Tampoco les olvidemos esta Navidad: no son sólo los que piden en
los semáforos, pueden ser nuestros vecinos. Ayudémosles
si podemos. Y cuidémonos mucho frente al COVID
¡Feliz Navidad!
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