Pero el verdadero ajuste vendrá en marzo, cuando presente sus Presupuestos 2012, tras conocer el cierre de las cuentas públicas 2011 (febrero). Tendrá que recortar primero lo que España haya gastado de más en 2011 (si el déficit cierra en el 7%, por culpa de las autonomías, deberá recortar 10.900 millones). Y luego sumar la rebaja pactada con Bruselas del déficit en 2012 (hasta el 4,4%, otros 16.500 millones). En total, Rajoy se verá obligado a recortar 27.400 millones de euros en 2012, el doble que recortó Zapatero en el último año y medio.
Una cifra brutal, que exigirá “recortar en todo salvo pensiones”, como dijo Rajoy antes del 20-N. Primero las congela, pero seguro que recorta las plantillas públicas (al menos interinos: hay 700.000 eventuales), las empresas y organismos públicos, sanidad, educación, desempleo y Dependencia, en colaboración con las autonomías, que tendrán que hacer un ajuste paralelo. Y volverá a caer la inversión pública en infraestructuras. Sólo habrá algo intocable por Ley (Constitución), el pago de la deuda pública. Y aquí, más que ahorrar, se gastará el doble en pagar intereses: en 2012, las emisiones de deuda serán 150.000 millones frente a 87.200 en 2011.
El ajuste será doloroso, a menos que se suavice con más ingresos, subiendo impuestos, como han hecho Italia, Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Portugal y Grecia, con gobiernos conservadores: la mayoría ha subido el IVA (hasta el 23 % mientras España está en el 18%), impuestos especiales (carburantes, tabaco y alcohol) y algunos Renta. Bruselas ya nos ha llamado la atención sobre el exceso de deducciones en Sociedades, con lo que las grandes empresas pagan menos que las pymes. Rajoy dice que no subirá impuestos y quiere bajarlos a emprendedores, pymes, familias, ahorradores y compradores de vivienda (para comprar un piso hace falta tener empleo y crédito, no sólo pagar menos IVA). Al final, sus propuestas reducirán los ingresos públicos (más recortes).
Hasta aquí, sólo recortes, o sea más paro. Por eso, Rajoy ha lanzado dos espejismos. Por un lado, una reforma laboral que puede concretarse en un despido más barato (20 días) y contratos basura para jóvenes (400 euros), junto a más flexibilidad de las empresas para organizar el trabajo. Por otro, la reforma financiera, forzando a bancos y Cajas a vender inmuebles y solares, para lo que quizás necesiten más ayudas y fusiones. Pero si no hay crédito es porque los bancos no tienen liquidez (tiene que arreglarlo el BCE, prestándoles a 3 años, y en ello está) y porque hay mucha morosidad y miran con lupa a quien prestan (poco y caro), porque hay poca demanda solvente.
Son dos espejismos porque el problema de fondo no está ahí: aunque el despido y el crédito fueran gratis, una empresa no contrata ni se endeuda si no ve negocio, si no hay actividad. Y la economía está parada, anémica, en la UVI. Hay que reanimar primero la economía y luego facilitarle andar con la muleta laboral y del crédito. No al revés. Y para eso, el Gobierno Rajoy tendría que suavizar los ajustes, aumentar los ingresos y hacer un Plan para reanimar la economía, como Obama, como los conservadores británicos, como incluso Italia. Negociar ayudas con Bruselas, un Plan Marshall de inversiones y suavizar los ajustes. Aunque “solo” sea porque tenemos más del doble de paro que Europa.
Rajoy va a tener una ristra de sectores haciendo cola para pedirle ayudas. Empezando por las eléctricas, que nos quieren subir la luz un 15% en enero. Siguiendo con el automóvil, que vende la mitad de coches. Las concesionarias de autopistas, algunas próximas a la quiebra. O las constructoras, que piden peajes para mantener obras públicas. Los híper, que quieren libertad de horarios. O los exportadores y empresarios turísticos, afectados por la recesión en Europa. Detrás hay millones de empleos en el aire si no se buscan soluciones (más gasto).
Al final, Rajoy está como ZP en la trampa de Merkozy: o ajusta o nos echan al lobo de los mercados. Y si lo hace sin tocar impuestos, pagarán los más débiles y la economía se estancará más, subiendo el paro. Ya estamos este trimestre en crecimiento negativo, según el Banco de España. Y así podríamos seguir hasta el verano. Incluso Montoro ha reconocido que no se creará empleo en 2012. No podemos decirle eso a 5 millones de parados. Hay que explorar otro camino ya, entre todos. Menos recortes y más empleo.
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