Trump ha declarado una guerra comerciala 185 paises del mundo, algo inédito. Lo justifica porque han “estafado”
a EEUU, provocando déficits comerciales y hundiendo su economía,
obviando que son ellos quienes han perdido competitividad y se
han lanzado a fabricar en medio mundo. Europa
se debate entre negociar y defenderse con nuevos aranceles, como ha
hecho China. Pero Trump no dará marcha atrás: ha lanzado un “chantaje”
y pretende conseguir dinero (hasta 600.000 millones) y contrapartidaspara sus tecnológicas, para bajar impuestos en USA y consolidar su
revolución de extrema derecha. Si Putin se saltó hace 3 años todas
las reglas al invadir Ucrania, ahora Trump (otro autócrata) se
salta todas las reglaseconómicas para imponer al mundo unos
aranceles que nos van a empobrecer a todos. Como frente a Putin, hay que
aliarse frente a Trump, porque lo que está en juego
no son las ventas de coches, aceite o vino, sino la ruptura de las reglas de
juego y el futuro de Europa. Ya sabemos por la historia que no se
detiene a un dictador negociando.
Trump "justifica" con mentiras sus aranceles a 185 paisesEl anuncio
de aranceles de Trump, el 3 de abril, fue un “reality show”
para consumo interno en EEUU, para sus 77 millones de votantes, aunque el
resto del mundo lo siguiera conteniendo la respiración. Sus argumentos
fueron tan simples como su populismo: el mundo se ha aprovechado de
EEUU, “nos han timado”, invadiéndonos con sus productos, que han
hundido a las empresas y al campo norteamericano, con pérdida de riqueza y
empleo. Y ha llegado la hora de responder, “el día de la liberación”:
les vamos a imponer aranceles, para recuperar parte de lo que nos han “robado”.
Una
explicación “simplista” y “falsa”: EEUU ya no es la potencia
económica que era hace tres décadas porque su economía ha perdido
competitividad y porque muchas empresas norteamericanas han preferido fabricar
en China, Vietnam o México para ahorrarse costes y ganar más. EEUU compra más
fuera porque los norteamericanos apuestan por coches coreanos o teléfonos
fabricados en China.
Pero claro, esa no puede ser la explicación de un
presidente “nacionalista”, que prefiere recurrir al viejo tópico del “enemigo
exterior” para “hacer a America grande de nuevo”, en lugar de
explicarles que han de reconvertir a fondo su economía para competir en un
mundo globalizado. Y como buen “populista”, Trump
apuesta por “soluciones simples”: seremos un país grande de nuevo
si ponemos “aranceles”, impuestos a los productos extranjeros” (una medida del
siglo XIX, sin sentido hoy) y obligamos a las empresas (las norteamericanas y
las extranjeras) a instalarse en Estados Unidos. Es el cuento de la lechera:
“así vamos a ingresar millones de dólares y a recuperar empresas y empleos”.
Y para poner en marcha esta estrategia unilateral frente al
mundo, se inventa una
fórmula que es otra mentira: vamos a imponer unos “aranceles
recíprocos”, para responder a los aranceles que otros paises imponen
ahora a EEUU. Y como somos “buenos”, en lugar de responder con el arancel
que ellos nos imponen, les impondremos un arancel más bajo. Todo mentira. La
fórmula (verla al lado), una ecuación teóricamente “sesuda” (incluso
con letras griegas) es un invento (otro): refleja solo una cosa, el
déficit comercial que tiene cada país con EEUU, que es el criterio para imponerles
ahora los aranceles. Veamos
el caso de Europa. El arancel a imponer a la UE-27 sale de dividir
el déficit comercial (235.600 millones) entre las importaciones USA
(605.800): da 39%. Nada que ver con el arancel real que aplica Europa a
los productos USA, que ronda el 3%. Y como “somos buenos”, añade
Trump, divido ese 39% por la mitad y, redondeando, me sale ponerles un 20%
de arancel…
Y así con todos los paises que venden a EEUU más de lo que
les compran, 185 paises del mundo, incluidas dos islas autónomas australianas
(Heard y McDonald) donde sólo viven pingüinos y excluyendo a Rusia,
Bielorrusia, Cuba y Corea del Norte. … No hay “formulas” que valgan:los aranceles se imponen unilateralmente contra todos los paises
(un 10% de entrada), pero se agravan contra los paises con los que EEUU tiene
más déficit comercial. En 2024, ese déficit comercial
(importaciones-exportaciones) alcanzó la cifra
récord de -1.212.000 millones de dólares (1,2 billones), más que en
2013 (1,06 billones) y 2023 (1,17 billones). La cuarta parte del déficit total
USA fue por China (-295.400 millones $), seguida de la
Unión Europea (-235.571 millones $), México (-171.189
millones $), Vietnam (-123.436 millones), Taiwán (-73.900 millones),
Japón (-68.500 millones $) y Canadá (-63.336 millones).
Y estos son, justamente, los
paises a los que Trump ha aplicado sus aranceles más altos, no
porque estos paises les apliquen a ellos aranceles (apenas tienen) sino
porque son quienes les venden más que les compran, bien porque tienen
productos más competitivos o bien porque en ellos fabrican muchas
multinacionales USA (coches Tesla o iPhone de Apple en China o zapatillas Nike
en Vietnam). Así, el mayor arancel se impone a China (39% ahora,
que se suma al 20% de aranceles impuestos en enero y febrero: 54%),
seguida de Lesoto (50%: allí se fabrican los Levi´s), Camboya (49%), Vietnam (46%),Sri Lanka (44%), Bangladés
(37%), Tailandia (36%), Taiwán e Indonesia (32%), India (26%), Suiza
(31%), Sudáfrica (30%),Corea del Sur (25%), Japón y Malasia (24%) y Europa
(22%), con un 10% para Reino Unido (ver
listado de aranceles por paises).
Estos nuevos
aranceles entraron en vigor el 5 de abril (para los 117 paises a los
que “sólo” les aplica un 10%) y desde este miércoles el 9 de abril para los
40 paises con aranceles más altos, entre ellos los paises europeos. Pero
estos son “los nuevos” aranceles, porque hay otros aranceles USA que ya se
están aplicando. Recapitulemos. El 4 de marzo entraron en vigor los
aranceles del 25% a México y Canadá (al 50% de los productos, los que
están excluidos del Tratado de Libre Comercio). El 12 de marzo entraron en
vigor los aranceles del 25% a todas las importaciones extranjeras de aluminio
y acero. El 3 de abril se empezaron a cobrar los
aranceles del 25% a los coches extranjeros (las piezas lo pagarán
desde el 2 de mayo). Y también están en vigor los aranceles que se impondrán a
los paises que compren petróleo a Venezuela (España entre ellos). Y además,
el 2 de mayo entra en vigor la extensión de aranceles (54%) a los productos
chinos que lleguen en pequeños paquetes (por importe inferior a 800 euros),
que hasta entonces no pagan aranceles.
Hasta aquí el “órdago” de Trump, el “chantaje”
de Trump al mundo, que ya es un hecho. Ahora, está sentado
a la espera de que el mundo “negocie”, le ofrezca algo (“tiene
que ser fenomenal”, ha dicho)
para rebajar estos aranceles que, insisto, ya están en marcha. En el caso de
Reino Unido, ya ha anticipado que podría ser una rebaja de impuestos y
controles a los grandes de Internet (sus financiadores y socios), algo
que también va a pedir a la Unión Europea. Y por si acaso el mundo no
cede, dice que estudia
futuros aranceles específicos
al vino y bebidas alcohólicas, cobre, los productos farmacéuticos, la madera,
los minerales críticos y la energía (petróleo y gas).
De momento, China, el país más afectado, se queja
ante “una intimidación unilateral” y ha respondido anunciando
nuevos aranceles a EEUU del 34%(como los últimos de Trump)
a partir del 10 de abril. Ya había respondido antes a los aranceles USA que sufre desde enero (10%) y febrero (otro
10%), imponiendo aranceles del 10 al 15% a muchos productos norteamericanos,
desde alimentos a productos manufacturados y energía (por un valor global de
35.000 millones de euros). Ahora la respuesta es más contundente, porque los últimos
aranceles USA afectan a 440.000 millones de exportaciones chinas. Pekín
ha anunciado otras medidas, como penalizar exportaciones a 27
empresas USA (que se suman a otras 15 penalizadas antes) y restringir la venta de
minerales estratégicos a empresas norteamericanas, además de abrir una
investigación antimonopolio a Google y denunciar a EEUU ante la
Organización Mundial de Comercio (OMC).
Y ¿cómo reacciona Europa? En principio, con muchas
palabras y pocos hechos. La presidenta
Von der Leyen dijo que estos aranceles serán “nefastos para millones de
personas en el Planeta”, pero mantiene abiertas todas las puertas para
negociar con Trump antes de aprobar aranceles a los productos made in USA. El
viernes ya hubo contactos (telemáticos) y la Comisión mantiene las
puertas abiertas a negociar con Trump antes de contraatacar. De hecho, hasta
el 9 de abril no se votarán en Bruselas los aranceles europeos de respuesta
(a la soja, algunos wiskis y motos) a los aranceles impuestos ya al aluminio y
acero (25% desde el 12 de marzo), que entrarían
en vigor el 15 de abril. Y todavía no han cerrado una 2ª lista de
aranceles europeos para responder a los aranceles al automóvil (25% desde el 3
de abril) y a los aranceles adicionales del 20% impuestos el 3 de abril. Cada
país tiene su lista y no resulta fácil pactar la respuesta, que sería para el
15 de mayo.
La gran "baza negociadora" de Europa es presionar con más controles normativos (evaden todas las normas de libre competencia) e impuestos (apenas pagan) a los gigantes de Internet USA (Google, Meta, Amazon, X, Microsoft ..), que tienen en Europa un gran negocio online (publicidad, búsquedas, ventas online, redes sociales, centros de datos...), con un superávit a favor de EEUUfrente a Europa del que no habla Trump: +109.000 millones de euros en 2023, según la Comisión Europea.
El mayor error que puede cometer Europa
es retrasar su respuesta o dar señales de debilidad ante EEUU. Porque Trump,
como Putin, sólo
valora a los “enemigos” fuertes, se agranda frente a los débiles (como “los
abusones” del patio de colegio…). Y si no ven una actitud dura y firme en
Europa, no van a ceder sino que amenazarán con nuevos aranceles. Hay
que dar una respuesta firme y rápida a Trump por tres razones. Una,
porque se ha saltado toda la legalidad internacional, al imponer
unilateralmente aranceles, al margen de la OMC. Otra, porque Europa
es la primera potencia comercial del mundo (450 millones de
consumidores) y tiene que aparecer como “un faro” para el resto del mundo,
liderar la respuesta a Trump y no intentar “librarse en lo posible” cediendo. Y
la tercera, porque estos aranceles van a hundir la economía europea, que
apenas crece, en otra recesión.
Esto es lo que el mundo debería entender y contraatacar: los
aranceles de Trump van
a dañar a todos los paises y a la mayoría de empresas y
consumidores (incluidos los de EEUU). Por un lado, imponer aranceles
conduce a encarecer todos los productos importados un 20 o un 25%, lo que hará
subir la inflación, en Europa y en todo el mundo. Por otro, muchos paises
podrán exportar menos y eso llevará a hundir sus ventas, su crecimiento y
sus empleos. En el caso de Europa, se estima un daño de 750.000 millones de
euros en 4 años (200.000 sólo en Alemania, el país más afectado junto a
Irlanda, Italia y Francia), según
el Instituto de Economía alemán. Y la Comisión cree que están
en riesgouna cuarta parte de las exportaciones europeas a EEUU,
nada menos que 133.000 millones en riesgo (la UE exportó por valor de
531.600 millones de euros). Es un tema muy serio, con muchas empresas y empleos
en juego. En el caso de España, el daño será menor: están en
riesgo 4.500 millones de los 18.179 millones exportados en 2024.
Y además de los aranceles, Trump está jugado otra “carta secreta”, que ya intentó EEUU el siglo pasado: depreciar
el dólar, otra medida que también “empobrece” al resto del mundo,
como los aranceles. Con una moneda más débil, EEUU tiene más fácil exportar sus
bienes y servicios (desde el petróleo a la tecnología), porque son más baratos.
Y el resto del mundo ve como se encarecen sus productos y venden menos en USA,
no sólo por los aranceles. Los datos indican que el dólar se ha depreciado
un -7,76% frente al euro desde la llegada de Trump a la Casa Blanca (el euro
cotizaba
el viernes a 1,1035 dólares, frente
a 1,024 el 13 de enero), con lo que los productos europeos son un 7,76% más
caros.
Con los aranceles actuales y futuros y la debilidad del
dólar, el
daño económico de Trump al resto del mundo es muy preocupante. ¿Qué
pretende Trump? . No está loco, tiene una estrategia de la
que apenas se habla. Con estos aranceles pretende ingresar muchos millonesdel resto del mundo (hasta
600.000 millones de dólares anuales, 81.000 de Europa) para financiar con
ellos, y con lo que se ahorre cuando Musk acabe de desmantelar la Administración
y el gasto público USA (otros 400.000 millones), tener una “hucha” de 1
billón de dólares para poner en marcha su revolución conservadora: bajar drásticamente los
impuestos (más a los ricos, pero también a la mayoría de
norteamericanos) y promover un mayor poder de las grandes empresas
tecnológicas, para defender sus valores de extrema derecha no sólo en EEUU sino
en el resto del mundo, en especial en Europa. Sabe que ahora pueden caer las
Bolsas, subir la inflación en EEUU y crecer menos a corto plazo, pero confía en
que la bajada de impuestos y el tirón empresarial le lleven a asentarse
en el poder, incluso a cambiar
la Constitución para un tercer mandato (o para Vance y sus seguidores).
Así que lo que está en juego no es sólo si Europa
vende menos coches en EEUU o si los españoles venden menos aceite o vino ni que
comprar cualquier producto extranjero (electrónica, teléfonos, ropa y
zapatillas, medicamentos) sea más caro. Lo
que está en juego son unas relaciones económicas internacionales sin
control, donde un autócrata sin contrapesos impone su Ley, la del más
fuerte, empobreciendo al resto del mundo para financiar su modelo
político de extrema derecha, intentando desmantelar el modelo europeo. Ya
lo hizo Putin en 2014, con la invasión de Crimea, y como nadie reaccionó,
lo repitió en Ucrania. Ahora, Trumpdeclara
al mundo esta “guerra comercial”, frente a la que no valen medias tintas.
Ya sabemos por la historia qué pasa cuando no se hace frente a
un dictador. Urge que Europa busque aliados y medidas eficaces
(como controlar
más a los gigantes de Internet) para frenar a Trump. No podemos
perder esta guerra.
Hoy 3 de abril entra en vigor la Ley orgánica para
mejorar la eficiencia de la Justicia, la mayor reforma de los
tribunales en 70 años. Antes de finales de 2025, los Juzgados de jueces unipersonales se
integrarán en Tribunales de Instancia, con varios jueces que se
repartirán los casos y coordinarán sentencias, apoyados por Oficinas
judiciales. También se crean Oficinas municipales de Justicia, donde harán
sus trámites judiciales los ciudadanos. Y además, se obliga a quien presente un litigio,
que busque antes una mediación para intentar acuerdos extrajudiciales. El
objetivo es reducir los litigios y agilizar los trámites, que hoy
duran años, más que en Europa. En paralelo, se ha reformado la carrera
judicial, para que haya más jueces y menos endogamia. Toda esta reforma,
bien recibida por los expertos, necesita ahora financiación, personal,
digitalización y rodaje, así como implicación de los jueces.
Pero necesitamos que funcione, porque afecta a nuestra vida (años
para dirimir una custodia de hijos, un despido o una herencia) y a
nuestra economía.
Enrique Ortega El colapso de la Justicia es una asignatura
pendiente en España desde hace siglos. Y los datos revelan que no
mejora: a finales de 2023 había casi 4 millones de asuntos
pendientes en los Tribunales españoles (+1,3 millones que en 2022), tras
dictarse 1,5 millones de sentencias, según
el Observatorio de la Justicia 2024 de Aranzadi. Eso se debe a que, aunque
crecen algo las sentencias (cada juez dictó 278 sentencias, +1,1%), crecen
mucho más los litigios: entraron 7 millones en 2023. Y esta tremenda
litigiosidad provoca dos consecuencias. Por un lado, enormes retrasos
en la resolución de los procesos judiciales: más de 2 años en la jurisdicción civil,
más de 1 año en los juicios penales, varios años en los procesos contenciosos
administrativos, hasta 18 meses y más en las demandas por despido y hasta
varios años para dirimir una custodia de hijos o una herencia, según
este estudio. Y además, los retrasos judiciales causan pérdidas económicas:
hay
4.800 millones de euros bloqueados en cuentas de los juzgados sin
entregar a particulares y empresas.
La Comisión Europea lleva años presionando a
España para que reforme la Administración de Justicia, porque sale
mal parada en los exámenes anuales a los paises de la UE-27. El último, “The
2024 EU Justice Scoreboard”, revela que España es el 4º país europeo
donde más se retrasan las sentencias judiciales, sólo por detrás de
Chipre, Italia y Grecia: 350 días de media en 1ª instancia, 340 días en 2ª
instancia (Tribunales superiores) y hasta 700 días si se recurre a la 3ª
instancia (Supremo), el doble de la media de la UE. Además, el examen revela
que España está a la cola europea en jueces (11 por 100.000 habitantes,
frente a 25 Alemania), aunque el gasto en Justicia (101 euros por
habitante) está en la media europea. Y otro punto negro de nuestra Justicia es
que los
ciudadanos no la ven “independiente”: somos el 6º país UE con menos
percepción de independencia, sólo por detrás de Hungría, Bulgaria, Polonia,
Eslovaquia e Italia, según el Eurobarómetro 2024.
Este complejo panorama justifica la insistencia de
Bruselas en que España mejore la Justicia. Por eso, su reforma se incluyó como un
reto clave en el Plan de Recuperación, como una de las exigencias para
recibir esos 140.000 millones de subvenciones y créditos previstos hasta 2026.
En este caso, el plazo para aprobar la reforma se acababa el 31
de diciembre de 2024 y el Gobierno lo cumplió “in extremis”: el
19 de diciembre consiguió que el Congreso aprobara laLey
Orgánica de medidas en materia de eficiencia del Servicio Público de
Justicia, aprobada
por el Consejo de Ministros el 12 de marzo de 2024. Al final, el Gobierno la
sacó la adelante por 177 votos a
favor y170en contra (PP, Vox y UPN), con lo que al día
siguiente (20 diciembre) pidió
a Bruselas el 5º pago de los Fondos Europeos (25.000 millones en
subvenciones y créditos), que dependían de esta y otras reformas.
Esta Ley Orgánica
1/2025 es una macro Ley, con más de 300 artículos que
reforman unas 30 normas vigentes, algunas no modificadas desde hace 70 años
y otras con más de un siglo de antigüedad. La reforma, que debe materializarseentre julio y diciembre de 2025, supone
3 grandes cambios. El primer cambio supone la
reorganización de los Juzgados : los actuales Juzgados unipersonales (3.800),
vinculados a un Juez titular, se integran en los Tribunales de instancia
(431, tantos como partidos judiciales), que serán ahora los Tribunales
de 1ª instancia, el primer escalón para acudir a la Justicia. Estos
Tribunales de Instancia estarán formados por varios jueces (uno será el
presidente), que se repartirán el trabajo, lo que permitirá una mayor integración,
especialización y coordinación, evitando diferencias de interpretación que ahora
aumentan los recursos en 2ª instancia. Así que los nuevos Tribunales de
Instancia serán más colegiados y tratarán de compartir recursos y
experiencia, apoyados cada uno por una Oficina Judicial que aportará
sus funcionarios, personal y medios. Además, se contempla en algunos casos las sentencias
“orales”, más rápidas, que luego serán documentadas.
El segundo cambio es que los Juzgados de Paz de los pueblos
se incluyen en las
Oficinas Municipales de Justicia, el futuro lugar donde los
ciudadanos presentarán sus litigios y harán sus trámites con la Justicia, sin
tener que desplazarse a la capital de la provincia. Además, se pondrá en marcha
en esta Oficinas municipales de Justicia servicios telemáticos, tanto para
enviar documentos como para poder realizar declaraciones telemáticas. Serán una
especie de ventanillas públicas judiciales, como una
ventanilla única que facilite trámites.
La tercera pata de la reforma (y quizás la más importante)
es promover
la mediación, exigir a ciudadanos y empresas que acudan
antes a los servicios de un mediador que a un Juzgado, que no aceptará
una demanda si antes no se ha intentado un acuerdo con un mediados profesional
independiente. Ahora, la Ley obliga a las partes implicadas en un litigio que
acudan primero a mediadores profesionales, empresas y profesionales neutrales que
tratarán de buscar un acuerdo para no acabar en un Juzgado (quedan fuera los
litigios en materia penal, laboral y concursal). Para incentivarlo, además
de no aceptar el recurso si no se ha acudido a una mediación, se permitirá la
suspensión de la ejecución de una sentencia para acudir a una mediación y se penalizan
algunas “costas procesales”.
Con esta tercera medida se trata de reducir
los nuevos litigios que llegan a los Tribunales cada año (7
millones en 2023) y con las otras dos, que los Tribunales trabajen de
forma más colectiva y eficiente, con parte del trabajo ahora descentralizado
en las Oficinas Municipales. Además, la Ley orgánica contempla otros cambios
importantes. Uno, la ampliación de competencias de los actuales Juzgados
de Violencia contra la Mujer, que asumirán (a finales de 2025) nuevos
delitos para los que en principio tienen mayor especialización (y “sensibilidad”):
delitos contra la libertad sexual, la trata o el acoso machista. Aunque se
ampliarán con más jueces, algunos
magistrados han advertido que “colapsarán”.
Otro cambio importante se dará en
los litigios laborales: a partir del 3 de abril, las partes en
conflicto (empresa y trabajador) tendrán que presentar sus pruebas
(documentales y periciales) 10 días antes del juicio, en formato electrónico.
Con ello, se obliga a las partes a “enseñar sus cartas” antes del juicio,
buscando aumentar los acuerdos de conciliación y desatascar los Juzgados de lo
social. Además, la Ley incluye (por presión del PNV) los
juicios rápidos contra la ocupación de viviendas y locales, en un
plazo de 15 días. Y también se aprovecha esta Ley para suprimir
la “Golden Visa” aprobada por Rajoy en 2013 (dar la nacionalidad
española a quien compre un piso o invierta en España más de 500.000 euros) y
para abrir una vía a las Comunidades
de vecinos que no quieran un piso turístico: podrán negar el permiso
a que se instale en su edificio (ojo: a partir del 3 de abril) si lo
votan el 60% de los vecinos…
El “mundo jurídico”, sobre todo los abogados
y expertos ha recibido “bastante bien” estos cambios
de una Ley en la que Justicia trabajaba desde la época de Gallardón (PP). Creen
que la reorganización y agrupación de los Juzgados puede agilizar procesos y
coordinar criterios, reduciendo las apelaciones. Pero todos ponen
el énfasis en un tema: hacen falta medios, desde jueces
y funcionarios a una digitalización de Juzgados y oficinas, sobre todo
ahora las Oficinas Municipales, que quieren ser “la antecámara de la Justicia”.
Y como ya es habitual, se ha aprobado la Ley pero no su financiación, más en entredicho porque llevamos dos años sin Presupuestos y no
parece fácil aprobar unos para 2026.
Otro problema que preocupa a muchos expertos es que
la exigencia de mediación previa antes de ir a un Juzgado retraiga a
muchos ciudadanos y empresas pequeñas, que no tienen
experiencia o presupuesto para pagar a un mediador (y más si creen que después
pueden acabar pagando abogado, procurador y las costas del juicio si pierden).
Por eso, es importante multiplicar la oferta de mediadores, que la gente
confíe en su trabajo y comprenda que es mejor un acuerdo regular hoy
que un mejor acuerdo dentro de varios años (“Es mejor mala avenencia que buena
sentencia”, dice el refrán). En el caso de los litigios contra los
bancos por cláusulas abusivas, se obliga a los clientes a
hacer una reclamación extrajudicial previa a la entidad, que deberá contestarse
en el plazo de un mes. Y en el caso de reclamaciones frente a empresas, se
podrá imponer una penalización a los empresarios que no contribuyan a una
solución consensuada (ver
casuística).
Con todo, muchos
expertos creen que no basta con más presupuesto, más medios y más digitalización
para agilizar la Justicia en España. Que la clave sigue estando en los
jueces y en cómo organizan los Juzgados y su trabajo. Y aportan, como
ejemplo, este dato: la
tasa de resolución(asuntos resueltos/asuntos ingresados) ha
bajado, del 102,8% en 2013 al 92% en 2023. O sea que los jueces apenas sacan
más sentencias (+1,1% en 2023), pero como entran muchos más litigios, no
aumentan apenas su eficacia. Y eso tiene mucho que ver con cada Juez y
la organización de cada Juzgado, con enormes diferencias entre ciudades y
autonomías, con jueces “más productivos” y otros mucho menos. Por eso, muchos
profesionales del Derecho piden que el Consejo del Poder Judicial realice más
evaluaciones de resultados y que se incluyan incentivos por
eficacia, no el “café para todos”.
Algo que mejoraría la “eficacia judicial” sería ampliar
el número de jueces, porque tenemos menos que en Europa y porque apenas han
crecido las plantillas (5.799 jueces en 2023, sólo 437 plazas más que
en 2013, a pesar del aumento de los litigios). Para ampliar las plantillas
de jueces, el
Gobierno ha aprobado un anteproyecto de Ley, el 21 de enero, para reformar
la carrera judicial, Ley que pretende aprobar en el Congreso en junio
(difícil, porque la mayoría de las asociaciones de jueces están en contra).
La reforma tiene 4 patas: igualdad de
oportunidades en el acceso a la judicatura (con becas para que los
opositores sobrevivan los 4 años que dura), creación de una Escuela pública para
opositores (ahora, a la mayoría les preparan jueces en activo, muchos
cobrando “en negro”, lo que favorece la endogamia judicial), cambios
en el examen para juez y fiscal (se suprime una prueba oral y se cambia por
un caso práctico, por escrito y anónimo, sin el nombre del candidato) y medidas
para ampliar el número de jueces (permitiendo el acceso extraordinario de jueces
“sustitutos”: 913 hoy, algunos “ejerciendo” desde hace más de 20 años),
reforzando el acceso por el 4ª turno (juristas con reconocido
prestigio). Además, la reforma incluye cambios
en la elección de los órganos judiciales (Salas de Gobierno o Comisiones
de ética), para conseguir que haya más “pluralidad” (ahora, la Asociación
Profesional de la Magistratura, mayoritaria y conservadora, copa la mayoría de
los cargos judiciales). Y elegirlos por 3 años en vez de por 5.
En resumen, que Europa nos ha forzado a una reforma de
la organización de la Justicia que no había intentado ningún Gobierno
democrático en España. Por eso, la aprobación de esta Ley Orgánica ya
es un avance, aunque hubiera sido mejor que la apoyara el PP. Ahora falta
ponerla en marcha y eso requerirá tiempo, medios, personal, digitalización
y presupuesto. Y sobre todo, la
implicación de los jueces, los primeros interesados en demostrar
que la Justicia funciona y en reducir las esperas (meses y años), que afectan a
miles de ciudadanos y empresas y que paralizan millones de euros a la espera de
ejecutar sentencias. ”La justicia retardada es injusticia manifiesta”,
dice el refrán. Un país moderno y
eficiente necesita una Justicia que funcione, en todas las ciudades y
regiones. Es hora de intentarlo, de poner las bases para conseguir una Justicia
más ágil en una década. Amén.