lunes, 11 de septiembre de 2023

Parón político... y económico

España vuelve a la rutina y se encuentra con un parón político, sin Gobierno hasta finales de noviembre (como pronto) y el riesgo de nuevas elecciones en enero: entre 4 y 7 meses de “paralización política”. Y esta incertidumbre política coincide con un “parón económico”: una economía mundial que enfría su crecimiento, con Europa estancada y el riesgo de un bajo crecimiento en China. Por todo ello, este otoño se presenta complicado, también para España: coincide un Gobierno en funciones con un esperado frenazo del consumo, tras el gasto turístico del verano (las tarjetas y el curso escolar provocarán una “cuesta de septiembre”), el pinchazo de las exportaciones, la nueva subida de los precios (y más este invierno, por la energía y la sequía), los altos tipos de interés y el freno de la industria y la construcción. Al final, sufrirán la inversión y el empleo. Por todo ello, urge tener un Gobierno, que (como ha hecho Alemania) apueste por reanimar la economía y el empleo.

                                  Enrique Ortega

A la vuelta de vacaciones, el mundo comprueba que la economía internacional ha ralentizado su crecimiento, que la ansiada recuperación no despega. La OCDE, que integra a los 38 paises occidentales más desarrollados, confirmó a finales de agosto que la economía internacional crece al ralentí: sólo un +0,4% en el 2º trimestre de 2023, una décima menos que en el primer trimestre, continuando una senda de crecimiento moderado desde principios de 2022. Estados Unidos crece sólo un +0,6% y Europa está estancada (crece un 0%), con Alemania sin pulso (+0% de crecimiento en el 2º trimestre) e Italia cayendo (-0,4%), el Reino Unido casi estancado (+0,2% creció en el 2º trimestre) y sólo se salvan Francia (+0,5%) y España (+0,4%). 

Lo más preocupante para España son los malos datos de la economía europea, confirmados recientemente por Eurostat: un nulo crecimiento de la UE-27 en el 2º trimestre, tras un mínimo aumento del PIB del +0,2% en el primer trimestre y una caída del -0,1% en el 4º trimestre. A lo claro, que Europa lleva un año ya estancada, sin apenas crecer. Y lo peor es que no tira Alemania, la locomotora europea: no creció nada en el 2º trimestre (+0%), tras una recesión anterior, en el primer trimestre (-0,1%) y en el 4º trimestre de 2022 (-0,4%), lo que afecta a todos los paises y también al turismo y la exportación españoles. Italia sigue cayendo (-0,4% en el 2º trimestre, tras crecer un 0,6% al inicio del año y caer otro -0,1% en el 4º trimestre de 2022), lo mismo que Paises Bajos (-0,3% en el 2º trimestre y -0,4% en el 1º), Austria (-0,7%), Suecia (-0,8%), Polonia (-2,25), Hungría (-0,3%), Chipre (-0.4%), Letonia (-0,3%) y Estonia (-0,2%). 

Junto a la debilidad de la OCDE y el estancamiento de Europa, preocupa el “pinchazo” de China: su economía creció un +0,8% en el 2º trimestre de 2023, frente al 2,2% del primer trimestre y el 5% que esperaba crecer este año, ya muy por debajo de los crecimientos superiores al +10% que ha tenido en los últimos 30 años. Sus exportaciones caen (-14,5%) y también sus importaciones (-12,4%), por una caída del consumo interno, un alto endeudamiento y el pinchazo de su burbuja inmobiliaria, factores que están frenando el comercio mundial y que preocupa contagien a Occidente, agravando más su estancamiento. 

Y mientras, la inflación mundial sigue elevada y también en Europa (6,1% en julio), lo que rebaja el consumo y el crecimiento, forzando a subidas de los tipos de interés, que pueden debilitar aún más el crecimiento y abocar a Europa (e incluso a EEUU) a una recesión a finales de este año 2023, como ya sucedió con anteriores subidas de tipos. En definitiva, un panorama económico internacional preocupante, que se nubla más con el enquistamiento de la guerra en Ucrania (que ha cumplido año y medio sin vislumbrarse una salida) y el temor a un repunte de la inflación este invierno, por el repunte de los precios de la energía (el petróleo y el gas ya están subiendo) y los alimentos, por el calor y la sequía. 

En España, este otoño vamos a notar el final del tirón turístico, que ha empujado el consumo y el empleo, augurándose una caída del consumo de los hogares a partir de septiembre, cuando haya que afrontar el pago de los colegios y las tarjetas por el gasto de este verano. Hasta ahora, las familias han tirado del ahorro y de los créditos para viajar e irse de vacaciones, pero este “colchón” se está agotando y en los próximos meses se espera una caída del consumo de los hogares, que repercutirá negativamente en la actividad y el empleo. 

Además, preocupa el cambio en el gasto de los españoles: cada vez más, el consumo se dirige al gasto en servicios (viajes, hoteles y restaurantes) y en alimentación, no a la compra de bienes (desde electrodomésticos a coches o ropa). Y eso se traduce en una caída de la demanda de la industria, que lleva meses sin dar salida a sus stocks y preocupada por el estancamiento de ventas (que llevó a perder empleo en la industria en el 2º trimestre: -64.500 empleos, cuando en el conjunto de la economía se crearon +603.900, por los servicios). Y también se teme por la construcción, ahora que los tipos altos están frenando la demanda de  hipotecas y la  compra de viviendas. 

Otro punto negro en nuestra economía es el pinchazo de las exportaciones, que llevan años ayudando a mantener el crecimiento y el empleo. El estancamiento en Europa (sobre todo en Alemania) y la crisis del comercio mundial (agravada por la guerra comercial entre EEUU y China) han provocado ya una caída de las exportaciones españolas en el 2º trimestre: -4% sobre el mismo periodo del año anterior (frente al +14,6% que crecieron en el primer trimestre de 2023), según Comercio. Y todo apunta a que las exportaciones españolas seguirán “flojas” el resto del año, por el estancamiento en Europa y la revalorización del euro (+7,25% en lo que va de año, con lo que los productos europeos son un 7,25% más caros para los que no pagan en euros), frenando más el débil crecimiento. 

Y en medio de este panorama, no ayudan los altos tipos de interés y la posible nueva subida de tipos que podría hacer el BCE este jueves, 14 de septiembre (la 10ª en 14 meses), hasta el 4,50%, el tipo más alto desde 2008. Una subida que sería “la puntilla” para una Europa estancada y frenaría aún más el consumo y la inversión, acercándonos a la recesión. Y lo más preocupante: se frenará la creación de empleo, el principal motor del crecimiento y el consumo. Ya el año pasado, en el tercer trimestre se creó mucho menos empleo (77.000 frente a 383.300 en el 2º trimestre) y ahora puede pasar lo mismo, mientras en el 4º trimestre de 2022 se perdió empleo (-81.900), algo que podría repetirse este año. Ya en agosto, con el final de las vacaciones, se perdieron -185.385 empleos, según los últimos datos de afiliación de la Seguridad Social. 

Junto a este preocupante panorama económico cara al otoño, España tiene un problema adicional: la incertidumbre política, tras unas elecciones el 23.J que han frenado un gobierno del PP y Vox pero que nos han abocado a un parón político. De momento, la obstinación de Núñez Feijóo  a presentarse a una investidura imposible a finales de agosto nos hace perder un mes largo más sin Gobierno. Y no habrá un segundo intento hasta finales de noviembre, cuando lo intente Sánchez, que lo tiene muy difícil. Si lo consigue, no tendremos Gobierno hasta diciembre. Y si no, habrá elecciones el 14 de enero y veríamos si podría conseguirse un Gobierno en febrero. En resumen, entre 5 y 7 meses sin Gobierno, una incertidumbre política que agrava la incertidumbre económica. Y con un cierto “parón político” en Europa, dado que en junio de 2024 habrá elecciones europeas. 

La principal consecuencia de estar sin Gobierno es que se frenan muchas decisiones de inversión y de empleo, así como nuevos proyectos ligados a los Fondos europeos y que ahora no puede aprobar un Gobierno en funciones, que tampoco va a aprovechar las ventajas (políticas, pero también económicas) de la presidencia de turno de la Unión Europea. Pero la principal consecuencia de no tener Gobierno es que no se podrán aprobar los Presupuestos para 2024 y habrá que prorrogar los de 2023. La ausencia de nuevos Presupuestos frenará muchos proyectos, aunque estén asegurados las subidas de las pensiones, los sueldos de los funcionarios y las partidas para sanidad, educación y gasto social. Pero no posibles mejoras sociales y de impulso económico, como la subida del salario mínimo o nuevas ayudas e inversiones. 

Por todo ello, necesitamos tener un Gobierno cuanto antes, que afronte el debilitamiento de la economía este otoño, como ha hecho el Gobierno alemán: han aprobado un Plan de ayudas de 32.000 millones para impulsar su débil economía. Aquí, en España, haría falta también reanimar la economía, acelerando al máximo las inversiones de los Fondos europeos y aprobado medidas para apoyar a la industria y la construcción de viviendas, que pueden ayudar si el consumo de las familias cae. Además, urge un Plan de empleo, para que haya más trabajo para los jóvenes, las mujeres y los mayores de 45 años. Y todo ello, con un nuevo Presupuesto para 2024, que asegure un mayor crecimiento y permita reducir el déficit al 3% del PIB (como exige la Comisión Europea y ha prometido el gobierno Sánchez), con mayor recaudación y sin recortar gastos sociales. Todo ello, sin olvidar avanzar en las reformas de fondo, sobre todo para afrontar problemas como el cambio climático, la sequía y el reparto del agua, la digitalización de la economía, la reindustrialización y la tecnología, la mayor internacionalización de las empresas y  la mejora de nuestra competitividad.

Muchas tareas pendientes como para perder el tiempo en “teatrillos” políticos que no aportan nada a los españoles y dilatan las soluciones a nuestros problemas más urgentes, agravados por una coyuntura internacional y europea preocupante. No pierdan más tiempo, por favor.

 


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