Acabamos de entrar en el
9º año de la crisis. 2017 será un año complicado, con problemas ciertos y
muchas incertidumbres. Los problemas seguros son tres: subirán los tipos de interés, costará más
el petróleo y bajará el euro. Y tres las incertidumbres: el Brexit, Trump y las elecciones en
Francia y Alemania, que pueden trastocar la estancada Europa. Un complicado panorama internacional que
afectará mucho a España: si la mitad
de lo que crecimos entre 2014 y 2016 fue por la ayuda exterior, por el “viento
de cola” de la economía mundial (bajos tipos, petróleo barato, euro
débil), ahora habrá “viento de frente”, que nos restará crecimiento y empleo. Y además,
un ajuste
extra interno, de 16.500 millones (para rebajar el déficit), que no
tuvimos en 2015 y 2016. Y la inflación (ya está en el 1,5%) subirá hasta el 2%, así que se "comerá" sueldos y pensiones. Por todo ello, 2017 será un año difícil, con menos
crecimiento y empleo. Y con muchas incertidumbres
políticas y económicas, de las que dependerá que sea regular o peor. A pesar de todo,
¡Feliz 2017¡
enrique ortega |
El principal problema económico mundial para 2017 es la subida de los tipos de interés, ya
iniciada y que va a continuar. El 16 de
diciembre de 2016, la Reserva Federal USA subió los tipos de interés un 0,25% (al 0,50-0,75%), la segunda subida tras la aprobada
en diciembre de 2015 (otro 0,25%), que rompe ocho años de dinero barato,
casi al 0% de interés (0-0,25%), el precio en que estaba desde diciembre de 2008, cuando estalló virulentamente esta crisis.
Ahora, la Reserva Federal anticipa tres nuevas subidas de tipos en 2017, lo que colocaría
el interés en el 1,50% a finales de este nuevo año. Pero podría ser un interés
más alto, superior al 2%, porque Donald Trump ha prometido aprobar un Plan de
gasto de un billón de dólares (para reanimar la economía USA) y eso va a disparar la inflación norteamericana,
lo que obligará a la Reserva Federal a contraatacar con tipos más altos.
Esto en EEUU, pero su
política de tipos más altos afecta al resto del mundo. En Europa, el Banco Central Europeo (BCE) dice que no tocará los tipos, pero acabarán
subiendo, para evitar la fuga de
inversores a EEUU. De hecho, los tipos
de la deuda y los créditos ya están subiendo en toda Europa. Una malísima noticia para España, porque somos
uno de los paises más endeudados del mundo:
debíamos 2.738.441 millones
de euros (2,7 billones) a finales de septiembre de 2016, entre la Administración pública
(1.107.693 millones, el 100,3% del PIB), las empresas (914.883 millones) y los
particulares (715.865 millones, la mayoría en hipotecas que se van a
encarecer). Esto nos hace un país muy vulnerable a la subida de tipos:
cada 1% que suban supone un extracoste de 27.000 millones para España, para el Estado y las autonomías
(11.000 millones), que tendrán que recortar de otros gastos para pagar más
intereses, para las empresas (9.000), que tendrán menos dinero para invertir y
crear empleo, y para las familias (7.000 millones), que tendrán menos para
consumir. Al final, la subida de tipos
se traduce en menos gasto, menos
inversión y menos empleo.
Además, la subida de tipos es un jarro de agua fría para la recuperación, porque dificulta la
inversión y el crédito en todo el mundo y especialmente en Europa, que apenas crece. Y es un
riesgo para los paises emergentes, sobre todo en
Latinoamérica, Asia y África, que están muy endeudados y que, al subir los
tipos, tendrán que pagar más intereses
y verán depreciarse sus monedas, lo
que puede agravar su crisis y frenar la recuperación internacional.
La subida de tipos en EEUU ya está provocando una subida del dólar, porque hay muchos inversores que desvían su dinero hacia la
Bolsa y la deuda norteamericana, ahora que pagan más por el dinero. Eso ya ha
provocado una caída del euro, que cerró el año cambiando a 1,053 dólares (aunque llegó a caer a 1,0396 dólares el 20 de diciembre) y en unos meses se podría colocar a la par con el dólar: 1x1. Esa caída del euro es una buena noticia para las empresas exportadoras,
que venden mejor (los productos que
se pagan con dólares más fuertes se abaratan), y también para el turismo (España es más barata para
los que vienen con dólares), pero también
es una mala noticia: España importa más de lo que exporta y todo lo
que paguemos en dólares (como el
petróleo) nos saldrá ahora más caro (y más a lo largo de
2017).
El tercer problema, junto a los tipos y la caída del euro,
es la subida de los precios del petróleo, tras dos años largos en que su desplome (de 112,88
dólares barril en junio de 2014 a 27,77 dólares en enero de 2016) había sido un
balón de oxígeno para el mundo. Ahora, el precio ha despuntado y cerró el año 2016 costando 56,86 dólares barril .La previsión es que alcance en
2017 los 60 dólares barril, frente a los 43 dólares de media que costó en
2016. Eso es consecuencia de un
acuerdo alcanzado el 30 de noviembre
en Viena entre los paises de la OPEP (que controlan un tercio de la producción
mundial) para recortar la producción de crudo desde enero de 2017, en 1,2
millones de barriles día, para elevar así los precios, acuerdo
al que se han sumado otros paises no OPEP, como Rusia y México. Ahora hay incluso un riesgo
de que el petróleo suba por encima de los
60 dólares barril si se llega a una situación de déficit, de más consumo
que producción, como vaticina la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para junio de 2017.
Si el petróleo sube un 40% y encima hay que pagarlo en dólares más caros (que lo
encarecerían un 5% adicional), la factura sería otro mazazo para la economía mundial y muy especialmente para España, uno de los paises europeos más dependientes del crudo. De hecho, la rebaja del petróleo nos ahorró 14.265 millones en la factura de 2015 y otros
8.700 millones en 2016. Un “regalo”
de 23.000 millones que ahora no vamos a tener y que subirá la factura del petróleo en unos 9.500 millones para 2017, lo que supone más costes para el Estado,
las empresas y las familias (carburantes y luz). Menos gasto, menos inversión, menos crecimiento.
Estos tres cambios
económicos
ya están ahí, no son pronósticos.
Eso sí, se pueden agravar más o menos
(la subida de tipos y del petróleo) y eso será clave para ver cómo nos afectan
finalmente. Además, existen varias incertidumbres económicas para 2017,
como el comportamiento del comercio mundial (lleva dos años cayendo), la situación de China (muy endeudada y
creciendo menos) y la crisis de los paises emergentes (sobre todo Latinoamérica,
clave para España). Y luego hay un montón de incertidumbres políticas, que van a agravar o suavizar la situación económica en
2017. Las principales, la llegada a la presidencia USA de Donald Trump, la negociación del Brexit
(salida de Reino Unido de la UE) y el resultado de las elecciones en Europa,
sobre todo en Francia y Alemania.
La llegada a la presidencia del ultraconservador Donald Trump, el 20 de enero, puede agravar la situación económica internacional si
cumple sólo la mitad de lo prometido. No sólo porque dispare la inflación, los tipos de interés y el dólar, sino por su política proteccionista, de aranceles (impuestos) y trabas a los productos
extranjeros, que puede afectar muy negativamente al comercio mundial y a las
exportaciones, claves para España, donde un tercio del crecimiento depende de
que las empresas mantengan sus ventas fuera. El proteccionismo de Trump puede
afectar muy negativamente a Europa (que vende un 20% de sus exportaciones en USA) y a Latinoamérica, sobre todo a México,
país clave para España (empresas y bancos).
La negociación de la salida de Reino Unido de la UE (Brexit) es también un elemento clave para toda Europa y para
España en 2017, porque se juega el
destino de nuestras inversiones (48.000 millones de euros) y ventas a la isla (18.231 millones en 2015, un 7,3% de todas nuestras exportaciones), además del
futuro de sus turistas (1 de cada 4 turistas que vienen a España son británicos), muy
afectados por la caída de la libra (perdió un 14,5% frente al euro en 2016, con lo que venir a España
les resulta un 14,5% más caro).
Y luego está la incertidumbre
política (y económica) derivada del abanico de elecciones que habrá en Europa en 2017: presidenciales en Francia
(abril y mayo), generales en Holanda (marzo),
Alemania (septiembre) y Austria (octubre), sin olvidar las de Italia (sin fecha), quizás Grecia y España, si Rajoy no consigue apoyos de la oposición para sus
recortes y políticas. En todos los paises, las
elecciones van a paralizar inversiones y gasto (será un año “medio perdido”),
además de impedir que Europa tome medidas como continente para reanimar su estancada economía. De hecho, el Eurogrupo, con Alemania a la cabeza, torpedeó en diciembre la propuesta de la Comisión de aprobar un Plan extra de inversiones
europeas de 50.000 millones (un mísero 0,5% del PIB europeo), para relanzar la
economía de la UE. Y existe el riesgo de que
avancen o triunfen los partidos
populistas (Italia y Grecia) y de extrema derecha (Francia, Holanda,
Alemania, Austria y Grecia), lo que se traduciría en más proteccionismo
comercial y un retroceso del proceso de unión europea.
Todos estos factores no son buenos para la recuperación
económica, ni del mundo ni de Europa ni de España, que tendrá "vientos de frente" del exterior
en 2017, en vez de las ayudas (“viento de cola”) que han sido claves para
crecer y crear empleo en 2015 y 2016. Pero además, a nivel interno, este año 2017
tenemos otro hándicap: el ajuste del déficit pactado con Bruselas. En los dos años
anteriores, Rajoy incumplió el déficit y apenas hizo ajustes, tras los
tijeretazos de 2012 a 2014: en 2015, el recorte del déficit fue sólo del 0,8%
(hasta el 5% del PIB) y en 2016 será de
otro 0,4% (hasta el 4,6%). Pero en 2016,
el ajuste prometido es mucho mayor, de más del doble: el 1,5% del PIB, 16.500 millones, más de los 12.500 millones
ajustados en los dos años anteriores. Y esto se quiere hacer recortando
gastos (5.000 millones) y aumentando impuestos (7.000 millones), dos medidas que van a recortar el gasto
de las familias y la inversión de las empresas, que van a recortar el
crecimiento y el empleo, que se van a sumar a los “vientos en contra” que vengan del
exterior.
Y más si suben los precios, como ya se está viendo: el IPC ha acabado en diciembre en el 1,5%, según el INE, y podría llegar al 2,5% en febrero. Porque otra mala noticia de 2017 es que la inflación subirá un 1,4% de media anual, según la previsión del Gobierno, aunque el Banco de España cree que el IPC puede llegar hasta el 2% de media, por la subida del petróleo, cuando la inflación media ha sido negativa en los dos últimos años (-0,6 en 2015 y 0% en 2016). Así
que "se comerá" las mínimas subidas de los salarios (+1%) y las pensiones (sólo +0,25%) , como ya ha pasado en 2016 . Y no
podremos gastar más, sino menos. Otro freno más al consumo y al crecimiento.
El Gobierno ya acepta que España va a crecer menos en 2017: un 2,5% (que el FMI rebaja el 2,3%), frente a un 3/3,2% que creceremos en 2016. Eso se
traduce en que se crearán menos empleos: unos 420.000 frente
a 620.000 en 2016. Pero la cosa puede ir peor, porque la subida de tipos de
interés y del petróleo, junto al desplome del euro, podrían restar a España un
1% de crecimiento en 2017, más otro 0,5% que reste el ajuste interno, por el
déficit. Eso rebajaría el crecimiento este año al 1,7%, no al 2,5% que dicen. Y si crecemos menos, sólo se podrían crear 300.000
empleos nuevos, demasiados pocos para un país con 4.320.800 parados estimados (EPA),
la mitad más de 2 años sin trabajar.
Así que las
perspectivas de 2017 no son nada buenas y menos si los tipos o el petróleo
suben más de lo previsto, el comercio mundial se desploma por Trump, China se
constipa o Latinoamérica agrava su crisis. Por todo ello, el Gobierno Rajoy debería abandonar su política de estos años, de “esperar
y ver”, que le ha ido bien porque de fuera venían “vientos de cola”.
Pero ahora, si vienen “mal dadas”,
debería reaccionar y pactar con la oposición una política económica para “reanimar la economía”, con más
gasto necesario y más inversiones públicas, que son
posibles si España recauda más.
Y se puede ingresar hasta 50.000 millones más si España recauda más con
el IVA, impuestos
sobre carburantes y en impuestos medioambientales (como piden el FMI y la Comisión Europea), con impuestos financieros
(Tasa Tobin) y, sobre todo, haciendo que paguen más los que pagan pocos
impuestos: grandes empresas, las multinacionales
y los más ricos.
O reanimamos desde
dentro la economía española en 2017, en lugar de hacer más ajustes que en
2015 y 2016 juntos, o no podremos
contrarrestar las malas noticias que vendrán de fuera. Y no podemos
permitirnos crecer menos, porque tenemos el doble de paro que Europa, menor
renta y mucha mayor pobreza y desigualdad. Es
el año de cambiar las tijeras por el empujón a la inversión y al consumo, de apostar por el empleo. Algo que no querrá hacer Rajoy, pero que la oposición
debe forzar como sea. Ojalá lo consigan. ¡Feliz
2017¡
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