jueves, 29 de octubre de 2015

¿Cómo se pueden crear más empleos?


Es la pregunta del millón. Pero habría que buscar una respuesta, porque al ritmo actual de creación de empleo, se tardaría más de una década en rebajar el paro a niveles aceptables. Y no podemos esperar tanto, sobre todo los casi 3 millones de parados que llevan ya varios años sin trabajar. La mayoría (53,3%) sin cobrar el paro, sumidos en la pobreza y la desesperación. No basta con presumir como Rajoy de que España crece: necesitamos crecer más, porque tenemos el doble de paro que Europa. Y para ello, urge reanimar la economía, con más inversiones públicas y privadas, olvidándose de más recortes (aunque los pida Bruselas). Subir salarios, bajar impuestos y recaudar más de los que no pagan. Y volcarse en políticas activas de empleo, en formar a los parados (más de la mitad tienen la ESO o menos) y reformar los servicios públicos de empleo, que sólo encuentran trabajo al 2% de parados. Es la primera preocupación de los españoles y debería ser la obsesión de todos para la próxima Legislatura. Necesitamos un gran pacto por el empleo.


enrique ortega

España lleva 9 trimestres seguidos creciendo, desde el verano de 2013. Pero poco, entre el 0,3% y el 0,5% trimestral, aunque este año 2015 el crecimiento aumentó, hasta alcanzar el 1% en el segundo trimestre. Pero la economía se ha desinflado en verano, bajando el crecimiento al 0,8% en el tercer trimestre (según el Banco de España), por efecto del estancamiento en Europa, la caída del comercio mundial y la crisis en Latinoamérica. Con ello, España crece el doble que Europa (3,1% este año frente al 1,5% previsto por el FMI para la zona euro), pero a un menor ritmo que antes del verano. De momento, se está creando algo más de empleo que el año pasado (479.700 nuevos empleos hasta septiembre, frente a 368.800 en los nueve primeros meses de 2014). Pero el empleo debería crecer mucho más, ya que estamos creciendo el doble que el año pasado (3,1% frente al 1,4% en 2014).

¿Qué pasa? Pues que las empresas han agotado ya “el primer tirón” de nuevas contrataciones, iniciado en la primavera de 2013, destinado a cubrir los puestos de trabajo más urgentes, tras los drásticos despidos de la crisis (3.723.200 empleos perdidos entre 2007 y 2013). Y ahora, mientras el consumo apenas crece y la inversión no despega, ya no contratan apenas, a la espera de que la economía se reanime con más fuerza. Y además, se han agotado las contrataciones“ electorales”, los empleos creados esta primavera en muchas autonomías y Ayuntamientos (obras públicas, sanidad, educación y personal administrativo)  por las elecciones de mayo pasado, algo que puede repetirse de aquí a diciembre, por el 20-D, por  el cobro de una parte de la extra de los funcionarios y las inversiones “electorales”.

Pero el crecimiento es aún bajo y se crea poco empleo para un país con 4,85 millones de parados, un 21% de los españoles, el doble que en Europa (11%). A este ritmo de creación de empleo (2.000 diarios), harían falta 15 años para volver a unos niveles de paro aceptables, el 8% de paro de antes de la crisis. Y eso porque hay que buscar empleos para los parados actuales, para los jóvenes que se incorporen al mercado de trabajo y para otros 2,7 millones más de españoles “desanimados” (7% de personas “inactivas a su pesar”, frente al 6,3% en Europa), que han dejado de buscar trabajo porque no hay, pero que se “animarían” a buscarlo si la economía y el empleo crecieran más. O sea, que España necesita crear al menos 5  millones de empleos en los próximos años para dejar el paro en el 8%.

Una tarea inmensa y además urgente, porque más de la mitad de los parados actuales no pueden esperar más. Son los 2.942.300 parados de larga duración, que llevan más de un año sin trabajar, según la última EPA (y de ellos, 2,1 millones llevan más de 2 años y casi 1,5 millones llevan tres o más). Un grupo enorme, con pocas posibilidades de encontrar trabajo, por dos razones. Una, porque las empresas prefieren ofrecer los pocos empleos que hay a los que llevan menos tiempo en el paro: los parados de larga duración tienen un 6,7% de posibilidades de encontrar trabajo frente al 26,5% del resto, según Asempleo. Y la otra, porque más de la mitad de estos parados tienen poca formación (la ESO o menos) y demasiada edad (1,7 millones de parados tienen más de 45 años). Así que muchos de estos parados de larga duración (mayores de 45 años, mujeres y jóvenes sin experiencia) están condenados a no trabajar nunca más, mientras ven que se les acaba el paro: el 53,3% de todos los parados no cobran ya el desempleo (2,58 millones) y aún son más entre estos parados de larga duración.

¿Qué se puede hacer para crear más empleos? La receta de la patronal CEOE es la misma de siempre: más flexibilidad laboral, repartir el poco empleo que hay entre más gente, con más contratos temporales mal pagados. Su propuesta a los partidos cara a las elecciones del 20-D pasa por tres medidas “clásicas”: flexibilizar el despido (pagar una menor indemnización por despido a los  trabajadores fijos), aumentar la contratación temporal y crear un contrato para jóvenes, con jornadas reducidas y sueldos inferiores al salario mínimo (los “minijobs”, a 400 euros mensuales). Su objetivo no es crear más empleo sino precarizar más el poco empleo que se cree, sustituyendo trabajadores maduros por jóvenes con “minijobs”.

Pero así, repartiendo y precarizando el escaso empleo, no resolvemos el problema y sí creamos otros, como el subempleo (un 22,2% de los trabajadores españoles son pobres ya: ganan un 60% de las rentas medias, según un reciente informe de la OIT), que impide la recuperación del consumo y que los jóvenes tengan un futuro, además de hundir las cuentas de la Seguridad Social  y las pensiones (hay más cotizantes que cotizan menos). Hace falta buscar otro camino: reanimar la economía para crecer más y crear más empleo. Y, en paralelo, tomar medidas para que esos nuevos empleos lleguen a la mayoría de los parados.

La clave está en crecer más. Para ello hay que hacer otra política económica, en Europa y en España. En Europa, es urgente que Alemania y los países de la Europa rica del norte gasten e inviertan más, para “tirar” de las economías de la Europa del sur, como han pedido incluso el FMI y la OCDE. Y hay que activar el Plan de inversiones para Europa, los 315.000 millones del Plan Juncker, que podrían reanimar el crecimiento europeo con obras públicas en infraestructuras y nuevas tecnologías. Y en paralelo, España debe poner en marcha un Plan de choque contra el paro, asentado en un paquete de inversiones públicas necesarias (no inaugurar más autovías y líneas del AVE) y en ayudas directas a los sectores que puedan crear más empleo estable: reindustrialización, fusión empresas, tecnología, medio ambiente y exportación. Y subir más los salarios, para reanimar el consumo y el crecimiento, como ha pedido incluso el presidente del Banco Popular. También ayudaría rebajar los impuestos a los que menos ganan y subirlos a los más ricos, grandes empresas y multinacionales, para financiar el Plan de choque contra el paro.

Hay un riesgo en el horizonte: que haya nuevos recortes en 2016. Bruselas ya le ha dicho al Gobierno Rajoy que España incumplirá el déficit público exigido en 2015 y 2016, algo que también creen el FMI y la mayoría de expertos. Eso supondría que el futuro Gobierno (sea el que sea) se vería obligado a hacer un nuevo ajuste de 10.000 millones de euros, recortando gastos o subiendo impuestos (o las dos cosas). Si se hace, este ajuste supondría frenar la recuperación, el crecimiento y el empleo, un verdadero suicidio para España. Así que será clave que el futuro Gobierno negocie con Bruselas una tregua en la rebaja del déficit, por algo muy simple: tenemos el doble de paro que Europa. Y más recortes frenarían la recuperación y llevarían a crear menos empleo y bajar menos el paro, algo inadmisible.

Pero no basta con intentar crecer más y crear más empleo, algo que corresponde mayoritariamente a las empresas. El Gobierno tiene la responsabilidad de ayudar a repartir ese empleo, para que llegue a más gente. Y para ello es fundamental que se vuelque en políticas activas de empleo, en mejorar la formación y en que funcionen las oficinas públicas de empleo, como han pedido reiteradamente Bruselas, el FMI y la OCDE. Pero el Gobierno Rajoy ha hecho lo contrario: ha recortado un tercio el presupuesto para estas políticas activas de empleo, desde los 7.714 millones de 2011 a 4.746 en 2015. Y gastamos menos que los países nórdicos, Alemania y el centro de Europa, que tienen una tercera parte de paro o menos que España. Una política irresponsable, como ha señalado la OCDE.

El primer reto de las políticas activas de empleo es mejorar la formación, tanto de los parados como de los que están trabajando (para que se reciclen y los cambios tecnológicos no se lleven por delante su empleo). Y esta mejora de la formación es especialmente urgente entre los parados, porque más de la mitad (un 53,6%, 2,6  millones) tienen una escasa formación: sólo hasta la ESO o incluso menos, según el INE. Y  casi otra cuarta parte (23,2%) de los parados sólo tienen Bachillerato o Formación Profesional. Así, con tan poca preparación, resultará muy difícil que las empresas les contraten, porque al haber pocos empleos, se ofrecerán a los que tengan más formación y experiencia. Y aquí, losj óvenes tienen todas las de perder: hay 789.700 parados de 16 a 29 años (el 54% de todos los parados jóvenes) que no tienen ni Bachillerato ni FP. Ni experiencia. Por eso, tienen tan difícil colocarse.

Hay pues que volcarse en la formación de los parados, sobre todo de los más jóvenes y los que llevan más tiempo parados. Y más cuando sólo un 16,7% de todos los parados aprovecha para hacer un curso y formarse, según un informe de Asempleo. Eso se debe no sólo al “abandono” y desánimo de los parados, sino a que con los recortes del Gobierno se han quitado cursos y los que han quedado son bastante obsoletos e inútiles: “el SEPE (Servicio público de empleo) ofrece formación en las cosas que no hay trabajo”, ha dicho el director del portal de empleo Infojobs. Además, los cursos son casi en exclusiva presenciales (hay pocos cursos online) y demasiado largos (dos tercios, de más de 200 horas). Y encima, los están haciendo sobre todo los parados más formados, no los que más los necesitan. Está bien exigir a los parados que cobran el desempleo que a cambio se formen, pero urge actualizar los cursos y ligarlos a los empleos que se demandan, para que los parados los vean útiles.

El otro reto de las políticas activas de empleo es reformar las oficinas públicas de empleo, el SEPE (antiguo INEM), que no funciona: sólo coloca al 2% de los parados. Eso pasa por modernizar el servicio, informatizando debidamente los currículum de todos los parados y poniendo en marcha una bolsa de trabajo online que esté coordinada con las demandas de empleo de las empresas. Y urge realizar un seguimiento personalizado de cada parado. Además, hay que coordinar mejor la gestión de las autonomías, porque cada una “va a su aire” en las políticas de empleo, la formación y los subsidios. Pero todo ello exige más Presupuesto y más personal, ahora totalmente insuficiente: España cuenta con 1 funcionario del SEPE por cada 269 parados frente a 1 por 47 en Alemania, 1 por 36 en Dinamarca o 1 por 22 en Reino Unido, países con la tercera parte de paro o menos que España.

En definitiva, que no podemos esperar más de una década  a ver cómo crece poco a poco el empleo: tenemos demasiado paro y hay 3 millones de parados que no aguantan más. Por eso, hay que dar un empujón a la economía, poner en marcha una verdadera “cruzada por el empleo”, con medidas decididas (cuesten lo que cuesten) para reanimar el crecimiento y conseguir más trabajo para más parados, mejorando su formación y su “empleabilidad”, ayudándoles activamente a que encuentren trabajo. Y a la vez, tratando que estos nuevos empleos sean más estables y menos precarios, porque sólo así se reanimarán de verdad el consumo y la inversión y los empleos serán más estables.

El empleo es la primera preocupación de los españoles y una verdadera obsesión para la mayoría de las familias, con un hijo o familiar sin trabajo. Por eso, el gran tema de las próximas elecciones debería ser buscar soluciones a un paro escandaloso, abandonando triunfalismos injustificados (Rajoy) y afrontando soluciones valientes, al margen de las peleas políticas. Hace falta un gran pacto político por el empleo, con medidas decididas y eficaces, huyendo de más recortes (diga lo que diga Bruselas). Ese debería ser nuestro voto el 20-D.

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