Es la pregunta del millón. Pero habría
que buscar una respuesta, porque al ritmo actual de creación de
empleo, se tardaría más de una década en rebajar el paro a
niveles aceptables. Y no podemos esperar tanto, sobre todo los casi 3 millones de parados que llevan ya
varios años sin trabajar. La mayoría (53,3%) sin
cobrar el paro, sumidos en la pobreza y la desesperación. No basta con presumir como Rajoy de que España crece: necesitamos crecer más, porque tenemos el doble de paro que Europa.
Y para ello, urge reanimar la economía, con más inversiones públicas y privadas, olvidándose de más recortes (aunque los pida Bruselas). Subir salarios, bajar impuestos y recaudar más de los que no pagan. Y volcarse en políticas activas de empleo, en formar a los parados (más de la mitad tienen
la ESO o menos) y reformar los servicios públicos de empleo, que
sólo encuentran trabajo al 2% de parados. Es la primera preocupación de los
españoles y debería ser la obsesión de
todos para la próxima Legislatura. Necesitamos un gran pacto por el empleo.
enrique ortega |
España lleva 9
trimestres seguidos creciendo,
desde el verano de 2013. Pero poco, entre el 0,3% y el 0,5%
trimestral, aunque este año 2015 el crecimiento aumentó, hasta alcanzar el 1%
en el segundo trimestre. Pero la economía se ha desinflado en verano, bajando el crecimiento
al 0,8% en el tercer trimestre (según el Banco de España), por efecto del estancamiento
en Europa,
la caída del comercio mundial y la crisis en Latinoamérica.
Con ello, España crece el doble que
Europa (3,1% este año frente al 1,5% previsto por el FMI para la zona
euro), pero a un menor ritmo que antes del verano. De momento, se está creando algo más de empleo que el año pasado (479.700 nuevos empleos hasta septiembre, frente a 368.800 en los nueve primeros meses de 2014). Pero el empleo debería crecer mucho más, ya que estamos creciendo el doble que el año pasado (3,1% frente al 1,4% en 2014).
¿Qué pasa? Pues
que las empresas han agotado ya “el primer tirón” de
nuevas contrataciones, iniciado en la primavera de 2013, destinado a cubrir
los puestos de trabajo más urgentes, tras los drásticos despidos de la crisis (3.723.200 empleos perdidos entre 2007 y
2013). Y ahora, mientras el consumo apenas crece y la inversión no despega, ya no contratan apenas, a la espera de que
la economía se reanime con más fuerza. Y además, se han agotado las contrataciones“ electorales”,
los empleos creados esta primavera en muchas autonomías y Ayuntamientos (obras
públicas, sanidad, educación y personal administrativo) por las elecciones de mayo pasado, algo que
puede repetirse de aquí a diciembre, por el 20-D, por el cobro de una parte de la extra de los
funcionarios y las inversiones “electorales”.
Pero el crecimiento es aún bajo y se crea poco empleo para un país con 4,85 millones de parados, un 21% de los españoles, el
doble que en Europa (11%).
A este ritmo de creación de empleo (2.000 diarios), harían falta 15 años para volver a unos niveles de paro aceptables, el 8%
de paro de antes de la crisis. Y eso porque hay que buscar empleos para los
parados actuales, para los jóvenes que se incorporen al mercado de trabajo y
para otros 2,7 millones más de españoles “desanimados”
(7% de personas “inactivas a su pesar”, frente al 6,3% en Europa), que han
dejado de buscar trabajo porque no hay, pero que se “animarían” a buscarlo si
la economía y el empleo crecieran más. O sea, que España necesita crear al menos 5
millones de empleos en los próximos años para dejar el paro en el 8%.
Una tarea inmensa y
además urgente, porque más de la
mitad de los parados actuales no pueden esperar más. Son los 2.942.300 parados de larga duración, que llevan
más de un año sin trabajar, según la
última EPA (y de ellos, 2,1 millones llevan más de 2 años y casi 1,5
millones llevan tres o más). Un grupo enorme, con pocas posibilidades de encontrar trabajo, por dos razones. Una, porque las empresas prefieren ofrecer los pocos
empleos que hay a los que llevan menos tiempo en el paro: los parados de larga
duración tienen un 6,7% de posibilidades
de encontrar trabajo frente al 26,5% del resto, según
Asempleo. Y la otra, porque más de la
mitad de estos parados tienen poca formación (la ESO o menos) y demasiada
edad (1,7 millones de parados tienen más
de 45 años). Así que muchos de
estos parados de larga duración (mayores de 45 años, mujeres y jóvenes sin experiencia)
están condenados a no trabajar nunca más, mientras ven
que se
les acaba el paro: el 53,3% de todos los parados no cobran ya el desempleo (2,58 millones) y aún son más entre estos parados de larga duración.
¿Qué se puede hacer
para crear más empleos? La receta de
la patronal CEOE es la misma de
siempre: más flexibilidad laboral, repartir el poco empleo que hay entre más
gente, con más contratos temporales mal pagados. Su propuesta a los partidos cara a las elecciones del 20-D pasa por tres
medidas “clásicas”: flexibilizar
el despido (pagar una menor indemnización por despido a los trabajadores fijos), aumentar la contratación temporal y crear un contrato para jóvenes,
con jornadas reducidas y sueldos inferiores al salario mínimo (los “minijobs”, a 400 euros mensuales). Su objetivo no es crear más empleo
sino precarizar más el poco empleo que se cree, sustituyendo trabajadores maduros por
jóvenes con “minijobs”.
Pero así, repartiendo
y precarizando el escaso empleo, no resolvemos el problema y sí creamos
otros, como el subempleo
(un 22,2% de los trabajadores
españoles son pobres ya: ganan un
60% de las rentas medias, según un reciente informe de la OIT), que impide la recuperación del consumo y
que los jóvenes tengan un futuro, además de hundir
las cuentas de la Seguridad Social y las pensiones (hay más cotizantes que cotizan menos). Hace falta buscar otro camino: reanimar la
economía para crecer más y crear más empleo. Y, en paralelo, tomar medidas
para que esos nuevos empleos lleguen a la
mayoría de los parados.
La clave está en crecer
más. Para ello hay que hacer otra política económica, en Europa y en España. En Europa, es
urgente que Alemania y los países de la Europa rica del norte gasten e inviertan más, para “tirar” de
las economías de la Europa del sur, como han pedido incluso el FMI y la OCDE. Y hay que activar el Plan de inversiones
para Europa, los 315.000 millones del Plan Juncker, que podrían reanimar el crecimiento europeo con obras públicas
en infraestructuras y nuevas tecnologías. Y en paralelo, España debe poner en
marcha un Plan de choque contra el paro, asentado en un paquete de inversiones
públicas necesarias (no inaugurar más autovías y líneas del AVE) y en ayudas directas a los
sectores que puedan crear más empleo estable: reindustrialización,
fusión empresas, tecnología,
medio ambiente y exportación.
Y subir más los salarios, para reanimar el consumo y el crecimiento, como ha pedido incluso el presidente del Banco Popular. También ayudaría rebajar los impuestos a
los que menos ganan y subirlos a los
más ricos, grandes empresas y multinacionales, para financiar el Plan de choque contra el paro.
Hay un riesgo en el horizonte: que haya nuevos recortes en 2016. Bruselas ya le ha dicho al Gobierno Rajoy que España incumplirá el déficit público
exigido en 2015 y 2016, algo que también creen el FMI y la mayoría de expertos.
Eso supondría que el futuro Gobierno (sea
el que sea) se vería obligado a
hacer un nuevo ajuste de 10.000 millones de
euros, recortando gastos o subiendo
impuestos (o las dos cosas). Si se hace, este ajuste supondría frenar la recuperación, el crecimiento y el
empleo, un verdadero suicidio para España. Así que será clave que el futuro Gobierno negocie con Bruselas una tregua en la rebaja del déficit,
por algo muy simple: tenemos el doble de paro que Europa. Y más recortes
frenarían la recuperación y llevarían a crear menos empleo y bajar menos el paro, algo inadmisible.
Pero no basta con intentar
crecer más y crear más empleo, algo que corresponde mayoritariamente a las
empresas. El Gobierno tiene la
responsabilidad de ayudar a repartir ese
empleo, para que llegue a más gente. Y para ello es fundamental que se vuelque en políticas activas de empleo, en mejorar la formación y en que funcionen las oficinas
públicas de empleo, como han pedido reiteradamente Bruselas,
el FMI y la OCDE.
Pero el Gobierno Rajoy ha hecho lo contrario: ha recortado un tercio el presupuesto para estas políticas activas de empleo,
desde los 7.714 millones de 2011 a 4.746 en 2015. Y gastamos menos que los países nórdicos, Alemania y el centro de Europa, que
tienen una tercera parte de paro o menos que España. Una política irresponsable, como ha señalado la OCDE.
El primer reto de las
políticas activas de empleo es mejorar la formación, tanto de los parados como de los que están trabajando (para que se reciclen y los cambios tecnológicos
no se lleven por delante su empleo). Y esta mejora de la formación es especialmente urgente entre los parados,
porque más de la mitad (un 53,6%,
2,6 millones) tienen una escasa formación: sólo hasta la ESO o incluso menos,
según el INE. Y casi otra cuarta parte (23,2%) de los parados
sólo tienen Bachillerato o Formación Profesional. Así, con tan poca preparación,
resultará muy difícil que las empresas les contraten, porque al haber pocos empleos, se ofrecerán a los que tengan más formación y experiencia. Y aquí, losj óvenes tienen todas las de
perder: hay 789.700 parados de 16 a 29 años (el 54% de todos los parados jóvenes) que no tienen ni Bachillerato ni FP. Ni experiencia. Por eso, tienen
tan difícil colocarse.
Hay pues que volcarse
en la formación de los parados, sobre todo de los más jóvenes y los que
llevan más tiempo parados. Y más cuando sólo
un 16,7% de todos los parados aprovecha para hacer un curso y formarse,
según un informe de Asempleo. Eso se debe no sólo al “abandono” y desánimo de los parados, sino a que con los recortes
del Gobierno se han quitado cursos
y los que han quedado son bastante obsoletos e inútiles: “el SEPE (Servicio público de empleo) ofrece
formación en las cosas que no hay trabajo”, ha dicho el director del portal de empleo Infojobs. Además, los cursos son casi
en exclusiva presenciales (hay pocos
cursos online) y demasiado largos
(dos tercios, de más de 200 horas). Y encima, los están haciendo sobre todo los parados más formados, no los que más
los necesitan. Está bien exigir a los parados que cobran el desempleo que a cambio se formen, pero urge
actualizar los cursos y ligarlos a los empleos que se demandan, para
que los parados los vean útiles.
El otro reto de las
políticas activas de empleo es reformar
las oficinas públicas de empleo, el SEPE
(antiguo INEM), que no funciona: sólo coloca al 2% de los parados. Eso pasa por modernizar el servicio, informatizando
debidamente los currículum de todos los parados y poniendo en marcha una bolsa
de trabajo online que esté coordinada con las demandas de empleo de las
empresas. Y urge realizar un
seguimiento personalizado de cada parado. Además, hay que
coordinar mejor la gestión de las autonomías, porque cada
una “va a su aire” en las políticas de empleo, la formación y los subsidios.
Pero todo ello exige más Presupuesto y
más personal, ahora totalmente insuficiente: España cuenta con 1 funcionario del SEPE por cada 269 parados frente a 1 por 47 en
Alemania, 1 por 36 en Dinamarca o 1 por 22 en Reino Unido, países con la
tercera parte de paro o menos que España.
En definitiva, que no
podemos esperar más de una década a ver
cómo crece poco a poco el empleo: tenemos
demasiado paro y hay 3 millones de parados que no aguantan más. Por eso, hay que dar un empujón a la
economía, poner en marcha una verdadera “cruzada por el empleo”, con medidas decididas (cuesten lo que cuesten) para reanimar el crecimiento y conseguir más trabajo para más parados, mejorando su formación y su “empleabilidad”, ayudándoles activamente
a que encuentren trabajo. Y a la vez, tratando que estos nuevos empleos sean
más estables y menos
precarios, porque sólo así se reanimarán de verdad el consumo y la
inversión y los empleos serán más estables.
El empleo es la primera preocupación de los españoles y una verdadera obsesión para la mayoría de las familias, con
un hijo o familiar sin trabajo. Por eso, el gran tema de las próximas elecciones debería ser buscar soluciones a un paro escandaloso, abandonando triunfalismos
injustificados (Rajoy)
y afrontando soluciones valientes, al
margen de las peleas políticas. Hace falta un gran pacto político por el empleo,
con medidas decididas y eficaces, huyendo de más recortes (diga lo que diga
Bruselas). Ese debería ser nuestro voto
el 20-D.
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