A principios de diciembre
se celebra en París la Cumbre del Clima,
donde 196 países se juegan evitar el Cambio Climático. España acudirá con un suspenso doble: ha aumentado sus emisiones de CO2 más de lo comprometido al firmar el Protocolo
de Kioto (1992) y tienen poco peso las energías renovables (aportan el
15,4% de la energía y la Comisión Europea
cree que no cumpliremos el objetivo europeo del 20% para 2020). Así que España incumple los retos clave
para impedir el Cambio Climático. La culpa es de una política energética equivocada,
que no lucha contra las energías fósiles que más contaminan: el consumo de petróleo, carbón y gas bate
récords, ahora que han bajado precios. Y mientras, se han recortado drásticamente las ayudas a las renovables, ya competitivas.
Salvar el Planeta es el primer reto mundial y España debe ayudar a reducir las emisiones, con más energías limpias y menos consumo de petróleo, carbón y gas.
No podemos ser un país tan "sucio".
enrique ortega |
La primera señal
de que España no cumple con el clima la dio la Agencia
Internacional de la Energía (AEI), en su informe de diciembre de 2014: nuestro
país había aumentado las emisiones de CO2
un 29,9% entre 1990 y 2012, incumpliendo así el compromiso firmado en el
Protocolo de Kioto (1992), que era no
aumentar las emisiones más de un 25%. Hay otros 8 países europeos que tampoco
han cumplido con sus topes de
emisiones (Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Suecia y
Suiza), pero España es el único país de la UE donde las
emisiones de CO2 han aumentado en las dos últimas décadas: en todos los
demás, las emisiones se han reducido (entre el -5,4% en Francia y el -20,5% de
Alemania). Con ello, España es el 5º
país de la Unión Europea que más CO2 emite (266,6 millones Tm, el 0,84% de todas las emisiones mundiales),
sólo por detrás de Alemania (755 millones Tm), Reino Unido (457), Italia (375),
Francia (333) y Polonia (294), según los datos de 2014 de la AIE. Europa sólo emite el 11% del total de CO2
mundial, frente al 26% de China, el 16% de EEUU, el 6,1% de India, el 5,2%
de Rusia y el 3,8% de Japón.
También en diciembre, la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) advirtió a España que no
cumplía con los objetivos
europeos de lucha contra el Cambio Climático. Y el pasado 16 de junio, la Comisión Europea emitió un informe muy explícito: España y otros 8 países
europeos (Francia, Luxemburgo, Malta, Holanda, Reino Unido, Bélgica, Hungría y
Polonia) tenían muy difícil cumplir con
el gran objetivo europeo de alcanzar un 20% de energías renovables para 2020.
En 2014, las energías renovables aportaron en España un 15,4% de la energía total y
alcanzar ese 20% en seis años más parece
imposible: habría que triplicar el parque de energías renovables (eólica, solar,
biomasa, cogeneración) instalado entre 2005 y 2014.
A raíz de este varapalo,
Francia ha aprobado ya una Ley de Transición Energética, para intentar acelerar el parque de
renovables. Sin embargo, España sólo va a hacer algo testimonial: poco
antes de las elecciones de diciembre
(para quedar como “verdes”), el Gobierno Rajoy aprobará una subasta de 700 Mw de renovables (sólo 500 Mw de eólica y 200 Mw de
biomasa, nada de solar fotovoltaica), una cantidad que el sector considera insuficiente,
ya que para cumplir con el 20% de Bruselas habría que instalar 6.600 MW nuevos
de renovables en los próximos 5 años, diez veces lo que ahora se aprobará.
El tercer objetivo en la lucha contra el Cambio Climático, junto a la reducción de emisiones y el aumento de las
renovables, es el ahorro de energía: consumir menos para contaminar menos. El
objetivo de la Unión Europea para los 29 países es ahorrar un 20% de la energía consumida para 2020 (1,5%
de ahorro anual). De momento, España
está cumpliendo este objetivo (el consumo se ha reducido un 2,29% anual
entre 2005 y 2012), pero este “logro”
tiene truco: se debe a la crisis económica, que
ha provocado una caída drástica del consumo y la actividad. El problema es que
ahora, si la economía se recupera,
vuelva a dispararse el consumo de energía, en las empresas, en la carretera, en
las viviendas. De hecho, el Gobierno
Rajoy ha recortado drásticamente (-200 millones) las ayudas que había para fomentar el ahorro de energía. Incluso, no ha sacado todavía
un decreto para que las empresas con más de 250 trabajadores y 50 millones de
facturación (2.100 empresas) hagan una auditoría energética (tiene que estar hecha el 5 de diciembre 2015, por
exigencia de una Directiva europea de 2012), que podría ayudarles a tomar medidas de ahorro. Y por supuesto, nadie ha
pensado en créditos y ayudas para que estas empresas inviertan en ahorrar
energía.
Así que España se
presentará en la próxima Cumbre del Clima de París (30 noviembre-11 diciembre)
como uno de los países europeos que menos lucha contra el Cambio Climático : ni
reduce las emisiones de CO2 (y nos hemos tenido que gastar 800 millones de
euros en comprar derechos de CO2 para compensarlo), ni tenemos suficientes energías renovables (a pesar de nuestro sol
y aire) ni ahorramos energía, además de
gastarla mal: necesitamos más energía
que el resto de Europa para producir lo mismo, somos un 15% más ineficientes que la
media UE. Y las industrias españolas
consumen tres veces más energía que las de los grandes países con los que
competimos (Alemania, Francia o Italia).
¿Qué se puede hacer? .Lo
esencial es cambiar la política energética, para tratar de “huir” de los combustibles fósiles, que son los que más contaminan: en España, un 53,4% de las emisiones de CO2 proceden del petróleo (que aporta un 48% de la energía total,
frente al 33% en Europa), el 24,5% del
gas (cuyo consumo se ha disparado: aporta el 21,4% de la energía, por
debajo del 23,3% en Europa) y otro 21,9%
del CO2 viene del carbón (que aporta un 8,7% de la energía, la mitad que en
Europa). Pero lo que está sucediendo es lo contrario: el consumo de estos combustibles contaminantes se ha disparado. El consumo de petróleo bate un récord histórico este año: entre enero y
julio, España ha comprado 37,3 millones de Tm de crudo, un 10% más que en 2014
y el máximo en toda nuestra historia, debido a la caída de precios (-40% desde 2012) y a que la economía lleva 9 trimestres creciendo (poco, pero creciendo). También se ha disparado este
año el consumo de carbón para generar
electricidad (+24,4%), al recortarse la energía hidráulica y eólica (por la ola de
calor) y también porque los precios del carbón han caído en el mundo (sobre todo en USA y China), un 50% desde
2011.Y lo mismo ha pasado con el gas natural: las compras españolas han crecido un 5,2% este año, pero las
compras de gas para quemar en centrales eléctricas (el gas contamina menos que
el fuel y el carbón, pero contamina) han aumentado este año un 35,4%.
Mientras España consume
más de los combustibles que más contaminan, sigue sufriendo el recorte de las energías renovables impuesto por el Gobierno Rajoy en 2012 y
2014. Con la excusa de rebajar el recibo de la luz, se implantó una moratoria
para no autorizar nuevas instalaciones y se recortaron las ayudas a las
existentes, lo que ha costado miles de demandas judiciales (dentro y fuera de España). El resultado es que si en 2012 se habían instalado 2.882 KW de renovables,
en 2014 sólo se instalaron 39 KW. Y si en 2009 se instalaban en España 1.332
aerogeneradores (eólica), en 2014 se
erigieron 13. Y en energía solar
fotovoltaica, sólo se instalaron 23 Mw en 2014, frente a 3.116 Mw en 2008.
Este parón
de las renovables coincide con dos hechos importantes. Uno, que la industria española de renovables es de las más competitivas del mundo y no deja
de instalar molinos y paneles en todos los continentes. Y el otro, que las energías renovables ya son competitivas y están en
rango de costes con las energías convencionales, según un informe de la AEI (2015), que ha estudiado los costes de 181 centrales en 22 países,
concluyendo que las centrales eólicas están entre las que producen la
electricidad más barata y que se ha abaratado mucho la luz fotovoltaica (solar).
Si queremos emitir menos CO2, España tiene que huir del petróleo, el carbón y el gas, tanto
en la generación de electricidad (8,2% de emisiones totales y sólo el 40% de la luz procede de la energía hidroeléctrica
y las renovables), como en la industria (26% emisiones) y sobre todo en el transporte (responsable del
31% de las emisiones totales, el 26,3% sólo por culpa de la carretera) y las viviendas (16,5% las emisiones). Lo más urgente es huir del carbón en la producción de electricidad : 7 de las 10 industrias que más contaminan en España (CO2) son centrales térmicas de carbón (6 de Endesa y 1 de Hidrocantábrico) y las otras 3 son refinerías de petróleo (de Repsol-Petronor). Y para ello, es prioritario no subvencionar más el consumo de carbón nacional , como pretende el Gobierno Rajoy para 2015-2018 ( a costa de que los consumidores paguemos 405 millones de ayudas en el recibo de la luz). En paralelo, urge apoyar más a las energías renovables, limpias y cada vez más eficientes.
Para conseguirlo, la
OCDE (informe marzo 2015) acaba de dar a España una receta muy eficaz: utilizar los impuestos. Proponen al Gobierno español que suba el impuesto al gasóleo
(más bajo que el de la gasolina y más bajo que en la mayoría de Europa) y cambie
el impuesto de matriculación, para que los vehículos más contaminantes
paguen mucho más. Además, proponen eliminar las subvenciones al carbón (las eléctricas cobran ayudas públicas, cuestionadas
en Bruselas, por quemar carbón nacional
en 15 centrales térmicas que están arriba en el ranking de emisiones de CO2). Y
sugieren además implantar un paquete de nuevos impuestos ambientales (más bajos en España que en Europa: suponen el 1,83%
del PIB aquí, frente a 2,45% en la UE), para conseguir entre 2.000 y 8.000
millones extras de ingresos públicos para luchar contra las emisiones y
apoyar las renovables.
Algo hay que hacer, porque España no
puede seguir así, siendo el país
europeo que consume más petróleo y gas (78,5% de la energía consumida) y uno de los que más depende energéticamente del exterior (importamos el 72%
de toda la energía, frente al 54% Europa y el 25% USA). Una energía que ahora está más
barata pero que volverá a subir y
seguirá envenenando el aire y
contribuyendo al Cambio Climático. Y eso pasa en uno de los países con más
horas de sol y viento de Europa, donde contamos con empresas líderes mundiales en
renovables. Un contrasentido que sólo puede explicarse por políticas erróneas, que favorecen poderosos intereses de petroleras, gasistas, carboneras, eléctricas
o empresas del automóvil, interesadas en mantener sus beneficios a corto (la reducción de cada gramo de CO2 le cuesta a la industria europea del automóvil 100 millones de euros, de ahí el fraude de Volkswagen) antes
que pensar en el medio ambiente y el futuro. Pero si
seguimos consumiendo y emitiendo sin freno, si la temperatura del Planeta
sigue subiendo, no habrá beneficios que valga. La economía y el Planeta no tendrán futuro.
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