El Gobierno vende
que somos el único país de Europa que va a pagar
la luz por horas, con lo que ahorraremos
si gastamos de noche o por la mañana. El nuevo sistema, en vigor desde el 1 de julio, no se aplicará totalmente
hasta octubre, y sólo para la mitad de usuarios, los 10,7 millones que tienen contadores inteligentes con telemedida. El resto tendrá que esperar a que se lo
instalen (van por el 40%) y el plazo acaba en 2018. Entre tanto, el recibo de la luz subió en junio un 5,2% y un 3,6% en la primera
mitad de 2015. Y volverá a subir este verano, para bajar en
otoño. España es el cuarto país con la luz más
cara de Europa, para familias y para empresas. Y eso porque
pagamos muchos costes de más, que ni ZP ni Rajoy se han atrevido a quitar a
las eléctricas, engordando sus beneficios. Un gran reto para el próximo Gobierno.
enrique ortega |
El próximo recibo de
la luz viene con subida. En junio, el coste de producir electricidad se disparó, por el aumento de la demanda y la menor aportación de las
energías eólica e hidráulica (por la climatología). Y como el coste repercute
algo más de un tercio en el recibo, subió un 5,2% en junio. Una fuerte subida (la mayor del año) que contrasta con la bajada del -1,5% en mayo y la subida del +1,8%
en abril, según las estimaciones de la calculadora Lumios de Red Eléctrica. Con ello, el recibo de la luz
habrá subido una media del 5,5 % en el
segundo trimestre, tras haber bajado un 1,9% en el primer trimestre. En consecuencia, el recibo de la luz
lleva este año una subida media del 3,6%, un aumento de 3 euros por recibo mensual (70 euros) para
una familia con dos hijos que consuma 3.900 kW/h anuales.
Ahora, los expertos apuestan por nuevas subidas de costes en la producción de electricidad este verano y una ligera bajada en otoño,
con la previsión de cerrar 2015 con
una subida del recibo de la luz del 4 al
5%, tras haber bajado un 4,9% en 2014
(según Industria). Aún falta por ver si
una serie de factores “externos” no suben más los precios: el aumento del consumo, la repercusión de las ayudas a las grandes empresas consumidoras (550 millones que ahora se cargan
como costes en la producción de electricidad), el regalo de la mitad de los
peajes que pagaban las
empresas vascas (en contrapartida
a que el PNV
apoyara en 2013 la Ley del sector
eléctrico del Gobierno), el pago de los 200 millones del bono social (que antes pagaban las eléctricas y que ahora van a costes de
producción) y, sobre todo, el aumento en el coste de producir electricidad
eólica, al haberles quitado
ayudas el Gobierno. Y por si fuera poco, el Tribunal Supremo acaba de decidir que los impuestos medioambientales que aplican tres autonomías (Castilla y León, Castilla la Mancha y Galicia) tendrán que pagarlos
los consumidores que vivan en esas autonomías y no el resto, con lo que a ellos
les subirá aún más el recibo de la luz mientras les baja algo al resto.
Mientras sube la luz,
el Gobierno desvía la atención con el
nuevo sistema de facturación por horas, vendiendo que es “una
innovación en Europa”. Teóricamente, entró en vigor el 1 de julio, pero las eléctricas tienen tres meses para ponerlo en
marcha, hasta el 1 de octubre. Y no se
aplicará a todos los usuarios, sólo a los que cumplan dos
condiciones. Una, tener un contrato
de luz con precio regulado (precio regulado al pequeño consumidor, PVPC),
con una potencia contratada inferior a 10 kWh, un contrato que tienen
17 millones de los 25,4 millones
de españoles con contrato de luz (el resto son contratos “libres”). La otra
condición es tener instalado un contador
inteligente con telemedida, que envía los datos a la comercializadora o a
la eléctrica. De momento, sólo hay instalados 10,4 millones de contadores inteligentes
con telegestión, a un 40% del total de clientes. El resto tendrá que
esperar a que las eléctricas se lo instalen y tienen de plazo hasta finales de
2018. Eso sí, todos tendrán que pagar un alquiler por el nuevo contador de 1 euro al mes (ahora pagamos 60
céntimos).
Con los nuevos contadores, la luz se cobrará a un precio diferente cada hora (24 tarifas al día), precio que se podrá
consultar a las 20,30 horas del día
anterior en la web de Red Eléctrica. Los precios variarán de un día a otro y
según la estación y la climatología, siendo más bajos entre enero y mayo y más
caros en el resto del año. Las horas más
caras serán entre 12 y 22 horas (invierno) o entre 13 y 23 horas (verano), destacando
como franjas horarias más caras las que van de 20 a 23 horas, sobre todo los
lunes y entre semana. Y las
horas más baratas serán desde las 12 de la noche a las 12 de la
mañana, siendo la luz más barata los fines de semana y sobre todo el domingo
entre las 15 y 18 horas. Los expertos aconsejan que empecemos a cambiar los hábitos de consumo y pongamos algunos electrodomésticos
(lavadora, friegaplatos, horno) y la calefacción por la noche y los fines de
semana, para poder ahorrar hasta un 5%. Claro que para sacar el máximo partido
a la tarifa horaria habrá que estar
mirando los precios cada día, algo un poco obsesivo.
Con o sin tarifa horaria, la luz está muy cara en España, tras haber subido un 71% entre 2003 y 2013, según Industria. Y después ha subido el doble en España, entre el 2º
semestre de 2013 y el 2º semestre de 2014: un
+4,1% frente al +2,7% de la zona euro y el +2,9% de Europa (UE-28), segúnEurostat. Con ello, España era, a finales de 2014, el cuarto país europeo con la electricidad para uso doméstico más
cara (0,237
€/kWh), sólo por detrás de Dinamarca (0,304 €/kWh), Alemania
(0,237 €/kWh) e Irlanda (0,254€/kWh) y muy alejada del precio medio de la
electricidad en Europa (0,208 €/kWh en UE-28, un
14% más barata) y en la zona euro (0.221 €/kWh, un 7,2% más barata que
en España). Y peor lo tienen las empresas españolas, que pagan la electricidad
un 20% más cara que las alemanas, un 30% más que las francesas o un
50% más que las chinas.
¿Por qué los españoles pagamos la luz más cara? Básicamente,
porque en el recibo de la luz estamos
pagando costes de más, extracostes
que el Gobierno mantiene (hoy Rajoy y antes ZP) desde la época de Aznar, en dos de las tres partes del recibo.
En la parte que pagamos el coste de
producción la electricidad (37,48% del recibo), pagamos de más los
kilovatios que producen las centrales
hidroeléctricas y nucleares (un sobreprecio
que les garantizó Aznar en 1997), así como el exceso de centrales (pagamos ayudas a las centrales de gas y carbón sólo
porque estén disponibles, aunque no funcionen) en unos años donde sobra
potencia instalada (duplica con creces el consumo) y la compensación
a las grandes empresas consumidoras (550 millones de subvenciones a
siderurgias, cementeras, aluminio, etc., por compensarles de posibles “cortes
de suministro” que no se dan nunca).
En la parte de precios regulados (41,14% del recibo), pagamos otros extracostes que deberían suprimirse o pagarse en los Presupuestos: ayudas a las renovables (7.100 millones) o al carbón nacional, ayudas al transporte (1.689) y a la distribución de electricidad (5.000 millones, 6 céntimos por kW cuando en Europa se paga medio céntimo a la distribución), ayudas al parón nuclear y la hipoteca de la deuda eléctrica (22.000 millones que quedan por pagar y suponen un extracoste anual de 2.900 millones hasta 2030, un 6,5% de todo el recibo de la luz). Y en la tercera parte del recibo (el 21,38% restante), los impuestos, los españoles pagamos menos impuestos que el resto de europeos (32% del recibo son impuestos en la UE-28 y el 36% en la zona euro).
En la parte de precios regulados (41,14% del recibo), pagamos otros extracostes que deberían suprimirse o pagarse en los Presupuestos: ayudas a las renovables (7.100 millones) o al carbón nacional, ayudas al transporte (1.689) y a la distribución de electricidad (5.000 millones, 6 céntimos por kW cuando en Europa se paga medio céntimo a la distribución), ayudas al parón nuclear y la hipoteca de la deuda eléctrica (22.000 millones que quedan por pagar y suponen un extracoste anual de 2.900 millones hasta 2030, un 6,5% de todo el recibo de la luz). Y en la tercera parte del recibo (el 21,38% restante), los impuestos, los españoles pagamos menos impuestos que el resto de europeos (32% del recibo son impuestos en la UE-28 y el 36% en la zona euro).
Como puede verse, son muchos
extracostes que disparan nuestro
recibo de la luz y la mayoría acaban
en los beneficios de las eléctricas, que son las compañías del sector más rentables de
Europa (las 4 grandes ganaron 8.166 millones
en 2014) y con mayor dividendo. Lo normal sería realizar una auditoría de costes del sector eléctrico, para que los usuarios pagáramos en el recibo lo que realmente cuesta producir, transportar y distribuir la electricidad,
no extracostes que se van sumando y se pagan injustificadamente desde hace 18
años. Un reto que no ha querido afrontar ningún Gobierno, porque supone enfrentarse a un
sector con gran poder económico, político y mediático y a un verdadero oligopolio, donde la competencia es inexistente: las tres grandes eléctricas (Endesa,
Iberdrola y Gas Natural-Fenosa) acaparan el 92% de los consumidores domésticos y un 72% del mercado empresarial.
Así que, al margen de la luz baje o suba (como este año), de
que cueste más de día que de noche, el problema
de fondo es que estamos pagando de más por la luz y ningún Gobierno se plantea hacer una
auditoría de costes independiente y poner
el cascabel al todopoderoso gato eléctrico. Y así, la luz cuesta muy cara y
un 42% de las familias tienen ya problemas para pagar el recibo cada dos meses, mientras hay 1,8 millones
de familias en riesgo de pobreza energética, 1 de cada 10 hogares. Y las empresas tienen que pagar un extracoste por la electricidad que les
impide ser más competitivos al vender, en España y fuera, mientras se pelean
por no subir más de un 1% los salarios. En definitiva, los extracostes de la luz son una
rémora para la economía y la recuperación. Un grave problema que urge resolver y que debía ser un tema central de debate para las próximas
elecciones y uno de los principales retos para el futuro Gobierno. ¡Luz sobre el recibo!
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