En plena era de recortes (incluso
para los pensionistas), doce autopistas de peaje en apuros recibirán el doble de ayudas públicas
de los Presupuestos 2013 (unos 400
millones), a sumar a las recibidas en 2010, 2011 y 2012. Y así hasta 2021. En total, 5.200 millones, cifra próxima a los recortes hechos en educación. A pesar del dinero público, no salen adelante: tienen poco tráfico,
porque se planificaron mal, por
razones políticas y buscando beneficios a corto (construirlas y financiarlas). De
momento, 6 autopistas están en concurso,
mientras bancos acreedores y accionistas (constructoras, bancos y Cajas) presionan al Gobierno para que las
nacionalice. Si suspenden pagos, el
Estado tendría que cargar con su deuda (4.000 millones), porque así se hizo
la concesión. Un chantaje que pagaremos
todos y una historia que se repite: en 1984 se nacionalizaron tres autopistas
en apuros y cuando volvieron a ganar dinero, en 2003, Aznar las privatizó.
Es lo que llaman economía de mercado.
enrique ortega |
Las autopistas
en crisis llevan un año renegociando sus créditos con la
banca, que en los últimos meses ha dicho
basta, forzando a 6 concesiones
a solicitar concurso de acreedores:
en mayo,
la AP 41 Madrid- Toledo (380 millones
de deuda); en septiembre
la R-3 (Madrid-Arganda) y la R-5 (Madrid-Navalcarnero), con 666
millones de deuda entre ambas, la R-4 (Madrid-Ocaña,
575 millones) y la autopista Cartagena-Vera
(pre-concurso, con 561,2 millones deuda); y en
octubre la AP-36 (Ocaña-La Roda),
con 521 millones. Y hay otras 6 con serios
problemas para pagar su deuda: la R-2
Madrid-Guadalajara (421,7 millones), la M-12
(Eje aeropuerto Barajas, con 227,4 millones), Alicante-Cartagena (210,7 millones), la circunvalación de Alicante (242,7 millones), Santiago-Ourense y León
Astorga.
En total, unos 4.000
millones de deuda
con unos 30 bancos (Santander, BBVA, la
Caixa, Banesto, Popular y Sabadell, más algunos extranjeros, como Espirito
Santo, ING o RBS) y Cajas (Bankia, Cajasur, Unicaja, Caja Murcia, Cajamar) que quieren cobrar, por lo que, además de forzar los concursos, han enviado
un informe al Gobierno
proponiendo la nacionalización para “evitar daños colaterales”: mala imagen
de España y más fallidos en bancos y Cajas.
El Gobierno Rajoy
trata de evitar la nacionalización,
que apoya Fomento
y rechaza Hacienda, porque asumir esa
deuda aumentaría la deuda pública española. Pero saben que el Gobierno Aznar pactó en las concesiones la
inclusión de la Responsabilidad
patrimonial de la Administración (RPA): si las empresas no pagaban su
deuda, debía hacerlo el Estado. Por eso, el Gobierno Zapatero
(con el apoyo del PP) ayudó a las
autopistas en apuros en 2010 y 2011,
con dos medidas: adelantarles un
dinero para cubrir la caída de tráfico (unos 80 millones anuales en una cuenta de compensación, pagando
intereses del 4% a devolver al final de la concesión, en 65 años) y darles créditos participativos (250 millones
año, con aval del Estado) para ayudarles a pagar las expropiaciones. En 2012,
el Gobierno Rajoy mantiene
las ayudas, ampliándolas hasta
2021 (antes eran hasta 2018). Y para
2013, duplicará
incluso la cuenta de compensación (de 80 a 150 millones anuales),
incluyendo además en las ayudas a tres
autopistas nuevas: Alicante-Cartagena, Santiago-Orense y León-Astorga.
En total, 5.200
millones en ayudas públicas hasta 2021, que se suman a otros
1.098 millones recibidos por las autopistas (todas), entre 1999 y 2011, en compensación por
haber subido menos las tarifas, para que España entrara en el euro (Real Decreto
6/1999). Pero hay más. Tanto Zapatero como Rajoy se comprometieron a subir
las tarifas más que el IPC para que, con nuestros peajes, las concesionarias devolvieran mejor
las ayudas. Así, los peajes
subieron un 3,43% en 2011 y un
13,5% en 2012 (tres subidas: un 3,2% en enero, un 7,5 % en agosto y el IVA
en septiembre). Y se espera otra subida entre el
4 y el 5% en enero para las autopistas en apuros, tras una subida de peajes del 30%
en diez años.
Al final, contribuyentes
y usuarios pagamos el problema de un tercio de las autopistas, 12 de 38 (la mayoría ganan dinero), las llamadas autopistas de segunda generación: hechas en pleno boom económico
(1.999-2003), con la presión
política del PP de Madrid (“queremos
autopistas como los catalanes”, con 6 de las autopistas en apuros), y de la
especulación inmobiliaria en la costa
levantina (otras 3 autopistas en crisis). Autopistas hechas con unas previsiones de tráfico
irreales (pasan el 30-40% de los coches previstos), con autovías libres
próximas y un coste disparado por las expropiaciones (multiplicadas por
siete y hasta por 16, por la Ley del Suelo de Aznar en 1998), que ahora investiga
Fomento.
Pero el
negocio de las autopistas era construirlas (sus dueños son las grandes
constructoras) y financiarlas (cobrar
10-20 millones año en intereses), sin
poner apenas capital. Baste un
ejemplo: en la R-2
(Madrid-Guadalajara), inaugurada con toda pompa por Aznar en 2003, los socios sólo pusieron el 12% de la inversión y el
88% fueron créditos (424,5 millones). Si luego no tengo tráfico y no salen las cuentas, no es mi problema sino del Estado,
que tendrá que cargar con la deuda (4.000 millones) y las indemnizaciones (otros 1.000). Y en esas estamos ahora.
La nacionalización
de autopistas en apuros no sería algo nuevo: en marzo de 1984,
el gobierno de Felipe González creo la
empresa pública ENA para nacionalizar tres autopistas en apuros (Audasa,
Audenasa y Aucalsa). Y en mayo de 2003, cuando ya ganaban dinero, el Gobierno Aznar las privatizó: las compró Sacyr, por 1.586
millones, menos de lo que aportó el Estado a ENA (1.700
millones). Y antes, las autopistas, habían gozado de importantes privilegios
desde el franquismo: la Ley de
autopistas de peaje de 1972 les permitía endeudarse en divisas con aval del Estado y seguro de cambio,
un privilegio que duró hasta 1988 y que nos
costó a los españoles unos 8.000
millones de euros. Y ahora,
de momento, nos costarán (desde 1999) otros 6.200
millones más, el importe de los recortes en educación desde 2010.
Ayudas públicas
para un sector controlado por las grandes constructoras (Abertis,
Acciona, ACS, Ferrovial, FCC, OHL y Sacyr), un poderoso lobby (asiduo a La Moncloa) con
beneficios (incluso con autopistas muy
rentables -como Abertis con Acesa, Aumar e Iberpistas- que no
quieren fusionar con las “malas” para salvarlas), al que se suma la presión
de los grandes bancos y Cajas. Con
la amenaza de que en enero acaba el plazo de los concursos de
acreedores, el Gobierno ha duplicado
las ayudas para 2013 a última hora (enmiendas
en el Senado) y estudia medidas para evitar la nacionalización: en
particular, ampliar
20 años las concesiones a las autopistas rentables (catalanas, valencianas
y AP-6, cada vez con más usuarios
que no quieren pagar), para que se hagan cargo del problema, con
las ayudas públicas y la subida extra de los peajes. Pero bancos y concesionarias juegan
fuerte y presionan para quitarse el
problema y que el Gobierno les
nacionalicen los muertos. Y Bankia tendrá que reducir al mínimo su presencia en el sector, como accionista y prestamista, por exigencias de Bruselas.
Al final, vuelve la vieja historia de los poderosos utilizando al Estado para resolver los problemas que ellos mismos crearon. Porque si se achaca el problema a la crisis, ¿por qué no se nacionalizan las 8.000 empresas que suspenderán pagos en 2012? O ¿por qué no se nacionaliza el problema de los 500 desahucios diarios? Nacionalizar unas pérdidas y no otras no es justo, ni es economía de mercado. Es pura discriminación, a costa de los contribuyentes.
Al final, vuelve la vieja historia de los poderosos utilizando al Estado para resolver los problemas que ellos mismos crearon. Porque si se achaca el problema a la crisis, ¿por qué no se nacionalizan las 8.000 empresas que suspenderán pagos en 2012? O ¿por qué no se nacionaliza el problema de los 500 desahucios diarios? Nacionalizar unas pérdidas y no otras no es justo, ni es economía de mercado. Es pura discriminación, a costa de los contribuyentes.
Muy interesante!
ResponderEliminarMe gustaría saber si es posible identificar las partidas del presupuesto destinadas a las ayudas que mencionas en el inicio del artículo. Desde 2010 a 2013, así como las menciones a la prolongación hasta 2021.
También me gustaría conocer más detalles sobre la RPA y su funcionamiento.
Gracias por tu buena síntesis.
Pau, economista