jueves, 9 de octubre de 2025

El sobrecoste político de la luz

El precio de la luz en el mercado mayorista bajó en septiembre (-10,8%), por tercer mes consecutivo, recuperándose del apagón. Pero el recibo de la luz que pagamos apenas ha bajado (13 céntimos), porque aunque la luz sea más barata en origen (por las renovables), hay que pagar las centrales de gas disponibles para evitar otro corte. El Gobierno aprobó en junio un “Decreto antiapagones”, para reforzar la red eléctrica, pero no consiguió aprobarlo en el Congreso: en julio, lo  tumbaron PP, Vox, UPN, Junts, BNG y Podemos. A falta de estas medidas, los consumidores pagamos en el recibo un sobrecoste, 2.300 millones anuales. Ahora, el Gobierno busca aprobar algunas medidas por Decreto-Ley, para no pasar por el Parlamento, como el apoyo al autoconsumo (560.000 hogares y empresas tienen placas solares). Y propone invertir 13.590 millones en la red eléctrica, para multiplicar por 14 su capacidad. Objetivo: electrificar la economía y que las renovables aporten el 81% de la luz en 2030, abaratando más nuestro recibo.

                             Enrique Ortega

La luz se ha comportado bien este verano, costando menos en origen (mercado mayorista) que en junio y con un recibo estabilizado para los consumidores, aunque sea mayor que el del verano de 2024 porque este año ha subido el IVA que pagamos (del 10 al 21%) y los peajes (costes fijos del sistema). Concretando, en septiembre, el precio de la electricidad en el mercado mayorista ha sido de 61,04 euros/MWh, según OMIE, una bajada del -10,8% sobre el precio medio de agosto y la tercera bajada mensual consecutiva desde el máximo de junio (72,60 euros/MWh). La rebaja del precio mayorista de la luz en septiembre se debe a que no tuvimos olas de calor (como en agosto), a una menor demanda (menos turistas) y a una fuerte generación eólica y solar (un 53,7% de la luz fue renovable).

Sin embargo, esta rebaja de la luz en septiembre en origen (-10,8%) no se ha trasladado a los consumidores que tiene tarifa regulada (PVPC), 8,4 millones (otros 20 millones tienen tarifa “libre”, que renegocian cada año). Y eso porque el precio mayorista supone sólo un tercio del recibo final: los otros dos tercios son impuestos, costes fijos regulados (para pagar la deuda eléctrica, el parón nuclear, la ayuda a las islas o a las renovables), el transporte y la distribución y los “ajustes del sistema”. Y aquí está pesando ahora el coste específico que tiene Red Eléctrica (REE) por mantener disponibles 30 centrales de gas para evitar otro apagón como el del 28 de abril. Este coste, llamado “operación reforzada”, pasó de 8,19 euros/MWh en julio a 16,15 euros en agosto y 17,5 euros en septiembre… Un extracoste que pagamos en el recibo (hace un año eran 10,24 euros) para “evitar apagones”.

Al final, la factura media de la luz que ha pagado un hogar (con 4,6 KW de potencia y un consumo mensual de 292 kwh) ha sido de 67,61 euros en septiembre, sólo 13 céntimos menos que en agosto (67,74 euros), menos que en julio (68,12 euros) y casi como en junio (67,43 euros), según la OCU. Y es una factura algo más cara que hace un año (62,08 en septiembre 2024) y que hace dos (65,19 en septiembre de 2023) , por la subida del IVA y los mayores peajes obligatorios este año.

El Gobierno aprobó el 24 de junio un “Decreto antiapagones” para reforzar la seguridad de la red eléctrica y evitar a medio plazo este “extracoste” en el recibo por pagar las centrales de gas. Por un lado, reforzaba la vigilancia y la supervisión del sistema eléctrico, con más poder de la CNMC y REE, que deben hacer informes periódicos de funcionamiento y control de tensión, modificando procedimientos y regulación. Por otro, se fomenta el almacenamiento de las energías renovables (baterías) y la electrificación de la economía, para sustituir el uso de combustibles fósiles (petróleo, fuel, gas) por electricidad renovable. Además, este “Decreto antiapagones” tenía otro objetivo: dar un empujón a las energías renovables, flexibilizando y agilizando los plazos para instalar nuevos proyectos renovables, incentivando el almacenamiento (ayudas a las baterías) y facilita que las renovables participen en el control de tensión del sistema (cobrando por ello). El objetivo es avanzar en los proyectos renovables, donde el sector debe invertir 200.000 millones.

Este “Decreto antiapagones” contaba con el apoyo de las eléctricas, de los ecologistas y consumidores y de Bruselas, pero chocó con un Parlamento donde prima la derrota política del Gobierno sobre el contenido de lo que se vota. Y así, el 23 de julio, el Congreso rechazó convalidar el “Decreto antiapagones”, que fue tumbado por 183 votos en contra (al PP, Vox y UPN se sumaron Junts, BNG y Podemos). Este rechazo ha provocado que REE siga con su política de mantener las centrales de gas (su producción ha aumentado un 33% este año) para asegurar mejor el suministro, dominado por las energías renovables (con menos mecanismos para afrontar las tensiones del sistema). Y todo apunta a que este extracoste lo seguiremos pagando en el recibo este año y en 2026, al menos el primer trimestre. Un extracoste que nos supone a los consumidores un pago extra en el recibo de 2.300 millones anuales…De momento, Red Eléctrica acaba de pedir a la CNMC que apruebe cambios urgentes en las operaciones de la red para evitar nuevos apagones (alerta de que "hay riesgos"), cambios que reconoce subirán temporalmente el recibo de la luz a los consumidores. .

El Gobierno no se resigna a reforzar la seguridad del sistema eléctrico, aunque la pelea política haya frustrado el Decreto antiapagones que apoyaba el sector. Y así, va a aprobar algunas de sus medidas por vía Decreto-ley, para no tener que pasar por el Parlamento, aunque la Comisión de la Competencia (CNMC) las considera "innecesarias". De momento, el Gobierno ultima un Decreto para fomentar el autoconsumo eléctrico, para facilitar que particulares y empresas instalen paneles solares y molinos para producir su propia electricidad, una vía cada vez más utilizada: son ya 484.000 hogares y 76.000 empresas las que utilizan este autoconsumo, a un coste cero en su factura (el coste es la instalación y mantenimiento). Y ahora, el objetivo del Decreto es facilitarlo más, permitiendo que haya hasta 5 kilómetros desde la instalación al punto de consumo y facilitando vender los excedentes (un colegio o una empresa podrá vender un domingo la luz solar que no usa).

En paralelo, el Gobierno, la Comisión de la Competencia (CNMC) y Red Eléctrica estudian otras medidas para reforzar la seguridad de la red sin pasar por el Parlamento. Y en paralelo, está en fase de consulta pública el Plan de inversiones para la red eléctrica entre 2026 y 2030, que pretende invertir 13.590 millones en los próximos 5 años, un 65% más que en 2021-2026. Y con ello, se pretende multiplicar por 14 la capacidad de la red eléctrica española, para evitar los “cuellos de botella” actuales y permitir que se “enchufen” a la red más polígonos industriales, nuevas viviendas, líneas de ferrocarril y puertos, además de nuevos proyectos tecnológicos (hidrógeno verde, centros de datos). Se trata de evitar la actual saturación de algunos puntos de la red eléctrica y conseguir una red más extensa y segura.

Estas importantísimas inversiones en la red eléctrica han de ser negociadas ahora con las eléctricas y los futuros usuarios, además de con las autonomías, en un reparto del pastel que traerá enfrentamientos. El objetivo de este ambicioso Plan de inversiones es aumentar la capacidad de la red para hacer frente a la “electrificación de la economía (cambiar el petróleo, el carbón y el gas por luz de origen renovable), pero sin pasarse, sin crear una “burbuja eléctrica” (como sería aceptar los aumentos de capacidad que piden algunas industrias y muchas eléctricas), porque estas inversiones en la red se acaban pagando con nuestro recibo, las financiaremos los consumidores…

Cara al futuro, contar con una red eléctrica más potente y segura llevará a un aumento de la tarifa eléctrica, que debería ser compensado por la rebaja que supone producir más de la mitad de la electricidad con energías renovables, mucho más baratas. De hecho, el auge de las renovables en España ya han provocado un gran ahorro en la factura: el precio de la electricidad en España era en 2025 un 32% más barato que en Europa (cuando en 2019 era más cara), gracias al mayor peso de las renovables, según un reciente estudio de Ember, que refleja como en 2019, los combustibles fósiles (fuel, carbón y gas) determinaban el 75% del precio mayorista de la electricidad y en 2025 sólo influyen en el 19%.

Ahora, el gran reto es seguir promoviendo las energías renovables (entre diciembre de 2019 y junio de 2025, España ha duplicado su capacidad eólica y solar, consiguiendo un liderazgo en Europa). Entre enero y septiembre de 2025, el 56,8% de la electricidad generada ha sido renovable, superando la eólica (20,4%) y la fotovoltaica (20%) a la energía nuclear (19,5%) y al gas (15,5%), con un  13,1% de energía hidráulica. Y tanto en agosto como en septiembre, el carbón no ha generado ni un kilovatio de electricidad en España… Ahora, se trata de seguir avanzando, con más  inversiones en las nuevas instalaciones renovables , sobre todo en seguridad ( instalando inversores, que convierten la corriente continua en corriente alterna, permitiendo su vertido a la red) y en la instalación de baterías, que permitan almacenar la energía renovable que no se consume.

Todas estas inversiones persiguen conseguir el gran objetivo del Plan de Energía y Clima (PNIEC 2023-2030) : que el 81% de la electricidad generada en 2030 sea renovable. Y por supuesto, conseguir una luz mucho más barata, además de más limpia (con menos emisiones). Son objetivos que deberían unir a todos los partidos, al Gobierno central y a las autonomías, a los consumidores. Pero resulta imposible y la energía se ha convertido en otra bandera política, en medio de un preocupante auge de las posiciones negacionistas sobre el Cambio Climático. En definitiva, que la tarifa de la luz debería seguir a la baja (salvo subidas puntuales), por el peso creciente de las renovables y la baja demanda: de hecho, los precios mayoristas están bajando en octubre. Y los futuros de la electricidad apuestan por un precio mayorista de la luz de 60 euros/MWh en 2026 (en septiembre fue de 61 euros) y en torno a 58 euros/MWh entre 2027 y 2030.

Pero todo va a depender de la política, de que los enfrentamientos partidistas bloqueen o no los cambios y nos hagan pagar más cara la luz. Y provoquen ir más despacio para conseguir una luz mayoritariamente renovable. El riesgo es político, no tecnológico: podemos tener una luz más limpia y barata. No lo impidan políticamente a costa de nuestro bolsillo.

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