Europa aspira a ser en 2050 la única región del mundo con neutralidad climática, con “cero emisiones” netas. Eso pasa por sustituir el petróleo, el carbón, el gas y la energía nuclear por energías limpias, sobre todo la eólica, solar y el hidrogeno verde, una de las principales apuestas energéticas de la UE para las próximas décadas. España quiere liderar esta nueva energía en Europa, dado que tenemos sol, aire y agua, los ingredientes del hidrógeno verde. De momento, concentramos el 20% de los proyectos mundiales y Bruselas ya ha aprobado los 11 primeros proyectos españoles de hidrogeno verde, de los que 4 han recibido las primeras ayudas del Gobierno, el 10 de enero. El objetivo es producir, con Portugal, 33 millones de Tm en 2050 y destinar el 82% a la exportación a Europa, por el hidroducto H2Med. La apuesta por el hidrógeno verde exigirá inversiones, tecnología, clientes y tiempo, pero no podemos perder este tren: la oportunidad de ser una potencia energética en 2050.
Enrique Ortega |
“Creo que un día se empleará el
agua como combustible, que el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen,
utilizados aislada o simultáneamente, proporcionarán una fuente de calor y de
luz inagotable”. Julio Verne, “La
isla misteriosa” (1874)
Una segunda opción es el llamado “hidrógeno azul”, que se produce como el gris (con energía eléctrica producida a partir de combustibles fósiles), pero las emisiones de CO2 que genera son capturadas y almacenadas, lo que le hace menos contaminante (aunque el proceso es más costoso y existe el riesgo de liberar metano). Y la tercera opción, por la que apuesta ahora la Comisión Europea, es el “hidrógeno verde”: se produce con energías limpias, con energía eólica, solar o biomasa, que son las que producen la energía necesaria para la electrolisis del agua. En estos momentos, se investiga con cuatro tecnologías, pero el hidrógeno verde tiene 3 ventajas indudables: su materia prima es el agua, no genera residuos ni emisiones y, sobre todo, es almacenable, una ventaja frente a la energía eólica o solar: se puede almacenar en tanques o cavidades subterráneas y baterías. Y a partir de ahí, ser utilizado como energía para industrias, transporte o generación de electricidad.
La Comisión Europea y los expertos apuestan por el hidrógeno verde sobre todo como energía alternativa para algunas grandes industrias y grandes transportes: barcos mercantes, aviones, trenes, autobuses, vehículos pesados, siderurgia, cemento, industria química, cerámica y fertilizantes “verdes”. Unos consumidores más indicados para el uso del hidrógeno verde que las centrales eléctricas (que también) y los particulares.
Actualmente, Europa está en cabeza de la investigación y los apoyos públicos al hidrógeno verde, dentro de la hoja de ruta de la Comisión Europea para alcanzar las “cero emisiones” netas en 2050. Según un estudio publicado en enero por la Oficina Europea de Patentes y la Agencia Internacional de la Energía, el 28% de todas las patentes mundiales sobre el uso del hidrógeno (entre 2010 y 2020) se presentaron en Europa, seguida de un 24% por Japón y un 20% en EEUU. Y sólo en 2020 se presentaron en Europa 500 patentes sobre el hidrógeno, 200 más que en 2010. España es el 9º país europeo que ha registrado más patentes sobre el hidrógeno en la última década, destacando como el primer país en patentes presentadas sobre el hidrógeno verde” (el 76% del total), por delante de Alemania (el 64% de las patentes fueron sobre el hidrógeno verde) y Paises Bajos (el 59%). Y somos también el país europeo donde más han aumentado las patentes sobre el hidrógeno verde en la última década.
Europa apuesta por el hidrógeno verde y España tiene muchas ventajas de salida para liderar esta nueva energía. No tenemos petróleo ni gas natural, pero nos sobra agua, sol y viento, las materias primas básicas para producir “hidrogeno verde”. Por un lado, somos el 2º país de Europa con más capacidad eólica (28,2 GWh) y solar, tras Alemania. Y también el 2º país que produce más electricidad a partir del viento y del sol: el 33,8% de la electricidad generada en 2022, según REE, entre la producida por la energía eólica (22,2%) y la solar fotovoltaica y térmica (11,6% del total). Además, la industria española de energías renovables es puntera: España fabrica el 90% de los equipos eólicos y el 60% de los componentes de la energía fotovoltaica, siendo el tercer país europeo en investigación y desarrollo (I+D+i) de energías renovables, una industria líder a nivel mundial.
Y ahora, se han multiplicado las patentes sobre las tecnologías relacionadas con la producción de hidrógeno verde. “El 20% de los proyectos de hidrógeno verde que hay en el mundo están en España”, señaló en enero el presidente Sánchez en Davos, añadiendo que somos el 2º país del mundo con más proyectos vinculados al hidrógeno verde, sólo por detrás de EEUU. Y desde el Gobierno, hace años que se apuesta por esta nueva energía. Ya en octubre de 2020 se aprobó la “Hoja de ruta del Hidrógeno Verde”, que marcaba un primer objetivo como país: producir 4,6 GWh de hidrógeno verde para 2030, el 10% de la producción total que espera alcanzar entonces la Unión Europea. Y algo más de un año después, en diciembre de 2021, se aprobó el PERTE ERHA (Energías renovables, Hidrógeno renovable y Almacenamiento), en el que se incluían ayudas europeas para la promoción de las energías renovables y el hidrógeno verde, la energía que recibía más apoyos: 1.555 millones de inversión pública (ayudas) y otros 2.800 millones de inversión privada.
En paralelo a estas ayudas españolas, la Comisión Europea ha aprobado dos oleadas de ayudas a proyectos europeos que apuestan por el hidrógeno verde. Y España ha conseguido que Bruselas incluya muchos proyectos: 4 de los 41 proyectos europeos seleccionados en la primera oleada y 7 de los 35 proyectos europeos aprobados en la 2ª oleada. A partir de ahora, hay más proyectos españoles esperando “el aprobado europeo”, para conseguir parte de los Fondos europeos destinados al hidrógeno verde.
De momento, el 10 de enero, el Consejo de Ministros aprobó las ayudas (74 millones de euros) a los 4 primeros proyectos IPCEI Hy2 Tech autorizados por Bruselas: el de la empresa sevillana H2B2, para el desarrollo y fabricación de electrolizadores en Sevilla (24,9 millones de ayuda), el de la ingeniería vasca Sener para una fábrica de electrolizadores en el País Vasco (10 millones de ayuda), el proyecto del fabricante alemán de aerogeneradores Nordex para desarrollar entre Asturias y Navarra un electrolizador alcalino con apoyo de una turbina eólica y una instalación fotovoltaica (11,6 millones de ayuda) y el proyecto de un camión propulsado por hidrogeno que va a desarrollar y producir la multinacional italiana IVECO entre Madrid, Valladolid y Barcelona (con 27,5 millones de ayuda). Lo destacable es que estos son los primeros proyectos aprobados, pero se han lanzado 5 convocatorias de ayudas en 2022 (por un importe de 400 millones) a las que se han presentado 218 proyectos…
Así que la apuesta española por el hidrógeno verde ya está en marcha y con fuerza. Y tiene todo el apoyo del Gobierno Sánchez, que lo ha convertido en uno de sus proyectos estrella. Por un lado, para 2030, el Gobierno (y Enagás) se proponen que un 25% del consumo energético de las grandes empresas españolas sea hidrógeno verde y que su uso empiece a tener peso en barcos, aviones, trenes, autobuses y camiones. Y además, que una parte importante de la producción de hidrógeno verde español (entre 2 y 3 millones de TM) se exporte a Europa: el Gobierno aspira a que España acapare más del 20% de la producción europea de hidrógeno verde en 2030. Que en 2040 produzcamos ya entre 3 y 4 millones de Tm. Y el gran salto se daría en 2050: el objetivo es que España y Portugal produzcan 33 millones de Tm de hidrógeno verde y exporten el 82% a Europa.
Por eso es fundamental contar con un canal para exportarlo, que será el “hidroducto” BarMar, un tubo que unirá Barcelona con Marsella a través del mar, para exportar hidrógeno verde de la Península al resto de Europa, una ambiciosa infraestructura que cuenta no sólo con el apoyo político y financiero de España, Portugal y Francia, sino también de Alemania. Su coste, 2.135 millones de euros, contaría con Fondos europeos (al menos un 50% del Plan REPowerEU) y se espera que el hidroducto H2Med esté listo para 2030. La idea de España es convertir la Península ibérica en un polo mundial de hidrógeno verde, no sólo con la producción de España y Portugal sino transportando la producción del norte de África.
El Gobierno y muchos expertos creen que España tiene ventajas de partida para convertirse en uno de los grandes productores y distribuidores mundiales de hidrógeno verde. Por un lado, su enorme potencial de energías renovables, debido a sus horas de sol y viento y al enorme desarrollo de las tecnologías eólica y solar. Por otro, porque dispone de unas infraestructuras robustas y la experiencia del transporte de gas natural, así como una situación geográfica a caballo de varios continentes, clave para el transporte marítimo y aéreo. Y también porque dispone de una potente industria muy consumidora de energía (siderurgia, cemento, aluminio, química, cerámica, fertilizantes…) que puede acelerar el proceso. Y sobre todo, está muy avanzada en la investigación de las tecnologías de electrolisis, almacenamiento y transporte.
Todo esto es verdad, pero también hay expertos que piden ser más realistas y no construir “un cuento de la lechera” con el hidrogeno verde. Y se agarran a que hay muchas “incertidumbres”. Por un lado, dudas técnicas, derivadas de que es una energía todavía muy ineficiente: producir hidrógeno verde supone perder hasta el 80% de la energía invertida en el proceso, según el Instituto Hydrogen Science Coalición, aunque otros investigadores aseguran que eso está bajando y que podría conseguirse perder sólo el 30%. Otra crítica, de la Fundación Renovables, es que el Plan del Gobierno desviaría demasiadas energías limpias a producir hidrógeno verde y exportarlo, en perjuicio del abastecimiento interno (sobre todo, para producir electricidad). Y luego, está el temor a las enormes inversiones que harán falta, no sólo en su generación sino en la adaptación de industrias y vehículos. Y además, la inversión en construir una red interna de hidroductos, en paralelo al gasoducto actual (ver mapa), que cortará otros 5.000 millones, además del coste de H2Med (2.135 millones).
La clave para asegurar que el hidrógeno verde es una alternativa energética de éxito estará en su precio, tanto para las grandes industrias como para el transporte (navieras, aerolíneas, trenes y flotas de camiones). La Agencia Internacional de la Energía (AEI) recomienda que no cueste más de 1 euro por kilo, frente al coste actual (entre 2 y 3 euros y entre 90 y 120 euros por megavatio para la generación eléctrica). Así que todo va a depender de lo que avance la tecnología, para conseguir bajar precios (como pasó con la eólica y solar). Y que los grandes consumidores de energía vean que es una opción atractiva. De momento, varios futuros clientes han apostado por el hidrogeno verde.
Es el caso de la de la naviera danesa Maersk, que firmó en noviembre pasado un acuerdo con el Gobierno español para invertir 10.000 millones de euros (y crear 85.000 empleos directos e indirectos) en la instalación de 2 grandes centros de producción de metanol verde en Andalucía y Galicia, el 2º y 3º de sus futuros centros de aprovisionamiento mundial de sus 730 buques, tras el acordado en marzo en Egipto y a los que seguirán otros dos o tres en el resto del mundo. Las plantas de metanol verde (un carburante limpio que se elabora con hidrógeno verde y CO2 biogénico de plantas de biomasa) serán de nueva creación y se autoabastecerán con la energía eólica y solar que se instalarán en los alrededores, entrando en funcionamiento en 2025 y 2027, para abastecer en 2030 al 20% de la flota mercante de Maersk, que tendrá que reconvertir todos sus buques a esta energía limpia.
Otro sector que se suma al hidrógeno verde es la aviación, que ha firmado en enero una Alianza para el uso del hidrógeno verde en la aviación, donde participan AENA, las petroleras Cepsa, Repsol y BP y otras entidades del sector, para avanzar en la descarbonización del tráfico aéreo y en línea con el gran objetivo de la UE de conseguir fabricar la primera aeronave con hidrógeno verde en 2035. Otros sectores que están estudiando incorporar esta nueva energía son la siderurgia, el sector químico, las cementeras, los fertilizantes y la industria cerámica, ahora muy dependientes de un gas carísimo. Y también Renfe y las grandes empresas de transportes, una vez que avance el camión de hidrógeno, mientras las petroleras proyectan “hidrogeneras” (100 para 2030), aunque los últimos destinos del hidrogeno verde serán los vehículos particulares y la generación de electricidad.
En resumen, estamos ante una apuesta a una década por una nueva energía, donde España puede ser competitiva, exportando y creando empleo. Se trata de “no perder este tren” y posicionarse ante un futuro sin energías fósiles, no teniendo que depender de otros paises y de los vaivenes de precios, como ahora con el petróleo y el gas. Ser autosuficientes energéticamente, aprovechando el agua, el sol y el viento, nuestra riqueza natural. Y apostando desde el principio por nuevas tecnologías que exigirán inversiones y tiempo, pero que pueden aportar riqueza y empleo. Ojalá salga bien.
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