lunes, 9 de octubre de 2017

Universidad: cara, pocas becas y menos alumnos


Un millón y medio de jóvenes han comenzado otro curso en la Universidad, el 5º año consecutivo en que bajan los alumnos, por la caída de matrículas en las universidades públicas (suben en las privadas). Se debe, sobre todo, al elevado precio de Grados y Máster, que aunque se congelan o bajan este curso, son un 40% más caros que en 2011. Y las becas no ayudan: llegan a más universitarios, pero con 300 euros menos por alumno. Mientras, las Universidades siguen con escasos Presupuestos: crecen algo este curso, como los dos anteriores, pero sólo han recuperado un tercio de los 1.900 millones que les recortaron. Con esta penuria, les resulta difícil mejorar una enseñanza poco útil: un 16% de universitarios están en paro (7,4% en Europa)  y un tercio trabajan en empleos que no les exigen título. Urge un Pacto educativo que asegure a la Universidad una financiación estable y una educación de calidad y más orientada al empleo. Para que no sea una “fábrica de parados.


                                                                                                                                                                        enrique ortega  
 
Las 84 Universidades españolas (50 públicas y 34 privadas), que tuvieron el curso pasado 1.492.206 alumnos en Grados y Master (1.247.237 las públicas y 244.969 las privadas), volverán a perder alumnos este curso 2017-2018, por 5º año consecutivo. Desde el máximo de universitarios en el curso 2011-2012 (1.610.000 alumnos), la Universidad española ha perdido 118.905 alumnos, por la caída de matrículas en las universidades públicas, ya que aumentaron en las privadas. La caída se ha debido a la pérdida de alumnos en los estudios de Grado (4 a 6 años), donde hay 178.539 universitarios menos que en 2011-2012, mientras han subido los alumnos de Master (+59.745) y de Doctorado (+27.479), porque muchos universitarios prorrogan sus estudios ante la falta de empleo.


La caída de alumnos en la Universidad española se debe a tres causas. Una, la caída de la natalidad en los años noventa, causante de que haya un 6% menos de jóvenes entre 18 y 24 años. La segunda, que una parte de los jóvenes que antes iban a la Universidad tras el Bachillerato, se han ido a estudiar Formación Profesional de Grado Superior, porque piensan que tiene más salidas : ya la estudian más de 350.000 jóvenes, cuando sólo eran 221.000 en el curso 2011-2012. Y la tercera razón, quizás la más importante, porque estudiar en la Universidad es mucho más caro en los últimos años, por culpa de la subida de tasas aplicada en 2012 y el menor importe de las becas, que se conceden con más restricciones (de ingresos y docentes).


Este curso 2017-2018, muchas Universidades públicas han congelado sus tasas e incluso algunas las han bajado, como Madrid: un 5% las de Grado y un 10% los Master, tras haberlas bajado también los dos cursos anteriores. Pero estas rebajas no son suficientes para compensar las subidas aplicadas desde 2012. Así, en el caso de Madrid, los Grados han bajado un 20% pero antes subieron un 62% (balance: +42%). Y los Master han bajado estos tres años un 30%, pero antes subieron un 124% (balance: +94%). En todas las Universidades, estudiar hoy es entre un 30 y un 50% más caro que hace 5 años.


Y además, persisten las grandes diferencias entre Universidades, entre públicas y privadas y, sobre todo, entre regiones. Así, el coste de un crédito para una misma carrera (Medicina) varía entre 21,53 euros y 260,83 euros (un curso de Grado tiene 60 créditos) entre la Universidad pública y la privada, según un reciente estudio de la OCU. Y dentro de las Universidades públicas, las diferencias de precio son abismales: las más caras son las de Cataluña (33,58 euros por crédito: 2.014 euros un curso de Grado), Madrid (28,83 euros/crédito) y Castilla y León (24,48 euros). Y las más baratas, Andalucía, Galicia y Cantabria (de12,57 a 13,58 euros/crédito, según los estudios elegidos).


Al final, el resultado es que la Universidad española es una de las más caras de Europa. Hay 15 paises europeos donde la Universidad es casi gratuita: por menos de 100 euros al año se puede estudiar una carrera y completar su formación con un Master, según un estudio de Comisiones Obreras de 2016. Entre ellos están Alemania, Austria, Finlandia o Suecia. En el extremo opuesto, hay cuatro paises donde estudiar un Grado es más caro que España (Reino Unido, Irlanda, Letonia y Lituania, con más de 2.000 euros de coste anual) y luego ya hay un segundo grupo de paises caros para estudiar, donde además de España (1.100 euros de media un primer curso de Grado) están Italia y Holanda. Y en los Master, España está en el grupo de los paises más caros de Europa, junto a Reino Unido, Irlanda, Letonia, Lituania, Grecia, Bulgaria y Rumanía, con un coste medio de 2.020 euros anuales. A final, el estudio revela que de los 37 paises europeos analizados, España es el 8º país más caro para estudiar un Grado y un Máster. Y el 6º más caro (Grado) tomando sólo la Unión Europea.


No es sólo que estudiar en la Universidad sea más caro en España. Además, tenemos menos becas. España ocupa el puesto 14 entre 37 paises europeos en el porcentaje de universitarios con beca: unos 300.000, un 23% de los universitarios, frente a un tercio que reciben ayudas en Francia, Reino Unido  y muchos paises, según el estudio de CCOO. Y además, España ocupa el puesto 22 (entre 37 paises) por importe medio de las becas, más bajo que en el resto de Europa porque invertimos en becas un tercio menos que la OCDE, según el presidente de la Conferencia de Rectores. A partir de 2013, con la reforma que aprobó el Gobierno Rajoy, el sistema de becas cambió: se hizo más restrictivo (en criterios económicos y notas exigidas)  y ahora las reciben más estudiantes pero con menos importe. Las becas han bajado en 13 de las 17 autonomías: la beca media universitaria ha caída 300 euros desde 2011 (-12%) y más en las regiones más pobres, como Extremadura y Castilla la Mancha: cobran hasta 500 euros menos que en 2011, según los datos de una respuesta parlamentaria. Y, curiosamente, de los 20 Campus donde las becas han subido más estos últimos cinco años, la mayoría (14) son Universidades privadas.


Pero además de escasas, las becas universitarias se rigen por un sistema muy deficiente, que ha provocado encierros de protesta de alumnos este verano. Primero, por el calendario de concesión: se solicitan de agosto a mediados de octubre y se conceden con el curso en marcha, por lo que el alumno se tiene que matricular sin saber si tiene beca o no (en Francia, se sabe antes de empezar el curso). Segundo, la cuantía es muy desigual según regiones y se da el caso de que las becas son más bajas donde estudiar resulta más caro: la beca media más baja se da en La Rioja (1.292 euros), Baleares (1.579), Madrid (1.706 euros), Cataluña (1.743) y Asturias (1.773) y las becas más altas se dan en Extremadura (2.926 euros), Castilla la Mancha (2.579), País Vasco (2.519 euros), Galicia (2.490) y Andalucía (2.556) y Castilla y León (2.327), con un importe medio de 2.166 euros (curso 2016-2017). El tercer problema es que una parte de la beca (la variable, que depende del dinero a repartir y el número de solicitantes) se recibe al final del curso para el que se solicita (en junio, al conocerse las notas), con lo que las familias primero gastan y luego reciben esa parte de la beca (debería abonarse toda la beca al principio de curso, con las notas del curso anterior).


Entre tanto, las Universidades no consiguen superar su crisis financiera (déficit y deuda), a pesar de la brutal subida de tasas, por culpa del drástico recorte sufrido años atrás en la aportación del Estado (12% de la financiación) y sobre todo de las autonomías (financian el 82% de las Universidades públicas). Este curso 2017-2018 sube un 3% la media de Presupuestos de las Universidades públicas, algo más que en 2015-2016 y 2016-2017, los tres últimos cursos en que las Universidades han congelado o aumentado ligeramente sus gastos. Pero es todavía muy insuficiente para reponerse del recorte sufrido entre 2012 y 2015: 1.900 millones de euros, un 18% de su Presupuesto. Y por ello, apenas han podido mejorar plantillas (perdieron un 10%, 15.000 personas) y no pueden todavía invertir en mejoras (desde aulas a laboratorios o calefacción). Simplemente, se mantienen, a la espera de que se reforme el sistema de financiación de las autonomías y puedan conseguir más recursos.


El problema de fondo es que la Universidad española cuenta con pocos recursos públicos, menos que la mayoría de Europa. El gasto por alumno universitario en España era de 12.489 dólares en 2014 (último dato aportado por la OCDE), un 22% menos de los 16.164 dólares que se gastaban en Europa (UE-22) y de los 16.143 dólares que gastaban los 35 paises OCDE. Y el gasto es mucho menor que el de EEUU (29.328 dólares/universitario), Reino Unido (24.542 dólares), Suecia (24.072 dólares), Canadá (21.326), Japón (18.022), Finlandia (17.893), Alemania (17.180) o Francia (16.422), sólo superior a Portugal (11.813) o Italia (11.510), según los indicadores educativos OCDE 2017. Y si tomamos el esfuerzo económico que dedica cada país a su Universidad, en España supone el 1,3% del PIB, inferior al 1,4% de la UE-22, el 1,6% de la OCDE o al esfuerzo que hacen EEUU (2,7% PIB), Corea (2,3%), Reino Unido o Finlandia (1,8%), Holanda o Suecia (1,7%) o Francia (1,5%).


Pero el problema de la Universidad española no es sólo de falta de dinero. Hay un problema evidente de calidad de la educación impartida: “el conjunto de habilidades de los graduados de educación superior se sitúa entre las más bajas de la OCDE, lo cual denota una educación universitaria de baja calidad…”, dice textualmente el informe de la OCDE "España 2017" (página 43), presentado en marzo de este año. Y añade que “estas bajas habilidades se deterioran después en los trabajos”, porque los universitarios españoles se emplean en tareas para las que no estudiaron (teleoperadores, camareros, vendedores o cajeras de supermercados) o porque las empresas no les forman (porque tienen contratos temporales y precarios).


La mejor muestra de que la Universidad española no funciona bien, no enseña para trabajar, es que los universitarios españoles trabajan menos que sus compañeros europeos (el 76% de los que tienen 25 a 34 años, frente al 82% en la UE-22 y el 87% en Alemania, Reino Unido o Suecia y el 86% en Francia) y que hay más del doble de universitarios parados (25-34 años): el 16% en España frente al 7,4% en la UE-22 y el 6,6% en la OCDE, con mínimos del 2,9% de paro universitario en EEUU, el 3,1% en Alemania o Reino Unido y el 6,7% en Francia. Y además, entre los que trabajan, hay muchos universitarios en precario: el 34,4% de universitarios españoles trabajan en puestos de baja cualificación, frente al 23% en Europa.  Un tercio de universitarios trabajan sobrecualificados, un despilfarro como país.

¿Qué se puede hacer? El propio informe de la OCDE da varias recetas, que el Gobierno Rajoy desoye sistemáticamente. La primera, asegurar una financiación suficiente para la Universidad, ligada no sólo al número de alumnos sino a baremos de calidad. Eso pasaría por aumentar las aportaciones del estado y las autonomías a las Universidades, para acercar el gasto a niveles europeos. Supondría destinar unos 2.200 millones de euros más cada año a la Universidad, frente a los 12.000 millones actuales. Y eso sin pensar en hacer gratuita la Universidad, algo que costaría 1.300 millones más al año, según CCOO. Pero se gaste lo que se gaste, la clave es controlar bien esos recursos y que no sea “café para todos”: que una parte sea una aportación fija (a tanto por alumno) y otra variable, según unos objetivos que la Universidad debería cumplir para cobrarlo. Es lo que se aplica ya en las Universidades de Cataluña, Andalucía, Galicia y Valencia y que Madrid quiere aprobar para el curso 2018-2019. Y que haya auditorías externas para rendir cuentas, como pide la OCDE.

Pero el problema de la Universidad no es sólo el dinero. Hay que aplicar  una serie de reformas que reiteran, año tras año, la OCDE y muchos expertos. Por un lado, ajustar la oferta, recortando titulaciones (hay 2.781 Grados y 3.772 Master) y fusionando centros (hay 234 Campus, con estudios similares  a pocos kilómetros de distancia. Por otro, la OCDE propone reducir la “endogamia” en la selección de profesores, incorporando a más extranjeros y del mundo empresarial: en 2015-2016, 3 de cada 4 profesores universitarios (el 73,1%) daban clase en la misma Universidad donde hicieron el Doctorado, según datos del Ministerio de Educación. Y en Canarias, Asturias y Valencia, eran más del 80%.

Otro reto pendiente de la Universidad española es conseguir una mayor internacionalización: incorporar a más alumnos y profesores extranjeros, para lo que necesitan mejorar la calidad de su oferta educativa. Y en paralelo, mejorar su capacidad investigadora y divulgativa, aumentando la inversión en I+D+i y los trabajos en revistas científicas, un “escaparate” que mejoraría su posición internacional. Actualmente, España es el único gran país que no tiene una Universidad en el Top 200 del ranking mundial Shanghái (si la tienen Italia, Portugal, Irlanda o Brasil). Las primeras Universidades españolas están entre las 200/300 mejores y son la Universidad de Barcelona, la Pompeu Fabra y la Universidad de Granada.

Con todo, el mayor reto es conseguir que los universitarios se preparen mejor para encontrar un empleo decente ligado a lo que han estudiado. Eso exige repensar a fondo carreras y temarios, en contacto con las empresas y los expertos en empleo, para dotar a los universitarios de las habilidades que se van a demandar en el futuro, sin olvidar por supuesto la formación complementaria (“humanística”) que la Universidad debe aportar . No se trata de “devaluar los títulos”, con carreras más cortas y luego Master más caros: pasar del 4+1 actual (4 años de Grado más 1 de Master) al 3+2 (o incluso 3+1), que ya implantaron el curso pasado algunas Universidades catalanas y que pueden ofrecer ya este curso todas las Universidades, aunque sólo para carreras nuevas. Se trata de otra enseñanza Universitaria, más práctica y con experiencias en empresas, más ligada a los futuros empleos.

Todo ello pasa por lograr un gran Pacto educativo y universitario, donde se asegure a los Campus una financiación suficiente y estable a medio plazo, a cambio de objetivos y reformas, con más participación de las empresas en la planificación y formación y una mejor coordinación entre autonomías, para que no haya 17 sistemas universitarios dispares (como ahora). Y un empujón a la Formación Profesional Superior, que cada vez tiene más salidas. Necesitamos otra Universidad, además de otro modelo económico y laboral, si queremos un mejor futuro para los jóvenes. Que deje de fabricar parados o subempleados.

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