Un millón y medio
de jóvenes han comenzado otro curso en la Universidad, el 5º año consecutivo en que
bajan los alumnos, por la caída de matrículas en las universidades públicas
(suben en las privadas). Se debe, sobre todo, al elevado precio de Grados y Máster, que aunque se congelan o bajan
este curso, son un 40% más caros que en 2011. Y las becas no ayudan: llegan a más universitarios, pero con 300 euros menos por alumno. Mientras, las
Universidades siguen con escasos
Presupuestos: crecen algo este curso, como los dos anteriores, pero sólo
han recuperado un tercio de los 1.900 millones que les recortaron. Con esta penuria, les resulta difícil mejorar una enseñanza poco útil: un 16% de
universitarios están en paro (7,4%
en Europa) y un tercio trabajan en empleos que no les exigen título. Urge un
Pacto educativo que asegure a la Universidad una financiación estable y una educación de calidad y más orientada al
empleo. Para que no sea una “fábrica de
parados.
enrique ortega
Las 84 Universidades españolas (50 públicas y 34 privadas), que tuvieron el curso pasado 1.492.206 alumnos en Grados y Master (1.247.237 las públicas y 244.969 las privadas), volverán a perder alumnos este curso 2017-2018, por 5º año consecutivo. Desde el máximo de universitarios en el curso 2011-2012 (1.610.000 alumnos), la Universidad española ha perdido 118.905 alumnos, por la caída de matrículas en las universidades públicas, ya que aumentaron en las privadas. La caída se ha debido a la pérdida de alumnos en los estudios de Grado (4 a 6 años), donde hay 178.539 universitarios menos que en 2011-2012, mientras han subido los alumnos de Master (+59.745) y de Doctorado (+27.479), porque muchos universitarios prorrogan sus estudios ante la falta de empleo.
enrique ortega
Las 84 Universidades españolas (50 públicas y 34 privadas), que tuvieron el curso pasado 1.492.206 alumnos en Grados y Master (1.247.237 las públicas y 244.969 las privadas), volverán a perder alumnos este curso 2017-2018, por 5º año consecutivo. Desde el máximo de universitarios en el curso 2011-2012 (1.610.000 alumnos), la Universidad española ha perdido 118.905 alumnos, por la caída de matrículas en las universidades públicas, ya que aumentaron en las privadas. La caída se ha debido a la pérdida de alumnos en los estudios de Grado (4 a 6 años), donde hay 178.539 universitarios menos que en 2011-2012, mientras han subido los alumnos de Master (+59.745) y de Doctorado (+27.479), porque muchos universitarios prorrogan sus estudios ante la falta de empleo.
La caída de alumnos en la Universidad española se debe a tres causas. Una, la
caída de la natalidad en los años noventa, causante de que haya un 6% menos de jóvenes entre 18 y 24 años. La segunda, que una parte de
los jóvenes que antes iban a la Universidad tras el Bachillerato, se han ido a
estudiar Formación Profesional de Grado
Superior, porque piensan que tiene más salidas : ya la estudian más de 350.000 jóvenes, cuando
sólo eran 221.000 en el curso 2011-2012. Y la tercera razón, quizás la más
importante, porque estudiar en la Universidad es mucho más caro en los últimos años, por culpa de
la subida de tasas aplicada en 2012
y el menor importe de las becas, que
se conceden con más restricciones (de ingresos y docentes).
Este curso 2017-2018,
muchas Universidades públicas han congelado
sus tasas e incluso algunas las han
bajado, como Madrid: un 5% las de Grado y un 10% los Master, tras haberlas bajado
también los dos cursos anteriores. Pero estas
rebajas no son suficientes para
compensar las subidas aplicadas desde 2012. Así, en el caso de Madrid,
los Grados han bajado un 20% pero antes subieron un 62% (balance: +42%). Y los
Master han bajado estos tres años un 30%, pero antes subieron un 124% (balance:
+94%). En todas las Universidades, estudiar hoy es entre un 30 y un 50% más
caro que hace 5 años.
Y además, persisten las grandes
diferencias entre Universidades, entre
públicas y privadas y, sobre todo, entre regiones. Así, el coste de un
crédito para una misma carrera (Medicina) varía entre 21,53 euros y 260,83
euros (un curso de Grado tiene 60 créditos) entre la Universidad pública y la
privada, según un reciente estudio de la OCU. Y dentro de las Universidades
públicas, las diferencias de precio son
abismales: las más caras son las de Cataluña (33,58 euros por crédito:
2.014 euros un curso de Grado), Madrid (28,83 euros/crédito) y Castilla y León
(24,48 euros). Y las más baratas, Andalucía, Galicia y Cantabria (de12,57 a
13,58 euros/crédito, según los estudios elegidos).
Al final, el resultado es que la Universidad española es una de las más caras de Europa. Hay 15 paises europeos donde la Universidad es casi gratuita: por menos de 100 euros al año se puede
estudiar una carrera y completar su formación con un Master, según un estudio de Comisiones Obreras de 2016. Entre ellos están Alemania, Austria,
Finlandia o Suecia. En el extremo opuesto, hay cuatro paises donde estudiar un Grado
es más caro que España (Reino Unido, Irlanda, Letonia y Lituania, con más
de 2.000 euros de coste anual) y luego ya hay un segundo grupo de paises caros para estudiar, donde además de España (1.100 euros de media un primer
curso de Grado) están Italia y Holanda. Y en los Master, España está en el grupo de los paises más caros de Europa,
junto a Reino Unido, Irlanda, Letonia, Lituania, Grecia, Bulgaria y Rumanía,
con un coste medio de 2.020 euros anuales. A final, el estudio revela que de los
37 paises europeos analizados, España es el 8º país más caro para estudiar un Grado y un Máster. Y el 6º más
caro (Grado) tomando sólo la Unión Europea.
No es sólo que estudiar en la Universidad sea más caro en
España. Además, tenemos menos becas. España ocupa el puesto 14
entre 37 paises europeos en el porcentaje de universitarios con beca: unos
300.000, un 23% de los universitarios, frente a un tercio que reciben
ayudas en Francia, Reino Unido y muchos
paises, según el estudio de CCOO. Y además, España ocupa el puesto 22 (entre 37 paises) por importe
medio de las becas, más bajo que en el resto de Europa porque invertimos en becas un tercio menos que la
OCDE, según el presidente de la Conferencia de Rectores. A partir de 2013, con la reforma que aprobó el
Gobierno Rajoy, el sistema de becas
cambió: se hizo más restrictivo (en criterios económicos y notas exigidas) y ahora las reciben más estudiantes pero con menos
importe. Las becas han bajado en
13 de las 17 autonomías: la beca
media universitaria ha caída 300 euros desde 2011 (-12%) y más en las
regiones más pobres, como Extremadura y Castilla la Mancha: cobran hasta 500
euros menos que en 2011, según los datos de una respuesta parlamentaria. Y, curiosamente, de los 20 Campus donde las becas han subido más estos
últimos cinco años, la mayoría (14) son Universidades privadas.
Pero además de escasas, las becas universitarias se rigen por un sistema muy deficiente, que ha provocado encierros de protesta de alumnos este verano. Primero, por el calendario de concesión: se solicitan
de agosto a mediados de octubre y se conceden con el curso en marcha, por lo
que el alumno se tiene que matricular sin saber si tiene beca o no (en Francia,
se sabe antes de empezar el curso). Segundo, la cuantía es muy desigual según regiones y se da el caso de que las becas son más bajas donde estudiar resulta
más caro: la beca media más baja
se da en La Rioja (1.292 euros), Baleares (1.579), Madrid (1.706 euros),
Cataluña (1.743) y Asturias (1.773) y las becas más altas se dan en Extremadura (2.926 euros), Castilla la Mancha
(2.579), País Vasco (2.519 euros), Galicia (2.490) y Andalucía (2.556) y Castilla
y León (2.327), con un importe medio de
2.166 euros (curso 2016-2017). El tercer problema es que una parte de la
beca (la variable, que depende del dinero a repartir y el número de
solicitantes) se recibe al final del curso para el que se solicita (en junio, al conocerse
las notas), con lo que las familias
primero gastan y luego reciben esa parte de la beca (debería abonarse toda
la beca al principio de curso, con las notas del curso anterior).
Entre tanto, las
Universidades no consiguen superar su crisis financiera (déficit y deuda), a pesar de la brutal subida de tasas, por culpa del drástico recorte sufrido años atrás en la aportación del Estado
(12% de la financiación) y sobre todo de las autonomías (financian el 82% de
las Universidades públicas). Este curso
2017-2018 sube un 3% la media de Presupuestos de las Universidades públicas, algo más que
en 2015-2016 y 2016-2017, los tres últimos cursos en que las Universidades han
congelado o aumentado ligeramente sus gastos. Pero es todavía muy insuficiente para reponerse del recorte sufrido entre 2012 y 2015: 1.900 millones de euros, un 18% de su
Presupuesto. Y por ello, apenas han podido mejorar plantillas (perdieron un 10%, 15.000 personas) y no pueden todavía invertir en mejoras
(desde aulas a laboratorios o calefacción). Simplemente, se mantienen, a la espera de
que se reforme el sistema de financiación de las autonomías y puedan conseguir más
recursos.
El problema de fondo
es que la Universidad española cuenta
con pocos recursos públicos, menos que la mayoría de Europa. El gasto por alumno universitario en
España era de 12.489 dólares en 2014
(último dato aportado por la OCDE), un 22% menos de los 16.164 dólares que se
gastaban en Europa (UE-22) y de los 16.143 dólares que gastaban los 35 paises
OCDE. Y el gasto es mucho menor que el de EEUU (29.328 dólares/universitario),
Reino Unido (24.542 dólares), Suecia (24.072 dólares), Canadá (21.326), Japón
(18.022), Finlandia (17.893), Alemania (17.180) o Francia (16.422), sólo
superior a Portugal (11.813) o Italia (11.510), según los indicadores educativos OCDE 2017. Y si tomamos el
esfuerzo económico que dedica cada
país a su Universidad, en España
supone el 1,3% del PIB, inferior al
1,4% de la UE-22, el 1,6% de la OCDE o al esfuerzo que hacen EEUU (2,7% PIB), Corea
(2,3%), Reino Unido o Finlandia (1,8%), Holanda o Suecia (1,7%) o Francia
(1,5%).
Pero el problema de la Universidad española no es sólo de falta
de dinero. Hay un problema evidente de calidad de la educación impartida: “el conjunto de habilidades de los graduados de educación superior se
sitúa entre las más bajas de la OCDE, lo cual denota una educación universitaria de baja calidad…”, dice
textualmente el informe de la OCDE "España 2017" (página 43), presentado en marzo de este año. Y
añade que “estas bajas habilidades se
deterioran después en los trabajos”, porque los universitarios españoles se
emplean en tareas para las que no estudiaron (teleoperadores, camareros, vendedores o
cajeras de supermercados) o porque las empresas no les forman (porque tienen
contratos temporales y precarios).
La mejor muestra de que la Universidad española no funciona
bien, no enseña para trabajar, es que los universitarios
españoles trabajan menos que sus compañeros europeos (el 76% de los que tienen 25 a 34 años,
frente al 82% en la UE-22 y el 87% en Alemania, Reino Unido o Suecia y
el 86% en Francia) y que hay más del doble de universitarios parados (25-34 años): el 16% en España frente
al 7,4% en la UE-22 y el 6,6% en la
OCDE, con mínimos del 2,9% de paro universitario en EEUU, el 3,1% en Alemania o Reino Unido y el 6,7% en Francia. Y además,
entre los que trabajan, hay muchos universitarios en precario: el 34,4% de universitarios españoles trabajan en puestos de baja cualificación, frente al 23% en Europa. Un tercio de universitarios trabajan
sobrecualificados, un despilfarro como país.
¿Qué se puede hacer? El propio informe de la OCDE da varias recetas,
que el Gobierno Rajoy desoye sistemáticamente. La primera, asegurar una financiación suficiente para la Universidad, ligada no
sólo al número de alumnos sino a baremos de calidad. Eso pasaría por aumentar
las aportaciones del estado y las autonomías a las Universidades, para acercar
el gasto a niveles europeos. Supondría destinar unos 2.200 millones de euros más cada año a la Universidad, frente
a los 12.000 millones actuales. Y eso
sin pensar en hacer gratuita la
Universidad, algo que costaría 1.300 millones más al año, según CCOO. Pero se gaste lo que se gaste, la clave es controlar bien esos recursos y que
no sea “café para todos”: que una parte sea una aportación fija (a tanto por alumno) y otra variable, según unos objetivos que la Universidad debería
cumplir para cobrarlo. Es lo que se aplica ya en las Universidades de Cataluña,
Andalucía, Galicia y Valencia y que Madrid quiere aprobar para el curso 2018-2019. Y que haya auditorías externas para
rendir cuentas, como pide
la OCDE.
Pero el problema de
la Universidad no es sólo el dinero.
Hay que aplicar una serie de reformas que reiteran, año tras año, la OCDE y muchos expertos. Por un lado, ajustar la oferta, recortando
titulaciones (hay 2.781 Grados y 3.772 Master) y fusionando centros (hay 234 Campus, con estudios
similares a pocos kilómetros de
distancia. Por otro, la OCDE propone reducir la “endogamia” en la selección de profesores, incorporando a más extranjeros y del mundo empresarial:
en 2015-2016, 3 de cada 4 profesores
universitarios (el 73,1%) daban clase en la misma Universidad donde
hicieron el Doctorado, según datos del Ministerio de Educación. Y en Canarias, Asturias y Valencia, eran
más del 80%.
Otro reto pendiente
de la Universidad española es conseguir una mayor internacionalización: incorporar a más alumnos y profesores
extranjeros, para lo que necesitan mejorar la calidad de su oferta educativa. Y
en paralelo, mejorar su capacidad investigadora
y divulgativa, aumentando la inversión en I+D+i y los trabajos en revistas
científicas, un “escaparate” que mejoraría su posición internacional.
Actualmente, España es el único gran
país que no tiene una Universidad en el Top 200 del ranking mundial Shanghái
(si la tienen Italia, Portugal, Irlanda o Brasil). Las primeras
Universidades españolas están entre las 200/300 mejores y son la Universidad de Barcelona, la Pompeu Fabra
y la Universidad de Granada.
Con todo, el mayor
reto es conseguir que los
universitarios se preparen mejor para encontrar un empleo decente ligado a lo
que han estudiado. Eso exige repensar
a fondo carreras y temarios, en contacto con las empresas y los expertos en
empleo, para dotar a los universitarios de las habilidades que se van a demandar
en el futuro, sin olvidar por supuesto la formación complementaria (“humanística”) que la Universidad debe
aportar . No se trata de “devaluar los títulos”, con carreras más cortas y luego Master
más caros: pasar del 4+1 actual (4 años de Grado más 1 de Master) al 3+2 (o
incluso 3+1), que ya implantaron el curso pasado algunas Universidades
catalanas y que pueden ofrecer ya este curso todas las Universidades, aunque sólo para carreras
nuevas. Se trata de otra enseñanza Universitaria, más práctica y con experiencias en empresas, más ligada a los
futuros empleos.
Todo ello pasa por lograr un gran Pacto educativo y universitario, donde se asegure a los Campus una financiación suficiente y estable a
medio plazo, a cambio de objetivos y reformas, con más participación de las
empresas en la planificación y formación y una mejor coordinación entre autonomías, para que no haya 17 sistemas
universitarios dispares (como ahora). Y un empujón a la Formación Profesional Superior, que cada vez tiene más salidas.
Necesitamos otra Universidad, además de otro modelo económico y laboral, si queremos
un mejor futuro para los jóvenes. Que deje de fabricar parados o subempleados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario