Rajoy y el PP
llevan cuatro años largos quejándose de la herencia recibida de Zapatero
y los socialistas. Mañana comienza la campaña electoral y sería bueno ver
la herencia que deja Rajoy. Sobre todo en economía, el “logro” del que
más presume. Es cierto que la economía ahora crece y crea empleo, pero el balance es bastante negativo: hay menos
españoles trabajando que en
2011, con peores contratos y sueldos,
la deuda pública se ha multiplicado
por 2,5, Europa nos amenaza con una multa y más recortes porque Rajoy ha incumplido el déficit los 4 años, las pensiones han multiplicado su déficit
por 36 y se han comido dos tercios de la
hucha, han crecido la pobreza y la
desigualdad y los recortes han
deteriorado la sanidad, la educación, la Justicia, los servicios sociales y la dependencia,
con 400.158 ancianos esperando ayuda. Y los españoles tienen menos renta y están más lejos del nivel de vida de
Europa que en 2011. Vean los datos (oficiales) de la herencia que nos deja Rajoy.
enrique ortega |
Empecemos por lo que parece la herencia “buena”, que Rajoy y el PP repiten sin cesar: la economía ahora crece y crea empleo. Es
cierto, la economía creció un 3,2% en 2015, mientras Zapatero la dejó cayendo (-1% en 2011). Pero hay
que matizar algunas cosas. La
primera, que no es verdad que España sea el país de Europa que más crece, como
repite machaconamente Rajoy: en 2015 hubo 8 países europeos que crecieron más
que España (Irlanda un 6,9%, Luxemburgo 4,7%, Malta 4,9%, Suecia 3,6%, Rumania
3,6%, Eslovaquia 3,6% y Polonia 3,5%). Y sobre todo, que aunque la economía
española ha crecido en 2015 (+3,2%) y 2014 (+1,4%), antes cayó mucho,
en los dos primeros años de la Legislatura de Rajoy, en 2012 (-2,6%) y 2013
(-1,7%), con lo que el balance del crecimiento en estos 4 años es pequeño: lo que produjo España en
2015 (1.081.190 millones de euros) es sólo un 1% más de lo que producimos en
2011 (1.070.413 millones de PIB). No es para tirar cohetes…
Además, España es
uno de los 8 países europeos que aún no
han recuperado el crecimiento de antes de la crisis: nuestro PIB en 2015
está un 3,9% por debajo del de 2007, sólo mejor que Grecia (-27%), Chipre
(-8,6%), Italia (-8,6%), Italia (-8,6%), Finlandia (-6,4%), Portugal o Letonia
(-5,6%) y Eslovenia (-4,7%). Y eso mientras la Europa del norte se ha recuperado ya de la crisis y ha ganado
crecimiento sobre 2007, sobre todo Luxemburgo (+12,3%), Irlanda (+7,7%),
Alemania (+5,6%), Bélgica (+4,7%) o Francia (+2,7%). Algo que se le olvida
decir a Rajoy, lo mismo que otro dato del balance: en 2014 estábamos más
lejos de la renta media europea (93
sobre 100) que en 2011, con ZP (98
de 100).
Y otra cuestión importante: España ha crecido mucho en 2014 y 2015, sí, pero no por Rajoy. La mitad de ese crecimiento se debe, según un estudio de Ceprede, a dos factores
externos, que han empujado nuestra economía: los bajos precios del petróleo y el euro
barato. Y buena parte del resto del crecimiento se debe al Banco Central Europeo (BCE), que ha
ayudado con mucha liquidez y tipos bajos, evitando su presidente, Mario Draghi, el rescate de España, en el verano de 2012
(sustituido por un “rescate por la puerta de atrás”: el rescate
de la banca, que nos ha costado 107.914
millones de euros, según el Tribunal de Cuentas , otra herencia de Rajoy que habrá que
pagar en los próximos años).
Y vayamos ahora a la
herencia “mala” de Rajoy, empezando por el empleo, la mayor
preocupación de los españoles: a finales de marzo de 2016 había 123.400 españoles menos trabajando que
cuando Rajoy llegó a la Moncloa, en diciembre de 2011, según la EPA
(18.029.600 ocupados frente a 18.153.000).
Y eso porque se destruyó mucho empleo en 2012 y 2013 (y primer trimestre de
2016), que no fue compensado por los 959.000 empleos creados en 2014 y 2015.
Además, el empleo que se está creando ahora, tras la reforma laboral de 2012 (otro
hito del balance de Rajoy), es un empleo muy precario: el 25% es
empleo temporal (somos el 2º país de
Europa, tras Polonia, con más contratos temporales) y el 19% es empleo a tiempo parcial (la tercera parte, por
una semana de trabajo o menos).
Vayamos al paro. No hagan caso de que el paro registrado ha bajado de los 4 millones en mayo: esos son los parados apuntados en las oficinas de paro (SEPE), una cifra que varía según los meses, que no refleja todo el paro real, que cualquier Gobierno puede reducir (endureciendo requisitos) y que baja también porque muchos parados se borran al no cobrar ya el paro. La cifra que importa en toda Europa (ningún país euro usa el paro registrado) es el paro estimado, el paro que da trimestralmente la EPA: en marzo 2016 había en España 4.791.400 parados estimados, 495.900
parados menos que al llegar Rajoy a la Moncloa (5.287.300).
¡Vaya, una buena herencia¡ Bueno, hay
que matizarlo. Primero, porque si hay menos paro se debe a que hay 619.300 españoles que han tirado la toalla en estos cuatro años, que han dejado de buscar
trabajo (ya no son “activos”), porque se han ido a casa (mujeres y mayores de
55 años) o a estudiar (jóvenes) o han emigrado (españoles y extranjeros que han vuelto a su país). Por eso se produce el “milagro” de que habiendo menos empleos
que en 2011 haya también menos parados.
Aunque ahora haya menos
parados (el 21% de los españoles en edad de trabajar, frente al 22,5% en
2011), lo están pasando peor: porque ahora solo cobran algo el 45% de los parados EPA (dos tercios cobran sólo 426
euros al mes), mientras que cuando llegó Rajoy a la Moncloa cobraban el 55,4% de los parados (y
sólo la mitad el subsidio de 426 euros). Y es que ahora, los parados llevan más tiempo sin trabajar: 1,4 millones de parados (el 27,69%) llevan ya más de tres años en paro, sin
expectativas de volver a trabajar.
Vayamos a otra herencia: la deuda pública, que se ha multiplicado por 2,5 con Rajoy. En diciembre de
2011, España tenía una deuda pública de 743.530
millones (el 69,5% del PIB) y en marzo de 2016 ha llegado a 1.095.000 millones, superando el 100% del PIB,
por primera vez desde 1910. Rajoy ha conseguido así que España sea el 6º país europeo con más deuda pública (tras Grecia, Italia, Portugal,
Chipre y Bélgica) y el 14º país más endeudado del mundo, por detrás de los anteriores, Japón, EEUU y 5 pequeños
países de África y el Caribe. Un volumen de deuda que hace a España muy vulnerable, como ha
advertido reiteradamente la Comisión Europea, porque dependemos de los inversores y de los mercados, que, si se ponen nerviosos, nos
cobrarán más por prestarnos (la famosa “prima
de riesgo”). De hecho, hacer frente a esta billonaria deuda nos costará
este año 33.500 millones en intereses (la mitad del gasto en Educación), un pago mayor
que con Zapatero (27.420 millones en 2011).
Rajoy lega al próximo Gobierno
una gran deuda porque ha tenido que financiar en sus cuatro años de
Gobierno un elevado déficit, además de cubrir los agujeros de las autonomías (la mayoría gobernadas esos años por
el PP) y el rescate de la banca.
Precisamente, otra herencia de Rajoy
es que ha incumplido reiteradamente los objetivos de déficit: Rajoy no cumplió nunca con los déficits prometidos a Bruselas, desde 2012 a 2015.
Y aunque ha rebajado casi a la mitad el
déficit que le dejó Zapatero (del 9,4% del PIB en 2011 al 5% en 2015),
sigue siendo el segundo mayor de Europa, sólo detrás de Grecia (-7,2% del PIB). Y lo peor es que Bruselas sabe que Rajoy ha incumplido el déficit porque ha bajado los impuestos, en 2015 y
2016, como maniobra electoral. De
hecho, la rebaja de 2015 supuso dejar de
ingresar 4.800 millones (4.800 millones más de déficit) y en 2016 supondrá
recaudar otros 4.166 millones menos (2.641 millones se lo “ahorrarán” las
empresas).
Este incumplimiento del déficit público, año tras año,
supondrá una doble herencia de Rajoy para el próximo Gobierno: la Comisión Europea amenaza
con una multa a España (2.000 millones de euros) y nos exige nuevos recortes, por 8.100 millones
de euros, justo lo que Rajoy ha recortado en impuestos (sobre todo, a las
empresas y a las rentas más altas). Además, en Bruselas “se hacen cruces” con
que Rajoy
esté prometiendo otra vez “volver a bajar los impuestos si gana”, en
la segunda parte de la próxima Legislatura.
Otra herencia preocupante de Rajoy, el grave “agujero” de las pensiones: deja un déficit que es 36 veces el que recibió de ZP.
Las pensiones tuvieron superávit hasta 2011, el primer año en que los ingresos no cubrieron los gastos,
cerrando con un déficit de 487,3
millones. En 2012, Rajoy multiplicó este déficit por 12 (-5.812 millones) y luego lo ha triplicado incluso,
para cerrar 2015 con un déficit de 16.707 millones de euros (que podría haber subido a 17.772 millones en marzo de 2016, según un estudio de la Universidad de Valencia).
Para tapar estos déficits, Rajoy ha
echado mano desde 2012 a la hucha de las pensiones, que Zapatero le dejó con 66.815 millones de
euros, cogiendo en estos cuatro años largos 47.201 millones. Y a este ritmo, la hucha se agotará en 2018.
El déficit de las
pensiones se ha disparado con Rajoy no porque crezcan mucho los gastos (sólo
un 3%, menos que en las décadas pasadas, gracias a los recortes aprobados
por ZP en 2011 y Rajoy en 2013) sino porque
aumentan poco los ingresos (sólo el 1,3% en 2015 y el 1,8% en 2016), a pesar de
que se hayan creado casi un millón de nuevos empleos. Y eso se debe a que son
empleos muy precarios, con bajos salarios, que cotizan poco. También se debe a que Rajoy ha
multiplicado las bonificaciones a la Seguridad Social de empresas y autónomos (“tarifas planas”),
además poco efectivas, con lo que la SS ha dejado de ingresar 3.439 millones en estos 4 años (y otros -2.016 para 2016). Y hay una tercera causa: como hay la
mitad de parados que cobran una prestación
contributiva en 2016 que en 2011, también son la mitad a cotizar a la SS (si no
cobran paro o perciben subsidios
asistenciales, no cotizan).
Y hay otra herencia
de Rajoy que no podemos olvidar: los recortes. Según los datos de la Intervención del Estado (IGAE), el
gasto público en España se redujo en 30.284 millones entre 2009 y 2014. De estos recortes, 22.000 millones corresponden a
Rajoy, que siguió recortando en muchas partidas en 2015 y hasta en 2016,
con lo que su tijera podría llegar a 25.000 millones. De ellos, la mayor
parte se reparte entre Sanidad (-9.000 millones), Educación (-7.000 millones), gastos sociales (-3.000 millones) y Dependencia (-2.865 millones), sin olvidar los recortes
en tecnología (-2.183 millones en I+D+i), Cooperación
internacional (-1.650 millones en ayuda al desarrollo) y Justicia (-302 millones).
Estos recortes
hicieron caer la inversión y el consumo y provocaron una segunda recesión de la economía (y más paro) en 2012 y 2013,
recesión que hizo caer la recaudación
más de lo previsto, incumpliendo las prometidas rebajas del déficit público (es
“el
circulo vicioso de la austeridad”: recortes
llevan a menos crecimiento que lleva a menos recaudación y a más déficit y a
nuevos recortes). Pero sobre todo, estos
recortes deterioraron el Estado del Bienestar en España, que tanto ha
costado construir con la democracia. En Sanidad,
los recortes, despidos y falta de medios han hecho subir las listas de espera y
han deteriorado la calidad del servicio. En Educación,
los recortes han reducido profesores y medios, suprimiendo becas y ayudas y
encareciendo tasas y matrículas, convirtiendo a la Universidad pública española en una de las más caras de Europa. En ayudas sociales, que ya piden más de 8 millones de españoles, los recortes han
reducido las ayudas municipales y de ONGs, mientras se disparaban las
necesidades. En Dependencia,
los recortes se traducen en 400.158 ancianos esperando una ayuda que tienen
reconocida pero que las autonomías no pueden pagarles. En I+D+i, los recortes han supuesto perder 12.000 investigadores y múltiples
proyectos. En Justicia, se ha agravado el colapso de los Juzgados, ante la falta de medios (se han abierto 4 Juzgados nuevos) y jueces (la mitad que en Europa). Y en Cooperación Internacional, los recortes nos han llevado a perder presencia y ayuda humanitaria, en Latinoamérica y África,
a costa también de la “marca España”.
Las consecuencias
de estos recortes las han sufrido día a
día la mayoría de españoles en estos cuatro años. Pero Rajoy les ha dejado más herencias.
A los que trabajan, un empleo más precario o con menos sueldo, tras aprovechar las empresas la reforma laboral de 2012. De
hecho, la rebaja media de los sueldos fue del 15% entre 2012 y 2014. Y
ahora se recuperan muy lentamente: crecieron un 0,74% en 2015 (convenios) y se espera una subida del 1,2% en 2016. Y los
españoles ganamos la cuarta parte que el resto de europeos:
15,8 euros por hora (2015) frente a 22 euros en la zona euro o Francia, 25 euros por hora en Alemania o 35,6 euros en Dinamarca, según Eurostat.
Rajoy nos ha bajado los
impuestos en 2015 y 2016, pero en diciembre de 2011 hizo la mayor subida de impuestos de la democracia, que completó en julio de
2012 con la subida del IVA. Al final, el balance es que en 2015 pagábamos
17.578 millones más de impuestos que en 2011. Y Rajoy deja a las familias con impuestos más altos de los que tenían con ZP, tanto en el IRPF (12,1% de
gravamen medio frente a 11,9%), IVA (15,5% de media frente a 12,7%) e impuestos
especiales (26,5% frente a 23,2), aunque las empresas (impuesto Sociedades) pagan
menos con él (19,5% tipo medio frente a 19,9% con ZP).
Al final, con muchos parados, empleos precarios y más
impuestos, la herencia de Rajoy se
traduce en que las rentas de las familias han caído, según el INE: los ingresos medios por hogar se han reducido en
1.655 euros, un 6% (de 27.747 euros en 2011 a 26.092 euros en 2014, último
dato publicado). Y los ingresos por
persona en 376 euros, un 3,5% (de 10.795 euros en 2011) a 10.419 en 2014).
Con ello, durante la crisis, se ha producido además un cambio social: 3 millones
de españoles han dejado de ser “clase media” y han pasado a ser “clase baja”,
según un reciente estudio de la Fundación BBVA y el IVIE.
Y para terminar, la
peor herencia de Rajoy, al menos para mí: deja 700.000 pobres más de los que había con ZP. En 2015, un 28,6% de los españoles (13.300.000)
tenían una situación de pobreza, escaso empleo o carencias materiales severas,
según el indicador europeo AROPE,
mientras en 2011 eran el 26,7%
(12.600.000 españoles). Y ese porcentaje de pobreza es mayor entre los niños
(33,4% de los menores de 16 años) y entre los trabajadores (31,6% entre los que
tienen de 16 a 64 años), sobre todo madres solas, jóvenes e inmigrantes. Y hay
ya 3,3 millones de españoles en la
pobreza extrema, según
Cáritas. Mientras, los ricos son más ricos que en 2011, según el reciente estudio de Intermón Oxfam, y España es el país de la OCDE (34 países desarrollados)
donde más ha crecido la desigualdad en estos años de crisis, sólo por detrás de
Chipre. Basta este dato “obsceno”: los 20 españoles más
ricos tienen tanto como los 14 millones de españoles más pobres (el 30% de
la población).
Bueno, son muchos datos (oficiales o de fuentes rigurosas)
pero dejan en evidencia que la herencia de Rajoy no es tan brillante. Y que deja al
próximo Gobierno problemas económicos
muy serios que se han agravado bajo su mandato,
aunque la oposición no sepa utilizarlo ni se aproveche de ello para
sustituirlo. Pero los votantes, al menos, deberíamos analizar su herencia
económica con datos y rigor. Y después, votar
en consecuencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario