jueves, 28 de noviembre de 2013

2014, otro año perdido para la Ciencia (I+D+i)


El Gobierno ha vendido que el Presupuesto para la Ciencia subirá un 2,8% en 2014. No es cierto: contando que este año ha habido un crédito extraordinario, la investigación civil sólo subirá un 1,1% . Descontando la inflación, se congela. Y tras los cuatro años anteriores de recortes, la investigación cuenta hoy con un tercio de recursos menos que en 2009, volviendo a niveles de 2003. Pero hay más: lo poco que se gasta llega con mucho retraso y se pierden proyectos e investigadores. La Ciencia está de luto y el Gobierno propone hacer un estudio, con Bruselas, para tomar medidas a finales de 2014. Otro año perdido y así hasta 2016, en que empezaría a aumentar el gasto en Ciencia, para que España gaste en 2020 lo que gastaba  Europa en investigación en 2011.Un desastre. Y eso que la Ciencia es el mejor pasaporte para salir de la crisis.
 
enrique ortega

Los Presupuestos 2014 son un espejismo para la Ciencia: parece que crecen, por primera vez en esta crisis, pero en realidad se congelan. El gasto en I+D+i asciende a 6.146 millones euros, según la COSCE, 213,9 millones más que en 2013 (+3,61%). Pero si descontamos que el gasto 2013 será mayor del presupuestado, porque en verano se aprobó un crédito extraordinario de 104 millones (para salvar de la quiebra al CSIC), la subida real para 2014 son 110 millones. Y de ellos, la mayor parte irá a investigación militar (crece un 39,4%), mientras la investigación civil crece sólo 24,75 millones (+1,1%). Un aumento que apenas compensará la inflación, mientras hay programas con serios recortes (investigación industrial y de transportes e infraestructuras) o que desaparecen (Astronomía y Astrofísica). Además, el Presupuesto 2014 sigue recortando empleo científico: por cada 10 investigadores que se jubilen (la edad media en el CSIC son 58 años), sólo se puede contratar a 1 joven.

Pero el mayor espejismo es que España no gasta en Ciencia lo que dice el Presupuesto, sino mucho menos. Y eso porque un 60% del Presupuesto en I+D+i son créditos, generalmente para investigación en empresas. Y en 2012, por ejemplo, sólo se gastaron el 54,7%, según la COSCE. Y así todos los años: se infla el Presupuesto, para que parezca que España gasta más en Ciencia, pero al final sólo se gastan la mitad de los créditos  y el resto del dinero vuelve a Hacienda. Por eso, el Presupuesto real que se gastará en Ciencia en 2014 será unos 4.200 millones, dos tercios de lo que se dice.

Esta congelación del gasto y reducción de plantillas para 2014 se producen tras cuatro años de serios recortes: el gasto público en I +D+i ha pasado de 9.773 millones de euros en 2009 a los 6.146 millones de 2014 (teóricos), una caída del 37,1% en cinco años. Y si contamos las partidas que afectan más a la investigación (excluidos los préstamos), el gasto ha caído un 45%, según la COSCE, que estima que España está hoy al nivel de gasto en I+D+i de 2003. Una década perdida para la Ciencia.

Pero los investigadores tienen más problemas que los recortes. Por un lado, retrasos en las convocatorias de proyectos del Plan estatal de I+D+i. La última convocatoria, de diciembre 2011, se publicó en el BOE en enero 2013 y el dinero llegó a los proyectos este verano. Y la convocatoria 2012 se ha publicado el 6 de noviembre (con 11 meses de retraso), por lo que no habrá dinero para proyectos hasta julio 2014. Además, el dinero se pagó en cuatro años en vez de en tres, rebajando el primer pago del 40% al 7% del proyecto, lo que obliga a buscar una financiación alternativa para echarlo a andar (en la convocatoria 2012, se vuelve a 3 años, permitiendo proyectos a 1,2 3 y 4 años). Y para rematar, la Administración paga tarde (hasta junio 2013, sólo un 30% de los créditos) y hay muchos impagos de autonomías y Universidades a los investigadores.

El gasto público en investigación es el motor de la ciencia en España, pero también es importante el gasto privado en I+D+i, que lleva cayendo desde 2008, según el INE: si ese año alcanzó un récord de 8.074 millones, en 2012 había caído  a 7.094 millones (-12,1%). Y hay dos datos preocupantes. Uno, que se han perdido casi la mitad de empresas innovadoras con la crisis (eran 49.415 en 2006 y sólo 27.203 en 2011). Y el otro, que se han reducido un tercio las empresas con actividades de I+D+i: de 12.997 empresas (2008) a 8.274 en 2011 (un 5% del total de empresas).

Una situación crítica para la Ciencia en España, que está de luto según denuncian los investigadores. Las consecuencias son preocupantes: paralización de proyectos ante la falta de investigación, reducción de investigadores (20.000 desde 2009, según la OSCE), fuga de cerebros (a los que ha costado formar unos 350.000 euros) y una caída del 70% en el número de doctores (por falta de becas e incentivos), los investigadores del futuro, sin  olvidar los recortes en divulgación científica, desde Museos y Centros de Ciencia a cursillos, libros y actividades científicas). Y empresas que recortan al mínimo su gasto en investigación.

Un negro panorama que sacó a los científicos a la calle en octubre y que ha hecho que 23.000 científicos firmen una Carta por la Ciencia. Pero el Gobierno, que ni les recibe, busca ganar tiempo y ha prometido realizar un informe sobre el estado de la Ciencia en España, con ayuda de Bruselas, para tener un diagnóstico y tomar medidas a finales de 2014. Otro año perdido.

El gobierno Rajoy ya ha anticipado a Bruselas lo que planifica para la Ciencia en España: congelar el gasto esta Legislatura (pasando del 1,33 % del PIB en 2011 al 1,48% en 2016) y que crezca en la siguiente, para alcanzar el 2% de gasto (sobre el PIB) en 2020. Un tímido objetivo que tiene dos problemas. Uno, que el Gobierno pretende lograrlo gracias al tirón de la inversión privada en investigación, que pasaría de ser la mitad del gasto (0,60% del PIB hoy) a los dos tercios (1,2% del PIB en 2020), algo que los científicos de la COSCE consideran “ilusorio. La principal crítica es que el Gobierno quiere que España gaste en Ciencia en 2020 lo que Europa gastó en 2011 (2,03%). Y para 2020, Europa quiere gastar el 3% del PIB, un tercio más que España.

Esto supone perpetuar la brecha tecnológica de España con Europa: gastamos en Ciencia un 1,30 % del PIB (2011) frente  al 2,03 de Europa, el 2,50% de la OCDE, el 2,8% de Alemania o EEUU, el 3% de Finlandia o Suecia y el 3,4% de Japón y Corea del Sur. Y lo peor es que esa media de España sale gracias a las cuatro autonomías que más apuestan por la Ciencia: País Vasco (gasta el 2,19% de su PIB), Navarra (1,91%), Madrid (1,82%) y Cataluña (1,51%). Porque el resto es un erial tecnológico, con doce autonomías que no gastan en I+D+i ni el 1% de su PIB (0,08% Ceuta, 0,14% Melilla, 0,34% Baleares, 0,51% Canarias, 0,64% Castilla la Mancha, 0,77% Extremadura, 0,83% Murcia, 0,87% Galicia y La Rioja, 0,94%, 0,89% Asturias, 0,93% Aragón y 0,98% Cantabria). No es casualidad que sean también las que más paro tienen, junto a Andalucía (1,05% PIB en Ciencia).

El Gobierno Rajoy, en aras de recortar el déficit (que tampoco cumple) ha tirado la toalla de la Ciencia. Y eso es grave porque  la investigación y la tecnología son las bases de unas empresas competitivas y un crecimiento estable. ¿Qué se puede hacer? Primero, invertir más en I+D+i, para recuperar los recortes pasados y salvar la distancia con Europa. Eso exigiría un esfuerzo extra para el Presupuesto de 1.200 millones anuales, una cifra exigente pero asumible: el AVE Barcelona-frontera francesa ha costado 3.700 millones. Además, habría que mejorar los incentivos fiscales a las empresas, ayudadas por una política de compras públicas que premie a las más innovadoras. Y sobre todo, acabar con retrasos e impagos a la investigación, gestionando mejor los recursos, para gastar bien lo que hay y más. Y para eso es clave crear la Agencia Estatal de Investigación, que debió crearse en junio 2012.

Hay que hacer un gran esfuerzo para no perder el tren de la Ciencia, una exigencia para salir de la crisis y competir con el resto del mundo. Hay que “sembrar Ciencia” para poder recoger después empleos estables, no como los del ladrillo. Sin Ciencia no hay futuro. No es un slogan, es algo demostrado por los países más avanzados del mundo. Sigámosles.

lunes, 25 de noviembre de 2013

La batalla por hacernos un seguro médico

La Sanidad es ya la cuarta mayor preocupación de los españoles, que notan los efectos de los recortes en la atención sanitaria y las listas de espera, con casi 600.000 españoles esperando operarse. Un terreno abonado para que las aseguradoras se lancen a una guerra de precios” por hacernos un seguro médico, con campañas de pólizas low cost, en las que nos ofrecen un seguro “desde 35 euros…”. De hecho, los seguros médicos son la única rama del seguro que crece año tras año y hay ya  10,6 millones de españoles que tienen un seguro médico privado. Unos seguros que han subido un 25% en estos años de crisis y que van a encarecerse bastante en 2014, por la subida del IVA sanitario. Y unos seguros que, junto a los conciertos, han disparado la sanidad privada, en manos de fondos extranjeros. Mientras, la sanidad pública, que pagamos todos, pasa por graves apuros 
 
enrique ortega

La sanidad pública ya no es lo que era, tras cuatro años de recortes que continuarán en 2014: en total habrá perdido 11.000 millones de euros, un 19% de su presupuesto en 2009. Consecuencias: un deterioro del servicio (según un informe de la Fundación en Defensa de la Sanidad Pública), más desigualdad sanitaria entre autonomías y unas listas de espera disparadas: en diciembre 2012 había 571.395 españoles aguardando una operación, según Sanidad, con un tiempo medio de espera de 100 días (76 en junio 2012) y con un 16,5% de pacientes esperando a operarse más de 6 meses (máximo legal). Y la espera media para acudir a un especialista era ya de 59 días.

Datos que explican por qué la Sanidad es ya la cuarta preocupación de los españoles, según el barómetro del CIS (octubre 2013), tras el paro y la crisis económica, la corrupción y los políticos: preocupa al 13,4% de los encuestados, cuando hace sólo tres años, en octubre de 2010, era la undécima preocupación, sólo para el 3,9% de los españoles.

Esta preocupación por la sanidad pública y su futuro causa que medio millón de españoles se hayan hecho un seguro médico privado desde 2007, unos 100.000 el último año. Con ello, son ya 10,6 millones los españoles con un seguro médico privado: dos tercios son seguros individuales (7,2 millones) y el tercio restante (3,4 millones) seguros pagados por las empresas o la Administración (1,53 millones de funcionarios, a través de Muface). De hecho, los seguros médicos son los únicos seguros que crecen con la crisis: un 1,93% en primas (y casi un 3% en asegurados) hasta septiembre 2013, año en que facturarán casi 7.000 millones de euros, el doble que hace 10 años.

Las aseguradoras se han lanzado a una “guerra” por hacer seguros médicos, apoyándose en una amplia campaña publicitaria y en pólizas low cost, donde el gancho es el precio (“hágase un seguro médico desde 35 euros…”). Se multiplican las ofertas y descuentos, en una carrera por captar nuevos clientes y “robar” los viejos a otras compañías. La competencia más dura se da en las pólizas para empresas, pólizas dentales y pólizas con nuevos servicios, como teleasistencia, copago de medicamentos o un pack para cuidar a sus niños y ancianos si el titular cae enfermo. En esta “guerra”, algunas aseguradoras como Mapfre, han denunciado que competidores ligados a bancos o Cajas utilizan malas artes, como aprovechar que por sus manos pasan los recibos de clientes para ofrecerles sus pólizas cuando les vence el plazo.

En esta “guerra” de ofertas, hay mucha publicidad engañosa y pólizas con trampa, según denuncian asociaciones de consumidores. Les daré algunos consejos. Primero, no se fije sólo en el precio. El gancho (“desde x euros”) no acaba siendo el precio real de la prima, porque hay que calcularla para cada asegurado, según su edad y ciudad. Y muchas veces hay copago por algunos servicios, a sumar al coste real. Segundo, hay que mirar la cobertura y contratar lo que necesitamos: cobertura de viaje si viajamos pero no reproducción asistida si tenemos más de 45 años, por ejemplo. Tercero, fijarse en las condiciones del contrato, sobre todo en las exclusiones (lo que no cubre) y si están excluidas las preexistencias (las patologías que tenía antes de contratar la póliza), algo clave al pensar en cambiar de póliza. Cuarto, estudiar la modalidad que se contrata. Si es una póliza de reembolso (a veces más baratas), donde el asegurado elige médico y luego le abonan, sepa que hay un límite global y luego sublímites por enfermedades: puede tener un límite de 100.000 euros pero 10.000 para oncología, por ejemplo. Y quinto, ojo a las cancelaciones: todas las compañías, menos dos, pueden anularle unilateralmente la póliza por edad o siniestralidad. Y si la cancela usted, ha de avisar dos meses antes de finalizar la anualidad.

La previsión es que los seguros médicos sigan creciendo, como sus precios: han subido un 21,6% entre 2007 y 2012, según ICEA, más otro aumento del 3 al 5% este  2013, año en que las primas han bajado para las mujeres (y subido para los hombres), en cumplimiento de una sentencia del  Tribunal de Justicia Europeo, que prohíbe discriminar tarifas por sexo. El problema será 2014, año en que los seguros médicos pueden subir unos 2 euros al mes por asegurado, por efecto de la subida del IVA en los productos sanitarios (del 10 al 21%), que entra en vigor el próximo 1 de enero.

Y  la tendencia en los próximos años será a un aumento de las primas de los seguros médicos, por la mayor esperanza de vida de los asegurados, unos costes crecientes por las nuevas tecnologías sanitarias y el aumento de las pólizas de empresas, más baratas, que fuerzan a las aseguradoras a compensarlas con subidas a los particulares, a pesar de la gran competencia. Y si no suben, recortan servicios, mirando con lupa las autorizaciones y lanzando pólizas más baratas, pero con menos coberturas (low cost).

En  España hay más de 50 aseguradoras que ofrecen seguros médicos, pero es un mercado muy concentrado, donde las cinco grandes controlan el 70% del mercado: Adeslas (Mutua y la Caixa, con 27,3% de cuota), Sanitas (17,2%), Asisa (14,1%), DKV (6,6%) y Mapfre (5,5%). Y esto les da un mayor poder que en otros países  para fijar precios, tanto a los asegurados, como a los proveedores (hospitales, clínicas y médicos), según un estudio de PwC. Máxime si la sanidad privada es un mercado muy atomizado, donde los cuatro grandes grupos hospitalarios (en manos de fondos de inversión extranjeros) sólo concentran el 28% de la facturación sanitaria privada: Quirón (9,7%), Capio (8,2%), Vithas (red antigua Adeslas, 5,7%) y Asisa (4,8%). Igual los laboratorios de análisis clínicos (5 primeros facturan el 10%) y menos las empresas de diagnóstico por imagen (5 primeros facturan el 60%), según PwC.

Esta situación de dominio de las aseguradoras ha provocado numerosas fusiones defensivas en la sanidad privada, al calor del capital extranjero, que busca un negocio en alza, no sólo por el tirón de los seguros médicos sino por el aumento de los conciertos con la sanidad pública  (un 75% de la facturación de Capio) y las anunciadas privatizaciones de la gestión sanitaria en 7 autonomías controladas por el PP (Comunidad Valenciana, Madrid, La Rioja, Castilla la Mancha, Galicia, Extremadura, Castilla y León y Baleares). Un pastel que va a seguir creciendo en 2014, por los recortes anunciados en el catálogo de prestaciones de la sanidad pública, los nuevos copagos y el seguro aumento en las listas de espera.

Los seguros médicos están ahí, en todos los países, pero no deberían crecer a costa del deterioro de la sanidad pública, obligando a uno de cada cuatro españoles a pagar dos veces para cubrir su salud. El problema no es que la sanidad pública sea mala, sino que se la ha asfixiado presupuestariamente: si en 2009 España se gastaba en Sanidad un 6,95% del PIB, en 2014 gastaremos el 5,8%, muy por debajo del 8,8% que gastan Francia o Alemania. Y así, no hay sanidad que lo aguante, al margen de que hacen falta reformas de fondo. Mejor sería pagar 50 euros más al mes en impuestos para que funcionara mejor la sanidad pública (aún la 5ª más eficiente del mundo) que destinar esos 50 euros a aseguradoras y hospitales privados que buscan hacer negocio con nuestra salud. Y luego, el que pueda y quiera tener un seguro privado que lo tenga. Pero no por necesidad.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Un mundo dividido contra el Cambio Climático


Estamos tan obsesionados por llegar a fin de mes, que no nos preocupa llegar a fin de siglo, ni a los ciudadanos ni a sus Gobiernos. Y mientras, seguimos emitiendo gases que calientan la atmósfera y cambian el clima, provocando sequías, inundaciones y tifones como el de Filipinas. Los científicos han dado la alarma: el nivel de CO2 es preocupante y si no hacemos nada, la temperatura subirá 4,8 grados para 2100, una catástrofe ecológica y económica que todavía puede evitarse. Pero los países, obsesionados por la crisis, están divididos y no toman medidas efectivas, como se está viendo en la Cumbre del Clima de Varsovia. Buscan ganar tiempo y pactar un acuerdo en 2015 para recortar desde 2020. España lidera el aumento de CO2 en Europa y el Gobierno ni ahorra energía ni apoya a las renovables. Salvar el Planeta es evitar una crisis peor que la última recesión. No pierdan más tiempo.
 
enrique ortega

Hay nuevas alertas sobre el cambio climático, el síntoma de que el Planeta está enfermo. El 6 de noviembre, un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advertía que la concentración de CO2 (el gas que más contribuye al calentamiento global) en la atmósfera alcanzó un máximo histórico en 2012, creciendo más que en los diez años anteriores, tras superar en mayo la barrera de las 400 partes por millón (ppm). Ya en septiembre, un informe de la ONU (IPCC) desvelaba que las concentraciones en la atmósfera de C02, metano y óxido nítrico habían crecido a niveles sin precedentes en los últimos 800.000 años. Y lo más importante: el responsable es el hombre “al 95% de certeza”, según los científicos. Porque el CO2 y los gases de efecto invernadero se emiten al producir electricidad, consumir carbón y petróleo, con los vehículos y las calefacciones, con la industria, la agricultura y los servicios.

Lo más preocupante son las consecuencias de estas emisiones récord. La primera, la subida de la temperatura, al retener el CO2 y otros gases parte del calor que emite la Tierra. Si la era industrial ya ha provocado un aumento de 0,85 grados (entre 1880 y 2012), los informes de la IPCC (ONU) prevén una subida de 1,5 a 4,8 grados en la temperatura de la atmósfera para 2100. Y ese calentamiento provocaría, primero, un calentamiento de los mares (la “despensa” donde se almacena la mayoría del CO2) que, junto al deshielo  polar, haría subir  el nivel del mar de entre 26 y 82 centímetros, agravando los riesgos de tsunamis y tifones como el de Filipinas (desastres naturales que cuestan 148.000 millones al año, según el Banco Mundial), además de una acidificación de los océanos que matará muchas especies. Pero además, el calentamiento global actúa sobre el clima, aumentando la frecuencia de olas de calor, lluvias torrenciales en el norte y sequías en el sur, con grave impacto sobre las cosechas y el encarecimiento de los alimentos.

España es uno de los países más afectados por el cambio climático, según los científicos, porque se encuentra en una zona de transición climática, en medio de dos ejes (Atlántico-Mediterráneo y África-Europa) lo que provocará que el Mediterráneo (y sus poblaciones) sea una de las zonas más afectadas. De hecho, ya sufrimos más el calentamiento global (+1,5 grados de media en las últimas tres décadas, frente a +0,5º en Europa y +0,8º en el mundo). Y tenemos un clima más seco (las precipitaciones 2000-2010 son las más bajas desde 1950), nieva menos y hay más inundaciones.

El mayor problema del CO2 y los gases de efecto invernadero es que crecen más cada año y se acumulan durante siglos, con lo que si no se toman medidas urgentes pronto llegaremos a un punto de no retorno. Sobre todo si el mundo sale de la crisis y consume más energía. Por eso urge tomar medidas, según advierten los científicos a los 190 países reunidos esta semana en la Cumbre del Clima de Varsovia. La primera, que los países ratifiquen la segunda fase del Protocolo de Kioto, un acuerdo firmado en 1997 para reducir las emisiones un 5,2% entre 2008 y 2012 y que debe continuar entre 2013 y 2020. El problema es que EEUU no lo firmó, como tampoco China, India y países emergentes (los más contaminantes). Y tanto Japón como Canadá, Rusia o Australia no quieren comprometerse más que a mínimos recortes, con la excusa de Fukushima o la crisis. Y quedan solos con sus recortes la Unión Europea, Noruega, Suiza y Croacia, con menos del 15% de las emisiones totales. Así  resulta difícil abordar el segundo reto: preparar un acuerdo mundial de recorte de emisiones para después de 2020, que debería firmarse en la Cumbre del Clima prevista en París a finales de 2015.

EEUU  abrió en junio una puerta a la esperanza, al prometer Obama que iba a poner límites de emisiones a las eléctricas y a la industria, con un tibio compromiso de recortar un 17% sus emisiones (22% del total mundial) para 2020(sobre 2005). Pero le va a costar cumplirlo, ante la dura oposición republicana, que recurrirá sus medidas en los tribunales. Japón ha dado marcha atrás y ahora sólo va a reducir un 5% sus emisiones hasta 2020, al haber parado sus nucleares por Fukushima y necesitar más petróleo. Australia y Canadá rebajan también sus promesas y Rusia no se compromete. Mientras, China, India, junto a Brasil Sudáfrica y países emergentes (54% de emisiones totales) insisten en que no van a poner en peligro su crecimiento recortando emisiones y exigen a cambio ayudas, los 100.000 millones de dólares del Fondo Verde del Clima prometido en 2011 y que nadie sabe quién va a pagarles ni cuando. Y han presionado en Varsovia, levantándose de la mesa China y 77 países más, para conseguir con urgencia un Fondo para catástrofes (caso Filipinas), que los países ricos no quieren crear antes de 2015.

Mientras, Europa, líder mundial en la lucha contra el cambio climático, está dividida. Por un lado, acaba de comprometerse a recortar sus emisiones (11% total mundial) un 17% para 2020 (sobre 1990). Y 13 ministros europeos de Medio Ambiente (entre ellos el español), han firmado una carta en la que defienden acelerar la lucha contra el cambio climático, con recortes más drásticos de emisiones para después de 2020. Pero los ministros de Industria UE, presionados por eléctricas e industrias, se plantean si la postura “ecologista” europea no frena el crecimiento y encarece sus productos frente al resto del mundo. “Llevamos 15 años solos y si los demás países no se suman a esta batalla, perderemos competencia y empleo en Europa”, señalan con razón.

España va retrasada respecto a Europa: llevamos recortando emisiones de CO2 desde 2007 (-1,9% en 2012), pero se debe más a la crisis que a tomar medidas. De hecho, España es el tercer país europeo con más emisiones (tras Grecia e Irlanda) y el país donde más han crecido las emisiones tras el acuerdo de Kioto: +22,8% (sobre 2009) entre 2008 y 2012, mientras la UE-28 los ha reducido -19,1% (Alemania o Gran Bretaña -25%, Francia -12% e Italia -10,5%). Esto se debe al gran peso del carbón y del petróleo en nuestro consumo energético, a que nuestras industrias consumen el triple de energía que las europeas (son menos eficientes), al mayor peso del transporte por carretera (83% frente al 45% UE) y a las escasas medidas de ahorro, frustradas con los recortes de Rajoy. Como España no cumple Kioto, paga comprando derechos de emisión de CO2: hemos gastado 800 millones de euros y aún pagaremos 400 millones más hasta 2014.

Así las cosas, todo apunta a que los países (Europa incluida) buscan ahora ganar tiempo, salir de la crisis y dejar cualquier acuerdo global para 2015, con recortes de emisiones que no entrarían en vigor hasta 2020. Otros 7 años perdidos, sin tomar medidas drásticas para reducir emisiones en la industria, las eléctricas, los automóviles y camiones, las calefacciones y las viviendas, sin apoyar decididamente el ahorro de energía y las renovables. Y por ello, con más emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero, más calentamiento global y un clima enloquecido, que se traduce en catástrofes, malas cosechas y subida de los alimentos.

El calentamiento global no es una obsesión de ecologistas, sino el mayor problema económico del mundo a medio plazo, como insiste el Nobel Stiglitz. Porque si no hay un crecimiento sostenible, si nos cargamos el Planeta, esa crisis será más grave que las últimas recesiones. Se puede y se debe crecer con equilibrio, no como pirómanos. Así que pensemos un poco todos en llegar a fin de siglo, por las generaciones futuras. Por pura supervivencia.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Los pisos bajan, las hipotecas suben


Los precios de la vivienda siguen bajando (desde la primavera de 2008) y a finales de año ya costarán la mitad que antes de la crisis. Algunos creen que la caída ha tocado suelo y que pronto empezarán a subir los pisos, pero la mayoría apuesta por nuevas bajadas en 2014 y quizás 2015, para estabilizarse después y subir desde finales de 2016. El problema para que la vivienda se recupere es doble: hace falta que mejoren el empleo y los salarios y sobre todo, hace falta crédito para comprar. Los bancos, asustados con la morosidad, apenas dan hipotecas. Y cuando las dan, es por menos dinero, menos años y más caras. Al final, el mejor consejo al que piense comprar un piso, es que espere hasta 2015. Y al que quiera vender, que lo haga cuanto antes. Aún faltan un par de años para que la vivienda se sanee.

enrique ortega

Los precios de la vivienda siguen cayendo mes a mes en España. Empezaron a bajar, poco, en el segundo trimestre de 2008 (-1,5% ese año), bajaron moderadamente en 2009 (-6,7%), 2010 (-2%) y 2011 (-7,4%) y cayeron mucho más en 2012 (-13,7%) y 2013 (-7,3% hasta junio), según el INE (con estadísticas de los notarios). Con ello, a finales de 2013 (con una caída entre el -10 y el -12%), el precio de la vivienda habrá caído un 43% en seis años, una caída que algunos expertos sitúan entre el 44% (Tinsa o Fotocasa) y  el 51% (Sociedad de Tasación). Eso significa que el precio de la vivienda  ha caído a la mitad, pasando de 2.401 €/m2 en 2007 a 1.160 €/m2 a finales de 2013. Así, un piso de 100 m2, que costaba 240.000 € antes de la crisis (40 millones de pesetas), se vende ahora por 116.000 € (20 millones de pesetas).

Es la bajada media, pero las viviendas de segunda mano han caído más y las nuevas menos. Los mayores descensos se han dado en las costas (por las segundas residencias) y en los pisos más grandes (3 dormitorios o más) de la periferia de las ciudades, sobre todo en las viviendas de baja calidad y alto standing. La bajada de precios supera ya el 50% en Sevilla, Valencia, Zaragoza y Málaga, así como en muchos lugares de la Comunidad Valenciana (Castellón), Cataluña, Castilla la Mancha (Guadalajara, Toledo), Murcia y Madrid.

Algunos expertos creen que los precios de la vivienda están a punto de tocar suelo y lo apoyan con el hecho de que los precios han moderado su ritmo de caída en 2013 e incluso subieron en el segundo trimestre en Madrid (+0,2) y el País Vasco (+1,9%), según Fomento. Pero la mayoría cree que seguirán cayendo este año, en 2014 e incluso en 2015. Así, Standard&Poors apuesta por otra caída de -5% en 2014 y -1% en 2015. Y la SAREB, el banco malo, cree que la vivienda bajará en 2013 y 2014, se estabilizará en 2015 y 2016, y empezará a subir en 2017, una media del 3% anual. O sea, una década de crisis.

Hay dos factores que juegan en contra de nuevas bajadas y cinco a favor de que la vivienda siga cayendo. En contra de más bajadas de precios están la mayor venta de viviendas a extranjeros (jubilados, turistas y Fondos de inversión) y las crecientes ventas a inversores españoles que compran pisos de saldo para alquilarlos. A favor de nuevas bajadas de precios están el elevado desempleo (más del 25% hasta 2018), los bajos salarios, la menor demanda (se irán 500.000 extranjeros cada año hasta 2020, más los jóvenes españoles que se van fuera o a casa de sus padres) y  las fuertes ventas que han de hacer los bancos y la SAREB (el banco malo), que tienen todavía cientos de miles de pisos a la venta. Y sobre todo, los pisos seguirán bajando porque no hay crédito (hipotecas) para comprarlos.

Junto al paro y la crisis, la falta de financiación es el gran problema de la vivienda en España. Baste un dato: dos de cada tres viviendas (68,6%) se venden a tocateja, cuando antes de la crisis eran sólo un tercio (37,3%). Y los que compran al contado son extranjeros (particulares y Fondos) y ahorradores o ricos españoles, que invierten para alquilarlas. Pero el que no tiene dinero y necesita un crédito, lo tiene “crudo”: se dan menos hipotecas (llevan 40 meses bajando; hasta agosto, un 27,8% menos este año), porque se piden menos (crisis) y porque la banca está muy preocupada por la morosidad (5% cuando antes crisis era el 0,4%: nadie dejaba de pagar una hipoteca). Y las que se dan, es por menos importe (ya nada del 100% de antes: ahora entre el 60% y el 80%, con lo que la hipoteca media ha bajado de 100.000 €) y a menos plazo (20 años de promedio, frente a los 30/35/40 de antes). Y sobre todo, son mucho más caras: en agosto, el tipo medio de las hipotecas sobre vivienda era el 4,50% (4,23% un año antes), según el INE. O sea, los pisos son más baratos, pero las hipotecas son más caras. Si te la dan: miran con lupa y cada vez piden más garantías y avales, descartando a los de empleo precario.

En definitiva, si la casa que antes valía 300.000 euros ahora la venden por 150.000 y pensamos en comprarla, sepamos que sólo nos van a dar el 70% de hipoteca (105.000 euros), con lo que tenemos que tener ahorrados 60.000 euros (el 30% más 10% de gastos iniciales) y pagar una cuota mensual de 554 euros (25 años). Algo impensable para miles de jóvenes y familias que ganan entre 800 y 1.200 euros al mes. Y sin compradores, los vendedores tendrán que seguir bajando los pisos, aunque no sea la solución: muchos tampoco pueden pagarlos. Y los que se aprovechan son los que tienen dinero para comprar gangas a tocateja.

Por todo esto, las ventas de viviendas no tiran, a pesar de la caída de precios: llevan cayendo desde 2007 y sobre todo desde 2010. Si en 2007, en pleno boom, se vendieron 836.871 viviendas, este año se venderán la tercera parte, unas 300.000 (se han vendido 244.200 hasta finales de septiembre, un 8,6% menos que en 2012). Y eso porque hay un enorme stock de viviendas nuevas sin vender (815.000 según un estudio de Catalunya Caixa) y muchas más viviendas usadas a la venta. Y sobre todo, porque la crisis, el paro y la incertidumbre sobre el futuro han disuadido a los compradores, máxime con las hipotecas tan caras y difíciles. Así que hay pocas ventas y son los extranjeros los que salvan el mercado: llevan 2 años subiendo y suponen ya casi la mitad de las ventas en Alicante (54%), Tenerife (40,5%), Málaga (39,9%) O Girona (36,3%). Y los Fondos extranjeros van a comprar este año hasta 4.000 millones de euros en edificios y viviendas para alquilar. Y también ayudan los ahorradores e inversores españoles a la caza de gangas.

En definitiva: la vivienda no toca suelo, aunque se haya reanimado por los bajos precios. Al menos quedan dos años todavía de ajuste, 2014 y 2015, si pasa en España como en EEUU: las ventas se recuperaron a finales de 2011, dos años después de empezar a crearse empleo (finales 2009). Si en España no se creará empleo neto hasta finales de 2014 (como señalan FMI y Comisión Europea), la recuperación de la vivienda llegaría a finales de 2016.

Así que dos consejos. Si está pensando en comprar piso, espere un poco más, al menos hasta finales de 2015, porque serán algo más baratos (-8%) y podría haber más hipotecas. Y si está pensando en vender, hágalo cuanto antes (aunque pierda), porque su piso seguirá bajando un par de años más. Y todo esto, si salimos, aunque lentamente, de la crisis. Porque la clave, para que la vivienda se reanime, es que mejore el empleo. Y eso va para largo.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La herencia de Aznar es alargada (hasta hoy)


La semana pasada, el ex presidente Aznar presentó el 2º volumen de sus Memorias y volvió a presumir de su gestión, de los éxitos económicos de sus Gobiernos. Pero no habló de su herencia, de los problemas que los españoles seguimos sufriendo hoy por sus errores de entonces: la explosión de la burbuja inmobiliaria, la crisis financiera, las subidas desmesuradas de la luz por su Ley eléctrica, las pérdidas de las autopistas que fomentó y cuyas pérdidas toca ahora nacionalizar, la obra faraónica (y medio vacía hoy) de la T-4 de Barajas, un Ejército sin medios por sus compras impagables de nuevo armamento y hasta una nueva Ley educativa que es un calco de la LOCE que Aznar aprobó en 2002… Y su peor herencia: no haber aprovechado los años de vacas gordas para implantar un nuevo modelo de crecimiento para España al margen del ladrillo y el turismo. Así que, señor Aznar, no presuma.
 
enrique ortega

José María Aznar llegó al poder en marzo de 1996, con sólo 290.000 votos de ventaja sobre Felipe González y se consolidó en el 2000, con mayoría absoluta hasta 2004, gracias a su “milagro económico”: fuerte crecimiento (del 1,6% en 1993-96 al 3,6% de 1.997 a 2002), mucho empleo (5 millones de ocupados más en 8 años), menos paro (del 22,2% en 1996 al 12% en 2004), menos inflación (del 4,30% en 1995 a 3,22% en 2004) y apenas nada de déficit público (del 5,5% PIB en 1996 al 0,1% en 2004).

Un “milagro económico” que Aznar se atribuye, pero que no es mayoritariamente suyo. El cambio de Gobierno coincide con el final de la crisis española de 1992-93 y el inicio de una fuerte recuperación internacional, cuya ola aprovecha toda Europa, que crece casi tanto como España en esa década. Y el otro gran empujón nos lo da la entrada de España en el euro, en 1.999, que acarrea tres grandes ventajas a nuestra economía: fuerte bajada de tipos (del 11% en 1995 al 3,5% en 2003-2005), un aluvión de ayudas europeas (España recibió cada año, entre 1996 y 2006, ayudas por importe del 1% del PIB, casi un tercio del crecimiento) y la apertura de España al exterior, con un salto de las exportaciones. Este marco de dinero barato promovió la burbuja inmobiliaria, motor del crecimiento en la época Aznar, junto a la ayuda de los inmigrantes (4,2 millones entre 1996 y 2007).

Puede decirse que la entrada de España en el euro fue un mérito de Aznar y su equipo económico. Y así es, pero ayudados por los sacrificios de todo el país: moderación salarial (pacto con los sindicatos en 1997), esfuerzo empresas para moderar precios, congelación de inversiones públicas y gastos sociales, subida de impuestos indirectos (mientras Aznar bajaba el IRPF dos veces antes de las dos elecciones) y, sobre todo, la privatización de 40 empresas públicas (pan para hoy…) que ingresó casi 30.000 millones de euros, claves para bajar el déficit y poder entrar en el euro.

Pero hablemos de hoy, de la herencia que nos dejó Aznar. Empezando por la más letal, el estallido de la burbuja inmobiliaria, que ha provocado un desplome de los precios de las viviendas a la mitad y el endeudamiento de muchas familias. La burbuja inmobiliaria se alimentó del dinero barato, pero su origen está en la Ley 7/1997, de 14 de abril, que liberaliza el suelo: Aznar legisla que todo el suelo es urbanizable, salvo que se justifique clasificarlo como no urbanizable. Y en abril de 1998, lo refuerza con otra Ley que da vía libre a autonomías y Ayuntamientos para que pongan suelo a disposición de los promotores. Y lo hacen: si en 1996 se inician 287.100 viviendas en España, en 2000 se inician 534.010 y en 2004 otras 686.920, casi el triple que al llegar Aznar (y la inercia sigue hasta un máximo de 760.130 viviendas iniciadas en 2006 con ZP, que no estalló la burbuja). Consecuencia: la vivienda en España se revalorizó un 191 % entre 1997 y 2007, la mayor subida en la OCDE, según The Economist. Algo que las familias sufren todavía hoy: unas porque su piso vale la mitad, otras porque están hipotecados hasta las cejas (con desahucios).

Vayamos a otra burbuja, la financiera, donde Aznar también tuvo mucho que ver. Por un lado, en 1997 puso a un compañero de oposiciones, Miguel Blesa, al frente de Caja Madrid, quitando a un profesional reconocido como Jaime Terceiro, que la había hecho grande. Y su protegido acabó hundiendo la entidad, entre el ladrillo y operaciones especulativas que le han llevado a la cárcel. Y su vicepresidente Rato culminó el desaguisado, con una polémica multi-fusión y salida a Bolsa, errores que han costado a los españoles 24.500 millones, además de ser el detonante de una crisis financiera que nos costará más de 100.000. Y Aznar nombró en 2000 a Jaime Caruana gobernador del Banco de España, la entidad que debía haber evitado la burbuja financiera y que no lo hizo, a pesar de la advertencia de sus inspectores, que en mayo de 2006 enviaron esta carta a Solbes denunciandola complaciente actitud del Banco de España ante el crecimiento del crédito”. Algo más de un año después, ni Caruana ni Rato, su mentor y entonces gerente del FMI, fueron incapaces de predecir desde Washington la Gran Recesión. Doble fallo.

Tercera burbuja, la eléctrica: tenemos centrales para producir 100.000 Mw y sólo gastamos ahora 40.000. Ello se debe a la crisis y a que los incentivos de la época Aznar han multiplicado las centrales, sobre todo térmicas de gas y fuel. Pero hay más: pagamos la luz más cara de Europa (tras Irlanda y Chipre), que ha subido un 88% desde 2006, porque en 1997 Aznar (hoy asesor de Endesa) aprobó una Ley del Sector Eléctrico que fija un sistema de precios que reconoce a las eléctricas un extracoste que pagamos todos. Se paga por la luz lo que cuesta producirla en la central más cara (térmicas de gas y fuel), beneficiando a las centrales con menos costes (hidráulicas y nucleares). Es como pagar lo mismo por la carne picada al que la prepara con pollo o con chuletón. Y como esos precios no cubren los costes de la mayoría de centrales, les compensa con una serie de primas. Y así nos sube el recibo.

Cuarta burbuja: autopistas. En su segunda Legislatura, Aznar apoyó la construcción de una docena de autopistas de segunda generación, la mayoría en los alrededores de Madrid, con la presión de Esperanza Aguirre, que quería “tener autopistas como los catalanes”. Muchas iban paralelas a autovías gratuitas y han acabado siendo ruinosas, sin tráfico. Pero no es problema: el negocio era construirlas (sus dueños son las grandes constructoras) y si salía mal, el Estado saldría en su ayuda: Aznar pactó con ellas la inclusión de la responsabilidad patrimonial de la Administración (RPA), que comprometía al Estado a pagar su deuda si ellas no podían. Y ahora que hay 6 autopistas en suspensión de pagos, el Gobierno Rajoy va a nacionalizar a 10 de estas autopistas, cargando al contribuyente con sus 3.600 millones de deuda. Eso después de que ZP y Rajoy les hayan dado 5.200 millones de ayudas públicas desde 2010. Y un aumento extra de peajes, del 30% en diez años.

Aznar no sólo inauguró autopistas, también AVEs (prometió que todos los españoles “tendrían uno a 30 kilómetros de su casa”) y obras faraónicas como la T-4 de Barajas, que inauguró en febrero de 2004 (un mes antes elecciones), dos años antes de que despegara de ella un avión (2006), una infraestructura que costó seis veces más de lo presupuestado (6.200 millones) y que ahora está medio vacía, sumida en la crisis de Iberia, una de las empresas públicas privatizadas por Aznar y cuyo primer accionista fue muchos años Caja Madrid (Blesa y Rato), incapaces de enderezarla. De estas privatizaciones también tenemos herencia, la de unos monopolios públicos que se han convertido en oligopolios privados, que nos imponen sus precios. Es el caso de Repsol, denunciada por la Comisión de la Competencia por manipular y pactar precios de los carburantes, en perjuicio de los conductores. O Telefónica, beneficiada por Aznar en 2004 (como otras telecos) al no hacer subasta de licencias de telefonía móvil (como Alemania y Gran Bretaña), con lo que pagaron al Estado 480 millones de euros en vez de 6.000.

Y luego está el Ejército, al que Aznar quiso ganarse en 1997 aprobando un ambicioso Programa de compra de armamento (PEAS), comprometiendo un gasto de 24.000 millones hasta 2025. Como era una cantidad desorbitada, se inventó un truco contable: dar un crédito sin interés (lo pagamos todos) de 14.000 millones a las empresas de armamento, para que fueran fabricando y Defensa les pagaría a partir de 2011. Pero vino la crisis y no había dinero, mientras la factura había subido a 35.000 millones. Resultado, Rajoy lleva dos años (2012 y 2013) aprobando créditos extraordinarios para pagar esta herencia (2.659 millones ya), mientras recorta en sanidad, educación o gastos sociales. Y volverá a aprobarlos en 2014 y 2015, mientras el Ejército no tiene dinero ni para maniobras o misiones internacionales.

Y como colofón, la polémica Ley Wert de Educación, la LOMCE, es la herencia de la LOCE, la Ley de Educación que aprobó Aznar en diciembre de 2002 (sólo con apoyo de Coalición Canaria) y que apenas entró en vigor, porque Zapatero la anuló por decreto en mayo de 2004. Los principios de aquella LOCE son los de la Ley Wert: religión evaluable, reválidas, obsesión por las asignaturas técnicas y desprecio música y artes, centralización, apoyo a la enseñanza concertada, distintos itinerarios en ESO y bachillerato, la cultura del esfuerzo y la excelencia por encima del apoyo a los chavales con problemas… Volvemos a 2002.

Como se ve, la herencia de Aznar es alargada, sin contar  con que los españoles hemos heredado su delfín (Rajoy) y buena parte de su equipo económico (de Guindos y Montoro), culpables de parte de esta herencia aunque ahora no vayan a la presentación del libro de Aznar. Pero la peor herencia es que Aznar no aprovechó sus ocho años de vacas gordas (como tampoco ZP los cuatro suyos) para sentar las bases de una nueva economía, alejada del ladrillo y apoyada en la innovación y la tecnología, la industria y la exportación, con una fuerte inversión en la formación y la empleabilidad de los españoles. Subido en burbujas varias, todo era Jauja, hasta que estalló la crisis y caímos más que los demás en la recesión y el paro.

Por desgracia, Aznar no es algo pasado, sino que su sombra está presente en nuestras vidas, desde que pagamos la luz o la hipoteca hasta los peajes, la gasolina o las misiones en Mali, sin olvidar la educación de nuestros hijos. No lo olviden cuando le oigan. Y Aznar, que deje de presumir.