jueves, 14 de mayo de 2020

COVID19: el teletrabajo se dispara desigualmente


Uno de los pocos efectos positivos del confinamiento ha sido que algunos pueden seguir trabajando desde casa (y cobrando). Son pocos, pero el teletrabajo ha dado un salto de gigante con la pandemia: lo utilizan el 34% de los trabajadores hoy, 7 veces más que hace unos meses (el 4,8%). Pero el modelo económico español (demasiado peso del turismo y la construcción) y nuestra baja formación digital hacen que España tenga menos posibilidades de teletrabajo que la mayoría de Europa. Y las posibilidades de teletrabajar son muy desiguales, según sectores, edad y tipo de contrato, variando mucho por autonomías (pueden teletrabajar el 28% de los ocupados en Madrid y el 19% en Murcia, la Rioja o Castilla y León). Para cuando salgamos de esta pandemia, urge regular el teletrabajo y fomentarlo en las empresas y en la Administración, porque ayuda a conciliar, mejora la productividad y el medio ambiente. Hacen falta Planes, formación e inversiones, para no improvisar el teletrabajo como se hace durante el confinamiento. Apoyen el clic.

enrique ortega

Unos meses antes de impactarnos el coronavirus, en 2019, el teletrabajo era marginal en España: sólo un 4,8% de los empleados trabajaban habitualmente desde casa, un porcentaje que había subido desde el 2,7% que teletrabajaban en 2007. Incluso los que teletrabajaban “a veces” eran sólo un 9% de los ocupados, un tercio más que en 2007 (6%), según los datos del INE. Si comparamos con Europa, ese 4,8% nos colocaba a la cola del teletrabajo, en el puesto 15 de la UE-27, sólo por delante de los paises del este, Chipre, Grecia (1,9%), Italia (3,6%) y Reino Unido (4,7%), por debajo de la media europea de teletrabajo (5,4%), de Alemania (5,2%), Francia (7%) y sobre todo de los paises del norte (14,1% teletrabajan en Finlandia y Holanda, 9,9% en Austria y 7,8% en Dinamarca, según Eurostat (datos 2019). Por autonomías, en España teletrabajan más que la media Asturias (6,6%), Baleares (5,8%), Galicia (5,1%) Madrid (5,1%), Extremadura (5%), Comunidad Valenciana y Aragón (4,9%). Y están a la cola la Rioja (3,6%), Navarra (3,9%), Murcia y Canarias (4%), según el INE.


¿Por qué estábamos más retrasados en teletrabajo? No es por razones técnicas, ya que España es el país líder europeo en instalación de fibra óptica (tenemos una red mayor que las de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido juntas). La “culpa” es de nuestro modelo productivo: tenemos una economía muy asentada en los servicios (sobre todo el turismo y la hostelería) y en la construcción, sectores poco favorables al teletrabajo. Una economía, además, con un escaso peso de las grandes empresas y un excesivo porcentaje de pymes, menos proclives a la digitalización y el teletrabajo. Y para completar el panorama, la formación digital de los españoles es escasa y no ayuda al teletrabajo: 10,7 millones de trabajadores no se han formado nunca en competencias digitales. Y del total de la población, 12 millones (un 33,5%) no son capaces de manejarse en entornos digitales y otros 7,6 millones (21%) sólo acredita habilidades digitales básicas, según un reciente estudio de UGT.


Otro reciente estudio de Randstad señala que sólo un 22,6% de los trabajadores españoles (4,4 millones de ocupados) pueden  teletrabajar, aunque sólo un 4,8% lo hacían en 2019. Y los detalla por sectores, con los datos de la EPA y el INE: los que más pueden teletrabajar son los ocupados en los servicios públicos (el 36% puede trabajar a distancia), seguidos de los trabajadores de las eléctricas, agua y gas (podrían teletrabajar el 30,1%), los trabajadores de las finanzas (45%), los de inmobiliarias y servicios empresariales (41,5%), los trabajadores educativos y sanitarios (35,9%), los de la industria química (29,8%) y los del sector del papel y artes gráficos (28% podrían teletrabajar). El resto de actividades tienen un potencial de teletrabajo inferior a la media (22,3%), siendo muy bajo en la agricultura, ganadería y pesca (4,1%), en la construcción (13,3%), en la industria agroalimentaria (13,8%), en el comercio (13,9%) o en la industria manufacturera (14,3%).


Además, el teletrabajo es muy desigual según los puestos de trabajo en cada sector, siendo mayor entre los directivos y gerentes (casi 100%), técnicos y profesionales (59,9%), contables y trabajadores de oficina (46,3%), pero muy bajo en el resto de empleos, sobre todo entre los poco cualificados, siendo nula la posibilidad de teletrabajo en los grupos CNO 5,6,8,9 y 0: trabajadores de la restauración, servicios personales y protección, vendedores, operadores de maquinaria, montadores y personal de las fuerzas armadas, según el informe de Randstad. Al final, estas diferencias se acaban viendo por autonomías, por su distinta estructura económica y de empleo. Así, el teletrabajo es más posible en las autonomías más ricas: Madrid (28% ocupados podrían teletrabajar, aunque sólo el 5,1% lo hacían en 2019), Cataluña (25,1%), País Vasco (24,5%), Navarra (23%) y Asturias (22,4%), las 5 por encima de la media de teletrabajo potencial en España (22,3%). Y tienen menos posibilidades para teletrabajar las más pobres: Extremadura (17,5% de los ocupados, aunque sólo el 5% teletrabajan)), Castilla la Mancha (18,2%), Andalucía (19%), Canarias (19,2%), Murcia (19,3%), la Rioja (19,8%) y Castilla y León (19,9%), según Randstad.


Otro estudio sobre el teletrabajo de tres profesores universitarios, adelantado en el blog Nada es Gratis, eleva hasta el 33% (índice 0,33) la posibilidad del teletrabajo en España (Randstad lo fija en el 22,3%), por debajo del 38% que fijan para Europa (índice 0,38). Según este estudio, España es el 5º país europeo con menos potencial para el teletrabajo, sólo por delante de Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Hungría. Y muy alejado de los líderes, los paises nórdicos (índice superior al 0,50), Francia o Alemania. El estudio revela también que existen grandes desigualdades para poder teletrabajar en España. Primero, por género: los hombres pueden teletrabajan menos (29%) que las mujeres (37%). Segundo, por tipo de contrato: pueden teletrabajan más los que tienen un contrato a tiempo completo (34%) que a tiempo parcial (23%) y los que tienen un contrato fijo (37%) más que los contratados temporalmente (22%). Y poder teletrabajar tiene también mucho que ver con la formación: los que sólo tienen primaria apenas pueden teletrabajar (10%), algo más los que acabaron secundaria (24%) y mucho más los universitarios (53%). Y como ya se veía en el estudio de Randstad, los que tienen sueldos más altos pueden teletrabajar más.


Estas desigualdades en el potencial para el teletrabajo son muy importantes ahora, con el confinamiento, porque indican que unos españoles tienen más posibilidades que otros para teletrabajar y paliar así la emergencia económica de la pandemia, según el sector donde trabajen, la empresa, su tipo de contrato y el nivel de formación. Y, por supuesto, según  dónde trabajen. Este estudio revela también que los mejor preparados para teletrabajar son los ocupados en Madrid (índice 0,43: 43% ocupados podrían trabajar, por encima de la media UE), seguidos de Cataluña (36%), País Vasco y Canarias (ambas 33%). Y los que peor, los ocupados en Castilla y León (24%), Murcia y Aragón (29%), Navarra y Castilla la Mancha (27%), Cantabria, Extremadura y Baleares (25%).


Ese es “el potencial”, lo que podríamos teletrabajar, que un informe del Banco de España publicado este lunes restringe al 30% de los ocupados, 6.600.000 españoles. Pero, ¿cuánto estamos teletrabajando realmente en el confinamiento? No hay datos oficiales, pero el IVIE y la Comunidad Valenciana hicieron esta encuesta para toda España, a finales de marzo y principios de abril, que reveló que un 34% de los españoles teletrabajaban, un porcentaje incluso mayor al potencial de teletrabajo señalado por Randstad (22,3%), el Banco de España (30%) y el estudio universitario (33%). De ser cierto, revela el gran salto que ha dado el teletrabajo en España en dos meses, forzado por la necesidad de empresas y trabajadores. Un avance increíble, que se ha visto acompañado de mucha improvisación, falta de medios  y algunos excesos (demasiadas horas y falta de control), con una mayor carga para las mujeres, que han tenido que afrontar más que los hombres el teletrabajo, los hijos y las tareas del hogar.


En general, las empresas no tenían Planes de teletrabajo (salvo las muy grandes o en sectores como las finanzas, seguros y telecos). Y tampoco la Administración pública, que ha tenido que teletrabajar contra reloj, sobre todo los ministerios de Trabajo y de Seguridad Social, para afrontar el aluvión de peticiones de ERTEs y de ayudas a parados, autónomos y empresas (el SEPE ha trabajado digitalmente las 24 horas, subiendo por las noches la documentación para no bloquear los servidores). El Gobierno se ha visto obligado a aprobar 27 contratos de emergencia desde el 14 de marzo para facilitar el teletrabajo de los funcionarios y las videoconferencias, por un importe de 8,7 millones de euros, para comprar ordenadores, móviles, licencias y escritorios virtuales. Al final, según los datos oficiales, casi 2 de cada 3 funcionarios de los 22 Ministerios han estado teletrabajando, en total 109.000 funcionarios de Hacienda  (el 85% de sus funcionarios, casi 30.000, han trabajado desde casa), Seguridad Social (20.300 teletrabajando), Ciencia e Innovación (14.000 teletrabajando y el Ministerio con más videollamadas: 12.300), Defensa (8.420 teletrabajando y 7.859 presenciales), Trabajo (7.690), Transición Ecológica (5.835), Política Territorial (5.102), Transportes (4.000 teletrabajando) o Interior (2.500 teletrabajando y 23.727 trabajando en las calles, comisarías y prisiones), sin olvidar el esfuerzo adicional de teletrabajo hecho por las autonomías (numerosas inversiones en equipos y licencias).


A finales de abril, el Gobierno amplió dos meses más la recomendación del  teletrabajo, hasta el 21 de junio. Y en el caso de la Administración central, el Gobierno ha pactado con los sindicatos que “la vuelta al trabajo presencial será gradual”, priorizando el teletrabajo. Sólo está previsto que se abran las oficinas al público (Seguridad Social, Agencia Tributaria y SEPE) en la fase 2 de la desescalada, a partir del 25 de mayo (más tarde en Madrid y Barcelona), siempre con cita previa. Y posteriormente, en la “nueva normalidad”, está previsto “flexibilizar los horarios de los funcionarios”, para impedir aglomeraciones a la entrada y salida y facilitar la conciliación. Y manteniendo lo más posible el teletrabajo.


Al final, el coronavirus ha permitido que el teletrabajo avance en dos meses lo que no se preveía que hiciera en años. Pero hay que aprender de los errores con los que se ha implantado, derivados de la improvisación y la falta de Planes en las empresas y en la Administración. Urge aprobar una Ley sobre el teletrabajo, que asegure unas bases mínimas y garantice unos derechos laborales a los teletrabajadores. Y en paralelo, cada empresa y cada convenio deben aprobar Planes de teletrabajo, detallando tareas, procesos y flexibilidad organizativa, los equipos y las herramientas informáticas necesarias, la gestión de los recursos humanos y la ciberseguridad de los procesos. Esto obligará a todas las empresas y organismos a rediseñar los sistemas de trabajo, en colaboración con los trabajadores, que no pueden perder derechos. Y destinar horas y medios a la formación digital del personal, para corregir el retraso actual.


Ya nada será igual en el trabajo tras el coronavirus. Y el teletrabajo debe consolidar el salto dado, porque tiene varias ventajas: puede aumentar la productividad y eficacia de las empresas, ayuda a la conciliación familiar y beneficia al medio ambiente (al reducir los desplazamientos al trabajo). Además, los españoles quieren teletrabajar: a 7 de cada 10 trabajadores (el 68,6%) les gustaría teletrabajar, según el estudio realizado por Randstad. Y los que más lo piden  son los trabajadores con familia (el 78% de los que tienen entre 25 y 45 años), porque permite conciliar. Eso sí, los expertos defienden un teletrabajo que compatibilice el trabajo en casa con acudir presencialmente a la empresa algunos días, para mantener el contacto personal y facilitar el trabajo en equipo.


El teletrabajo es una exigencia sanitaria mientras no exista una vacuna eficaz contra el coronavirus pero es también una herramienta clave para la reconstrucción económica, porque puede aumentar la productividad y la competitividad de nuestras empresas. Pero hace falta un Plan nacional de teletrabajo, que facilite las inversiones necesarias y sobre todo la formación, para que no se queden atrás los que tienen contratos más precarios y están tecnológicamente menos preparados, que son los que ahora sufren más la emergencia económica, porque no pueden teletrabajar o están en sectores con poco margen para el trabajo a distancia (turismo, hostelería, construcción). Hay que aprovechar lo aprendido estas semanas y los errores cometidos para avanzar mañana, cuando la tentación sea seguir igual y no invertir en equipos y formación para consolidar el teletrabajo. Y no sólo en las empresas, también en la Administración, en la educación, en la sanidad. Aprovechemos el gran salto digital que hemos dado y sigamos avanzando. A golpe de clic.

No hay comentarios:

Publicar un comentario