Cada día, más de
105.000 vuelos surcan los cielos, atascados como la M-30 en hora
punta. Unos 4.000 millones de personas
viajarán en avión este año, el doble que a principios de siglo. Y serán 16.000 millones en 2050. España ya ha recuperado el tráfico
aéreo de antes de la crisis y es el 4º
país del mundo en tráfico aéreo (tras EEUU, China y Reino Unido), aunque pasará al 6º lugar en 2036. Los que se benefician de este “boom aéreo” son
las aerolíneas de bajo coste, que en
España ya transportan al 52% de los
viajeros internacionales, con Ryanair, EasyJet y Vueling en cabeza. Y ahora,
la
guerra del “low cost” se ha trasladado a los vuelos con América y Asia. La clave está en saber si los
aeropuertos, sus accesos y servicios van a soportar un mayor aumento del
tráfico aéreo. Y si aguantaremos las incomodidades
de los vuelos “low cost”, volcados en recortar costes. Volar sí, pero no como
ganado.
En el mundo, cada vez se vuela más. Cada día se producen más de 105.000 vuelos, con más de 700 rutas aéreas y 28.645 aeronaves, que este año transportarán a 4.000 millones de pasajeros, casi la mitad de la población mundial (7.200 millones), según la IATA, el doble que en el año 2.000. El fuerte aumento del tráfico aéreo se debe al aumento de pasajeros en Oriente Medio (+11,8% en 2016) y Asia Pacífico (+8,3%), donde los vuelos crecen más que en Norteamérica (+2,6%) y Europa (+5%), continente donde volarán este año 1.000 millones de pasajeros, según Eurostat.
enrique ortega |
En el mundo, cada vez se vuela más. Cada día se producen más de 105.000 vuelos, con más de 700 rutas aéreas y 28.645 aeronaves, que este año transportarán a 4.000 millones de pasajeros, casi la mitad de la población mundial (7.200 millones), según la IATA, el doble que en el año 2.000. El fuerte aumento del tráfico aéreo se debe al aumento de pasajeros en Oriente Medio (+11,8% en 2016) y Asia Pacífico (+8,3%), donde los vuelos crecen más que en Norteamérica (+2,6%) y Europa (+5%), continente donde volarán este año 1.000 millones de pasajeros, según Eurostat.
El tirón del tráfico aéreo este siglo, y
especialmente esta década, se debe al mayor crecimiento de las economías y del turismo, pero sobre todo a la caída de precios del petróleo, que ha abaratado desde 2014 los carburantes
(suponen un tercio de los costes de las
aerolíneas). Además, también ha contribuido al “boom” la renovación de los aviones, con la incorporación de modelos de tamaño medio y pequeño, de menor consumo (ahorran hasta
un 20% de combustible) y una
configuración interna de “doble pasillo”
(lo tienen ya el 24% de los aviones), que permite transportar más viajeros (más
juntos).
El “boom aéreo” va a
seguir, incluso con más fuerza, y la IATA acaba de pronosticar que habrá 7.800
millones de viajeros aéreos dentro de 20 años, en 2036. Y que los viajeros
actuales se cuadruplicarán para 2050,
alcanzando los 16.000 millones. El tirón de viajeros vendrá en las
próximas décadas, según la IATA, de 5 paises: China (+901 millones de viajeros en
2036), EEUU (+401 millones), India (+337 millones), Indonesia (+235 millones) y Turquía (+119 millones). O sea,que el
atasco en los cielos se producirá, de aquí a mediados de siglo, en
las rutas de Asia y Oriente Medio, junto a las del Pacífico.
También va a cambiar el liderazgo de los cielos, según la IATA. Actualmente, el país líder en tráfico aéreo es Estados Unidos (748 millones de
pasajeros en 2016), seguido de China (550 millones), Reino Unido (240
millones), España (230 millones), Japón (225 millones) y Alemania (200
millones). En 2022, el líder pasará a ser China,
que en 2036 moverá ya 1.500 millones de pasajeros, por delante de Estados Unidos (1.100 millones). Y el
tercero del ranking será India (478 millones), seguida de Indonesia (355 millones), superando ambas
a Reino Unido, que pasará del 3º al
5º puesto, con 300 millones de pasajeros en 2036. Y en el 6º lugar del ranking
se colocarán España (hoy el 4º) y Japón, empatados con 250 millones de
viajeros, seguidos de Alemania, Turquía y Tailandia. Y ya fuera del Top 10, Francia (11º) e Italia (12º).
Este enorme tirón del tráfico aéreo en los próximos 20 años
supondrá una revolución para la industria aeronáutica, el control del tráfico aéreo y las instalaciones aeroportuarias. Por
un lado, habrá que renovar gran parte de
la flota aérea: se estima que harán falta entre 33.000 y 39.000 nuevos
aviones de aquí a 2036. De hecho, Airbus acaba de recibir el mayor pedido de su historia (430 aviones para líneas
low cost de América y Europa) y Boeing otros 225, en un duelo tecnológico y
comercial que se va a intensificar en los próximos años. Y con un reto ecológico: rebajar las emisiones de CO2 de los aviones, que hoy aportan el 2% del total de
emisiones. Por otra parte, habrá que mejorar
los controles de tráfico aéreo, para evitar saturaciones y atascos, lo que
obliga a Europa a agilizar la entrada en vigor
del Espacio aéreo europeo, que está retrasado y podría entrar en vigor en 2035
(no tener un “Cielo único europeo” nos cuesta 5.000 millones al año). Y en tercer
lugar, los aeropuertos deben
prepararse para este aluvión de pasajeros y vuelos en 2036, con nuevas
instalaciones, accesos y servicios. Todo apunta a que más que crear “mega aeropuertos” (hay 55 en el mundo), el futuro pasará por ampliar aeropuertos medianos y pequeños, fuera de las grandes capitales ya muy saturadas.
En España, la recuperación económica y los récords
de turistas (más la bajada de tarifas
aeroportuarias) han permitido superar las cifras de tráfico aéreo de
antes de la crisis. En 2016 pasaron por los aeropuertos españoles 230.229.523 viajeros, superándose por
primer año los 210,5 millones de 2007, según las estadísticas de Aena. Y este año 2017, van ya 216,2 millones de viajeros hasta octubre, un 8,1% más, con lo que podemos acabar
el año con casi 250 millones de
viajeros aéreos. Claro que el “boom” del
tráfico aéreo se circunscribe a la mitad de los aeropuertos, porque de los 48 aeropuertos españoles, sólo 21
han recibido más de 1 millón de pasajeros este año y hay 15 aeropuertos que tienen menos de 60.000 viajeros: a la cola,
Huesca (246 viajeros este año), Albacete (987), Son Bonet, cerca de Palma
(1.046), Cuatro Vientos (2.776), Sabadell (3.816) y Burgos (5.358 viajeros).
Actualmente, España,
el cuarto mayor país del mundo en tráfico aéreo, tiene 4 aeropuertos entre los 25 mayores de Europa. Un ranking que
encabezan Heathrow-Londres (75,6 millones de pasajeros en 2016), Charles de
Gaulle-París (65,8 millones), Schiphol-Amsterdam (63,5 millones) y
Frankfurt-Alemania (60,6 millones), seguidos
de Madrid-Barajas (49,17 millones de
viajeros) y Barcelona-El Prat (43,7
millones), según datos de Eurostat. En el puesto 13º de este ranking aeroportuario europeo
está Palma de Mallorca (26,2
millones de viajeros 2016) y en el lugar 25º está el aeropuerto de Málaga-Costa del Sol (16,6 millones de
viajeros). Los expertos alertan de la pérdida de importancia internacional de Madrid-Barajas, que aunque
bate récord de viajeros (más de 50 millones en 2016, según AENA), tiene ahora menos operaciones (aterrizajes y
despegues) que en 2006, cuando se inauguró la Terminal 4 (T4). Y eso, añaden,
porque Iberia, al integrarse en el grupo
IAG (British) en 2011, se ha visto afectada
por un desvío de operaciones
internacionales (sobre todo a América) de Madrid a Londres. Y también le ha
afectado que algunas compañías apuesten por el Prat como origen de vuelos
internacionales de bajo coste con destino a Asia.
Otro problema de España es que, a pesar de ser una
potencia mundial en turistas y viajeros, no
controla las compañías aéreas que les traen: de las 172 compañías que
operan en España, sólo 15 son
españolas, según Fomento, y han perdido cuota (un 13%) en la última
década. Y casi el 70% de los pasajeros que pasan por los aeropuertos españoles
son transportados por compañías extranjeras, que apuestan como
centros de conexión y distribución de tráfico (“hubs) por los grandes
aeropuertos donde tienen su base (IAG en Londres, Air France-KLM en París y Ámsterdam,
Lufthansa en Frankfort) y no por Madrid o Barcelona. Un serio problema de futuro, como que
no haya un gran tour operador español y el turismo esté en manos de los grandes operadores británicos o alemanes.
En esta guerra por trasportar a los turistas y viajeros, las compañías de bajo coste han ganado la batalla de los cielos: por primera vez en la historia, este año 2017 transportan ya más
pasajeros que las compañías tradicionales. Si en 2016, las compañías aéreas de siempre transportaron 67.000 viajeros más, en
los 10 primeros meses de 2017, las compañías low cost llevan ya 3,8
millones de pasajeros de ventaja y copan
ya el 52% del mercado aéreo de vuelos internacionales, según Turespaña, con 40,4 millones de
viajeros transportados, procedentes sobre todo de Reino Unido (36,9% de los
pasajeros low cost), Alemania (11,7%), Italia (11,3%) y Francia (8,1%),
viajeros que han volado principalmente a Barcelona (destino del 23,8% de pasajeros low cost),
Málaga (12,1%), Palma (12,1%), Alicante (11,1%) y Madrid (10,8%).
El mercado aéreo en
España está repartido, según las estadísticas de Fomento, entre los vuelos
internacionales a Europa (112,2 millones de pasajeros entre enero y
septiembre, el 67,9% del total), los
vuelos interiores (27,5 millones de
pasajeros, el 16,7%) y los vuelos internacionales fuera de Europa,
los que más crecen (25,4 millones hasta
septiembre, el 15,4% del total). En los tres mercados, las compañías
“low cost” ganan terreno. En el mercado más importante, los vuelos a Europa, el líder sigue
siendo la irlandesa Ryanair (21% del
tráfico de enero a septiembre 2017), seguida de lejos por la británica EasyJet
(9%), Vueling (la compañía de bajo coste de IAG, con el 8% del mercado), la
británica Jet2.com (5%) y la austriaca Niki (fundada por Niki Lauda, con el 4%
de tráfico). En los vuelos dentro de
España, el liderazgo este año es de Vueling
(31% mercado), seguida de Ryanair (15%, que ha superado a Air Europa (13%),
Iberia Express (9%) e Iberia (otro 9%). Y en los vuelos internacionales fuera de Europa, el líder es Iberia (17%, con pérdida de cuota cada
año), seguida de Air Europa (7%) y las compañías del grupo Norwegian (6%), la
compañía noruega de bajo coste que ha revolucionado el negocio low cost el
último año.
Y es que, hasta ahora, las compañías “low cost” eran compañías que se habían especializado en
vuelos nacionales e internacionales de corta y media distancia, aprovechando
pequeños aeropuertos y las subvenciones públicas locales. Pero este verano, la
compañía noruega Norwegian revolucionó el mercado ofreciendo vuelos low
cost a América, obligando a seguirla a otras compañías low cost, como Air
Europa, Level (low cost del grupo IAG), Eurowings (grupo Lufthansa) o Joon, la
compañía low coste de Air France-KLM. Esta pelea por los vuelos baratos de largo recorrido se traduce en ofertas a
Nueva York o al Caribe desde Europa por 200 euros y menos (149 euros desde
Barcelona con Norwegian).
Así que ahora, la guerra de los vuelos “low cost” ya no tiene límites. La cuestión es si
esta nueva guerra de precios no se
llevará por delante a alguna compañía, como ya ha pasado este año con las quiebras
de Air Berlín o la británica Monarch y la suspensión de pagos de Alitalia
(intervenida y pendiente de venta). Pero de momento, la apuesta es el”low cost”. Por un lado, hay tres compañías low cost europeas que crecen de forma imparable,
aunque no en beneficios: Ryanair (120
millones de pasajeros), EasyJet (80
millones) y Norwegian (30 millones).
Y por otro, tres compañías tradicionales
que se han visto obligadas a crear
aerolíneas low cost: Air France-KLM,
el primer grupo aéreo europeo (que opera con Transavia y ahora con la nueva compañía Joon), Lufthansa, el segundo grupo (que afronta el reto low cost
con Eurowings) y el tercero, IAG
(British-Iberia), que operaba con Vueling
y que ahora ha creado Level, una
línea de bajo coste para vuelos de larga distancia.
Todas estas compañías "low cost" tienen una obsesión: los costes. Su estrategia es rebajarlos como sea, a costa de volar más, de pilotos más baratos, de aviones que
consuman menos y lleven más pasajeros, de buscar aeropuertos con tarifas más
bajas y de conseguir ayudas locales. Y en esta estrategia, los pasajeros estamos por medio, sufriendo las incomodidades de suprimir vuelos (Ryanair), no tener prioridad en los aeropuertos o viajar en aviones
con menos espacio por pasajero, además de pagar extras por casi todo (equipaje,
reserva de asiento, servicios a bordo…) para ofrecernos un precio del billete
irrisorio. Un servicio de baja calidad, que molesta a muchos y está
provocando que otras compañías se vuelquen en ofrecer volar mejor pagando un poco más,
con nuevos billetes a medio camino entre
turista y business.
En resumen, cada vez volamos más y vamos a volar más en el futuro, lo que complicará los vuelos, desde las esperas y controles a los retrasos y
llegadas, tras viajes en aviones cada vez con menos espacio y menos servicios.
Es el precio para conseguir que viajen casi 8.000 millones de personas dentro
de veinte años. Los pasajeros tenemos unos derechos
pero estamos muy desvalidos para defenderlos: son los Gobiernos quienes deben
velar por nuestra seguridad , derechos y comodidad, evitando
que las compañías nos lleven como a ganado. Volar sí, pero en condiciones.
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