Ola de calor y Bruselas rebaja política climática
La primera ola de calor de este verano ha dejado un
mapa de muertes y problemas en toda Europa, especialmente en España.
Y junio ha sido el mes más cálido de la historia. No es casualidad: la
ONU reitera que la culpa es del Cambio Climático, que el Planeta se está
volviendo “más caliente y más peligroso”. Pero el miércoles, con
Bruselas a 37 grados, la Comisión Europea “suavizó” su política climática,
aprobando “un truco contable”: permite a paises y empresas emitir
más CO2 del previsto si a cambio pagan a otros paises
(pobres) que reduzcan sus emisiones. “Externalizan” la gestión de las emisiones
como algunos proponen hacer con los inmigrantes… Y eso pasa cuando los autócratas
de medio mundo, de Trump a Milei, niegan el cambio climático y el
PP y Vox hacen políticas negacionistas en Murcia, Valencia,
Extremadura o Aragón, además de en sus Ayuntamientos. No nos quejemos
del calor extremo: exijamos a los políticos que aceleren las medidas
contra la emergencia climática. Ya.

Vendrán más olas de calor, antes y más graves y duraderas
Por si alguien tenía dudas del “Cambio Climático”,
nos ha caído encima la
primera ola de calor del
verano, que por primera vez empezó en junio: el
domingo 29 fue el día más caluroso en España desde que hay registros (1950) y
más de 100 localidades superaron la semana pasada los 40 grados (46 grados en El
Granado, Huelva). Y este junio ha sido el más cálido de la historia:
23,6 grados de media, 0,8 grados más que en junio 2017 (anterior récord). La ola de calor no se ha sufrido sólo en
España, sino que ha
recorrido toda Europa, desde Reino Unido a Turquía, con muertos
incluso en Francia e Italia. En España, el sistema MOMO (Instituto Carlos
III) estima que ha habido 390
muertos en junio por la ola de calor, más 53 en los dos primeros días
de julio, la mayoría mayores de 75 años (338 en junio).
Ya son varios años en que se producen olas de calor,
sobre todo en España y la Europa del sur, con un tremendo saldo de muertes,
incendios forestales y daños a la agricultura y la ganadería, las infraestructuras,
el turismo y las empresas, así como a los
ecosistemas terrestres y marinos. En Europa se produjeron 47.690 muertos
por olas de calor en 2023, según un estudio de Nature Medicine. Y en España, los
datos del sistema MOMO señalan que hubo 3.521 muertos por olas de calor
en 2024. Pero sólo en la primera mitad de 2025 (hasta junio), se estima que
ha habido ya 2.168 muertos por altas temperaturas.
El calor extremo ya no es una novedad en el mundo y menos en
la Europa del sur, donde llevamos varios años sufriendo olas de calor,
especialmente desde 2022. “El Planeta se está volviendo más caliente y
más peligroso: ningún país es inmune”, declaraba
la semana pasada en Sevilla (a más de 40 grados) el secretario general de
la ONU, Antonio Guterres. Y los expertos insisten: “la ola de calor no es
una casualidad, es consecuencia del Cambio Climático, que la hace 5 veces más
probable”, según la plataforma
científica Climate Central. El “mecanismo” es bien conocido: la acumulación
de gases de efecto invernadero (CO2, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos,
perfluorocarbonos y hexafluoruro de
azufre) hacen como de “paraguas” que retiene el calor solar y aumenta las
temperaturas. En España, la temperatura media de 2024 fue 1,64
grados más alta que en 1961.
Los expertos
de la ONU (IPPC) calculan
que cada medio grado adicional de calentamiento global de la atmósfera causa aumentos
importantes en la intensidad y frecuencia de las temperaturas extremas. Y
dado que el Planeta sigue calentándose año tras año, estiman que los paises sufriremos
cada vez más olas de calor, que llegarán antes
(normalmente se daban en julio y agosto, pero ahora han sido en junio) y que
serán más graves y duraderas. Así que no nos extrañemos de lo que
está pasando: “el calor extremo ya no es un fenómeno raro, se ha convertido en
la nueva normalidad”, alertó
Antonio Guterres en Sevilla, pidiendo “más ambición” a los Gobiernos en la
lucha contra esta “emergencia climática.
El problema es que el clima empeora cuando en medio mundo se
consolidan los líderes políticos que niegan el Cambio Climático, como
Trump en USA o Milei en Argentina. Los autócratas del mundo y la extrema
derecha han convertido la lucha contra las políticas “verdes”
como uno de sus principales caballos de batalla cultural y política
(junto a los inmigrantes, el feminismo y los impuestos). El
“anti-ecologismo” es una seña de identidad de la extrema
derecha y parte de la derecha internacional, con su corolario de oposición a
cualquier regulación medio ambiental (“imposición
ideológica verde”, dice Vox) para
frenar el Cambio Climático. Y con ello, hay cada vez más paises y Gobiernos que
no toman medidas decididas para reducir las emisiones que provocan y aceleran
las olas de calor.
En Europa, las últimas elecciones en la UE (junio
2024) supusieron una
derechización del Parlamento Europeo y la Comisión, con un mayor peso
de la derecha y la extrema derecha. Por eso, el PP Europeo vetó la Ley
de Restauración de la Naturaleza, que puso salir adelante en el Parlamento
europeo (julio de 2023) gracias al voto de socialistas, liberales, verdes,
izquierda y algunos eurodiputados 'populares' que apoyaban la norma (324 votos a
favor y 312 en contra). Y además, el PPE promovió el aplazamiento
de la entrada en vigor de la Ley de Deforestación y diluyó la Ley
de Biodiversidad. Con la nueva Comisión Europea y la extrema derecha
negacionista ganando terreno en media Europa, ganan peso los que creen
que Europa debe echar
el freno a las políticas climáticas de vanguardia, porque
perjudican a la competitividad de las empresas europeas.
El último ejemplo de esta “nueva ecología europea”
lo dio la Comisión Europea el miércoles pasado, 2 de julio, precisamente cuando
en Bruselas hacía unos inusuales 37 grados… El Gobierno europeo aprobó
una enmienda a la Ley europea del Clima (en vigor desde julio de 2021)
que pretende “flexibilizar” algunas medidas para reducir las
emisiones europeas, manteniendo el mismo objetivo final de la Ley: que se
reduzcan el 90% para 2040 (respecto a las de 1990) y emisiones netas cero para
2050.
La primera
medida “de flexibilización” es
que se permite a los paises, sectores y empresas que en vez de reducir las
emisiones previstas, puedan reducirlas algo menos a cambio de que compren
derechos de emisiones de CO2 a paises y empresas de fuera de la UE. Es
decir, que un sector como el automóvil o la aviación, por ejemplo, pueden
recortar menos sus emisiones de CO2 (desde 2036) siempre que a cambio compren
derechos (paguen) a paises o empresas que hayan reducido emisiones, por ejemplo
una empresa que tiene bosques en Brasil o una sociedad extranjera que ha
invertido en renovables o en mecanismos de absorción de carbono. A lo claro: yo
sigo emitiendo a cambio de pagar a otros (paises pobres y empresas del sur
Global) para que emitan menos. Se trata de “externalizar”
una parte de las emisiones (hasta el 3%), un mecanismo que ya
intentó Italia con sus inmigrantes (en Albania) o que hace Trump con las
prisiones de El Salvador.
Además de este “nuevo mecanismo” para facilitar la
descarbonización de empresas y sectores europeos, la
enmienda aprobada permite otro mecanismo de “flexibilización”: la
reducción de emisiones se podrá compensar entre sectores y empresas, de tal
manera que se evita imponer un plan “rígido” de recorte, lo que ha sido
aplaudido por las empresas. Y además se incluyen nuevos mecanismos para reducir
emisiones y cobrar derechos de CO2, como la reforestación y las técnicas de
captura y almacenaje de CO2 (poco desarrolladas y “poco viables”,
según muchos expertos, que lo consideran una vía de posibles fraudes).
Muchos expertos y ecologistas han
criticado con dureza estas nuevas medidas de Bruselas,
calificándolas de “trucos contables” para retrasar medidas
efectivas contra las emisiones. Y creen que ante la grave emergencia
climática que vivimos, “socaban la credibilidad de las políticas climáticas
europeas”, según
la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB). Para Greenpeace,
las medidas “abren la puerta a hacer trampas para reducir las emisiones”
y critican dejar en manos de terceros una responsabilidad que debe asumir
Europa: “pagar a otros paises (pobres) para que reduzcan tus emisiones en tu
nombre no es liderazgo, es posponer el problema”, añaden, criticando que la
Comisión priorice los criterios económicos (competitividad e inversiones) sobre
la urgencia medioambiental.
Ahora, estos cambios en la gestión de las emisiones han de
ser ratificados por los Gobiernos europeos y por el Parlamento Europeo,
algo que parece muy posible. Y el siguiente paso es que
Europa apruebe su Plan Climático 2035, que debía haber presentado en
febrero y que ahora se promete para septiembre. Ahí volveremos a ver si la Comisión
Europea suaviza sus objetivos medioambientales, como se temen muchos expertos y
ONGs. Mientras, la
ONU insiste en que hay que avanzar más, que los paises “se
tienen que poner las pilas” y aprobar Planes de recorte de emisiones más
drásticos y eficaces. Porque con los Planes presentados hasta
ahora por los 192 firmantes del Acuerdo de París, la temperatura de la
Tierra aumentaría 2,6 grados para 2100, un aumento que trastocaría el
clima y la economía, dado que supera con crecer el tope límite de 1,5 grados
fijado como “sostenible” por los expertos.
La ONU y los científicos están muy preocupados porque la
emergencia climática avanza a mayor ritmo y los paises no reducen emisiones
sino que las aumentan: en 2024, las emisiones de CO2 en el mundo fueron
de 37.400 millones Tm de CO”, un +0,8% que en 2023., según
Carbón Monitor. China (responsable del 32% de las emisiones mundiales)
aumentó sus emisiones un 0,2%, EEUU (responsable 13% emisiones totales) las bajó
un 0,6%, la India (8% emisiones mundiales) las aumentó un 4,6%, la Unión
Europea (7% emisiones totales) las bajó un 3,8% y el resto del mundo (38%
emisiones) las subió un 1,1%. Y este año 2025, hasta abril, las emisiones
mundiales han subido otro 3%, según Carbón Monitor. España aumentó sus emisiones de CO2 en 2024
(278 millones Tm, +0,9%).
Ante este panorama, con Trump en plan negacionista (“perfora, niño, perfora”) y China e India “a su aire”, el papel de Europa es aún
más decisivo, aunque avancen los negacionistas. Por todo ello, la
ONU organizó una “Cumbre Climática virtual” el 23 de abril,
donde participaron Brasil y 17 líderes de economías desarrolladas (entre ellos
Pedro Sánchez, de España), China, África y Asia, más paises e islas muy vulnerables
al Cambio Climático, para impulsar Planes nacionales más ambiciosos
contra el Cambio Climático. “Ya hemos negociado bastante: hay que
pasar a la acción”, les dijo Antonio Guterres. El objetivo es tener en
septiembre Planes climáticos hasta 2035 de los 192 paises firmantes del Acuerdo
de París, para darles un impulso definitivo en la próxima
Cumbre del Clima, que se celebrará del 10 al 21 de noviembre en Belém
(Brasil). Será una COP30 clave.
Mientras los dirigentes europeos y mundiales
no afrontan con decisión la lucha contra la emergencia climática (una “guerra
mundial” que estamos perdiendo), los ciudadanos estamos cada vez más
preocupados: el 85% de los ciudadanos europeos consideran que el
Cambio Climático es “un problema grave” , según
el Eurobarómetro de junio. Pero luego apoyan y votan a partidos que, en
muchos casos, niegan ese Cambio Climático y dicen que es “una cuestión
ideológica”, como si no tuviera nada que ver con las olas de calor.
En España, esta contradicción entre lo que piensan
los ciudadanos y algunos de sus partidos es especialmente relevante, porque el
negacionismo de Vox se ha acabado contagiando al PP, que utiliza
cada vez más las políticas ambientales como “una bandera de enganche” para
captar votos. Y además, los pactos PP-Vox en algunas autonomías
han llevado a varios Gobiernos a aprobar medidas que favorecen la crisis
climática, así como en
sus Ayuntamientos (retraso zonas de bajas emisiones y supresión carriles
bici) . En
Murcia, el pacto presupuestario PP-Vox (junio) incluye modificar la
Ley de Protección del Mar Menor y un rechazo explícito “a las políticas medioambientales
europeas”, lo mismo que ha hecho Mazón en
la Comunidad Valenciana para aprobar sus Presupuestos con Vox. Y
también en
Extremadura se han revisado normativas de protección ambiental, como
en Castilla y León, Andalucía, Cantabria y Aragón, con o sin Vox. Da
miedo pensar lo que harían si Feijoo y Abascal llegan a la Moncloa…
“No podemos retroceder en la acción climática”,
acaba
de decir el Secretario General de la ONU. Pero no parece que esa sea la
prioridad de muchos políticos mundiales, europeos y españoles. Así que no
basta con quejarse de la ola de calor. Habría que salir a la calle y
manifestarse a favor de políticas más decididas contra la emergencia climática,
para salvar el Planeta y nuestras vidas. Y sobre todo, no votar a nadie
que sea “negacionista”. El
Cambio Climático está aquí y es un problema más grave que las guerras,
la inmigración o el paro. Es una cuestión de supervivencia. Y
si retrasamos las medidas o las “suavizamos” nos estamos engañando y poniendo
en peligro. Ya lo sabemos: si no se reducen drásticamente las emisiones, habrá
más olas de calor, más graves y más mortíferas. Seguro.
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