La crisis sigue ahí, pero las grandes fortunas tienen más dinero que nunca en las SICAV,
la inversión favorita de los millonarios, porque apenas pagan impuestos.
En 2014 se ha batido el récord histórico
de SICAV (3.226) y de su patrimonio
(31.486 millones), superior ya al de 2007. Y su rentabilidad triplica a la de la Bolsa. Las SICAV son una inversión legal, pero que deja muchas vías al fraude y facilita pagar menos impuestos a los más
ricos, por lo que muchos piden reformas y un mayor control, que
ahora está en manos de la CNMV, no de Hacienda. Pero el Gobierno dice que si se hacen cambios, las grandes fortunas se
llevarán su dinero al extranjero. Es verdad y por eso hace falta un cambio
a nivel europeo, como pide la OCDE.
Pero Bruselas no está por la labor. Y mientras, la mayoría de los contribuyentes volvemos otro año a pagar
la Renta, cuando el 1% de la
población apenas paga impuestos.
enrique ortega |
Las SICAV
(Sociedades de Inversión de Capital Variable), creadas en 1983, son la
inversión preferida de las grandes fortunas. Sobre todo, porque son
bastante opacas (no hay que informar de todos sus titulares, sólo del
Consejo de Administración) y apenas pagan impuestos:
sólo tributan por el 1% de sus beneficios anuales (las sociedades por el 30% y los contribuyentes
cotizamos a un tipo del 20 al 47% en el IRPF). Los miembros de la SICAV sólo pagan impuestos cuando venden y tienen
beneficios, pero sólo
tributan un 24% (como un Fondo de inversión o una renta de capital), casi
como el tipo mínimo del IRPF (20%) y bastante menos que el tipo máximo que les
corresponderían si pagaran IRPF (47%). Además, la constitución de SICAV está exenta de pagar el impuesto de transmisiones
patrimoniales.
SICAV hay en toda
Europa (sobre todo en Luxemburgo, Suiza, Francia e Italia) y aquí se han
desarrollado sobre todo a partir de los años noventa. Es una inversión legal, pero
que tiene
“mala
fama” porque deja vías abiertas
al fraude, como señalan los técnicos de Hacienda (GESTHA). Primero, porque
no son un instrumento de inversión colectiva, sino que las controlan las grandes fortunas. En teoría, hacen falta 100
inversores para crear una SICAV (con un capital mínimo de 2,4 millones de
euros), pero en la mayoría de los casos las crea una familia acaudalada y busca
a 99 testaferros (“mariachis”, en el
argot financiero) para que den su nombre sin poner dinero. Y es el millonario el que decide la política de
la SICAV. Así, con datos de
la CNMV, de las 3.000 SICAV que había en 2013, en 2.500 el capital estaba
entre un 80 y un 90% en manos de un partícipe. En el caso de Morinvest, por
ejemplo, la SICAV de Alicia Koplovitz: el 99,89% del capital es suyo.
Y así se da paso a la segunda
vía de fraude: se utiliza la SICAV para
hacer compras o participar en otras empresas, sin tener que vender para
comprar. Y si el dueño tiene que hacer gastos, los hace con cargo a la SICAV,
sin tener que vender (y pagar impuestos) para comprar.
Con todo, el mayor
problema de las SICAV es, para muchos, su falta de control. El 30 de junio de 2005, el
Congreso decidió (con el voto del PSOE, PP más Ciu y la oposición de IU) que el control de las SICAV pasara de
Hacienda a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), lo que
automáticamente invalidó 200 actas que la Agencia Tributaria había abierto a
otras tantas SICAV por no tener de verdad los 100 socios exigidos. Ahora, la
CNMV controla la constitución de SICAV, pero carece de medios e información para
hacer un control efectivo, según
los técnicos de Hacienda (GESTHA).Y así, carece de información sobre el origen
de los fondos, cuáles son sus verdaderos titulares, si cometen fraude fiscal o
blanquean dinero. Y Hacienda sólo
puede vigilar si pagan el 1% o las plusvalías si venden.
Al final, todas estas ventajas
fiscales y la escasa supervisión han hecho crecer las SICAV, a pesar de la
crisis. En 2007 llegaron a un máximo (3.290 SICAV y 31.481 millones de
patrimonio), para caer hasta un mínimo en 2011 (3.064 SICAV y 23.776 millones
de patrimonio) y luego recuperarse en
2012 y sobre todo en 2013, a raíz de la amnistía fiscal de Montoro en 2012: muchas grandes fortunas, que
tenían su dinero en SICAV de otros países, trajeron
su dinero a España y crearon SICAV aquí, como reconoció en su día la CNMV.
Y en
2014, se han batido todos los récords: se crearon 197 nuevas,
alcanzando las 3.226 SICAV, con 450.211 accionistas (la mayoría “mariachis”) y
con un patrimonio invertido de 31.486,8
millones, un 14% más que en 2013, según los recientes
datos de la CNMV. Y con una rentabilidad
que en muchos casos ha superado el 10%,
el triple que la Bolsa (3,66% en 2014). Ahora, la patronal Inverco apuesta
porque el patrimonio de las SICAV crezca
otro 10% este año y alcance los 35.500 millones invertidos a finales de
2015.
De las 3.226 SICAV, hay 53
con más de 50 millones de patrimonio. En el
top
10 están las SICAV de las
grandes fortunas, los grandes
millonarios españoles. Hasta 2011, las dos mayores SICAV eran las de Amancio Ortega (Keblar y Alazón), el
dueño de Inditex, que ese año las cerró para dedicarse a la inversión
inmobiliaria. Ahora, las mayores SICAV son las de la familia March (Carlos y Juan March): Torrenova de Inversiones (1.093
millones), Cartera Bellver (356 millones) y Lluc Valores (181,5). Les siguen Alicia Koplovitz (de FCC), con
Morinvest (494,9 millones) y Sandra
Ortega, de Inditex, con Soandres (402,5 millones).Luego la familia Gallardo (de laboratorios Almirall),
con Elitia Invest (386 millones), Alberto
Palatchi (de Pronovías), con Hesprisa (207,4) y Gesprisa (170,7 millones),
la familia Del Pino (Ferrovial), con
Allocation (337,8), Chat inversiones (269,1), Swift Inversiones (146) y
Tosqueta Inversiones (105,7 millones), la familia
Hernández Calleja (primer accionista de Ebro Foods), con Soixa (273,6
millones), Juan Abelló (ex de
Conde), con Arbaria (138,5 millones), César
Alierta (presidente de Telefónica), con Lierde (99,2 millones) y la familia Entrecanales (dueña de Acciona), con
cartera Kefren (67 millones).
La liquidación del Banco
de Madrid ha sacado a la luz otros nombres famosos
que tenían una de las 87
SICAV gestionadas por el banco (con un patrimonio de 867 millones).
Entre ellos, los jugadores de fútbol Carles
Pujol y Roberto Carlos, el inversor indio Bhavani, las familias
Aistrain (acero vasco), Carceller (cerveza Damm), Colón de Carvajal (Osborne), Hernández
(jamones Beher) o Fernández Somoza (ex
dueño de Azkar). Junto a Banco de Madrid, se han especializado en crear SICAV
para grandes fortunas Bankinter (387 SICAV), Deutsche Bank (82) y BNP Paribas
(81), así como BBVA, Popular y Santander (que tiene una SICAV,Cartera
Mobiliaria, con 350 millones).
Y luego hay fortunas españolas que siguen teniendo su dinero
en SICAV registradas en otros países, sobre todo en
Luxemburgo, que ofrece
dos
ventajas adicionales: sólo pagan el 0,01% de impuestos anuales
sobre beneficios (frente al 1% en España) y son más opacas y fáciles de crear,
ya que se pueden constituir con un solo accionista , con menos capital (sólo 1,25
millones de euros, la mitad que en España) y las autoridades no obligan a
informar qué inversor o inversores están detrás de la gestora de la SICAV.
Estas SICAV
luxemburguesas se hicieron famosas en 2014, cuando salió a la luz
que el Parlamento europeo había
creado una SICAV en Luxemburgo, que
funcionó entre 1994 y 2009, para
gestionar los fondos
de pensiones de los 480 eurodiputados (sólo dimitió uno: Willy Meyer,
de IU).
Al final, hay
expertos que dicen que las SICAV son
un instrumento legal de inversión, que
incluso utilizan
medianos inversores (hay SICAV que cotizan en la Bolsa MAB y cuyas
acciones se pueden comprar abiertamente) y que no
hay que “demonizarlas”. Pero el hecho real es que son la
inversión preferida de las grandes fortunas por
su opacidad, escaso control y porque pagan menos impuestos que si crearan una empresa o invirtieran
por libre. Por eso, los técnicos de Hacienda (GESTHA) creen que hay
que hacer
cambios en las SICAV, no prohibirlas. Y proponen
dos
cambios básicos. Uno, fijar un porcentaje
máximo que una persona puede tener de una SICAV (entre el 2 y el 5%). Y el
otro, fijar una fecha límite para aflorar las plusvalías y pagar
impuestos (3,4 ó 5 años). Y además, proponen devolver su control y supervisión a Hacienda, algo que también pide
Intermón Oxfam, que defiende una
tributación de las SICAV similar a las de las empresas (que paguen el 30% sobre
beneficios).
La OCDE
recomendó a España, en septiembre de 2014, que revisara el régimen fiscal de las SICAV, “para que no se
utilizaran para eludir el pago de impuestos”. Pero el Gobierno Rajoy no ha cambiado la normativa de las SICAV en la reforma
fiscal que aprobó en 2014, desatendiendo la petición del Comité de expertos, que pedía unas “SICAV
para pobres”. Montoro ha reiterado que el Gobierno no
quiere cambiar las SICAV porque eso “abriría la puerta a una fuga de capitales”, como pasó en el País Vasco, cuando
reformó las normas: se
fueron todas. El riesgo es real y por eso, cualquier cambio normativo exigiría hacerlo
a nivel europeo al menos y si fuera posible a nivel mundial, con la
OCDE y el G-20. Pero ni los países que captan inversiones vía SICAV ni la
Comisión Europea están por la labor.
Así que parece que tendremos SICAV para rato,
aún a costa de no reducir el fraude fiscal: estimado en 60.000 millones por los técnicos
de Hacienda (GESTHA), una quinta parte procede de las grandes fortunas. Y se
podrían recaudar unos 5.000 millones más cerrando las vías de fraude de los más ricos, sobre todo las SICAV.
Eso permitiría gastar más en
educación, sanidad, formación y gastos sociales, a la vez que reducir
los impuestos de la mayoría, que pagamos entre el 20% y el 48% de nuestros
ingresos, más que muchos millonarios. Piense en ello al hacer su próxima declaración de la renta. Y, sobre
todo, al votar a finales de año.
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