lunes, 30 de junio de 2025

Los jóvenes, precarios, mal pagados y aislados

Que la situación económica de los jóvenes es alarmante no es noticia, desgraciadamente. Lo más preocupante es que se han beneficiado poco del fuerte crecimiento del empleo tras la pandemia, que siguen teniendo mucho paro y empleos precarios y mal pagados. Y que ahora, con los alquileres y pisos por las nubes, no pueden formar una familia ni emanciparse. Pero además, un reciente informe señala otros dos problemas de fondo para los jóvenes. Uno, que el bajo crecimiento de la población lastra la economía mientras a sus padres les benefició el “baby boom”. Y el otro, que la política y la economía benefician hoy más a los mayores que a los jóvenes, que son menos que los jubilados y no tienen casi protagonismo político. Urge tomar medidas para evitar que malviva toda una generación y acabe siendo utilizada por la extrema derecha. Medidas que van desde la educación y formación a los contratos, los sueldos y condiciones laborales, la conciliación laboral y, sobre todo, la vivienda.

                           Enrique Ortega

El fuerte crecimiento económico de España tras la pandemia se ha traducido en un récord de nuevos empleos, pero los jóvenes se han beneficiado menos de ellos que el resto de la población. Los datos son elocuentes: la ocupación aumentó en casi 1,8 millones de personas (+1.798.500) entre finales de 2019 y marzo de 2025, según la EPA y sólo un 22% de estos nuevos empleos fueron para menores de 30 años (+403.400 empleos) mientras los mayores de 45 años aumentaron su ocupación en +1.734.600 empleos. Los jóvenes de 16 a 19 años sólo aumentaron su ocupación en +8.600 empleos (+5,8%), los de 20 a 24 años en 186.600 empleos (+20,5%) y los de 25 a 29 años en +208.200 empleos (+12,1%), mientras los mayores de 55 años, por ejemplo, ganaron +1.066.400 empleos (+29,42%). 

Y lo mismo pasa con el paro: se redujo de 3.191.900 desempleados a finales de 2019 a 2.789.200 en marzo de 2025 (-402.700 parados), según la EPA, pero sólo bajó el desempleo de los jóvenes (16-24 años) en -12.500 parados (-2,70%), mientras bajaba el paro en 422.000 personas (-19,02%) entre los de 25 a 54 años y subía en +31.000 parados (+6%) entre los mayores de 55 años, por el aumento del paro de larga duración. Y el paro juvenil  (menores 25 años), aunque ha bajado (del 30,5% en 2019 al 25,6% en marzo de 2025), es todavía casi el doble del europeo (14,8%) y cuatro veces el de Alemania (6,8%), según Eurostat.

Así que el crecimiento, el empleo y la bajada del paro han beneficiado menos a los jóvenes, que tienen un problema de entrada: tardan varios años en colocarse y tienen una tasa de empleo más baja que el resto de la población y que en el resto de Europa. Así, en España, la tasa de empleo es del 42,3% entre los 16 y 29 años (trabajan menos de la mitad de los que podrían hacerlo), mientras es del 67% para el conjunto de la población (16 a 64 años). Y si comparamos a nuestros jóvenes con Europa (la estadística de Eurostat se refiere a los jóvenes de 15 a 29 años), en España trabajan el 40,3%, frente al 49,5% en la UE-27, el 62,9% en Alemania, el 48,6% en Francia y el 34,4% en Italia.

Trabajan menos jóvenes en España por 2 razones, según los expertos. Una, por el modelo económico español, que tiene empresas más pequeñas y un menor peso de la industria y la tecnología, con un exceso del sector servicios, que ofrece un empleo más vulnerable. Y la otra, por la menor formación de los jóvenes españoles, con más universitarios pero menos con formación media y FP: hay una “brecha” del 37% entre los empleos que buscan las empresas y la formación de los jóvenes que buscan empleo, según un informe de McKinsey. Y además, eso provoca que España sea el país con más jóvenes “sobrecualificados”: el 35,8% de los graduados superiores (20 a 64 años) están empleados en puestos de baja cualificación (licenciados que trabajan de camareros o cajeros de supermercado), frente a sólo el 21,9% de jóvenes “sobrecualificados” en la UE-27.

El siguiente problema de los jóvenes, cuando ya encuentran un empleo, es que suele ser muy precario y mal pagado. En 2024, el 60,5% de los contratos de los menores de 30 años fueron temporales, según un reciente estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. Y además, muchos contratos de los jóvenes son a tiempo parcial, por horas o días: más de la cuarta parte de los jóvenes que trabajan (el 27,7%) tienen uno de estos contratos a tiempo parcial, el doble que el conjunto de trabajadores (la parcialidad global afecta al 14,1% de los ocupados). En consecuencia, en 2024 había 852.900 jóvenes (16 a 29 años) trabajando a tiempo parcial (la mayoría, 518.600, mujeres jóvenes). Y lo más preocupante es que casi la mitad de estos jóvenes que trabajan menos horas (el 46%) lo hacen porque no encuentran un trabajo a jornada completa, según los datos de la EPA.

Con tantos empleos temporales y a tiempo parcial, la consecuencia es que el sueldo de los jóvenes es más bajo que el del resto de los trabajadores.: el salario medio bruto de los menores de 30 años es de 1.558 euros mensuales, un 27% más bajo que la media de sueldos en España, según el estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. Y por franjas de edad, hay sueldos aún más bajos: 11.313,36 euros brutos de media ganan los menores de 20 años (el 40% de la media nacional), 15.364 euros es el sueldo medio de los que tienen de 20 a 24 años (el 55% de la media) y 21.039 euros el sueldo anual de los que tienen entre 25 y 29 años (el 75% de la media nacional), según la Encuesta de salarios del INE (2023).

Además de estos bajos sueldos brutos, el sueldo neto de los jóvenes es también bajo, porque pagan impuestos y cotizaciones. Aunque muchos jóvenes no declaran, por sus bajos sueldos, soportan una alta carga fiscal por pago de cotizaciones sociales e IVA. Así, los jóvenes menores de 20 años pagan un 6,45% de su sueldo bruto (11.313 euros anuales) en cotizaciones, los que tienen de 20 a 24 años (y ganan 15,364 euros) pagan un 7,31% entre IRPF más cotizaciones y los que tienen entre 25 y 29 años (que ganan 21.039 euros brutos) pagan un 18,56% entre IRPF y cotizaciones, según el Consejo de Economistas. Y a la hora de comprar y pagar el IVA, los menores de 35 años son los que dedican más parte de sus ingresos a pagar IVA: el 7,7%, frente al 6,6% los que tienen entre 55 y 64 años, el 6,4% los que tienen entre 65 y 74 años y el 6,3% los mayores de 75 años.

Además de la precariedad y los bajos sueldos, los jóvenes llevan una década sufriendo el disparatado precio de la vivienda, tanto la compra (los pisos han subido un +55,4% entre 2014 y 2024) como el alquiler (+81% subida desde 2024). Mientras la mayor parte de sus padres tienen su casa en propiedad (el 70%), sólo el 42% de los hogares jóvenes ha podido comprar o acceder a una vivienda. Y la mayoría tiene que alquilar, algo difícil porque apenas hay alquileres disponibles (cada oferta tiene 35 potenciales inquilinos) y porque su precio está disparado (1.305 euros de media en España, 1.953 euros en Madrid y 2.151 en Barcelona, según Idealista) y obliga a los jóvenes a destinar el 40% y más de su sueldo a pagar el alquiler, algo que limita su emancipación y su movilidad geográfica.

De hecho, los jóvenes se emancipan en España a los 30,3 años (era a los 28,4 años en 2008), frente a los 26,4 años en la UE-27 y los 23 y 24 años a los que se emancipan en Francia o Alemania. Y además, muchos jóvenes, al no ver oportunidades en España, emigran: entre 2021 y 2024 han salido de España 650.000 jóvenes de 18 a 35 años, buscando una oportunidad laboral y vital en el extranjero, según el estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. En paralelo, muchos jóvenes no pueden irse a trabajar a otra ciudad distinta a la que viven sus padres (en la hostelería o como profesores, médicos o policías) porque no pueden pagar allí el elevado alquiler (caso de Madrid, Barcelona y las islas).

Junto a todos estos problemas, los jóvenes españoles sufren una “doble desventaja estructural, según el reciente estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. La primera, que la demografía no les ayuda (como a sus padres) sino que les supone ahora un lastre: si en el siglo pasado (entre 1980 y 1999), el crecimiento per cápita creció mucho (+59,4%), en gran parte fue por la demografía, el “baby boom” (aportó un 11,15%). Pero ahora, entre 2000 y 20129, el crecimiento per cápita ha sido la tercera parte (+20,34%) ha sido porque la demografía (pocos nacimientos) ha lastrado el crecimiento (-2,76%). A lo claro: la demografía frena ahora el crecimiento de los jóvenes mientras empujó el de sus padres.

La otra desventaja, más polémica, es que la política económica y las prioridades de los Gobiernos son los mayores y no los jóvenes, porque son más y votan, según el estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. Si en los años 80 y 90, los padres de los jóvenes actuales protagonizaban la economía y la política, sus hijosno tienen aliados, según el estudio, que insiste en el protagonismo económico y político de los mayores. Y se apoyan en que las pensiones se llevan ya el 30% del gasto público y suponen el 12,9% del PIB, siendo “las más generosas de Europa”: la pensión pública  representa el 77% del último salario en España, frente al 62,6% en Paises Bajos, el 59,3% en Italia, el 41,6% en Francia o el 36,8% en Alemania, según datos de Eurostat (2022).

En definitiva, el estudio señala que hay un desequilibrio en las prioridades y el gasto a favor de los mayores (que son más: 10 millones de españoles tienen más de 65 años) y en perjuicio de los jóvenes (hay 7 millones entre los 18 y 30 años), que además se encuentran socialmente más aislados, “pasando de la política” y sin cauces propios de representación institucional (salvo la “atracción” por la extrema derecha en muchos casos). Por eso, estos expertos piden “reequilibrar el contrato generacional”, destinar más recursos a las políticas juveniles y a mejorar la productividad de la economía, para alentar un crecimiento de fondo, al margen de la demografía. Y por eso piden que se cumpla una regla sencilla: por cada nuevo euro que España gaste en mayores, que se gaste otro euro en políticas dirigidas a los jóvenes. Y que en todas las nuevas Leyes y en el Plan de recuperación en marcha, se tenga en cuenta el impacto sobre los jóvenes.

Además de orientar más la política y la economía a los jóvenes, los expertos coinciden en la necesidad de tomar medidas en varios frentes para dar una salida a las nuevas generaciones. Hay que empezar por el principio, por la enseñanza: mejora de la formación en colegios, institutos y Universidades, para adecuarla a lo que necesitan las empresas, mejorando la orientación laboral de los jóvenes y su digitalización. En el mercado laboral, hay que fomentar la contratación indefinida y avanzar en la formación dual (trabajo y formación) y en mejorar las prácticas y becas (el Estatuto del Becario sigue sin aprobarse por el Gobierno, tras anunciarse con los sindicatos hace más de 700 días). Y hay que mejorar la conciliación laboral de las familias jóvenes, con más ayudas por hijos. Pero sobre todo, urge una política de vivienda que facilite el alquiler a los jóvenes, con ayudas hoy escasas e ineficaces.

En resumen, que la situación de los jóvenes es cada vez más preocupante en España, quizás porque los distintos Gobiernos han pensado más en los mayores, que son los que más cotizan, pagan impuestos y votan. Pero si queremos tener futuro como país, hay que cambiar las reglas del juego y pensar que son los jóvenes los que han de protagonizar la modernización de la economía y la mejora del nivel de vida, la digitalización, la descarbonización y el salto formativo y  tecnológico que nos hagan más productivos y competitivos. Sin abandonar a los mayores, pero reequilibrando el “contrato generacional” en España. Urge pactar un Plan de medidas a favor de los jóvenes, a corto y medio plazo, para conseguir que los jóvenes de dentro de 20 años vivan mejor que los de hoy. Se lo debemos.

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