Los jóvenes, precarios, mal pagados y aislados
Que la situación económica de los jóvenes
es alarmante no es noticia, desgraciadamente. Lo más preocupante es que
se han beneficiado poco del fuerte crecimiento del empleo
tras la pandemia, que siguen teniendo mucho paro y empleos precarios
y mal pagados. Y que ahora, con los alquileres y pisos por las nubes, no
pueden formar una familia ni emanciparse. Pero además, un reciente
informe señala otros dos problemas de fondo para los jóvenes. Uno, que el
bajo crecimiento de la población lastra la economía mientras a sus padres
les benefició el “baby boom”. Y el otro, que la política y la economía benefician
hoy más a los mayores que a los jóvenes, que son menos que los jubilados
y no tienen casi protagonismo político. Urge tomar medidas para evitar
que malviva toda una generación y acabe siendo utilizada por la
extrema derecha. Medidas que van desde la educación y formación a
los contratos, los sueldos y condiciones laborales, la conciliación laboral y,
sobre todo, la vivienda.
Enrique Ortega
El fuerte
crecimiento económico de España tras la pandemia se ha traducido en un récord
de nuevos empleos, pero los jóvenes se han beneficiado menos
de ellos que el resto de la población. Los datos son elocuentes: la ocupación
aumentó en casi 1,8 millones de personas (+1.798.500) entre finales de 2019 y
marzo de 2025, según
la EPA y sólo un 22% de estos nuevos empleos fueron para menores de 30
años (+403.400 empleos) mientras los mayores de 45 años aumentaron su
ocupación en +1.734.600 empleos. Los jóvenes de 16 a 19 años sólo
aumentaron su ocupación en +8.600 empleos (+5,8%), los de 20 a 24 años
en 186.600 empleos (+20,5%) y los de 25 a 29 años en +208.200 empleos
(+12,1%), mientras los mayores de 55 años, por ejemplo, ganaron +1.066.400
empleos (+29,42%).
Y lo mismo pasa con el paro: se redujo de 3.191.900
desempleados a finales de 2019 a 2.789.200 en marzo de 2025 (-402.700
parados), según
la EPA, pero sólo bajó el desempleo de los jóvenes (16-24 años) en
-12.500 parados (-2,70%), mientras bajaba el paro en 422.000 personas (-19,02%)
entre los de 25 a 54 años y subía en +31.000 parados (+6%) entre los mayores de
55 años, por el aumento del paro de larga duración. Y el paro juvenil (menores 25 años), aunque ha bajado (del 30,5%
en 2019 al 25,6% en marzo de 2025), es todavía casi el doble del
europeo (14,8%) y cuatro veces el de Alemania (6,8%), según
Eurostat.
Así que el crecimiento, el empleo y la bajada del paro han
beneficiado menos a los jóvenes, que tienen un problema de entrada:
tardan varios años en colocarse y tienen una tasa de empleo más baja que
el resto de la población y que en el resto de Europa. Así, en España, la tasa
de empleo es del 42,3% entre los 16 y 29 años (trabajan menos de la mitad
de los que podrían hacerlo), mientras es del 67% para el conjunto de la población
(16 a 64 años). Y si comparamos a nuestros jóvenes con Europa (la
estadística de Eurostat se refiere a los jóvenes de 15 a 29 años), en
España trabajan el 40,3%, frente al 49,5% en la UE-27, el 62,9% en
Alemania, el 48,6% en Francia y el 34,4% en Italia.
Trabajan menos jóvenes en España por 2 razones, según los
expertos. Una, por el modelo económico español, que tiene
empresas más pequeñas y un menor peso de la industria y la tecnología, con un
exceso del sector servicios, que ofrece un empleo más vulnerable. Y la
otra, por la menor formación de los jóvenes españoles, con más universitarios
pero menos con formación media y FP: hay una “brecha” del 37% entre los
empleos que buscan las empresas y la formación de los jóvenes que buscan empleo,
según un informe de McKinsey. Y además, eso provoca que España sea el
país con más jóvenes “sobrecualificados”: el 35,8% de los
graduados superiores (20 a 64 años) están empleados en puestos de baja
cualificación (licenciados que trabajan de camareros o cajeros de
supermercado), frente a sólo el 21,9% de jóvenes “sobrecualificados” en la
UE-27.
El siguiente problema de los jóvenes, cuando ya encuentran un
empleo, es que suele ser muy precario y mal pagado. En 2024, el
60,5% de los contratos de los menores de 30 años fueron temporales, según
un reciente estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. Y además, muchos
contratos de los jóvenes son a tiempo parcial, por horas o días: más de la
cuarta parte de los jóvenes que trabajan (el 27,7%) tienen uno de estos
contratos a tiempo parcial, el doble que el conjunto de trabajadores (la
parcialidad global afecta al 14,1% de los ocupados). En consecuencia, en 2024
había 852.900 jóvenes (16 a 29 años) trabajando a tiempo parcial
(la mayoría, 518.600, mujeres jóvenes). Y lo más preocupante es que casi la
mitad de estos jóvenes que trabajan menos horas (el 46%) lo hacen porque no
encuentran un trabajo a jornada completa, según los datos de la
EPA.
Con tantos empleos temporales y a tiempo parcial, la
consecuencia es que el sueldo de los jóvenes es más bajo que el
del resto de los trabajadores.: el salario medio bruto de los menores de 30
años es de 1.558 euros mensuales, un 27% más bajo que la media de sueldos en
España, según
el estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. Y por franjas de edad, hay
sueldos aún más bajos: 11.313,36 euros brutos de media ganan los menores
de 20 años (el 40% de la media nacional), 15.364 euros es el sueldo
medio de los que tienen de 20 a 24 años (el 55% de la media) y 21.039 euros
el sueldo anual de los que tienen entre 25 y 29 años (el 75% de la media
nacional), según
la Encuesta de salarios del INE (2023).
Además de estos bajos sueldos brutos, el sueldo neto de los
jóvenes es también bajo, porque pagan impuestos y cotizaciones. Aunque muchos
jóvenes no declaran, por sus bajos sueldos, soportan una alta carga
fiscal por pago de cotizaciones sociales e IVA. Así, los jóvenes menores
de 20 años pagan un 6,45% de su sueldo bruto (11.313 euros anuales) en cotizaciones,
los que tienen de 20 a 24 años (y ganan 15,364 euros) pagan un 7,31% entre IRPF
más cotizaciones y los que tienen entre 25 y 29 años (que ganan 21.039 euros
brutos) pagan un 18,56% entre IRPF y cotizaciones, según
el Consejo de Economistas. Y a la hora de comprar y pagar el IVA,
los menores de 35 años son los que dedican más parte de sus ingresos a pagar
IVA: el 7,7%, frente al 6,6% los que tienen entre 55 y 64 años, el 6,4% los que
tienen entre 65 y 74 años y el 6,3% los mayores de 75 años.
Además de la precariedad y los bajos sueldos, los jóvenes
llevan una década sufriendo el
disparatado precio de la vivienda, tanto la compra (los pisos han
subido un +55,4% entre 2014 y 2024) como el alquiler (+81% subida
desde 2024). Mientras la mayor parte de sus padres tienen su casa en propiedad
(el 70%), sólo
el 42% de los hogares jóvenes ha podido comprar o acceder a una vivienda.
Y la mayoría tiene que alquilar, algo difícil porque apenas hay
alquileres disponibles (cada oferta tiene 35 potenciales inquilinos) y porque
su precio está disparado (1.305 euros de media en España, 1.953 euros en Madrid
y 2.151 en Barcelona, según Idealista) y obliga a los jóvenes a destinar el 40%
y más de su sueldo a pagar el alquiler, algo que limita su emancipación y su
movilidad geográfica.
De hecho, los jóvenes se
emancipan en España a los 30,3 años (era a los 28,4 años en 2008), frente
a los 26,4 años en la UE-27 y los 23 y 24 años a los que se emancipan en
Francia o Alemania. Y además, muchos jóvenes, al no ver oportunidades en
España, emigran: entre 2021 y 2024 han salido de España 650.000
jóvenes de 18 a 35 años, buscando una oportunidad laboral y vital en el
extranjero, según
el estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. En paralelo, muchos
jóvenes no
pueden irse a trabajar a otra ciudad distinta a la que viven sus padres
(en la hostelería o como profesores, médicos o policías) porque no pueden pagar
allí el elevado alquiler (caso de Madrid, Barcelona y las islas).
Junto a todos estos problemas, los jóvenes españoles sufren
una “doble desventaja estructural”, según
el reciente estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. La primera, que la
demografía no les ayuda (como a sus padres) sino que les supone
ahora un lastre: si en el siglo pasado (entre 1980 y 1999), el
crecimiento per cápita creció mucho (+59,4%), en gran parte fue por la demografía,
el “baby boom” (aportó un 11,15%). Pero ahora, entre 2000 y 20129, el
crecimiento per cápita ha sido la tercera parte (+20,34%) ha sido porque la
demografía (pocos nacimientos) ha lastrado el crecimiento (-2,76%). A lo claro:
la demografía frena ahora el crecimiento de los jóvenes mientras empujó el
de sus padres.
La otra desventaja, más polémica, es que la política
económica y las prioridades de los Gobiernos son los mayores y no los jóvenes,
porque son más y votan, según
el estudio de Fedea y el Consejo de Economistas. Si en los años 80 y 90,
los padres de los jóvenes actuales protagonizaban la economía y la política, sus
hijos “no
tienen aliados”, según el estudio, que insiste en el protagonismo
económico y político de los mayores. Y se apoyan en que las pensiones
se llevan ya el 30% del gasto público y suponen el 12,9% del PIB, siendo “las
más generosas de Europa”: la pensión pública representa el 77% del último salario en España,
frente al 62,6% en Paises Bajos, el 59,3% en Italia, el 41,6% en Francia o el
36,8% en Alemania, según
datos de Eurostat (2022).
En definitiva, el
estudio señala que hay un desequilibrio en las prioridades y el gasto
a favor de los mayores (que son más: 10 millones de españoles tienen
más de 65 años) y en perjuicio de los jóvenes (hay 7 millones entre los 18 y 30
años), que además se encuentran socialmente más aislados, “pasando
de la política” y sin cauces propios de representación institucional
(salvo la “atracción” por la extrema derecha en muchos casos). Por eso, estos
expertos piden “reequilibrar el contrato generacional”, destinar
más recursos a las políticas juveniles y a mejorar la productividad de la
economía, para alentar un crecimiento de fondo, al margen de la demografía. Y por
eso piden que
se cumpla una regla sencilla: por cada nuevo euro que
España gaste en mayores, que se gaste otro euro en políticas dirigidas a los
jóvenes. Y que en todas las nuevas Leyes y en el Plan de recuperación
en marcha, se tenga en cuenta el impacto sobre los jóvenes.
Además de orientar más la política y la economía a los jóvenes,
los expertos coinciden en la necesidad de tomar medidas
en varios frentes para dar una salida a las nuevas generaciones. Hay
que empezar por el principio, por la enseñanza: mejora de la
formación en colegios, institutos y Universidades, para adecuarla a lo que
necesitan las empresas, mejorando la orientación laboral de los jóvenes y su
digitalización. En el mercado laboral, hay que fomentar la
contratación indefinida y avanzar en la formación dual (trabajo y formación) y
en mejorar las prácticas y becas (el
Estatuto del Becario sigue sin aprobarse por el Gobierno, tras
anunciarse con los sindicatos hace más de 700 días). Y hay que mejorar la
conciliación laboral de las familias jóvenes, con más ayudas por hijos.
Pero sobre todo, urge una política de vivienda que facilite el alquiler a
los jóvenes, con ayudas hoy escasas e ineficaces.
En resumen, que la situación de los jóvenes es cada vez más
preocupante en España, quizás porque los
distintos Gobiernos han pensado más en los mayores, que son los que
más cotizan, pagan impuestos y votan. Pero si queremos tener futuro como país,
hay que cambiar las reglas del juego y pensar que son los jóvenes los que
han de protagonizar la modernización de la economía y la mejora del nivel de
vida, la digitalización, la descarbonización y el salto formativo y tecnológico que nos hagan más productivos
y competitivos. Sin abandonar a los mayores, pero reequilibrando el “contrato
generacional” en España. Urge pactar un Plan de medidas a favor
de los jóvenes, a corto y medio plazo, para conseguir que los jóvenes
de dentro de 20 años vivan mejor que los de hoy. Se lo debemos.
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