jueves, 11 de julio de 2013

Los recortes avivan los incendios forestales


Con el mes de julio, llegó el fuerte calor y los temores por nuevos incendios forestales. Los expertos temen otro verano difícil, porque hay mucha hierba alta en los montes y porque la mayoría de las autonomías han hecho nuevos recortes en personal y medios contra incendios, como en 2011 y 2012. Y mientras, no hay una política forestal, de limpieza de los montes, que están abandonados, lo que facilita los incendios. De hecho, desde 1961 se ha quemado en España un 30% de la superficie forestal. Hay que invertir en limpiar y hacer rentables los bosques, que pueden ser una fuente de empleo y riqueza en zonas rurales. Y no recortar medios contra incendios, porque ahorrar sale caro en daños y víctimas. Además, con el cambio climático, que conlleva sequías y subida de las temperaturas, los riesgos de incendios forestales aumentarán más cada verano. Salvemos el monte cuidándolo durante todo el año.
 
enrique ortega

Va a ser otro verano complicado de incendios forestales. La alerta la han dado los agentes forestales, en su reciente Congreso de Toledo: las lluvias del invierno y primavera han producido muchas hierbas y matojos, muy altos, que prenderán con facilidad cuando el calor las seque. Y además, casi todas las autonomías han hecho nuevos recortes en los medios contra incendios, que ya se revelaron escasos en los grandes incendios del verano 2012, el peor desde 1.994: 15.000 incendios, 209.000 hectáreas quemadas (1% superficie forestal, como toda Guipúzcoa), 11 muertos y 38 grandes incendios en Comunidad Valenciana, Cataluña, Canarias y Castilla y León. Más de 200 millones de euros en pérdidas, que no podrán compensarse con los 16,9 millones de ayudas aprobados por el Gobierno nueve meses después, en abril de 2013.

Por tercer año consecutivo, la mayoría de las autonomías han recortado sus servicios contraincendios, sobre todo las más afectadas por los fuegos del verano pasado. Así, en Cataluña, los bomberos se han manifestado contra los recortes, mientras la partida contra incendios ha pasado de 178 millones (2011) a 155,5 (2013). En la Comunidad Valenciana, se han mantenido los recortes de 2012 (-15 millones) y se ha suprimido por segundo año el programa Pamer, que pagaba a 2.123 parados para que limpiaran el monte próximo a pueblos y urbanizaciones. En Castilla y León, el presupuesto para este verano se reduce en 18 millones, tras los recortes de 2011(-40%) y 2012 (-50%). Y en Canarias, los Cabildos sufren los recortes del Gobierno regional.

En general, todas las autonomías han reducido sus medios contraincendios: menos aviones (201), menos brigadas terrestres (o las mismas con menos agentes), menos personal contratado y congelación plantilla de forestales (10 años sin oposiciones), más EREs en empresas forestales, falta de medios materiales (coches, bulldozer, máquinas…) y equipos más una  reducción del tiempo de campañas (de 8 meses a 4 y hasta 2 meses). Entre tanto, el Estado central, que sólo cumple  tareas de apoyo  a las autonomías, aumentó su presupuesto antiincendios para este verano (de 93 a 120 millones, aunque una parte es para indemnizar a las zonas quemadas), pero a cambio ha quitado cinco aviones (quedan 65, aunque comprará uno nuevo) y recortó un 20% el presupuesto contraincendios de los Parques nacionales.

En España, los grandes incendios no llegaron hasta el verano de 1.975, gracias a una decidida política forestal iniciada con la II República y continuada con el franquismo, con la repoblación forestal y el trabajo en los montes de la población rural. Pero la despoblación del campo (perdió 3 millones de habitantes en los años 60 y primeros 70) fue la puntilla para el monte y los incendios: ya no se recogía la leña, se abandonó la resina, no había ovejas y cabras pastando (3 millones menos) y nadie limpiaba caminos y montes. Además, se había repoblado mal, con pinos y eucaliptos que arden fácilmente. Y la especulación inmobiliaria hizo el resto, con viviendas y urbanizaciones en zonas forestales desatendidas. Al final, el problema es que los bosques producen 46 millones de m3 de leña y sólo se recogen 19. El resto queda tirado y es un polvorín, que explota a la mínima negligencia o provocación humana o natural.

España lleva 40 años sin cuidar el bosque y con las autonomías preocupadas más por atajar los incendios que en invertir en políticas forestales. Y con la crisis y los recortes, los esfuerzos van más a combatir los incendios que a prevenirlos: hay miles de torres de vigilancia vacías, por falta de personal, y no se invierte en tecnología de prevención, desde satélites a vehículos no tripulados o helicópteros con infrarrojos. Y menos en limpiar los montes y caminos forestales, la verdadera política antiincendios.

Tampoco se ha avanzado en concienciar a los ciudadanos contra los incendios forestales, un 95 % causados por el ser humano (41% por negligencias y 22% son intencionados, según la Generalitat catalana). Hay que hacer campañas para cambiar la mentalidad, como se ha hecho con los accidentes de tráfico. Y endurecer la lucha contra los pirómanos. Hay pocas detenciones, por falta de medios para investigar: sólo 300 detenidos al año, para 15.000 incendios. Y menos condenas, por falta de jueces, fiscales  y peritos especializados: con 2.306 sumarios abiertos por incendios sólo en 2011, únicamente hay 12 pirómanos cumpliendo condena en las cárceles y la mayoría de causas son sobreseídas por falta de pruebas y porque los jurados populares no les condenan. Ahora, el nuevo Código penal, en vigor este otoño, eleva las penas (de 3 a 9 años) y será un juez quien dicte las sentencias.

Otra preocupación del mundo forestal es la Ley de Montes que prepara el Gobierno Rajoy, porque abre las puertas a que las autonomías recalifiquen terrenos quemados con carácter excepcional, algo prohibido por la reforma que hizo el Gobierno ZP en 2006: hay que esperar al menos 30 años, para evitar pelotazos urbanísticos como el que llevó a construir el parque Terra Mítica tras el incendio de 1992. La Comunidad Valenciana ya abrió la posibilidad de recalificar antes terrenos quemados en su ley de Montes de 2012, lo mismo que hizo Aragón en 2006. Cambios normativos que podrían incentivar los incendios .

Hacen falta más medios e inversiones forestales, más campañas de concienciación y más dureza contra los pirómanos. Pero sobre todo, no acordarnos sólo de los bosques en verano: los incendios se apagan en invierno, durante todo el año, limpiando y manteniendo los bosques. Por eso es urgente que autonomías y Ayuntamientos pongan en marcha Planes forestales, monte a monte. Y negociar con Bruselas más ayudas a agricultores y ganaderos que cuiden los montes, con limpieza y pastoreo. Ahora estamos perdiendo fondos rurales europeos (Fondos FEADER), que financian programas de reforestación y lucha contra incendios, porque son cofinanciados y el Estado español y las autonomías no ponen su parte (Castilla la Mancha ha perdido dos programas de 81 millones). También hay que apoyar la industria de la madera, para que el bosque pueda ser rentable, con pymes y proyectos de biomasa (recogida de madera para calefacción y generación eléctrica).

El abandono de los montes ha llevado a la quema de 7,5 millones de hectáreas desde 1.961, un 30% de la superficie forestal de España. Parar esa sangría exige invertir en limpiar y cuidar los bosques, algo caro (3.000 euros por hectárea), pero más costoso es combatir los incendios (una hora de helicóptero son 300 euros) y sus secuelas: sólo en la última década se han perdido más de 1.000 millones de euros por los incendios.

Los incendios irán a más, porque el cambio climático tenderá a aumentar la sequía y las temperaturas, agravando los riesgos de nuestro clima mediterráneo (altas temperaturas y poca humedad). Por eso, hay que tomarse en serio la política forestal, con inversiones y ayudas, no sólo para evitar pérdidas y muertes, sino porque puede ayudarnos a salir de la crisis, creando empleo y actividad en las zonas rurales. No nos acordemos de los montes sólo cuando se queman. Son una fuente de trabajo y riqueza. Y mejoran el medio ambiente.

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