jueves, 27 de septiembre de 2018

Los anuncios y el Mundial triplican el juego online


El juego online cumplió en junio 5 años legalizado en España con otro récord: 139 millones de euros jugados cada día (el triple que en 2013) por 883.000 españoles que juegan al mes, la mayoría menores de 35 años. El auge del móvil, la presencia de las multinacionales del juego (que copan el 90% del negocio), la bajada de impuestos que les regaló Rajoy antes de irse, el Mundial de Rusia y la multiplicación de anuncios del juego en TV, Internet, radio y prensa han disparado este negocio, que supera los 4.000 millones al trimestre. Problema: cada vez hay más jóvenes “enganchados” al juego online, con el móvil y los salones de juego que abren a cientos en las ciudades. Es la nueva “heroína digital”, que provoca dramas en muchas familias, sin que casi nadie lo denuncie ni lo pare (son ingresos para los medios y para Hacienda). Urge regular la publicidad del juego y controlarlo antes que sea demasiado tarde.

enrique ortega

El juego siempre ha estado presente en la vida de los españoles, desde la Lotería a las quinielas o el bingo, pero Internet lo ha disparado, sobre todo con el auge del móvil, a través del que apuestan dos tercios de los españoles: es rápido, cómodo y discreto. Quizás por ello, el juego online ha dado un salto de gigante en España en los 5 años que lleva legalizado. Si en 2008, cuando era todavía “alegal”, el juego online movió 575 millones de euros, en 2012, tras legalizarse el 5 de junio (aprovechando la Eurocopa) ya facturó 2.726 millones. Y en 2013 se duplicó, hasta los 5.600 millones de euros jugados. Pero el gran salto lo ha dado los tres últimos años: de 8.562 millones en 2015 (+30%) a 10.885 millones en 2016 (+27%) y 13.316 millones en 2017 (+22,3%). Pero este año 2018, el juego online ha batido todos los récords, superando el listón de los 4.000 millones jugados por trimestre, tanto en el primero (4.097 millones) como en el segundo (4.165,85 millones de abril a junio, un 27,2% más que en 2017), según los últimos datos oficiales de la Dirección General del Juego.

El juego online superará este año los 16.500 millones jugados, el triple que en 2013. El último empujón al juego online se lo ha dado el Mundial de fútbol de Rusia (14 junio-15 julio), que ha aumentado las apuestas deportivas un +47%. Pero hay muchas otras causas del boom del juego online, aparte del propio auge de Internet y de los teléfonos inteligentes entre los españoles. La primera, la avalancha de operadores extranjeros que han desembarcado en España estos años, apoyada por la decisión del Gobierno Rajoy, el 12 de diciembre pasado, de “abrir la ventanilla” por tercera vez, para conceder nuevas licencias a operadores de juego online, lo que permitirá que 10 nuevas empresas se sumen a los 53 que ya tienen licencia en España hoy. Además, el Gobierno Rajoy les hizo otro regalo a los operadores de juego online antes de irse: en el vigente Presupuesto 2018, impuso una bajada de impuestos del 25 a 20%, que se rebaja al 10% si la empresa del juego se instala en Ceuta y Melilla (un “anzuelo” para que las multinacionales británicas que controlan el juego en España desde Gibraltar se cambien allí, ante sus temores por el Brexit…).

Pero hay más “regalos” del Gobierno Rajoy que explican el impresionante “boom” del juego online en España. En enero de 2018, se publicó en el BOE una Resolución por la que el anterior Gobierno autorizaba partidas de póker entre jugadores de España, Francia, Italia y Portugal, hasta entonces prohibidas. Con esta apertura, reiteradamente pedida por las multinacionales del juego, se esperaba conseguir más jugadores y más torneos internacionales. De momento, el póker online ha facturado 975 millones entre enero y junio de 2018, más del doble (+113%) que un año antes (448 millones), aunque todavía el sector pide al Gobierno ampliar el juego online a los jugadores del Reino Unido (el grueso de Europa)  y rebajar la fiscalidad de los jugadores profesionales de póker, que se han ido a vivir a otros paises (GB o Portugal), para pagar menos impuestos que en España (como Cristiano).

Con todo, el principal “regalo” del Gobierno Rajoy fue que se marchó sin aprobar un decreto para regular la publicidad del juego online, que se ha disparado ante la falta de una normativa. En un principio, el Gobierno Rajoy preparó un Decreto en abril de 2015, pero estuvo en un cajón más de 2 años sin aprobarse. En noviembre de 2017, el Gobierno Rajoy preparó otro Decreto, que suponía un cierto avance contra la avalancha de la publicidad del juego, ya que prohibía esta publicidad en horario infantil (entre 8 y 9 de la mañana y 5 y 8 de la tarde, pero no después), aunque muchos expertos lo consideraban insuficiente. La Asociación FEJAR, que atiende a los ludópatas, ya denunció que el Decreto no iba a frenar la publicidad del juego. Y el Consejo Audiovisual de Andalucía también rechazó el borrador de Decreto, solicitando que se prohíba la publicidad del juego en un horario más amplio (de 6 a 22 horas), que se prohíban los anuncios con personajes famosos y que se diferencie la información de los anuncios de juego en las retransmisiones deportivas, algo que no se hace.

Al final, las presiones del juego consiguieron frenar también este Decreto y Rajoy se marchó sin aprobarlo. Y ahí seguimos, sin que nadie regule la publicidad del juego, sólo con la “autorregulación” de los publicitarios y el sector del juego (“Juego responsable”). Y ante la falta de una norma, las empresas del juego han aprovechado para triplicar sus gastos de marketing estos años: si en 2013 gastaron 112 millones, en 2016 ya gastaron 221 millones y en 2018 pueden superar los 300 millones, ya que llevan gastados 157,5 millones entre enero y junio, un 45% más que en 2017, según los datos de la Dirección General del Juego. Sólo en el 2º trimestre de 2018, con el tirón del Mundial de Fútbol, el gasto en marketing de las operadoras de juego fue de 81,30 millones, repartido entre publicidad (41,09 millones, el 66,9% más que en el 2º trimestre de 2017), patrocinio (2,95 millones, el 63,8% más), bonos regalo a los jugadores (29,65 millones, el 39% más) y para afiliados (7,60 millones, el 64,5% más que un año antes). Y otro dato muy revelador: el número de anuncios sobre el juego online se han multiplicado por 21, pasando de 128.508 en 2013 a 879.663 en 2016 y a 2.744.100 en 2017, según Infoadex. Y 1.289.393 anuncios sólo entre enero y junio de 2018.

La penetración publicitaria del juego online es tal que 19 de los 20 equipos de fútbol de primera división (todos menos la Real Sociedad) tienen contratos de patrocinio esta temporada 2018-19 con operadores de juego: Bet365 tiene 10 equipos, Betfair 2 (Barça y Sevilla), Betway 3 (Alavés, Leganés y Levante), Bwin 2 (Atlético y Valencia), Codere el Real Madrid y Marathonbet el Girona, que luce su logo en la camiseta. Y en la Segunda División (Liga 1/2/3), patrocinan empresas de juego online 6 de los 22 equipos. Además, La Liga tiene el patrocinio de Sportium, una potente empresa ahora multinacional (Codere y Ladbrokes) que cuenta con 3.000 salas de juego por toda España, donde entran millones de jóvenes a hacer apuestas sobre todo online. De hecho, uno de los mayores empujones al juego online lo están dado estos salones de juego, que han proliferado como hongos por todas las ciudades (había 3.136 a finales de 2017, según la patronal Anesar), sobre todo en los barrios obreros: son “los nuevos billares” y fomentan el juego online entre los jóvenes.

El resultado de estos factores (auge de Internet y del móvil, atracción de operadores internacionales, bajada de impuestos, facilidades al póker online, más salones de juego y falta  de normativa sobre publicidad) está a la vista: el juego online se ha triplicado y ya lleva dos trimestres seguidos con más de 4.000 millones jugados, lo que supone que se juegan 139 millones al día. Y todo apunta a que el negocio del juego online moverá 16.500 millones este año y casi 20.000 en 2019, diez veces lo que se jugaba en 2012. Un negocio que se reparten en exclusiva unas pocas multinacionales, principalmente británicas, instaladas en Gibraltar, isla de Man, Malta y otros paraísos fiscales: Bet365, Betfair, Betway, Ladbrokes, William Hill, Pokerstars… Y las dos únicas empresas españolas que competían con ellas, han acabado también en manos extranjeras: Codere (comprada en enero por tres fondos internacionales de capital riesgo) y Cirsa (vendida en abril al fondo Blackstone). En conjunto, las empresas del juego tuvieron un margen bruto de 560 millones en 2017 (229 en 2013) y 330 millones sólo entre enero y junio de 2018, un 35% más que el año pasado.

Este potente negocio del juego se mueve porque hay 2.303.956 españoles que se han registrado para jugar online estos años, mientras el número de jugadores habituales era de 883.174 en junio de 2018, un 35% más que un año antes, según la Dirección General del Juego (DGOJ). Un número de jugadores que también se ha triplicado estos años de legalidad (eran 289.770 en enero de 2013). El perfil del jugador habitual es un hombre (83%) menor de 46 años, teniendo la tercera parte entre 26 y 35 años, con un cierto nivel de estudios y un estatus económico medio-alto, según la DGOJ. Gastan una media de 9.500 euros al año y en conjunto pierden una media de 293 euros al año por jugador. Los juegos con más éxito son los juegos de casino (47,2% de todo el juego el 2º trimestre), sobre todo las tragaperras online (801 millones jugados entre abril y junio), la ruleta (881 millones) y el black jack (282 millones), las apuestas deportivas (otro 41,1% del mercado), sobre todo las apuestas en directo (1.108 millones jugados entre abril y junio 2018) y las apuestas previas a los partidos (553 millones), el póker online (11,1%% del juego total:  462 millones jugados en el 2º trimestre), el bingo online (el 0,59%: 24,7 millones) y los concursos (462.000 euros).

El grave problema que acarrea el imparable “boom” del juego online es la ludopatía, el aumento de los jugadores que se enganchan al juego y se gastan lo que no tienen o roban a sus familias. El juego online es “especialmente peligroso” porque se juega de forma anónima, sin salir de casa, las 24 horas del día, con un simple móvil y el atractivo de los bonos regalo y las promociones. Y cuando el jugador quiere darse cuenta, es un “adicto”. El último informe oficial sobre los riesgos del juego (de todo el juego, no sólo el online) lo publicó la Dirección General del Juego en 2016 y sus datos son preocupantes: entre un 3,5% y un 6,3% de la población mayor de 18 años tiene “algún riesgo con el juego”: son entre 1.318.724 y 2.373.704 personas, según el Padrón del INE. Y de ellos, el estudio considera que son “jugadores patológicos” (enfermos) entre el 0,3 y el 0,9% de la población adulta: entre 113.000 y 339.000 españoles. Pongamos que son 200.000 ludópatas. Demasiados.

Pero lo más preocupante es que el juego online se está disparando entre los jóvenes, tanto porque están enganchados al móvil como por la proliferación de anuncios en TV e Internet y por la invasión de salones de juego en los barrios, donde van con sus amigos a jugar online o en máquinas físicas. El resultado es que cada vez llegan más jóvenes enfermos y con menos años (menores de 18 años) a las ONGs de ayuda, como FEJAR o AZAJER, y a los hospitales, que carecen de unidades especializadas contra la ludopatía (sólo hay 3). Tal es así que Alejandro Rodríguez, responsable del Instituto Terapéutico gallego, ha denunciado que el juego online “está creando verdaderos dramas y arruinando familias como ocurrió con la heroína en los años 80”… Podríamos estar ante una epidemia de “heroína online”.

El problema es que casi nadie lo denuncia ni pone medidas. Los medios de comunicación se callan porque los ingresos de la publicidad del juego online son muy jugosos. Y los Gobiernos, no actúan, porque el juego mantiene empleos y permite recaudar impuestos, aunque la recaudación por juego (en general) ha caído: de 101 millones ingresados en 2012 se pasó a 52 en 2015, 71 en 2016 y 53 en 2017, según el último informe de Recaudación Tributaria. Pero algo hay que hacer, porque el aumento de la ludopatía es un hecho y si no se toman medidas, el daño será luego imparable, sobre todo entre los jóvenes. Ya en enero de 2018, dos diputados del PSOE de Málaga pidieron al Gobierno Rajoy que aprobara un paquete de medidas para “evitar la adicción al juego online”.

Se puede y se debe hacer, aunque huela a elecciones anticipadas. Lo más urgente es aprobar un Decreto para controlar la publicidad del juego online, limitándola drásticamente. Y congelar las autorizaciones de salones de juego, vigilando estrictamente que no entren menores, con multas ejemplares. Urge implantar un teléfono público de ayuda a la ludopatía y mejorar la atención sanitaria pública a estos enfermos, desde campañas en los centros de Salud a la creación de unidades especializadas en cada autonomía. Y forzar a las empresas a establecer mecanismos informáticos eficaces en las Webs que detecten y expulsen a los jugadores más compulsivos y con riesgo de ludopatía. Y en paralelo, debería crearse una tasa especial al juego online (bastaría un 0,5% para recaudar 82 millones anuales), para crear un Fondo que ayudara a familias, ONGs y a la sanidad a afrontar el problema de la ludopatía. Que el negocio del juego online ayude a los que enferman por él.

No se pueden poner puertas a Internet ni al juego online, pero sí controles y seguimiento, sobre todo cuando está en juego la salud de una parte de nuestros jóvenes. Jugar sí, pero con cabeza, sin inflar el negocio con millones de anuncios que crean adicción. El Estado puede y debe frenar los excesos y moderar el juego en España. Si no, luego puede demasiado tarde.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Pinchan las exportaciones (y nos afecta mucho)


Las ventas de España en el extranjero apenas han crecido este año un +3.8%, tras casi duplicarse desde 2008, según el último dato publicado el viernes. Y con ello, por primera vez, las exportaciones no aportarán nada al crecimiento este año, después de haber sido uno de los motores de la recuperación. Las causas son el Brexit (han caído nuestras ventas a Reino Unido), el bajo crecimiento europeo y las tensiones mundiales, por Trump y el proteccionismo, que hacen peligrar la recuperación, según alertan la OCDE y el FMI. Un pinchazo exterior preocupante porque las exportaciones aportan un tercio de la riqueza española (PIB) y mantienen 1.300.000 empleos. Urge un Plan de choque, para reanimar las exportaciones y ayudar a más empresas (sólo 49.000 exportan habitualmente) a vender más fuera de Europa. Nos jugamos un tercio de la recuperación y un 9% del empleo. Otro tema clave (aunque “no vende”) para pactar soluciones, mientras el país sigue empantanado en másteres y tesis.

enrique ortega

La crisis económica estalló hace 10 años, en septiembre de 2008, y en 2009, la economía española se desplomó, cayendo el PIB un -3,6%. En 2010, muchas empresas buscaron una “válvula de escape” con la exportación, intentando vender fuera lo que no conseguían vender dentro, tirando por los suelos precios, salarios y empleos para lograr ser competitivos. Y lo consiguieron: en 2010, las exportaciones crecieron un +16,8%, en 2011 otro +15,2% y entre un 2% y un 9% los años siguientes, consiguiendo un récord en la exportación de bienes en 2017: 277.125 millones de euros vendidos fuera, casi el doble (1,75 veces) de lo exportado en 2009 (159.889 millones). Y si sumamos a la exportación de bienes la de servicios (turismo, finanzas, telecomunicaciones, transporte, servicios informáticos y consultoría), el total de ventas de España al exterior alcanzó los 400.216 millones de euros en 2017, más de un tercio de la producción total española (el 34,3% del PIB, cuando era del 25,3% en 2008). O sea, que un tercio de lo que crecemos viene de las ventas hechas fuera de España, uno de los tres motores de la recuperación, junto al consumo interno y el turismo. Y  las exportaciones mantienen 1.300.000 empleos (el 9% del total).

Por todo esto es preocupante que las exportaciones españolas hayan “pinchado” este año 2018. En el primer semestre, crecieron sólo un 2,9%, la tercera parte que en 2017 (+8,9%) y sólo un +0,7% real si descontamos la inflación (+2,2%). Con ello, las exportaciones españolas crecieron por debajo de la exportación de la UE-28 (+4,1%), de la zona euro (+4,2%) y menos que las exportaciones de Alemania (+4%), Francia (+3,1%), Italia(+3,7%), Reino Unido (+4,5%), China (+11,9%), EEUU (+9,6%) y Japón (+6,2%). Y es el primer año desde 2008 en que las exportaciones españolas crecen menos que el comercio mundial (+4,3%). Y aunque en julio han crecido más las exportaciones (+9,8%), según el dato de Aduanas conocido el viernes, el crecimiento exportador en los 7 primeros meses es +3,8%, casi la tercera parte que el año pasado (crecieron un +9,1% hasta julio).

¿Qué está pasando? Básicamente, que España está sufriendo los efectos del Brexit, el enfriamiento de la economía europea y las turbulencias proteccionistas en el comercio mundial, tras las amenazas de Trump. Las exportaciones españolas han caído este año (enero-julio) al Reino Unido (-1,6%), nuestro 5º mejor cliente, por sus dificultades económicas tras el Brexit, a Noruega (-4,1%), Brasil (-0,7%), Perú (-16%), Canadá (-7,7%), Hong-Kong(-11,4%),  Nigeria (-11%)  y Emiratos (-18,3%). Pero, además, se han “enfriado” mucho nuestras ventas al resto de Europa, en especial a Italia, nuestro tercer cliente (han crecido sólo un 0,7%) y Francia, nuestro primer cliente, donde nuestras exportaciones crecen sólo un 1,4%. Y las ventas a Alemania, nuestro segundo cliente, crecen sólo un 2,7%. Fuera de Europa, las ventas a Asia crecen un mínimo 0,5% (+1,7% a China y +1,3% a Japón), a América crecen un 2,5% (+1% a México) y a Oriente Medio un 1,1%.

Por productos, las exportaciones españolas que han caído este año (enero-julio) son los alimentos (-0,2%), debido a las menores ventas de aceites (-15,6%) y tabaco (-6,8%), la energía, por las menores ventas fuera de carbón y electricidad (-36,7%), los  juguetes (-1,6%), la electrónica de consumo (-3,1%) y los medicamentos (-4,7%). Pero apenas han crecido algunas exportaciones claves, como las de automóviles (+0,5%), motores, material de transporte y bienes de equipo (+1,6%), calzado (+0,3%) y manufacturas de consumo (+2,4%). El pinchazo de las exportaciones se ha notado más en Madrid (-3,4%), Asturias (-6,4%) y Murcia (-0,3%), cayendo también en Aragón, Castilla y León y La Rioja. Las zonas más afectadas por el pinchazo exportador son varias comarcas de Levante y Murcia (por los alimentos, juguetes y calzado), País Vasco, Madrid y Cataluña por los bienes de equipo y media España por las menores exportaciones de automóviles.

Este “pinchazo” de las exportaciones debería preocuparnos  porque la exportación es  uno de los tres motores de la recuperación, junto al consumo interno y el turismo (que también “pinchan” desde junio). No es sólo que las exportaciones de bienes y servicios aporten un tercio de la riqueza y un 9% del empleo sino que contribuyen de forma decisiva al crecimiento cada año. Durante la crisis, la caída del PIB no fue mayor porque las exportaciones crecieron entre 2010 y 2014, compensando la caída del consumo interno. Así, en 2012, por ejemplo, el PIB cayó un -1,4%, pero podría haber caído el triple si no hubiera sido porque el sector exterior aportó al PIB un crecimiento del +2,5% que compensó dos tercios de la caída de la demanda interna (-3,9%). Y así ha ido pasando, aunque en menor medida, durante la recuperación: en 2016, España creció un 3,2% y la cuarta parte fue gracias al sector exterior, que aportó un 0,8% a ese crecimiento. En 2017, España creció un 3% y todo fue por la actividad interna, porque el sector exterior no aportó nada, según la última revisión del INE. Y este año 2018, las exportaciones aportaron un 0,2% al crecimiento del primer trimestre (+0,7%) y restaron un -0,2% en el segundo trimestre (+0,6% PIB), según el INE. O sea que este año, las exportaciones no ayudarán nada a la recuperación, según ha pronosticado el Banco de España.

El problema no es sólo que uno de los tres motores de la recuperación española se haya “gripado”, sino que los vientos que vienen de fuera no auguran mejoría en los próximos meses. De hecho, la OCDE acaba de pronosticar  el jueves un menor crecimiento de la economía mundial en 2018 (+3,7%), rebajando dos décimas las previsiones que hizo en mayo para Europa (zona euro), que espera crezca sólo un 2% este año y un 1,9% en 2019, mientras esperan que crezcan muy poco Italia y Francia, dos importantes clientes de España. Y en el resto del mundo, detectan “alta incertidumbre”, por la guerra comercial desatada por Trump y los problemas en Turquía o Argentina, al igual que hizo el FMI en julio. Y piensan que la recuperación internacional puede “haber tocado techo, lo que va a dificultar que aumenten las ventas de España fuera. Y con ello, parte de nuestro crecimiento y empleo.

Lo normal, en un “país normal”, sería que el Gobierno y las fuerzas políticas cerraran filas y acordaran un Plan de choque para reanimar las exportaciones, porque nos jugamos en ello buena parte de la riqueza y el empleo. Y porque la exportación, aunque ha salvado al país, tiene problemas estructurales sin resolver, que alguien debería afrontar ahora. Básicamente, que las exportaciones españolas están excesivamente concentradas. Primero, concentradas en pocos sectores: tres actividades concentran casi la mitad de nuestras ventas fuera, los automóviles (16,7%), la alimentación (16,2%) y la ropa y calzado (6,7%). Segundo, concentradas en pocos paises: el 72% de las exportaciones españolas se dirigen a Europa (52% a los paises euro) y sólo una cuarta parte van a América (10,5%), Asia (8,9%), África (6,4%) y Oceanía (0,7%), las zonas con más potencial del mundo. Tercero, concentradas en pocas regiones españolas: más de la mitad de toda la exportación se concentra en 4 autonomías, Cataluña (25,4%), Andalucía (11,7%), Comunidad Valenciana (10,8%) y Madrid (10,1%), mientras las 13 restantes exportan poco, especialmente Baleares (0,6% del total), la Rioja (0,7%), Extremadura (0,7%), Cantabria y Canarias (0,9%). Y cuarto, concentradas en muy pocas empresas: sólo hay 49.086 empresas españolas que exportan habitualmente (de más de 3 millones), según el ICEX, y sólo 1.000 empresas exportan dos tercios del total, la mayoría grandes empresas y multinacionales (un 35%).

Así que el reto es conseguir exportar más de otros productos, a más paises fuera de Europa, desde toda España y que entren a exportar las pymes (el 98% de las empresas), que hoy apenas exportan. Con ello, podríamos conseguir que España se homologue a otros paises, ya que aunque ha dado un gran salto exportador en 10 años, aun está retrasada respecto al resto de Europa. Así, el peso de las exportaciones de bienes y servicios en España (34,3% del PIB en 2017) es muy inferior a la  media europea: 46% del PIB en la UE-28, según Eurostat. Y somos el 5º país europeo con menos peso de las exportaciones en la economía (34,3%), sólo por delante de Reino Unido (30,2% del PIB), Francia (30%), Italia (31,3%) y Grecia (33,1% del PIB). Y muy lejos de los paises europeos punteros en la exportación: Luxemburgo (aporta el 230% de su PIB), Malta (136,1%), Irlanda (120%), Bélgica (85,1%), Holanda (83%), 11 paises del Este como Hungría (90,1%), Bulgaria (66,3%) o Polonia (54%), Alemania (47,2% de su PIB lo aportan las exportaciones) y hasta Portugal (43,1%), según las estadísticas de Eurostat.

Pero lo más preocupante es que la exportación, a pesar del salto dado en la última década, crea  y mantiene en España menos empleo que en Europa, porque aquí pesa menos y exportan menos las pymes (98% empresas). Así, en España, la exportación aporta el 9% del empleo (1.300.000 ocupados en 2017), frente al  26% en Irlanda (450.000 empleos), 20% en Alemania (6.200.000 trabajadores en la exportación), 12,5% en Italia (2.700.000 empleados) o 10% en Francia (2.200.000 empleados en la exportación), según los datos de la Comisión Europea. De hecho, España es el tercer país europeo donde la exportación crea menos empleo, sólo por delante de Grecia (7%: 370.000 empleos) y Portugal (8,3%:335.000 empleos). Una enorme asignatura pendiente para el 2º país con más paro de Europa.

Los datos son claros: la exportación española ha mejorado mucho pero queda mucho por hacer. Y no se puede perder el tiempo, máxime ahora que ha “pinchado” y que vienen malos vientos del exterior. Por eso la urgencia de pactar un Plan de choque, que reanime las exportaciones y con ellas el crecimiento y el empleo. Un Plan con varias medidas: aumentar el número de empresas que exportan, con ayudas fiscales y financiación (faltan créditos y avales), con asesoramiento y formación, con más oficinas de ayuda exterior, dotando de más recursos al ICEX, cuyo presupuesto se ha recortado a la tercera parte desde 2007. Se trata de “volcarse en la exportación”, desde el Gobierno, las patronales y sindicatos, fomentando en paralelo las fusiones de empresas (las más grandes exportan más), la tecnología, la innovación y la industrialización (la industria es más estable exportando que los servicios).

Además, hay otros dos retos de fondo. Uno, exportar más fuera de Europa, sobre todo en Asia, América y Oriente Medio, las regiones con más potencial económico. Y el otro, diversificar lo que se vende, consiguiendo más ingresos. Porque la mayoría de lo que exporta España son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (automóviles, plásticos y metales), y sólo un 10% de lo exportado tiene un alto contenido tecnológico, a pesar de que estos productos suponen casi la cuarta parte de la demanda mundial. O sea, exportamos productos de menos valor que otros paises y competimos en precio (gracias a los bajos costes salariales, un 22% más bajos que la media europea, según Eurostat) y no en tecnología y calidad. En resumen: hay que exportar más y otras cosas, no intentar  ser “la China de Europa”, no competir fuera tirando los salarios de los españoles.

Ya ven, la exportación no es una cuestión de expertos en economía sino que afecta y mucho a la recuperación, al empleo y a los salarios, a nuestra vida diaria. Pero no leerán ni oirán hablar mucho de ella: no “vende” en los medios  ni interesa a los políticos, que siguen enrocados en temas recurrentes como doctorados y másteres, Cataluña o elecciones. Y por supuesto, no están por la labor de aprobar un Plan de choque por la exportación ni medidas de apoyo a los exportadores en el hipotético Presupuesto 2019. Así nos va.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Fútbol español: millonario y multinacional


El futbol español emprende una nueva temporada con unas cuentas bastante saneadas, tras años de pérdidas: en 2017-2018, los 42 Clubes de 1ª y 2ª ganaron 220 millones de euros y facturaron 4.000 millones, casi el doble que en 2010-2011. Aún están muy endeudados, por el gasto en jugadores y estadios, pero apenas deben a Hacienda. La Liga ya es la 2ª de Europa que más factura, tras la inglesa, y una gran multinacional, que capta seguidores e ingresos en Asia, América y todo el mundo. La clave es la TV, los ingresos por retransmitir partidos, que se han duplicado, junto a los ingresos comerciales, mientras se estancan las entradas. La Liga quiere facturar 4.500 millones esta temporada y que varios Clubes salgan en Bolsa en 2020, mientras otros los compran inversores internacionales. El fútbol es una máquina de hacer dinero y hay quien teme una “burbuja, por lo que la FIFA quiere poner orden. Negocio sí, pero con control y sin olvidar el deporte de a pie


enrique ortega

El año 2012 fue el peor de la crisis en España, para todo el mundo y también para el fútbol, que llevaba con pérdidas año tras año desde 1999. Y aunque éramos una potencia futbolística, que había ganado el Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012, el fútbol español era “un gigante con pies de barro”: 32 Clubes entraron en suspensión de pagos entre 2003 y 2012 y otros desaparecieron, mientras las pérdidas alcanzaban los -208,9 millones de euros en la temporada 2010-2011. Y todo ello, en un contexto donde la mitad de los Clubes de fútbol europeos perdían dinero, lo que había obligado a la UEFA, en 2010, a aprobar un Plan de ajuste, el Fair Play Financiero, para forzar a los equipos europeos a sanear sus deterioradas cuentas.

La UEFA obligaba a tomar medidas y el Gobierno Rajoy no quiso que el fútbol se le cayese encima, como la banca o muchas empresas. Y así, forzó, el 25 de abril de 2012, la firma de un Protocolo entre la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y el Consejo Superior de Deportes (CSD) para forzar a los Clubes de fútbol a ajustar sus cuentas, buscando que recortaran gastos y aumentaran ingresos. Desde entonces, los Clubes de 1ª y 2ª división están obligados a enviar cada año, antes del comienzo de la temporada, sus Presupuestos, con un listón máximo de gasto en sueldos (el 70% de los ingresos)  y una previsión de ingresos y deuda. Y después, durante el año y al final de la temporada, cada Club ha de presentar sus cuentas al Comité de control de la Liga, creado en 2013, que ha controlado estos años temas como  gastos, sueldos, fichajes, traspasos, endeudamiento y fuentes de ingresos de los Clubes de 1ª y 2ª división.

Al final, el Plan de ajuste del fútbol español ha tenido éxito: los ingresos de los 42 Clubes de 1ª (20) y 2ª división (22) alcanzaron la pasada temporada 2017-2018 los 4.000 millones de euros, casi el doble de facturación que 6 años antes (2.228,8 millones en 2011-2012). Y las pérdidas (- 483,8 millones en 2002/2003 y -208,9 millones en 2010-2011) se han transformado en beneficios, desde la temporada 2012-2013 (+106 millones), alcanzando un beneficio neto de 220 millones de euros en la temporada 2017-2018, según la Liga. Eso sí, todavía estos beneficios los consiguen con “ingresos extraordinarios”, no con su actividad “habitual” sino con lo que ingresan por traspaso de jugadores. De no ser por estos “ingresos extras”, los Clubes tendrían todavía pérdidas de explotación, -164 millones en la temporada 2016-17, según el último balance oficial publicado por el Consejo Superior de Deportes (CSD).

Pero al final, con los traspasos, los equipos españoles ganan dinero, que es lo importante. Y lo han conseguido porque han ajustado sus costes (sobre todo los salarios de jugadores y plantilla, el 65% del gasto total) y, básicamente, porque han duplicado sus ingresos, gracias sobre todo a la TV: la recaudación  de los Clubes por las retransmisiones de partidos ha pasado de 728,7 millones en la temporada 2011-12 a 1.387,5 millones en 2016-2017 (un 40% de todos sus ingresos), que además se reparten de una manera más equitativa desde la aprobación de un decreto por el Gobierno en 2015. Y en los próximos tres años (a partir de 2019), la recaudación de la Liga por retransmisión de partidos será de 3.900 millones, más otros 1.000 millones más por venta de derechos audiovisuales en el extranjero.

La segunda fuente de ingresos del fútbol español, tras la TV, son los ingresos por partidos, que han pasado de 599 millones en 2011-12 a 746,6 en 2016-17. Pero este ingreso está estancado, debido a que los españoles van poco a los estadios (sólo el 71% se ocupa, frente al 96% en Reino Unido o el 91% en Alemania, según Deloitte) y los espectadores apenas suben de los 14 millones en las dos últimas temporadas, quizás por el alto precio de las entradas (en España, las segundas más caras de Europa, tras Reino Unido). El tercer renglón de ingresos, los comerciales, han pegado un gran salto, de 407 millones en 2011-12 a 622,3 millones en 2016-17, lo mismo que el quinto ingreso, los ingresos por publicidad y patrocinio, que han pasado de 84,5 a 117,9 millones. Y  ambas partidas son las más importantes en los grandes equipos, que aumentan cada año lo que consiguen de las multinacionales de la ropa deportiva, patrocinio en las camisetas, acuerdos con casas de apuestas o con el nombre de los estadios (añadir Wanda al Metropolitano le supone 5 millones anuales al Atlético de Madrid). Y no hay que olvidar la cuarta fuente de ingresos, los traspasos, que se han duplicado: de 271,4 millones en 2011-12 a 479,2 millones en 2017-2018, según las cuentas del CSD y la Liga.

Esta mejora de las cuentas ha permitido a los Clubes de fútbol reducir sus deudas, sobre todo con sus jugadores (en 2010-11 debían 89 millones a 341 futbolistas y en 2017-18 sólo debían a uno) y con Hacienda: si en 2013 debían al fisco 658 millones de euros, en 2015 debían 328, en 2018 sólo 89 millones y prevén que sean 54 millones en 2020. Eso sí, lo que han aumentado ha sido el resto de su endeudamiento, desde 3.887,9 millones en 2010-11 a 4.083,7 en 2016-17, según los datos del CSD. Una buena parte de esa deuda ha sido para pagar fichajes y obras de nuevos estadios, pero la Liga dice que los ratios de deuda son “asumibles” porque ahora los Clubes son solventes y pagan un 5% de interés mientras hace unos años pagaban el 10 o el 15% y apenas les prestaban. Y resaltan que están más capitalizados, porque los socios y propietarios les han inyectado capital estos años.

Esta reconversión y saneamiento del fútbol español le han permitido dar “un salto económico en Europa”, convirtiendo a la Liga en la 2ª competición más importante del continente: ya en la temporada 2016-2017, la Liga española (20 Clubes de 1ª división) superó en facturación (2.854 millones) a la Bundesliga alemana (2.793 millones) y estuvo  muy por delante de la Serie A italiana (2.075 millones) y la Liga 1 francesa (1.643 millones), aunque todavía muy lejos de la competición líder, la Premier League inglesa, que ingresa casi el doble (5.297 millones), según los datos del Annual Review of Football Finance 2018 de Deloitte. Y dos Clubes españoles están entre los tres mayores gigantes económicos del fútbol europeo: el Manchester City (676,3 millones ingresos), el Real Madrid (674,6 millones) y el Barça (648 millones), según el ranking de Deloitte 2017, donde hay 10 equipos británicos en el Top 20 de ingresos, 3 equipos españoles (el 13º, el Atlético de Madrid, con 900 millones), 3 alemanes, 3 italianos y un equipo francés.

Ahora, el gran objetivo de la Liga española es seguir creciendo y acercarse a la Premier inglesa. A corto plazo, quieren ingresar 4.500 millones esta temporada 2018-19, el doble que en 2011-2012. Y ganar cerca de 250 millones netos. Para ello, trabajan en dos frentes: conseguir más recursos de las retransmisiones deportivas, como hace la Premier inglesa (ingresa 5.000 millones por TV, frente a 3.421 la Liga) y aumentar la presencia de la Liga y el fútbol español en el mundo, siguiendo el modelo de la NBA (baloncesto USA). Y en el camino, atraer inversores al fútbol español, al calor de los éxitos deportivos (en las últimas 4 temporadas, se ha llevado todos los títulos europeos, salvo uno) y del saneamiento económico de los Clubes. De momento, ya hay 9 Clubes de fútbol en manos de extranjeros y se habla de que hay inversores interesados en comprar otros 8 equipos españoles: Betis, Sevilla, Getafe, Leganés, Alcorcón, Celta, Eibar y Zaragoza. Y al final, la Liga se guarda la gran jugada para 2020: que dos o tres Clubs de fútbol español salgan a Bolsa, donde ya cotizan hoy 22 Clubes de Inglaterra, Italia, Francia, Portugal, Alemania o Turquía.

El primer gran objetivo de los gestores de la Liga, los que han puesto orden en los Clubes (con el presidente Javier Tebas a la cabeza) es sacarle más dinero a las retransmisiones deportivas, en colaboración con las telecos, sobre todo Movistar y Orange, que saben que los españoles están dispuestos a pagar por ver más fútbol en TV. La Liga y las telecos saben que hay margen de ingresar más, porque en Reino Unido, un 70% de los telespectadores pagan por ver el fútbol en TV (20 millones de personas), mientras en España sólo lo hacen el 34% (6 millones). Y además, se dejan de ingresar 400 millones anuales por la piratería de partidos. Todo ello indica que los Clubes podrían recaudar, en unos años, hasta 2.500 millones anuales por TV en España y otros 1.000 millones en el extranjero. Para ello, la Liga  ya ha firmado acuerdos con Facebook (para emitir primero gratis los 380 partidos de la Liga en 8 paises del subcontinente indio) y con la multinacional USA Relevent, para promover la retransmisión de partidos del fútbol español en EEUU y Canadá. Y el mismo objetivo se persigue con el cambio de horarios para emitir la Liga en China, Japón, Norteamérica o Sudáfrica, a la vez que se ha renovado la técnica de las retransmisiones, ofreciendo repeticiones en 360º con tecnología 5k y vistas  aéreas (spidercam), para ofrecer los partidos como un gran espectáculo a los 2.600 millones que siguen el fútbol español en 186 paises.

El segundo gran objetivo es hacer del fútbol español una gran multinacional, ampliando su presencia en el mundo, donde  la Liga cuenta con 9 oficinas internacionales y 35 delegados. Intenta seguir el ejemplo de la NBA USA o la Premier inglesa, cuyos partidos y estrellas se conocen en todo el mundo, con partidos en otros paises (como el controvertido Girona-Barça en Miami, en enero), con partidos de otras Ligas en España (buscan que un equipo de Ecuador juegue un partido de su Liga en España, donde hay 150.000 ecuatorianos), creando franquicias de la Liga para jugar en otros paises, con mayor presencia en las redes sociales (ya hay 587 millones de seguidores de la Liga y sus clubes) y con más finales internacionales en España. Para ello, la Liga está animando a los Clubes a renovar sus estadios (nuevo Anoeta en 2019, Bernabéu 2020 o nuevo Barça 2021, tras el nuevo Power Stadium del Español en 2009, San Mamés 2013 o Balaidos y Benito Villamarín 2017), para hacerlos protagonistas del fútbol mundial, como el Wanda Metropolitano, que acogerá la final de la Champions 2019.

En definitiva, que el fútbol español ha conseguido salir del pozo de las pérdidas y las suspensiones de pagos y convertirse en cinco años en una potente multinacional, el primer vendedor en el mundo de la “marca España”. Pero ojo, no hay que dormirse en los laureles. Porque todavía hay riesgos, como el elevado endeudamiento y el riesgo de “burbuja”, propiciado por el aluvión de inversores extranjeros (árabes, rusos, chinos y norteamericanos), que buscan hacer dinero rápido con el fútbol. Y además, el mercado del fútbol mundial es “tremendamente especulativo”, como acaba de denunciar la propia FIFA, en un informe presentado en septiembre, donde habla de “gastos desmesurados en fichajes” (222 millones el traspaso de Neymar al PSG en 2017), exceso de jugadores cedidos, excesivo papel de los agentes (que han duplicado sus ganancias: 425 millones de euros) y, sobre todo, “una falta de transparencia del mercado”. Por ello, la FIFA ha anunciado un Plan a dos o tres años, para controlar sueldos, traspasos, agentes y las cuentas de los Clubes de fútbol en el mundo, con el objetivo de “devolver al fútbol la pureza y la transparencia perdida” (textual).

Es un buen intento, aunque alrededor del fútbol y la FIFA se mueven intereses millonarios y muy poderosos. Pero ese es el camino: controlar el crecimiento del gigante, a nivel español, europeo y mundial, para que no crezca la burbuja especulativa y nos explote encima. Y en paralelo, conseguir que esos beneficios del fútbol espectáculo se trasladen al deporte de a pié y los impuestos que paga (1.300 millones de euros en 2018) sirvan en parte para ayudar a que la mayoría de jóvenes puedan jugar al fútbol y practicar  otros deportes, en un país cada vez más sedentario y asfixiado por móviles y videojuegos. ¡Viva el fútbol español!, líder mundial y con las cuentas bastante saneadas, pero sobre todo, ¡viva el deporte!

lunes, 17 de septiembre de 2018

Por qué necesitamos más gasto público


Es probable que el Gobierno Sánchez no consiga aprobar un Presupuesto para 2019. Su pretensión es gastar más, tras años de recortes. Lo permite la Comisión Europea, que nos da 6.000 millones de margen. Y hace falta: ZP y Rajoy recortaron 30.000 millones y todavía gastamos menos en sanidad, educación, gasto social y desempleo que en 2009. Falta de todo, desde un Plan de empleo a obras para evitar riadas. Y España tiene menos gasto público que Europa, 60.000 millones menos cada año. Urge un Plan de choque para lo más urgente, desde empleo o pensiones a sanidad, educación, tecnología o depuración de aguas. Y para pagarlo, hay que recaudar más: se puede, porque recaudamos 88.000 millones menos que Europa cada año. Gobierne quien gobierne, tendrá que gastar más y subir impuestos a los que pagan poco (grandes empresas, bancos, multinacionales, ricos e inversores). Si no los suben o los bajan, como pretenden PP y Ciudadanos, seguiremos con unos servicios públicos de 2ª división. Que lo sepan los votantes.


enrique ortega

España siempre ha tenido menos gasto público que la mayoría de Europa: primero en el franquismo, luego con la democracia (aunque aumentó, por la presión social), después con la crisis (por los recortes) y ahora, a pesar de la recuperación. No gastamos menos que Europa porque seamos más pobres (somos el país nº 14 en renta por habitante), sino que también gastamos “comparativamente” menos, en relación a nuestra riqueza (PIB), que es como se mide: España gasta el 41% del PIB, frente al 45,8% de media que gasta la UE-28 y el 47,1% los países euro, según los datos de Eurostat. Y lo malo, insisto, es que este menor gasto público no es de ahora, tras la crisis, sino que viene de siempre: gastábamos menos en 1997-2001 (40% del PIB frente a 47% en Europa), en los años de “vacas gordas”, 2002-2006 (38,4% frente a 45,7%), al principio de la crisis, entre 2007 y 2011 (43,5% frente a 47,9%, más que nunca, por el gasto inútil de ZP contra la crisis), mucho menos con los recortes de Rajoy (37% frente a 49% en 2012) y ahora con la recuperación.

La razón de que España tenga, históricamente, menos gasto público que Europa habría que buscarla en que España también recauda menos que la mayoría de Europa, según Eurostat, con lo que las arcas públicas no dan para gastar más y cuando lo hacen es a costa de tener más déficit público, algo también connatural a España (salvo entre 2005 y 2007, que hubo superávit), que todavía hoy tiene el mayor déficit público de toda Europa (3,1% del PIB este 2018). Así que tenemos menos gasto público porque en España se pagan menos impuestos en global (la mayoría pagamos bastante pero muchos no y hay mucho fraude fiscal).

La consecuencia de que el gasto público en España sea más bajo es que hay menos dinero para gastar cada año. Traducido en euros, la diferencia entre el gasto público en la UE-28 (45,8% del PIB) y en España (41%) fue de 56.000 millones en 2017. Y con los otros 18 paises euro (gastan el 47,1% del PIB), gastamos 71.145 millones menos sólo en 2017, según Eurostat. Y luego, esa diferencia es mayor o menor con los países europeos con los que nos debíamos comparar: Francia (gasta el 56,5% del PIB: 258.279 millones más al año), Alemania (gasta el 43,9% del PIB: 33.823 millones más que España), Reino Unido (gasta el 41,1%, 11.663 millones más que España) e Italia (gasta el 48,9% del PIB, 92.139 millones más). Incluso Portugal (45,9% del PIB) gasta 57.149 millones más al año que España.

Gastamos menos que Europa, está claro. ¿En qué? En casi todo, sobre todo en gasto social: España gastó un 16,8% del PIB en 2016 (último dato publicado este año por Eurostat), frente al 19% del PIB en la UE-28 y el 20% en la zona euro. Son 26.800 millones menos de gasto al año, sobre todo en pensiones (gastamos el 9,2% del PIB frente al 10,2% en la UE o el 13,5% en Francia o Italia), en las familias y la infancia (un 0,7% del PIB frente al 1,7% europeo, el 2,4% de Francia  o el 1,7% de Alemania, a pesar de que somos el país más envejecido y el que tiene la menor tasa de natalidad) y en el paro: gastamos el 1,8% del PIB frente al 1,3% en la UE-28 y el 1,6% en la zona euro, pero tenemos más del doble de paro que Europa. Y gastamos menos que Alemania en el paro (gastan el 1,9 de su PIB), a pesar de que tienen el 3,4% de desempleo y nosotros el 15,1%, según Eurostat.

También gastamos menos en el Estado del Bienestar. Sobre todo en educación: España gasta en enseñanza el 4% del PIB (2016), frente al 4,7% en la UE-28, el 5,4% en Francia, el 4,7% en Reino Unido o el 4,2% en Alemania: somos el 6º país europeo con menos gasto público en educación, a pesar de que nuestro paro juvenil duplica el europeo(34,4% frente al 17,2%). También en sanidad: España gasta el 6% del PIB, frente al 7,1% de Europa y la zona euro, el 8,1% de Francia, el 7,6% de Reino Unido o el 7,2% de Alemania. Y también tenemos menos gasto público que Europa en alojamientos y equipamientos colectivos (0,5% frente al 0,6% en la UE-28), asuntos económicos (3,9% frente al 4%) y defensa (1% frente a 1,2%). Solo gastamos más que la media europea en orden y seguridad (1,9% del PIB frente a 1,7%), entretenimiento y cultura (1,1% frente al 1%), protección del entorno (0,8% frente a 0,7%) y servicios generales (“burocracia: 6,1% frente al 6%), según Eurostat.

El problema de España no es sólo que gastemos menos en bienes y servicios públicos sino que 5 años de recuperación no han servido todavía para recuperarse de los recortes sufridos en el gasto público: se redujo en 30.284 millones entre 2009 y 2014, según los datos de la Intervención General del Estado (IGAE), 8.000 millones responsabilidad de  Zapatero (2010 y 2011) y 22.000 millones recortados por Rajoy. Pues bien, en 2018, todavía no se han recuperado 12.000 millones de esos recortes, de ellos 8.255 millones en las autonomías, según un reciente trabajo de los Directores de Servicios Sociales. Sobre todo, el gasto social no recuperado todavía sobre 2009 es en sanidad (6.500 millones), en educación (4.000 millones) y en Dependencia (1.500 millones). Y eso sin contar el gasto en desempleo, que ha sufrido otro recorte drástico: de 32.366 millones gastados en desempleo en 2009 a 17.397 en 2017, aunque el paro sólo cayó en 559.800 personas.

Otro problema del gasto público en España, además de que sea bajo y no se haya recuperado de los recortes, es que está mal repartido. Y en consecuencia, la sanidad, la educación, la Dependencia, las ayudas sociales y hasta el desempleo dependen de donde uno viva, con grandes diferencias entre autonomías. Porque unas gastan más que otras. Y así, hay 6 autonomías que han recuperado en 2017 su gasto social (sanidad, educación y gastos sociales) de 2009 (Baleares, Navarra, País Vasco, Cantabria, Asturias y Comunidad Valenciana) mientras las 11 autonomías restantes (donde viven la mayoría de españoles) gastan hoy en sanidad, educación y gastos sociales menos que en 2009. Y lo peor, que en unas autonomías tiene más peso el gasto social (en Asturias, Castilla y León, Murcia, Extremadura y Madrid se lleva más del 65% del Presupuesto) y en otras tiene menos (en Navarra, Baleares, Cataluña y la Rioja, estos gastos apenas superan la mitad del Presupuesto). Así que hay “varias Españas” en gasto social.

A la vista  de estos datos, parece claro que España debería aprovechar la recuperación (“mientras dure”) para aumentar el gasto social, para gastar más en lo que hace falta, sobre todo en empleo, pensiones, educación, sanidad, Dependencia, gastos sociales y ayuda a la familia y a la infancia, sin olvidar otras necesidades perentorias como atender a la pobreza (un 27,9% de la población: somos el 7º país europeo con más pobreza), mejorar el medio ambiente, apoyar a la Ciencia, la digitalización y la reindustrialización o recuperar las inversiones públicas (en mínimos), desde cauces y obras hidráulicas (para evitar inundaciones recurrentes) a infraestructuras básicas (es una vergüenza que Bruselas nos multe por no depurar las aguas residuales en muchos municipios o por no invertir en la calidad del aire).

Aumentar el gasto público es una necesidad evidente no una “postura política” o ideológica de la izquierda, como acusa la derecha: España gasta mucho menos que Europa y hay que recuperar el gasto social y el Estado del Bienestar, en beneficio de la mayoría de españoles, que exigen unos servicios públicos decentes, hoy sin recursos ni medios. Por eso, los políticos deberían ser capaces de pactar un Plan de choque para recomponer el gasto público tras los recortes. Un Plan que apunté en otro blog y que debería centrarse en el empleo (2.000 millones para financiar un Plan de empleo, mejorar las ayudas a los parados y reducir la precariedad laboral), las pensiones (conseguir 3.000 millones de recursos extras), la pobreza (1.000 millones), la sanidad, educación y Dependencia (2.500 millones), la familia y la infancia (500 millones), la promoción del alquiler (1.000 millones) y financiación extra de la Ciencia (1.000 millones). Todo por lo bajo. Y salen 11.000 millones.

A ver quién se atreve a decir que estos gastos urgentes (y otros más en energía, medio ambiente, infraestructuras, digitalización o modernización de la economía) “no están justificados” o son “una ocurrencia de la izquierda” que “sólo sabe gastar más”. Son gastos no sólo necesarios sino justos, para compensar a una mayoría de la población que “no notan la recuperación. Y además, servirían para reanimar el consumo y la inversión, el crecimiento y el empleo, que ahora peligran por el enfriamiento europeo y los nubarrones económicos en el horizonte, desde la subida del petróleo a los tipos pasando por el proteccionismo comercial. Y además, si se reanima la economía y aumenta el consumo y el crecimiento, una parte de este gasto extra se podría recuperar con más recaudación.

Pero claro, este mayor gasto exige mayores ingresos. Y aquí volvemos a chocar con la ideología, con la crítica a la izquierda porque “sólo sabe subir impuestos”. Pero no es una cuestión de ideología sino de números: España recauda menos que el resto de Europa, ahora y antes, ya desde el franquismo y con la democracia: en 1997-2001 (España ingresaba el 38,1% del PIB frente al 45,5% en Europa), antes de la crisis (en 2007 recaudamos el 38,8% frente al 45,8% en la UE-28), durante el ajuste, en 2012-2013 (37,5% frente al 45,4% europeo) y con la recuperación, en 2017 : España recauda el 37,9% del PIB (menos que antes), frente al 44,9% de la UE-28 y el 46,2% de los paises euro, según Eurostat. A lo claro: recaudamos 81.642 millones menos que Europa y 96.804 millones menos que los paises euro, sólo en 2017. Y 186.611 millones menos que Francia (recauda el 53,9% del PIB), 85.141 millones menos que Alemania (45,2% del PIB), 13.995 menos que Reino Unido (39,1% PIB) y 101.469 millones menos que Italia (46,6% PIB). Incluso 58.315 millones menos que Portugal (42,9%).

España recauda e ingresa menos que Europa porque tenemos más fraude fiscal y porque hay colectivos que pagan menos impuestos de lo que deben, no la mayoría de españoles (las familias aportan el 83% de los ingresos, según Hacienda). Son las grandes empresas y la banca, que pagan realmente un 6,14% en el impuesto de sociedades, porque tienen muchas exenciones y desgravaciones “legales”. Las multinacionales, que hacen “trampas legales” en paraísos fiscales. Los impuestos al alcohol, tabaco y carburantes, más bajos que en Europa. El IVA, que con tantas excepciones, tiene también un tipo real más bajo. Y un IRPF donde se paga menos que en Europa, sobre todo los que ganan más y los que tienen ingresos por intereses y dividendos. Y los más ricos, que evaden con las SICAV o con sociedades interpuestas.

Habría que pactar de una vez una reforma fiscal que ajustara estos impuestos, para recaudar “como europeos”, unos 40.000 millones al año, que nos permitirían gastar más y recortar el déficit público. Y a corto plazo, para 2019, hacer un Plan de choque fiscal que suba al 15% el tipo efectivo de sociedades (+2.000 millones), quite el IVA reducido y superreducido a algunos productos (+1.500 millones) aumente el IRPF a los que más ganan (+600 millones), suba los impuestos al gasoil y la gasolina (+1.500 millones), implante la tasa Tobin sobre transacciones financieras (+1.000 millones) y cree un impuesto a las tecnológicas (+500 millones), junto a un Plan de lucha contra el fraude (+1.500 millones). En total, 8.600 millones extras que, junto al mayor déficit que nos permite Bruselas (+6.000 millones) permitiría atender en 2019 hasta 14.600 millones de gastos extras necesarios. Sin tocar los impuestos al 95% de españoles.

Todo este esquema, más gastos y para ello más ingresos, no es ideológico, aunque a la derecha tradicional le levante “sarpullidos”. Es simplemente una estrategia para ingresar y gastar “como europeos”, para mejorar los servicios públicos y atender a las necesidades de la mayoría. Pero PP y Ciudadanos se enrocan en no gastar más, aunque ahora nos deje Bruselas, porque no quieren subir impuestos sino bajarlos. Lo que no dicen es que bajar impuestos (que beneficia siempre más a los que más tienen) supone no mejorar el empleo, la sanidad, la educación, la Dependencia, la pobreza, la tecnología, las infraestructuras básicas y la modernización de la economía. Alejarnos aún más del Estado del Bienestar europeo.

Lo más probable es que este esquema, más gasto y más recaudación, no consiga la mayoría en el Parlamento y el Gobierno Sánchez no logre aprobar los Presupuestos 2019 y tenga que anticipar elecciones. Pero después, el próximo Gobierno tendrá que volver a plantearse qué hace: o gastar más y subir algunos impuestos o no subirlos e incluso bajarlos, con lo que los españoles de a pie no veremos mejorar el empleo, las pensiones, la sanidad, la educación, la Dependencia, la pobreza, la tecnología o la modernización de la economía. Porque no se puede tener servicios alemanes con impuestos marroquíes o fraude fiscal italiano. Este es el gran debate ahora y lo será después de las elecciones. Piénselo al votar.