A nueve meses de las elecciones, el Gobierno Rajoy implanta más cambios en la Universidad: aprueba las carreras de tres años, en
vez de cuatro. Dice que lo hace para
homologarnos con Europa. En realidad, lo hace para recortar gastos: tener un año menos estudiando a los
universitarios ahorra al Presupuesto unos 600
millones al año. Y el que quiera
estudiar más, que se pague un año o dos de master, que cuestan el doble del
curso que ahora se quita. Las Universidades van a retrasar el cambio hasta 2017,
pero Cataluña y algunas privadas quieren
implantarlo el próximo curso. Además de devaluar los títulos, la
medida agrava las diferencias entre
Universidades: ya no sabremos qué sabe
un universitario, dependerá de dónde haya estudiado. Otro cambio más, junto a
la subida de tasas, los recortes y la
asfixia financiera de la Universidad, que ya no aguanta más. Y si cambia el
Gobierno, habrá más cambios el año que viene.
enrique ortega |
La mayoría de los que somos universitarios hemos estudiado carreras
de cinco años. Pero en
el curso 2010 se completó el sistema
de títulos actual, derivado del Plan Bolonia
(1999), que pretendía crear un Espacio Europeo de
Educación Superior: España optó por un
Grado de cuatro cursos (240 créditos) y
un Master posterior de un año (60 créditos). El cambio es tan reciente que
en el verano de 2014 salieron las primeras promociones con el “Grado Bolonia” y
este verano de 2015 acabarán los que
hagan el Master complementario (el 20% de
universitarios). Ahora, el Gobierno
Rajoy cambia otra vez las titulaciones: ha aprobado un decreto
(Consejo del 30 de enero) que permite reducir
el Grado a 3 años (180 créditos), que se pueden complementar con uno o dos años de Master (60 y 120 créditos), manteniendo
los 300 créditos (5 años)
para hacer el Doctorado. Un cambio que afecta
al 70% de las carreras, porque Ingeniería,
Arquitectura y Ciencias de la Salud seguirán
como ahora (4,5 y 6 años).
El Gobierno deja libertad
a las Universidades para aplicar el cambio o no. De momento, la asamblea
de rectores ha optado por ganar tiempo y ha decidido, casi
por unanimidad, aplazar la nueva reforma
de los títulos dos cursos más, hasta
2017, para analizar mejor la aplicación del Plan Bolonia (aún es muy
reciente) y ver cómo pueden implantar los cambios. Pero ya hay
Universidades que quieren lanzar carreras de tres años el próximo curso, como algunas
Universidades catalanas (con la pública Pompeu
Fabra en cabeza) y varias privadas, entre ellas la Camilo José Cela de Madrid o la Universidad
Católica de Murcia.
En paralelo, las autonomías,
que son
claves porque validan las titulaciones y financian el grueso de las
Universidades públicas, también
están divididas. Las dos
gobernadas por el PSOE, Andalucía y Asturias,
han dicho que no van a cambiar las titulaciones, mientras Ciu
y la Generalitat catalana apoyan el cambio y las demás autonomías del PP
están tratando de apuntarse a la moratoria de los rectores y buscando que todas
las Universidades de su región adopten la
misma decisión: o todos Grados de 3 años
o todos de 4. En cualquier caso, el tema queda
en el aire hasta ver los resultados de las elecciones autonómicas de mayo. Pero hay un
riesgo
claro: que no se adopte la misma decisión en toda España y cada
Universidad fije sus títulos a su aire. Con lo que habrá un “galimatías” de universitarios: los que tengan un título de 5
años (todavía la mayoría), de cuatro y de tres años.
El ministro Wert justifica la reforma en la necesidad
de “homogeneizar
los títulos españoles con los del
resto de Europa”, porque la
situación actual crea problemas para atraer estudiantes europeos y obtener
dobles títulos con otras Universidades. Es cierto que el sistema español de títulos, acordado por el Gobierno Zapatero, es más rígido que el de la mayoría de Europa: de los 48
países incluidos dentro del Espacio Europeo de Educación Superior (Bolonia),
39 países optaron por un sistema flexible,
que permite titulaciones de Grado entre 180 créditos (3 años) y 240 (4 años)
con Master de 90 créditos (por eso no reconocen los españoles de 60 créditos) y 120 créditos. Y en este grupo, hay países como Francia, Finlandia, Italia,
Bélgica o Portugal que tienen Grados de 3 años. Entre los 9 países con
Grados de 4 años y Máster de 60 a 120 créditos, además de España están Grecia, Turquía, Chipre, Armenia,
Georgia, Kazajstán, Rusia y Ucrania. También es cierto que en buena parte de EEUU
y en Latinoamérica (con la que hay mucho trasvase de alumnos), los
Grados son de 4 años. Lo que no dicen es
que en la mayoría de países europeos con Grados de tres años, el precio de los Master posteriores (que además son más largos, de 90 a 120 créditos) es similar
al de los Grados: en España cuestan el doble. Y muchos
países
europeos tienen tasas universitarias más bajas que España, mientras en Alemania
es
gratis estudiar en las universidades públicas.
El ministro Wert argumenta también que aunque los universitarios españoles estudien un año más de Grado que muchos europeos, eso no les sirve para encontrar mejor trabajo:
el paro entre los universitarios (14%) es casi
el triple que el de los universitarios occidentales (4%), según
la OCDE. Eso es verdad, pero tiene que ver no tanto con la duración de
los estudios como con el tipo de enseñanza que se da (poco
práctica y desligada a lo que demandan las empresas, con pocos estudiantes
en carreras técnicas) y al escaso
empleo que crea nuestra economía, que tiene también el
triple de parados totales (24%) que la media de países OCDE (7,1%).
En realidad, la verdadera razón por la que el
Gobierno Rajoy ha aprobado rebajar los
títulos a tres años es para recortar el gasto universitario.
Dice Wert que estudiando un año menos, las familias
se van a ahorrar
150 millones. Lo que no dice es que como el Presupuesto se hace cargo
del 75% del coste de una carrera, el
ahorro para el Estado de quitar un curso es de 600 millones al año, como mínimo. El problema es que al devaluar los Grados, quitando un año,
muchos estudiantes se verán obligados a
hacer un Master de uno o dos años (ahora sólo hacen un Master el 20% de los alumnos de Grado), para poder optar a un empleo. Y ese Master
les costará el doble que el curso que quitan. Por ejemplo, en la
Complutense de Madrid, un curso de Grado
cuesta 1.980 euros y un año de Master cuesta 3.900 euros. Y en Barcelona,
la Universidad más cara, el curso cuesta 2011 euros y el Master 3.924 euros.
Luego, los nuevos
títulos ahorran dinero al Estado pero acabarán costando más a
los alumnos, si quieren mantener una formación similar. El Gobierno
dice que los Grados de 3 años “habilitan
para trabajar”, incluso un año antes (a los 21 años y no a los 22), pero la
realidad es que, dado el poco empleo que hay (110
demandas por puesto), las empresas
cada vez exigen más, porque tienen mucho
donde elegir. Y con el recorte de los títulos, se va a encarecer de hecho la enseñanza universitaria, lo
que hará que los hijos de las familias más modestas se tengan que conformar con
el Grado de 3 años, porque además se han recortado
las becas. Y los hijos de familias con más ingresos puedan hacer
los Master que hagan falta, cada vez más en Universidades
privadas, que crecen (14 nuevas) a costa de las Universidades públicas.
Los rectores de
las Universidades criticaron
en 2006 que el Gobierno Zapatero no fuera “más flexible” y permitiera
Grados de 3 y 4 años. Ahora sin embargo critican
el cambio de Rajoy porque temen que
la reforma les quite ingresos, si
imparten un año menos de Grado. Y eso sería la puntilla para unas Universidades
que están en bancarrota: la mayoría tiene graves problemas de liquidez, con deuda a
proveedores, sin poder gastar ni en investigación, ni en material ni siquiera en
calefacción, después de haber perdido 2.000 millones de euros tras los recortes
y con 17.000 empleados menos (un 12% de la plantilla universitaria).
La Universidad
española tiene un grave
problema económico, de falta de recursos: España dedica unos 8.500
millones a la Universidad pública, un 0,85% del PIB, por debajo de la media
europea (1,26% PIB), de Francia (1,35%) o Alemania (1,30%) y en línea
con Italia y Reino Unido (0,84% del
PIB). Haría falta aumentar la
financiación hasta el 3% del PIB, según la recomendación
hecha en 2013 por el Comité
de Expertos sobre la reforma universitaria. Eso supondría dedicarle 22.000 millones más al año, algo
impensable a corto plazo.
Pero no sólo hace
falta más dinero, aunque sea lo prioritario. La Universidad tiene que cambiar,
empezando por ajustar
su oferta, recortando
titulaciones (2.413 Grados y 2.758 Master) y fusionando centros (hay 236 Campus de 80 Universidades, 48
públicas y 32 privadas, con ofertas
similares a pocos kilómetros). Y orientar
a los universitarios hacia carreras técnicas (más demandadas), reduciendo
la oferta de Humanidades y Ciencias sociales (con menos salidas). Y fomentar el
trasvase
de jóvenes
bachilleres a la FP Superior, que tiene más salidas. Además, hay
que optimizar la inversión pública en la
Universidad, mejorando
la organización de los Campus (con menos
endogamia
y más profesores ”de fuera”), ampliando la autonomía
universitaria a cambio de auditorías
externas de eficiencia y calidad. Y sobre todo, fomentar unas Universidades más ligadas a las empresas
y más internacionales.
Todo ello exigiría un pacto político y educativo a
veinte o treinta años, para que la Universidad
no dependa de los cambios del Gobierno de turno. El
de Rajoy-Wert ha entrado en la
Universidad “como
un elefante en una cacharrería”: subiendo tasas, recortando becas, quitando
profesores, recortando Presupuestos y autonomía, fomentando 14 nuevas
Universidades privadas… Pero si en noviembre próximo cambia, el siguiente Gobierno hará otros cambios. Y antes, las autonomías, que tienen en sus manos
la gestión y los
recursos de las Universidades públicas. Y así, no hay forma de que la Universidad funcione y forme a nuestros
jóvenes. Hay que darles un marco
estable, para muchos años, contando con ellos. Pero hoy por hoy, parece
imposible.
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