No votamos, pero
en las elecciones norteamericanas
del 6 de noviembre nos jugamos mucho
todos, sobre todo España: si ganara Romney y aplicara recortes del gasto, provocaría una mayor
recesión en el mundo, ya preocupado por la crisis del euro. Y afectaría
a las inversiones allí de nuestras
empresas y a las exportaciones a EEUU,
nuestro sexto cliente mundial. Por no hablar del mayor riesgo de una guerra militar (otra) con Irán y una guerra comercial con China si ganan
los republicanos. Victoria que envalentonaría
a Merkel y a los fundamentalistas de Bruselas en sus recortes. Si gana Obama, podría reanimar la economía USA
y ayudar a un mayor crecimiento mundial. Con todo, Estados Unidos tiene un problema grave de creciente desigualdad, que hace peligrar su
futuro y el de todos.
Estados Unidos sale de la recesión aunque lentamente.
La economía crece ahora el +2%, frente al -6,2% que caía en las elecciones de 2008. Y el FMI augura este año un crecimiento del 2,2%, el tercer año
en positivo tras las caídas de 2008(-0,3%) y 2009(-3,1%, el peor dato desde
1946). Un crecimiento similar al de Japón (+2,2%), superior al de una Europa en recesión (-0,4% en 2012) pero
muy por debajo del +5,3% que crecerán los países
emergentes (+7,8% China, +4,9% India, +3,7% Rusia, +1,5% Brasil). Con todo,
es un crecimiento todavía bajo y EEUU no
crecerá por encima del 3%, como antes de la crisis, hasta 2016. Por eso, el paro
seguirá alto (para ellos), por encima del 7,5%, aunque Obama lo ha bajado al 7,9%
desde el 10,2 %
que llegó a subir en 2009. El problema es que no se crea suficiente empleo
(5,5 millones en los últimos dos años y medio). Y que sólo cobra el paro un 38% de los 14 millones de desempleados (y sólo 6
meses).
El paro es el primer problema para los norteamericanos,
pero hay otro del que no son tan conscientes: la enorme desigualdad, que ha crecido con la crisis. EEUU es el país con más desigualdad de la OCDE
(0,47 de coeficiente
Gini, frente a 0,32 España,
0,30 la UE o 0,29 Alemania). Si hace treinta años, el 1% más rico se llevaba el
12% de las rentas, ahora se lleva el 20%. Y con la recesión, los
ricos se han hecho más ricos: se
llevaron el 93% de los ingresos adicionales conseguidos por el país en 2010.
Los 6 herederos de Wal-Mart (supermercados) han recibido un patrimonio
equivalente al del 30% de la población más pobre (93 millones de personas). El patrimonio
de los hispanos ha caído un 66%, el
de los negros un 53% y el de los blancos un 16%. La clase media está desapareciendo y el salario real de un trabajador es menor que hace 30 años. Los negros
y las mujeres ganan el 80% que los blancos. Uno de cada seis norteamericanos
está en la pobreza y uno de cada
cuatro niños (el 40% de los niños negros). Y uno de cada 7 norteamericanos
depende del Gobierno para alimentarse.
Esta tremenda desigualdad
económica aboca a una gran
fractura social: 50 millones de norteamericanos no tienen seguro médico, la esperanza de vida es menor que en España (78 años frente a 82), la mortalidad infantil (8%) es mayor que
la de Cuba o Malasia(6%) y 1 de cada 100 adultos está en la cárcel (1 de cada 3 negros es condenado
alguna vez).Ocho millones de familias han perdido
su casa y otros 11 millones deben más
al banco de lo que vale su vivienda.
Crece el abandono
escolar (30% en secundaria) y los que viven con sus padres (19% entre
25 y 34 años). Sólo se licencian a
tiempo un 22 % de los universitarios
y dos tercios salen con deudas de más de 25.000 dólares.
Todos son datos aportados por Joseph E. Stiglitz, premio Nobel 2001, en su reciente libro “El
precio de la desigualdad”, una impresionante radiografía de EEUU hoy. Su tesis es que el 1% de los ricos se ha hecho más rico con la recesión a costa del 99%
restante, gracias a una serie de factores
que analiza con rigor: la desregulación
financiera de Reagan, Bush y Clinton, la bajada de impuestos a los ricos y grandes empresas, el poder de los
monopolios y grandes empresas para fijar precios y cobrar más
al Estado, el clasismo en el acceso a la
educación, la financiación de lospolíticos y sus campañas y la Justicia
a favor del 1% más rico. Destaca el capítulo donde explica cómo ese 1% convence al 99% de sus tesis,
defendiendo sus privilegios en debates
sobre el déficit y los recortes, las hipotecas, la sanidad o las ayudas a la
banca. Y lanza tres
duros mensajes: la desigualdad está destruyendo la democracia ("un dólar,
un voto"), la desigualdad está destruyendo el
mito americano de la igualdad de oportunidades (ahora, si naces pobre, negro o
hispano, no tienes futuro) y la desigualdad lastra
el crecimiento y la salida de la crisis.
Por desgracia, estos temas no centran el debate electoral
norteamericano, enfocado en el paro
y el déficit público. La receta de Obama es seguir reanimando la economía (lo ha hecho en 2009, 2011
y en septiembre
2012, aportando liquidez y tipos al 0% hasta 2015), pero la política monetaria es insuficiente y
tendrá que subir impuestos y aumentar las inversiones públicas. La receta de Romney es recortar el déficit público (8,9%
PIB) y el Estado (privatizando la sanidad y las pensiones, cuya gestión privada
sería más cara, según Stiglitz), y bajando impuestos (a los ricos).
Precisamente, el déficit actual se debe en buena parte a la bajada de impuestos de Bush (20%), a la guerra de Irak (15%), a la prestación
pública de medicamentos (1%) y a la recesión (16% por las medidas de
estímulo y 48% por la menor recaudación).Por eso, Stiglitz defiende, para recortar el déficit, subir impuestos a los ricos, recortar el
gasto en armamento, reestructurar las hipotecas, recortar subvenciones y ayudas
injustificadas a bancos y grandes
empresas y estimular la economía con más decisión, con inversiones públicas en
educación, tecnología, energía e infraestructuras.
En estas elecciones se juegan dos
modelos de política económica: Obama,
que apuesta por reanimar la economía desde el Estado y Romney que
apuesta por recortar el Estado y apoyarse en los mercados (que nos
trajeron esta crisis). Si gana
Romney y recorta gastos, se resentirá el crecimiento y frenará la economía
mundial, con Europa en recesión. Además, la política de recortes de Merkel
y los fundamentalistas de Bruselas
tomaría más aire. Y si hay recortes en
EEUU, harían mucho daño
a España: son nuestro sexto país
cliente y nuestras empresas tienen una fuerte presencia allí en energías
renovables, infraestructuras, telecomunicaciones, alta velocidad (AVE),
tecnología médica, gestión del agua y alimentación.
En definitiva, que votan
los norteamericanos (pocos, el 57%)
pero se la juega el resto del mundo.
No sólo la economía, sino el mundo
que defienden: si gana Romney puede meternos en otra guerra cruenta (su mayor preocupación es”
un Irán nuclear”) o comercial (con
China) y en conflictos con Rusia (“el enemigo geopolítico nº 1”). Y crecería la desigualdad y la fractura social en EEUU, algo que se ha contagiado al resto del mundo con la recesión. Crucemos los dedos y a ver si gana Obama. Por nuestro bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario