jueves, 29 de febrero de 2024

La inflación ha beneficiado a los súper

Los precios se han moderado en febrero, bajando al 2,8%  anual. Con ello, parece cerrarse el ciclo de alta inflación, que ha durado 3 años, el peor 2022 (cuando los precios subieron +6% y hasta +10% en verano). Este ciclo ha beneficiado sobre todo a los supermercados, que ganan cuota de ventas (acaparan el 74,9%), en perjuicio de las tiendas tradicionales, logrando beneficios récord. Y las subidas, sobre todo en los alimentos (17 meses subiendo más del 10%), han cambiado nuestras tendencias de compra: ahora, los consumidores sólo buscan ofertas o marcas blancas y miran más el precio que la calidad o el origen, en perjuicio del campo español. Lo peor es que la inflación ha deteriorado las cuentas de los hogares y comemos peor: menos frutas, verduras, carnes y pescados, sobre todo las familias con menos ingresos. Y hay 550.000 niños que apenas comen carne y pescado. Todavía los alimentos están caros, por lo que seguirá la guerra de precios y ofertas en el súper todo el año 2024.  

                   Enrique Ortega

La inflación en febrero (+ 2,8% anual, la más baja desde agosto), anticipada hoy por el INE, parece confirmar una tendencia, tras los datos de enero (+3,4%), diciembre (+3,1%) y noviembre (+3,2%): la inflación se modera, en el entorno del 3%, donde no estaba desde agosto de 2021 (+3,3% anual). Y parece que se cierra un ciclo de alta inflación, que ha durado casi 3 años, con 13 meses de inflación por encima del 6% (todo 2022) e incluso por encima del 10% (junio, julio y agosto de 2022). Ahora, salvo “sustos” por la energía o los conflictos geopolíticos (Ucrania, Palestina y cierre del Mar Rojo), se espera una inflación moderada en 2024, subiendo entre el 3 y el 3,5%, en España (+3,3%) y en toda Europa (+3,2%).

Pero seguirán caros los alimentos: subieron un +7,4% anual en enero y se han "estabilizado en febrero", según el INE, tras 17 meses subiendo más del 10% anual (entre abril de 2022 y septiembre de 2023). Y eso, porque el cambio climático ha reducido drásticamente muchas cosechas, lo que mantiene precios altos, junto al aumento de costes a los agricultores y ganaderos y la recuperación de márgenes en la larga cadena alimentaria. De hecho, llenar el carrito de la compra subió un +30,8% entre septiembre de 2021 y septiembre de 2023, afectado a 9 de cada 10 productos que compramos, según un estudio de la OCU. Y estiman que, sólo en el último año, la cesta de la compra se encareció un +14,1%, afectando al 90% de los productos que compramos, en especial al azúcar (+66%), zanahorias (56%), cebollas (+40%), arroz (+36%) y aceite (+21%). Si la cesta media de una familia es de 502 euros al mes, estamos pagado 118 euros más al mes que hace dos años (384 euros).

Esta subida en la cesta de la compra no va al campo, a los agricultores y ganaderos, que se quejan de que sus precios no cubren costes en muchos productos y que sus márgenes apenas han subido, que las subidas de precios se quedan por el camino: intermediarios, almacenes de distribución, empresas de alimentación, transporte, grandes distribuidores, supermercados y puntos de venta. El sector y los expertos llevan años pidiendo que el Ministerio de Agricultura publique los datos de la cadena alimentaria, pero no se hace de forma transparente y apenas se han aplicado sanciones a los que compran por debajo de coste o disparan márgenes. Pero hay un Observatorio de Precios, el de la organización agraria COAG, que publica mensualmente la diferencia de precios agrícolas y ganaderos entre origen y destino.

En enero de 2024, el último Informe (IPOD) refleja que los productos agrícolas se venden en destino a una media de 4,17 veces más del precio que se paga en origen. Y en los productos ganaderos pagamos 3 veces el precio de origen. Esta enorme diferencia es casi la misma que hace un año (4,50 veces se pagaban los productos agrícolas y 2,93 veces los ganaderos). Hay ejemplos “sangrantes”: limón (se paga el agricultor a 0,20 kg y se cobra al consumidor a 1,96 euros, 9,8 veces más), patata (de 0,32 a 1,83 euros, 5,72 veces más), plátano (de 0,27 a 2,25, 8,33 veces más), naranja (de 0,39 a 2,05, 5,26 veces más), tomates ensalada (de 0,61 a 2,39, 3,92 veces más), ternera (de 5,45 euros a 21,03, 3,86 veces más), pollo (de 1,119 a 3,28, 2,76 veces más), cerdo (de 1,66 a 6,45, 3,89 veces más), huevos (de 1,67 a 2,46, 1,47 veces más) o leche (de 0,52 a 0,92 euros litro, 1,77 veces más).

Los supermercados se defienden diciendo que ellos no han disparado los precios de los alimentos, que su margen de venta es inferior al 5% y que sólo ganan dinero gracias a su volumen, a su aumento de ventas. Una facturación que se les ha disparado a cifras históricas estos años, gracias a la inflación, a esa subida del 30,8% en la cesta de la compra. Y ese tirón de la facturación se ha traducido en beneficios históricos para los supermercados (el sector de la alimentación, desde la agricultura a la industria y la distribución, es el que más ha aumentado sus beneficios con la inflación, según el Banco de España), mientras el campo se queja y los consumidores pagamos más. Pero, además, este ciclo de alta inflación (2021-2023) ha coincidido con una “guerra de precios, en la que los grandes supermercados han ganado cuota de mercado, en perjuicio de las tiendas pequeñas de barrio.

El proceso de crecimiento y concentración de los supermercados lleva dos décadas, pero se ha acelerado en los últimos años y sobre todo a partir de 2021, con la inflación. Así, en 2002, los supermercados (e hiper) concentraban dos tercios de las ventas de alimentos y droguería y limpieza (62,1%). Saltaron al 69,4% en 2019 y cerraron 2023 con una cuota de mercado del 74,9%, según la consultora Kantar. Y precisamente, del 12,8% que los super han aumentado su cuota, casi la mitad ha sido desde 2019. La mayor ganancia de cuota la tuvieron el año de la pandemia (+2,2% en 2020) y los dos años con mayor inflación, 2022 (+1,7%) y 2023 (+1,3%). En paralelo, estos años han seguido cerrando tiendas tradicionales (fruterías, carnicerías, pescaderías, tiendas de barrio), que no han podido afrontar la mayor competencia y la guerra de precios desatada por los súper.

Los supermercados más grandes son los más beneficiados por la alta inflación de estos años y la consiguiente guerra de precios. Sobre todo, Mercadona, cada vez más líder: cerró 2023 con una cuota de mercado del 26,2%, según Kantar, +0,6% más que en 2022 y +3% más que en 2019. Su poder de mercado es tal que por sus 1.619 tiendas han pasado en 2023 el 95,2% de los compradores españoles… Le sigue, a mucha distancia, la cadena francesa Carrefour, con un 9,9% de cuota (+0,2% que en 2022 y +1,1% que en 2019), que visitan el 65,2% de los compradores. El 3º en el ranking es la cadena alemana Lidl, con un 6,4% de cuota (+0,5% que en 2020 y +0,1% que en 2019), seguida del Grupo Eroski, con 4,4% de cuota (+0,1% que en 2022 y -0,1% que en 2019) y del Grupo DIA, con 4,1% de cuota (la única que perdió cuota en 2023, -0,5%, por la venta de 233 tiendas a Alcampo). Estas 5 grandes cadenas de supermercados controlan más de la mitad del mercado (51%) de alimentación, droguería y limpieza en España, seguidas de Consum (3,4% cuota), la francesa Alcampo (3,1%) y la alemana Aldi (1,5%), aunque el 2º mayor grupo lo constituyen los supermercados regionales (17% del mercado cuota), que siguen ganando cuota.

En el último año, Mercadona ganó mercado a partir de abril, cuando estaba perdiendo cuota y decidió recortar el precio de 500 productos. Las otras dos cadenas con fuerte crecimiento han sido las alemanas Lidl y Aldi, que se dedican a abrir nuevas tiendas y gastan mucho en publicidad (sobre todo en TV). Y también crece más Carrefour, apoyada en sus promociones y su programa de fidelización, en tanto aguanta Eroski en la zona norte y se sostiene Alcampo, con más tiendas y promociones. Lo que más sorprende es el fuerte crecimiento de los súper regionales, asentados en marcas locales y una buena oferta de frescos, que en algunas zonas superan el 20% de cuota de mercado.

Para 2024, todas las cadenas de supermercados apuestan por seguir ganando cuota a costa de mayores ventas de productos frescos, que son la esencia de las tiendas tradicionales de barrio, que sólo tienen un 24,1% del mercado de alimentos y limpieza pero que todavía acaparan el 32,5% de las ventas de productos frescos, sobre todo frutas y verduras (40% ventas en tiendas tradicionales) y pescado fresco (34,1% cuota). Y también hay una pelea de los súper por los alimentos para mascotas (el 37,8% en tiendas especializadas) y por la venta de platos preparados (21% en tiendas especializadas).

La alta inflación de los tres últimos años ha provocado un cambio en muchos hábitos de compra de los consumidores, según refleja la consultora Kantar. El primero y fundamental, que cada vez compramos más por precio, no por calidad ni por origen. Es algo que se ha consolidado en 2023, el primer año en que las compras por precio (38%) han superado a las compras por calidad (29%), según la Encuesta de hábitos de consumo de MPAC.  Eso provoca que los consumidores hayamos aumentado las visitas para comprar, llenando la cesta entre distintos supermercados y tiendas, para aprovechar precios, ofertas y promociones: casi la cuarta parte de todo lo vendido en 2023 han sido productos en oferta, según la consultora Nielsen. Eso sí, en cada visita, la mayoría (un 74% de los consumidores) compra menos y con una lista escrita, para evitar “caprichos” y disparar el ticket.

Otra tendencia clara en la compra de estos años es el auge de las marcas blancas, las marcas de distribuidor, que ganan peso: en 2023 supusieron el 43,4% de la cesta de la compra, frente al 38,3% en 2021, según la consultora Kantar, con lo que los españoles somos los europeos que más compramos marcas blancas, mientras bajan las marcas de fabricantes. Y hay supermercados, los líderes, donde el peso de las marcas blancas (propias) en las ventas es abrumador, como es el caso de Mercadona (74,5% en 2023), Lidl (81,9%), Aldi (69,3%) o Día (56,3%), mientras también crece en otras cadenas donde tienen menos peso, como Carrefour (31,4%), Eroski (28,4%), Alcampo (24,3%) o incluso El Corte Inglés (un 15,2% de las ventas son ya marca blanca ECI). Sin embargo, el empuje de los supermercados regionales se hace con marcas de fabricantes (y frescos).

En las compras de alimentos, limpieza y droguería, la venta online ganó terreno en 2023, pero lentamente, aunque creció en el 23% de las categorías. Y se espera que este canal siga creciendo, sobre todo para ventas de productos no frescos y de mucho peso o volumen, aunque en Mercadona, por ejemplo, los clientes apuestan más por los pedidos a domicilio que las compras online, que prefieren solo algunos clientes más jóvenes.

Cara a 2024, aunque los precios suban menos, los expertos creen que seguirá la “guerra de precios, en base a promociones, ofertas y formulas de “fidelización” (puntos canjeables). Y la otra batalla de los supermercados serán los frescos, conseguir que el cliente cargue en el carrito frutas, verduras, carnes y pescados no congelados. Es la gran asignatura pendiente que no acaba de aprobar Mercadona (tampoco Alcampo, Lidl, Dia y Aldi) y en la que triunfan muchas cadenas regionales. Pero, a pesar de ofertas, promociones y marcas blancas, la alimentación seguirá con precios altos en 2024 (la subida anual fue el +7,4% en enero, según el INE, más del doble que el IPC general, +3,4%), por las malas cosechas, las subidas de costes en el campo y los altos márgenes a lo largo de la cadena alimentaria (al menos hasta que haya información y multas ejemplares).

Otra consecuencia de los altos precios de los alimentos es el cambio en los hábitos alimenticios de los españoles: comemos menos frutas, verduras, carnes y pescados que antes, porque son los alimentos que más han subido estos años. Y, además, el 63% de las familias consume ahora alimentos de peor calidad, según un estudio de Facua. Se ha reducido la dieta de ternera (-15% en dos años) e incluso de pollo (el 60,7% lo consumen una vez por semana), de frutas y verduras (sólo el 62% de los encuestados las consume 4 de 7 días, frente al 77,7% que lo hacían antes) y de pescado (el 60,9% familias lo consume sólo 1 vez a la semana). Una peor alimentación, por la inflación, que es malo para la salud.

Pero hay más. La alta inflación y los elevados precios de los alimentos ha dañado más a las familias con menos ingresos, las más vulnerables, que han tenido que reducir otros gastos o no pagar recibos para poder comer. Y para poder comer peor. La alta inflación ha provocado que el 9,3% de los españoles llegara a fin de mes con mucha dificultad en 2023 (el 8,7% en 2022), según la última Encuesta de Condiciones de Vida (INE). Y que un 6,4% de la población (más de 3 millones de españoles) no hayan podido comer carne, pollo o pescado al menos cada 2 días. Además, como la inflación ha aumentado la pobreza, hay un 6,9% de niños y adolescentes (556.000 menores de 18 años), que tienen problemas para comer cada 2 días carne, pollo o pescado, según la ONG Educo. No es sólo que los alimentos sean caros, es que muchos españoles se ven obligados a comer peor.

En resumen, parece que lo peor de la inflación ha pasado, pero todavía será cara la comida, en especial los productos frescos, los más necesarios para una dieta sana. Y como reacción, comprar será otro año más una dura tarea, que nos obligará a comparar precios y buscar ofertas y promociones. Y seguiremos comprando más por precio que por calidad o por origen, lo que perjudicará a nuestros agricultores y ganaderos, porque los distribuidores y supermercados buscarán lo más barato, venga de donde venga. Es lo que hay.

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